jueves, 25 de abril de 2024

Por fín se reeditan las sustanciosas memorias de Pablo Sorozábal

Elías Bernabé Pérez
20 diciembre 2019
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Por fín se reeditan las sustanciosas memorias de Pablo Sorozábal
Pablo Sorozábal en 1942

Quien tenga interés en el mundo de las biografías de personajes que han dejado huella en cualquiera de las manifestaciones de las bellas artes o la cultura españolas, está de enhorabuena con la reedición de las memorias del compositor Pablo Sorozábal Mariezcurrena. Su tercera edición, publicada por Alianza Editorial,  salió a la venta mediado el mes de noviembre pasado.

Aunque gracias a internet no resulta muy difícil encontrar algún ejemplar de las dos primeras ediciones, se hacía necesaría una tercera, al menos mejor encuadernada que las anteriores, y de adquisición fácil. El empeño de los nietos del compositor, que hace tiempo lo perseguían, ha llegado a buen término, siendo su aparición en fechas óptimas para cualquier tipo de publicación, como son las cercanas a las fiestas de Navidad y Reyes.

Pablo Sorozábal, mi vida y mi obra, fue una publicación editada por el Banco Exterior de España, en mayo de 1986, dentro de su colección Memorias de la Música Española, con una segunda edición en 1989, poco después de la muerte del autor, acaecida el 26 de diciembre de 1988, en su domilicio de la calle Luchana de Madrid. Había nacido el 18 de septiembre de 1897.

Es muy posible que muchos ejemplares -desconozco si de su primera o segunda edición- fueran a parar a algún contenedor de reciclaje o a la basura directamente (1). Lo cierto es que años atrás conseguir uno resultaba tarea complicada, aunque en los últimos tiempos merced a la moderna herramienta de internet se podía, y se puede, encontrar alguno, de segunda mano. O tercera, cualquiera sabe. Ahora ello ya no es necesario.

La publicación, de entrada, debe resultar de interés más que suficiente para toda persona que gusta de conocer los avatares de los compositores españoles.

Y es que "de entrada" Sorozábal ya muestra su carácter personal e intransferible, al decir que "como no costaba dinero poner nombre en la pila bautismal", a él sus padres le pusieron tres: Tomás, Pablo y Bautista. Pero "Como el llamarme las tres cosas hubiese sido muy pesado optaron por llamarme Pablo. Creo que acertaron con mi gusto, pues de haberme consultado yo también hubiese elegido ese nombre".

Tampoco se mostraba muy satisfecho de que su pueblo natal lo llamaran San Sebastián. Así lo relató: "Esto sucedía en uno de los pueblos más bonitos del mundo. Más vale que lo mencione, pues no sé por qué razón todos los mortales creemos que nuestro pueblo es el más hermoso. El mío en tiempos lejanos se llamó Easo y Donosti, pero como esos nombres eran preciosos y le iban como anillo al dedo, se los quitaron y le pusieron otro mucho más feo: San Sebastián.

Cuando yo nací ya se llamaba así, pero por fortuna todavía flotaba en el ambiente un perfume de Easo y Donosti, y sus costumbres y tradiciones conservaban un encanto inolvidable."

El no morderse la lengua, en momento alguno, y decir "sus" verdades con claridad meridiana, es una constante desde el inicio hasta el final de las memorias.

Son numerosas las citas donde el compositor vasco "levanta ampollas". Y es que su genio y figura se mantuvieron inalterables, hasta sus últimos días. Sin duda, debido a las difultades personales que tuvo que sufrir al acabar la guerra y no exiliarse.

Aunque conocíamos algo, de oidas, leer de su pluma y letra las vejaciones qu sufrió, nos da una idea clara de la fuerte personalidad y carácter de Sorozábal. Sometido a una presión constante desde el bando ganador de la guerra, solo un hombre de su entereza y seguridad en sí mismo,  era capaz de componer zarzuelas tan preciosas como Don Manolito, Black el payaso o La eterna canción, además de La Rosario y Cuidado con la pintura. Todas ellas entre 1941 y 1945.

Dificultades al acabar la guerra por su ideología republicana

Y hablando del interés que despiertan sus memorias, lo tiene en especial conocer esas dificultades que tuvo que afrontar, a partir del término de la guerra española, dada su ideología republicana y antifranquista, a pesar de lo cual afrontó las consecuencias de quedarse a vivir en Madrid.

Por ello en sus memorias resulta muy atractivo -al menos desde mi punto de vista- conocer su versión personal de las vejaciones y riesgos que sufrió. Se le prohibió dirigir sus obras. Se prohibió que su nombre apareciese en los cartelones de los teatros. Y se le prohibió a la prensa publicar críticas de sus estrenos o éxitos.

Resulta apasionante el relato de la presentación en Madrid de La tabernera del puerto. Estrenada en el Teatro Tívoli de Barcelona en mayo de 1936, no llegó a la capital del estado hasta marzo de 1940.

El hecho de que Sorozábal, director entonces de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid, estuviera ausente de la capital de España durante los años que duró la guerra, pudo influir para que su Tabernera no llegase a teatro alguno madrileño durante la contienda.

Durante los primeros días de representación de La tabernera del puerto en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, se produjeron altercados, provocados por grupos de reventadores, que en opinión de Sorozábal, estuvieron promovidos por el compositor Federico Moreno Torroba (2) adicto al régimen, y ausente de la capital durante aquellos días.

No debió ir muy desencaminado al dejar plasmada acusación tan seria, cuando, que sepamos, ningún descendiente presentó querella judicial por ello. Y digo descendiente, porque cuando se publicaron estas memorias Moreno Torroba hacía cuatro años que había fallecido.

Las acusaciones contra el autor de la partitura de Luisa Fernanda debió tenerlas bastante fundamentadas. Ausente de Madrid, estuvo los días de las algaradas en San Sebastián, ciudad natal de Sorozábal. Y algunos comentarios del madrileño en lugares públicos, de los que fue informado el vasco, parece que dejaron entrever su probable implicación en dicho asunto.

Según refiere Sorozábal en sus memorias, desde la jefatura provincial de Falange Española se le notificó  que las prohibiciones que recaían sobre su persona como compositor y director le serían levantadas si  donaba sus derechos de autor de La tabernera del puerto a Falange y firmaba un escrito de adhesión al nuevo régimen, que publicaría el diario Arriba.

Estremecedora debió ser la entrevista que Sorozábal mantuvo con el jefe falangista, Jaime de Foxá, en su propio despacho, escoltado por dos jóvenes, con sus pistolas al cinto. Cualquiera que recuerde haber visto en el cine este tipo de despachos oscuros y siniestros puede hacerse una idea más o menos clara de lo aterradora que pudo ser aquella entrevista. Entereza y dignidad a prueba de bomba, las que demostró el músico vasco al negarse a aceptar ambas imposiciones.

Esa entereza y dignidad resultaban bien patentes, desde el momento que, estando aún en Valencia, y con la guerra a punto de acabar, no intentó salir de España. Es más, regresó a Madrid, conocedor de que la vida no le resultaría fácil, pues se adentraba algo así como en la boca del lobo.

Tras su entrevista con de Foxá este debió apreciar la sinceridad del compositor, por encima de sus ideales, pues de inmediato acabaron las algaradas. Es más, dió su tarjeta personal a Sorozábal, con dos números de teléfono "...este es el de mi domicilio particular, el otro es el de Falange; si le pasa algo llámeme."

Las representaciones madrileñas de La tabernera del puerto superaron el número de 100, entre el 23 de marzo y el 12 de mayo.

Más grave para su futuro profesional como músico fue el haber sido depurado, no pudiendo acceder a puesto alguno de profesor en conservatorios, dirigir orquestas de titularidad pública o pertenecer al comisariado musical ministerial.

Puede decirse que Sorozábal fue un exiliado en Madrid, que tuvo que vivir de los ingresos que le reportaban sus derechos de autor, convertirse en empresario de su compañía de zarzuela propia, que no siempre le reportaba beneficios.

Sí que dirigió durante algún tiempo la Orquesta Filarmónica, de carácter privado, de la cual dimitió al serle prohibido presentar en Madrid la 7ª sinfonía "Leningrado"del compositor soviético Dmitri Sostakovich. Las localidades para aquel concierto, en el Palacio de la Música, estaban agotadas. Previamente a programarla, e iniciar los ensayos, se obtuvo el permiso de la censura. Sin embargo, la víspera del día del concierto, sábado 13 de diciembre de 1952, llegó la orden de prohibición.

Incluye Sorozábal en sus memorias la carta de dimisión que presentó al presidente de la orquesta, y que este envió al Caudillo. Su secretario militar y particular, General Franco Salgado acusó recibo, texto que se reproduce igualmente.

Y es que aquí dió una nueva muestra de su carácter firme y no sujeto a doctrinas. Programar en 1952 en España una obra de compositor ruso, como Sostakovich, no dejaba de ser un atrevimiento, aun contando con autorización de la censura.

Sorozábal no culpa, en esta ocasión, a las autoridades por la prohibición de interpretar esa sinfonía. Carga las tintas contra sus enemigos dentro del mundo musical, y la prensa, con la que no mantenía muy buenas relaciones. Para él esta prohibición fue algo así como una venganza.

Con la Banda Municipal de Madrid estuvo en Elda

Otro capítulo de sumo interés, se centra en la gira que durante la guerra española la Banda Sinfónica Municipal de Madrid realizó por Cataluña y Valencia y poblaciones aledañas. Como, por ejemplo, Almansa o Cieza.

Sorozábal había accedido a su dirección en 1935, y cuando estalló la guerra seguía en el puesto. Esta gira de conciertos tenía como objetivo recaudar fondos y alimentos para enviarlos a Madrid.

Por lo general solía hospedarse en la vivienda del director de la banda de cada uno de los pueblos que visitaban.

Uno de ellos fue Elda, y la casa donde se hospedó, la de Francisco Santos, director de la Santa Cecilia. Aunque duda si fue en Elda o Novelda, refiere Sorozábal haberse alojado en la vivienda de un "melómano formidable" y cita los elementos musicales ornamentales que había en la casa. Elementos visibles en su fachada, de la calle Lope de Vega, frente al Teatro Castelar en su parte de abajo, que siguen intactos en sus balcones y ventanas. Pentagrama musical en las rejas, teclado de piano en los dinteles y medallones con perfiles de rostros de personajes que, sin duda, deben ser compositores. Esta fachada ha sido restaurada en fechas recientes.

La duda expresada por el autor, respecto a si fue en Elda o Novelda donde donde vivía el "melómano formidable" creo que se aclara con suficiencia solo con pasar por delante de la vivienda citada, cuyo interior también ha sido restaurado.

Este capítulo está plagado de anécdotas, algunas muy curiosas, dada la diversidad de poblaciones visitadas.

Gracias al éxito de El caserío compuso Katiuska, su primera zarzuela

Como sus viviencias las relata de forma cronológica, antes de ocuparse de los problemas sufridos al acabar la guerra y la gira mediterránea durante la misma, deja bien clara la razón por la que decidió componer su primera zarzuela, Katiuska, cuando residía en Alemania. Y que a raiz del éxito alcanzado con ella, decidió regresar a España y establecerse en Madrid de forma definitiva.

Su decisión de componer Katiuska, cuando llevaba cerca de diez años viviendo en Alemania, vino como consecuencia de haber conocido el éxito alcanzado por El caserío, primera zarzuela de Jesús Guridi, vasco como Sorozábal.

La lectura en general resulta amena. Sorozábal huye de palabras o adjetivos rimbombantes de comprensión difícil para la mayoría,  y puede decirse que no deja un solo día de su vida sin relatar. Comienza narrando como llegó a la música, sin existir tradición en su familia. Siendo un niño se matriculó en la Academia de Bellas Artes de San Sebastián, para aprender solfeo, sin saber que era aquello. "Al principio yo creí que era algo así como la vacuna, pero alguien me aclaró que eso de solfeo era aprender música." Inscripción que formalizó junto a algunos compañeros del colegio, un día que hicieron "novillos" y acertaron a pasar por delante de la academia. Las clases eran gratuitas. Lo extraño es que la academia diese de alta a los niños, sin exigir autorización paterna.

Probó a ver que era aquello, sin saberlo sus padres, y sembró su futuro.

Y como no podía ser de otra forma las memorias concluyen con su narración personal, y por consiguiente subjetiva, del contencioso mantenido con el Ministerio de Cultura, ya en la era democrática, cuando estaba anunciado el estreno de su última obra lírica. La ópera Juan José, (3) cuya cancelación se produjo el 19 de enero de 1979, cuando se llevaba dos semanas ensayando en el Teatro de la Zarzuela. Concluida en 1968 el propio Sorozábal se autocritica por ello "Para escribir una ópera en España es necesario aparte de ser músico, ser un perfecto idiota. Es como poner una fábrica de congeladores en el Polo Norte...".

Lo dicho. Todo lo explica con claridad meridiana, sin pelos en la lengua, desde la primera hasta la última línea de las 338 páginas de su narración.

Esta nueva edición incluye un prólogo nuevo, firmado por el director de escena Mario Gas (4), manteniendo el de la anterior, del musicólogo Andrés Ruiz Tarazona, así como un epílogo de los nietos del compositor.

El libro se cierra con el catálogo de su obra musical, revisado y ampliado.

En Sudamérica

No fue un intento de exiliarse, ni mucho menos. Sorozábal tras el estreno de La eterna canción, en 1945, marchó con su compañía a Buenos Aires. Algo muy habitual en cualquier compañía de zarzuela. Fue a petición de los empresarios del Teatro Avenida.

Debió permanecer unos dos años en Sudamérica, y cuando regresó en 1947, la presión que había sufrido tras acabar la guerra se había suavizado.

Coincidió su estancia en aquel continente con la muerte del compositor Manuel de Falla, que residia en Argentina. En concreto en la población de Alta Gracia, donde se exilió en septiembre de 1939. No por su tendencia política, pues fue una persona de profundas convicciones religiosas,  y sí por no poder soportar los desmanes y venganzas que se producían.  Sorozábal fue el único colega español presente en su entierro, junto a los componentes de su compañía lírica.

El teatro musical de Pablo Sorozábal

No son sus memorias el único libro existente sobre la figura del compositor vasco. El año pasado se publicó El teatro musical de Pablo Sorozábal (1897-1988) Música, contexto y significado.

Un estudio pormenorizado de su obra, firmado por el musicólogo Mario Lerena Gutiérrez. (5)

Libro que, según refiere su autor, "... se articula en dos ejes complementarios -histórico y analítico-.

Para el profesor Lerena "En una era de creciente hermetismo artístico, Sorozábal no dudó en desarrollar su ideal de "música humana" de forma ecléctica y heterodoxa, hasta reivindicarse como "una música del pueblo". Tres décadas después de su fallecimiento, el duradero éxito de estas propuestas certifica el talento, sabiduría e inspiración de su creación, y corrobora su interés como objeto musicológico."

1*

Digo esto del reciclaje o la basura, porque estuve en Lugo, en agosto del año 2000, y parte de su muralla romana estaba adornada con centenares de libros y revistas, tendidos en cuerdas, agarrados con pinzas y cubiertos con plásticos, a modo de impermeable. Era una de las manifestaciones de los lucenses, en demanda de que la muralla obtuviese la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Distinción que la UNESCO le concedió el 30 de noviembre de ese mismo año.

Llevaba tiempo yo intentando conseguir el libro -lo de comprar por internet no se llevaba todavía, o yo al menos lo desconocía-. Llegué a hablar por teléfono con el hijo de Pablo Sorozábal, en petición de información sobre donde poder conseguirlo. No tuve suerte.

Hacía tres semanas escasas de mi conversación con él, cuando se produjo lo de Lugo. !Casualidad o suerte! Y en esa amplia colección de publicaciones que colgaban delante de la muralla, acerté a pasar por un punto donde habría unos treinta ejemplares de las memorias de Sorozábal. No tuve más remedio que coger uno. De haber sabido cual era el cometido de la exposición me hubiera llevado alguno más. Pero de ello me enteré al día siguiente por la prensa, estando ya lejos de la muralla.

¿Dónde irían a parar todos los ejemplares que allí quedaron ? 

2*

El compositor Federico Moreno Torroba, cuya enemistad con Sorozábal fue manifiestamente conocida, es autor de una amplia producción lírica, siendo su obra más popular la zarzuela Luisa Fernanda.

Falleció en 1982 en Madrid, donde había nacido en 1891.

3*

El estreno absoluto de Juan José se llevó a cabo en el Palacio Kursaal de su Donosti natal,el 21 de febrero de 2009, en versión de concierto, con producción de Musikene -Centro Superior de Música de el País Vasco-. Dos días después se interpretó en el Auditorio Nacional de Madrid.

Los protagonistas del estreno fueron Ángel Ódena, Ana María Sánchez, José Luis Sola, Maite Arruabarena, Olatz Saitúa, Celestino Varela, Simón Orfila, Emilio Sánchez y Alberto Núñez. Orquesta Sinfónica de Musikene y dirección de José Luís Estellés.

Estos mismos intérpretes registraron la grabación en estudio de la obra, en doble disco compacto, durante los días 25 al 28 de febrero de 2009.

El estreno de Juan José en su versión escénica se produjo el 5 de febrero de 2016 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Se dieron siete representaciones. No participó ni uno solo de los solistas de la versión de Musikene.

4*

Mario Gas es hijo del bajo, Manuel Gas, protagonista en los estrenos de la mayoría de zarzuelas de Sorozábal de los años cuarenta y cincuenta: Don Manolito, Black el payaso, La eterna canción y Las de Caín, así como del conflictivo estreno madrileño de La tabernera del puerto.

5*

Esta obra de Mario Lerena defendida como tesis doctoral en 2014, obtuvo un Premio Extraordinario de Doctorado de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y el Premio Orfeón Donostiarra-UPV/EHU de investigación musical en 2016.

Elías Bernabé Pérez
Elías Bernabé Pérez
Acerca del autor

Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.

Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.

Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!

Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.

Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.

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