viernes, 29 de marzo de 2024

¿Puedo esconderme de mí en un poema?

Rafael Carcelén
13 marzo 2015
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¿Puedo esconderme de mí en un poema?
                                        Mila Ortuño durante la presentación de su libro

En la Asociación de escritores Gramática Parda conocemos bien a Mila Ortuño. Además de haber realizado algún cartel para el grupo y varias portadas de libros, sabíamos de su interés por la escultura y la fotografía. Incluso de su acercamiento a la poesía, bien como compañera en recitales o con el pequeño conjunto de poemas Entre el alma y los pies recogido en una antología de poetas de la Asociación Mistium, publicada en mayo de 2014. Con su libro Escondiéndome de mí, el primero en solitario, nos muestra su habitación propia, el universo interior que la anima. El pasado jueves 5 de marzo se presentó en el café Le Ore con un lleno absoluto y, a la calurosa acogida que le ofreció al libro Juan Vera en la presentación, un nutrido grupo de amig@s y componentes de la Asociación acompañaron a la autora leyendo sus poemas.

    Si alguien habló de una poesía del ser y otra del estar, de una poesía de la esencia y otra de la existencia, no creo que haya dudas en ubicar este libro de Mila Ortuño en el segundo tipo. En los 71 poemas que lo componen, la autora nos desgrana sus preocupaciones y sus zozobras, sus deseos y sus contradicciones, sus afectos y toda la ambivalencia que la envuelve. En Escondiéndome de mí (editado en la colección “La mirada fucsia”) nos encontramos con poemas para los días de desconcierto, de desorientación, para esos momentos de desaliento en un mundo en el que todo está del revés. El tono desenfadado de poemas como Me aburro o La mosca (“Pues no te extrañes si dijera,/ si me preguntas quién soy/ que una mosca cojonera”) contrasta con la gravedad de temas mucho más transcendentales: en el poema La vida, leemos: “La vida se me entregaba/ a cada vuelta de esquina,/ y siempre me sorprendía/ con pasiones inauditas.// La vida se me escapaba/ cuando yo la perseguía,/ pues solo quería ser libre/ y no una vida fingida.” Poemas como Y la muerte vino a verme o La muerte vuelve a venir: “El tiempo que aún me queda/ no lo sabría medir,/ tal vez, aumente la espera/ y la muerte vuelva a venir”. Pero la autora no concibe la una sin la otra y llega a decir en La muerte y la vida: “La muerte vive con la vida,/ a veces pasa de soslayo/ otras veces da un zarpazo”. Y más adelante, en el mismo poema: “La vida no sería vida/ si no anduviese con la muerte”.

   Al trasiego de la vida trepidante que vivimos, Mila le opone el silencio como lugar donde cobijarse del mundanal ruido y donde escuchar nuestro propio yo: un silencio que entonces se hace propicio a la creación, a buscar y encontrar esos “tesoros perdidos/ que un día dejé en la cuneta del camino”. Y encuentra en el olvido del mundo esa forma de evasión para reencontrarse consigo misma: “A veces me visto de olvido/ y vivo en un mar de cristal,/ en un mundo paralelo/ del que no sé regresar”. 

                                                     Juan Vera presentó el acto

   El anhelo por vivir plenamente está presente ya desde el comienzo. Aunque, como recoge el poema A ras de piel, ese impulso nunca llegue a ser completo: “Vivo en un tiempo de comienzos,/ camino por un día sin fin,/ reinventando mi vida a cada momento,/ pero todo me devuelve adonde partí.” Evocándonos al Sísifo de la mitología griega, cierra el poema con una imagen agridulce: “y a ras de piel siento la vida/ siempre volviendo al punto de partida”.

   En definitiva, en este libro confluyen los temas propios de nuestra vida: el tiempo, la muerte, el desconcierto, el desamor en escasa medida, las contradicciones, la vida apresurada, el aburrimiento, tantas encrucijadas... Y si tuviera que quedarme con uno de los que mejor define el tono, la ambivalencia y el estilo de Mila Ortuño, elegiría Contrapartes, que comienza así: “Hay una parte de mí/ que siempre me dice sí,/ hay otra parte que no,/ que no sabe quién soy yo.// Hay una parte que quiere,/ y otra parte que no puede,/ una parte que se ofrece/ y otra, que no lo merece”.

   Escondiéndome de mí se constituye en una propuesta donde la ambivalencia, la contradicción y las preocupaciones de su autora, a pesar del título, nunca se esconden. Porque esconderse aquí no es sino un modo de cobijarse en sí misma para encontrarse. Los mejores momentos se alcanzan cuando se aligera el lenguaje, con un ritmo que te lleva y, estilísticamente hablando, con los versos de arte menor y rima asonante.

                                             Grupo de amig@s que leyeron poemas de la autora

Rafael Carcelén
Rafael Carcelén
Acerca del autor

Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”

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