sábado, 20 de abril de 2024

Robo en la iglesia de Santa Ana

Gabriel Segura
8 agosto 2019
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Robo en la iglesia de Santa Ana
Panorámica de la antigua iglesia parroquial de Santa Ana, de Elda, hacía 1928-1929.

Los amigos de los ajeno siempre han tenido al Patrimonio Histórico como una sustancial fuente de ingresos. La riqueza de obras de artes, mobiliario y objetos litúrgicos custodiados en iglesias, conventos y monasterios siempre ha despertado el interés de ladrones de guante blanco, rateros o simples “chorizos” que bajo el encargo de otros realizaban el hurto para satisfacer las demandas del mercado negro de antigüedades destinado a los coleccionistas de arte.

Un episodio de este calibre debió acontecer en la tranquila villa de Elda, allá por agosto de 1859, cuando al atardecer del lunes 8 de agosto de hace hoy 160 años, tras los oficios de vísperas, el sacristán Juan Sempere y el cura párroco de la iglesia de Santa Ana, a la sazón Gonzalo Sempere y Juan, detectaron el robo de obras de arte. Tras cercionarse del robo de 14 cuadros que decoraban diversos lugares del templo, sobre las 23 horas procedieron a comunicar el hecho a la autoridad municipal.

De forma diligente y eficaz, los tenientes alcaldes de la villa y el comisario de vigilancia municipal, iniciaron las pesquisas y las oportunas diligencias ante el temor que los cuadros pudieran ser desmarcados, embalados y trasladados a Alicante. Pesquisas que, afortunadamente, dieron su fruto, pues pronto fueron localizadas las obras de arte robadas. Así, a poco más de media noche, los cuadros fueron localizados en una de las casas cercanas al propio templo.

Poco más sabemos de aquel infortunado suceso. A falta de una investigación en los archivos desconocemos la identidad del autor del atentado contra el patrimonio. De igual manera que ignoramos las escenas de dichos cuadros y los autores de los mismos. Por las breves descripciones que conservamos de aquel templo a mediados del siglo XIX y que suponemos conservó en gran medida sus obras de artes y demás objetos litúrgicos hasta el asalto, saqueo e incendio de julio de 1936, sabemos que existían cuadros de San Joaquín y Santa Ana, otros con San Pedro y San Pablo, así como otros sobre diversos misterios del Rosario; así como una serie de cuadros de gran formato, encargados ex profeso en 1858 para la capilla de la Comunión, de los sumos sacerdotes Aarón y Melquisedec, La Cena, El Lavatorio y La Aparición de los discípulos en el castillo de Emaús. Estos últimos terminados de ejecutar por el escultor y pintor menorquín Antonio Riudavest y su hijo, asentados en Alicante.

Vista el altar mayor de la antigua iglesia parroquial de Santa Ana, de Elda, desde la entonces plaza de Topete (act. Plaza del Sagrado Corazón de Jesús).

Gabriel Segura
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