martes, 16 de abril de 2024

125 años del estreno de La Dolores. Mucho más que una gran jota aragonesa.

Elías Bernabé Pérez
18 marzo 2020
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125 años del estreno de La Dolores. Mucho más que una gran jota aragonesa.

El 16 de marzo de 1895 se estrenaba en el Teatro de la Zarzuela de Madrid la ópera La Dolores, con música del salmantino Tomás Bretón Hernández, quien adaptó el libreto basado en la obra teatral original de José Feliú i Codina (Barcelona 1845-Madrid 1897) estrenada el 10 de noviembre de 1892 en el Teatro Novedades de la ciudad condal.

La Dolores ópera obtuvo un éxito clamoroso, que debió significar algo así como hallar un oasis en pleno desierto africano, en una época donde lo que triunfaba, dentro del mundo de la lírica española, eran las zarzuelas cortas, los sainetes. Justo lo que le había ocurrido al propio Bretón un año antes con su estreno de La verbena de la Paloma, en el Apolo madrileño, y en mucha menor medida, en este mismo teatro, el 31 de enero del mismo 1895 con El Domingo de Ramos.

Con todo, durante la última década del siglo XIX se habían estrenado 50 óperas de autores españoles, siendo La Dolores la de mayor éxito y pervivencia en otros muchos escenarios.

Según Emilio Casares Rodicio "... lo que define a La Dolores es, desde luego, el ser la piedra de toque para la escena lírica española de corte verista. Con su estreno por fin se pudo contemplar en España el éxito total de una ópera nuestra; ninguna otra ópera ha tenido un éxito tan clamoroso y continuado. La Dolores es también el fruto de una época, de una necesidad y de unas circunstancias: el deseo continuo a lo largo del XIX de llegar a una gran ópera nacional."(1).

Durante 60 días estuvo en cartel en La Zarzuela. Cuando se presentó en Barcelona revalidó el éxito, de largo, con 112 representaciones. Pero fue en el TeatroTívoli, no en el Liceu.

Sin lugar a dudas la decisión de Bretón de estrenar su ópera en teatros no operísticos fue un acierto, pues entre otras cosas de haberlo hecho en el Real madrileño y después en el Liceo barcelonés el número de representaciones hubiera sido muy inferior.

Como si de un acuerdo mutuo se tratase la llegada de La Dolores a los dos coliseos operísticos españoles de la época, Real y Liceo, tardó algunos años, siguiendo el mismo orden que cuando se estrenó. Primero se vio en Madrid, el 11 de mayo de 1915. Y muy poco después en Barcelona, el 1 de enero de 1916.

Bretón, uno de los compositores de mayor prestigio y quien más empeño puso en la creación de la ópera nacional española, hacía poco más de un año que había visto inmortalizado su nombre al componer la partitura de La verbena de la Paloma.  Encargo este que aceptó casi a regañadientes, pero que supuso un favor enorme para el género chico, el cual elevó musicalmente poco menos que a los altares, y de paso a él y a sus herederos les habrá supuesto unos muy buenos ingresos por derechos de autor.

Y a un nivel muy distinto, por la envergadura del drama, al año siguiente supo construir una ópera capaz de medirse con lo mejor de las que estaban y siguen estando en primera línea mundial.

A pesar de aquel "éxito tan clamoroso" pocas oportunidades hemos tenido para poderlo comprobar, y disfrutarlo, dentro de la segunda mitad del siglo XX. Salvo la minoría de operófilos o zarzuelistas que hayan podido disponer de las grabaciones piratas de las representaciones de los años 1969 y 1975 del Liceo de Barcelona, o la ya registrada en estudio en 1999, refrendada por la edición en DVD de 2004, desde el Teatro Real.

Basada en un hecho real

La copla de La Dolores no fue una creación producto del imaginario de José Feliú i Codina. El escritor catalán la escuchó a un romancero ciego en la estación de tren de Binéfar (Huesca) y según testimonios con los que se pudo contactar posteriormente Dolores existió. Fue una mujer muy bella y hermosa, de buena familia, cuya infancia discurrió en Daroca, que en plena juventud mantuvo relaciones íntimas con un militar, del que tuvo dos hijos, sin haberse casado, por la oposición de su padre y madrastra, dadas las pésimas referencias que se tenían del castrense.

Referencias que fatalmente se confirmaron. Dolores y su amante se alejaron de la familia, yendo a recaer en Calatayud, donde las relaciones de la pareja se fueron enfriando dada la vida de libertino que él llevaba. Sus prolongadas ausencias del domicilio familiar, y la rumorología de que Dolores era visitada por más de un hombre, fueron causantes de un pretendiente despechado crease la copla famosa "Si vas a Calatayud pregunta por la Dolores, que es una chica muy guapa y amiga de hacer favores".

Nada que ver con todo esto contiene el personaje que da nombre a la ópera. Feliu simplemente echó mano de la copla para crear otra Dolores muy distinta, cuya lucha durante toda la obra es la restitución de su buen nombre y honra, y el intento de vengarse de un ser despreciable, carcomido por los celos y herido en su orgullo,  de considerarse el más fuerte del pueblo.

Entre sus varios pretendientes sí incluye un militar andaluz, peleando en las guerras carlistas. El sargento Patricio que, con la excusa de conocer a Dolores, llega a Calatayud a comprar alpargatas para sus soldados, acompañado de un pelotón.

En el pueblo son muchos quienes suspiran por los amores de la mesonera. Patricio, el rico hacendado. Lázaro, el joven huérfano cuyos padres al morir lo destinaron al sacerdocio, de cuya vocación se cuida su madrina, Gaspara, la dueña del mesón. Melchor, el barbero que inventó la copla, y hasta el mendigo Celemín. Ella solo será de Lázaro, cuando las circunstancias lo aconsejen. Que no lo aconsejarán al matar este a Melchor, al sorprenderlo intentando abusar de Dolores, en la escena final.

Tras estrenarse en Barcelona la obra teatral, fue a raiz de verla Bretón en Madrid cuando se encariñó con la historia y decidió componer la ópera.

Incluso viajó a Calatayud para conocer sobre el terreno las músicas de las rondas y jotas. Así lo describió el periodista Darío Pérez García, su anfitrión:

"...me escribió diciendo que deseaba ir a Calatayud de incógnito para escuchar la jota a una rondalla de calle. Le prometí el secreto. (...) (...) Todo quedó bien preparado para la sorpresa. Llegó Bretón, cenamos con él tres o cuatro amigos, y, a media noche, salimos del hotel a recorrer las calles en busca de una ronda. Entramos en la plaza del Fuerte. La noche, plateada por clara luna, dormía en absoluto silencio. De pronto, la rasga el sonar de las guitarras. Bretón se detiene. Escucha. -¡Basta! ¡Esperad! -nos dice extendiendo los brazos-. ¡Oh,la ronda! Y enseguida una voz, la voz limpia, robusta, de Salcedo, horadaba el denso silencio de la noche. La rondalla se internaba en las callejuelas y nosotros, amparándonos en la sombra, detrás.

            -¡Magnífico! ¡Sublime! -repetía el maestro, que luego escribiría la famosa jota de La Dolores, una de las páginas más populares, inspirada en aquella inolvidable noche de Calatayud."

Otra efemérides que pasará con pena y sin gloria

Y en esta efemérides de sus 125 años de vida tampoco se verá sobre escenario alguno. Como viene siendo norma, casi obligada, cuando de la lírica española se trata, una nueva rememoración va a pasar  con pena y sin gloria. ¡Qué digo, rememoración, si no va a haberla!

Esta vez le toca a la ópera La Dolores, de la que si no fuera por su jota inmortal poco se sabría de su existencia. El extraordinario éxito artístico y de público alcanzado en su estreno y años posteriores, y su indiscutible calidad, no parecen razones suficientes para celebrarlo.

Con la llegada del siglo actual sí pudimos celebrar la primera y única grabación completa de la obra, registrada en estudio. Que nunca antes se hubiera grabado me resulta cuanto menos injustificable.

Y es que verla representada en los escenarios ha sido tarea casi imposible. Las exigencias musicales y vocales que demanda Bretón la convierten en  poco asequible para las compañías itinerantes que en su día existieron.

Una soprano, una mezzosoprano, dos tenores, dos barítonos, un bajo, un cantador, rondalla, banda de música sobre el escenario, cuerpo de baile, más el coro y una orquesta amplia. Nada de medianías.

En el Teatro de la Zarzuela de Madrid no se ha visto desde 1961, y en el Liceo de Barcelona desde 1975. Por cierto en esta última ocasión dirigida musicalmente por el eldense Gerardo Pérez Busquier. (2)

Se programó, con dos representaciones, en la segunda edición del Otoño Lírico de Jerez de la Frontera, en septiembre de 1998. Producción que viajó a Oviedo, Málaga y Santander.

La última vez que se ha visto en Madrid fue entre el 29 de septiembre y el 15 de octubre de 2004, con un total de diez funciones, en el Teatro Real.  De ellas se comercializó un DVD, con una realización magnífica, aun cuando la oscuridad imperante en la escena motiva que haya fases casi invisibles.

Museo en Calatayud

Aun existiendo un museo dedicado a la leyenda de La Dolores en Calatayud, y de la Asociación Cultural La Dolores, no parece que este 125 aniversario del estreno de la ópera vaya a contar con acto alguno que lo conmemore.

Viendo la programación cultural municipal bilbilitana, no hay nada programado en tal sentido. Y en Zaragoza capital ocurre lo mismo. Ni en su Auditorio ni en el Teatro Principal.

Cierto es que, ante la situación que vive España entera, de haberse previsto algún acto, ya no hablamos de representar la obra sobre un escenario, se habría suspendido o aplazado.

El Museo de La Dolores se encuentra situado en lo que fueron las caballerizas y bodega, del mismo edificio donde estuvo el mesón en el que ella trabajó, y que actualmente es hospedería.

Bretón si ha estado en La Zarzuela

Lo que sí ha programado el Teatro de la Zarzuela durante la temporada actual ha sido Farinelli, otra ópera de Bretón, desconocida totalmente. Estrenada en Madrid en 1902, nunca se ha representado en los dos teatros líricos de la capital.

Su primera y reciente audición en el de La Zarzuela, los pasados días 14 y 17 de febrero,  ha sido en versión concertante, reducida a dos sesiones.

Farinelli formó parte del proyecto inicial de revitalización de la ópera española, con cuyo objetivo se construyó el Teatro Lírico -denominado también Gran Teatro- donde fue estrenada, ante las dificultades que los autores españoles encontraban para poder hacerlo en lengua española en el Real

Haciendo honor a su segunda denomimación, este teatro fue el más grande de Madrid, con una capacidad cercana a los 3.000 espectadores. Tuvo vida corta, aparte de no poder cumplir los objetivos por los que fue creado, pues los operófilos  madrileños siguieron prefiriendo las óperas italianas del Real.

De cuantas obras se estrenaron allí, la que más ha trascendido ha sido la opereta La generala, con música de Amadeo Vives y libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios.

En 1920 fue destruido por un incendio.

Nunca se sabrá si de no haberse incendiado, el Lírico o Gran Teatro (3) hubiera pasado a ser el teatro de la ópera de Madrid, cuando en 1925 el Real se cerró por amenazar ruina, siendo a partir de entonces la única capital de estado europea carente del mismo hasta 1997.  

Algunas alabanzas

José Carlos Plaza, director escénico de la producción del Teatro Real del año 2004, dejó escrito en el libreto editado con tal motivo:

"Cuando la escuché completa (...) (...) me produjo una sorpresa muy agradable. Al empezar a estudiarla y a trabajar sobre ella, me enamoré completamente de la situación. Creo que somos muy injustos y muy crueles con los autores de nuestro país, porque creo que el libreto de La Dolores podría colocarse sin exagerar al lado de los grandes textos dramáticos(...) (...) La música me parece absolutamente excepcional".

En la misma publicación el musicólogo Víctor Sánchez deja clara constancia de la calidad incuestionable de la obra:

"La Dolores supone uno de los mayores logros de la ópera española, tanto por su éxito y difusión internacional como por su planteamiento estético (...) (...) Con ella Tomás Bretón realiza un giro en su producción operística (...) (...) El resultado es una ópera de gran originalidad y fuerza, que supondrá uno de los mayores triunfos de su carrera.

Tomás Bretón decidió no presentar su nueva ópera en uno de los grandes teatros de ópera- como el Real o el Liceo- pensando que resultaba más apropiada para un público no operístico. De hecho, muchos pensaron que se trataba de una zarzuela, no advirtiendo ni la complejidad musical ni la ausencia de diálogos, ante la naturalidad y redondez de la propuesta escénica. El acierto fue total ya que permitió que La Dolores circulase fuera de los cerrados circuitos operísticos, facilitando su amplia difusión posterior (...)

(...) La Dolores ese mismo verano se representó en el Teatro Tívoli de Barcelona durante 112 noches seguidas, una cifra impensable para una ópera española en un teatro como el Liceo o el Real. En los años siguientes se pudo ver por toda España; tampoco tardó en escucharse en América: en México en el mes de noviembre y en Buenos Aires en enero de 1896 (...) (...) En Europa La Dolores también tuvo cierta difusión, representándose en 1906 en Milán y en Praga traducida al alemán."

A pesar de estas opiniones tan elogiosas, la producción del Teatro Real de 2004 no ha recibido el beneficio de reposición alguna.

Fallecimiento de Bretón.

El 2 de diciembre de 1923, de  madrugada, Tomás Bretón Hernández moría en Madrid.

Al ser domingo, la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Enrique Fernández Arbós, ofrecía a mediodía un concierto en el Teatro Monumental.

Durante su transcurso llegó la triste noticia.

Director y músicos interrumpieron el programa que estaban ejecutando para interpretar en su honor la jota de La Dolores.

A las 11 de la mañana del lunes día 3, el cortejo fúnebre partió desde su domicilio madrileño. Un carruaje tirado por seis caballos, acompañado de lacayos y precedido de la guardia municipal a caballo, portaba el féretro.

De la importancia artística, social y humana del finado, da una clara muestra que, junto a sus familiares, el duelo estuvo presidido por el secretario particular del Rey Alfonso XIII y por el alcalde de Madrid.

Al paso del cortejo ante el Teatro Real se interpretó la serenata sinfónica de Bretón En la Alhambra, y ante el Teatro Apolo el preludio de La verbena de la Paloma.

Tomás Bretón había nacido en Salamanca el 29 de diciembre de 1850.

Discografía.

Como queda dicho de La Dolores solo hay una grabación discográfica completa, que tardó en registrarse más de un siglo, desde la fecha de su estreno.

Sello Decca.1999.

Elisabete Matos, Plácido Domingo, Manuel Lanza, Enrique Baquerizo, Stéfano Palatchi, Raquel Pierotti, Tito Beltrán, Santiago Calderón.

Cor del Gran Teatre del Liceu. Director Andrés Máspero.

Cor infantil del Conservatori de Badalona. Directora Montserrat Pí.

Orquestra Simfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya.

Director Antoni Ros Marbá. 

1930.

Existe una selección registrada en 1930, con solo 5 fragmentos, reeditada en CD por el sello Bluemoon.

Intérpretes: Fidela Campiña, Jesús Gaviria, Alexina Zanardi y Aníbal Vela.

Fragmentos.

Junto a la jota y la romanza de Lázaro (madrigal) de las que existen varias versiones, el dúo entre Dolores y Lázaro dispone de dos versiones referentes. Una en grabación en directo desde Salzburgo, con Pilar Lorengar y Plácido Domingo, y la otra en estudio por Montserrat Caballé y su esposo Bernabé Martí.

Si vas a Calatauyd

Junto a la jota de la ópera, lo que más ayudó a propagar el nombre de La Dolores fue sin duda el pasodoble, compuesto por Ramón Zarzoso con texto de Salvador Valverde.

Con el título de Si vas a Calatayud o El hijo de la Dolores se editó en Argentina en 1944. Ha sido grabado en infinidad de versiones, siendo las del grupo músico-vocal donostiarra Los Xey, por un lado, y la canzonetista madrileña Margarita Sánchez, por otro, las de mayor éxito y difusión.

Los xey, cuya actividad artística se desarrolló entre 1941 y 1961,también grabaron un pasodoble, titulado De Aragón la mesonera, con música de Ramón Bastida, cuyo texto de Salvador Valverde alude directamente a La Dolores. Su existencia la conocemos por disponer de la grabación discográfica.

Videografía.

2004.Teatro Real de Madrid y Fundación de la Zarzuela Española.

Elisabete Matos, Alfredo Portilla, Ángel Ódena, Stéfano Palatchi, Enrique Baquerizo, Darío Schmunk, Cecilia Díaz, Santiago Sánchez Jericó.

Coreógrafo Miguel Angel Berna.

Director de escena José Carlos Plaza.

Coro de niños de la Comunidad de Madrid. Director José de Felipe.

Rondalla Lírica de Madrid. Director Manuel Gil.

Coro titular del Teatro Real. Director Antonio Fauró.

Orquesta Sinfónica de Madrid, titular del Teatro Real.

Director Antoni Ros Marbá.

Filmografía.

La copla de La Dolores, más allá que la obra teatral o la ópera propiamente dicha, ha dado bastante juego en el cine.

Y digo "La copla" porque al parecer ni una sola de las películas se asemeja de forma íntegra a la obra original de Feliú i Codina ni a la ópera de Tomás Bretón.

En 1908 ya se filmó una primera versión, de tan solo 17 minutos de duración, dirigida por Fructuós Gelabert.

El 8 de enero de 1924 se estrenaba en Madrid una segunda versión, dirigida por Maximiliano Thous y con arreglos musicales del autor de la ópera. Aún siendo muda, entre sus protagonistas se encontraban las cantantes alicantinas Concha y Ramona, pertenecientes a la saga de los Gorjé (4) y Dolors Cortés, natural de Monóvar

En 1939, la productora CIFESA echó el resto en una superproducción, para lucimiento de Concha Piquer, con dirección de Florian Rey. Se respeta bastante la trama principal de la ópera, y su desarrollo. Además el relato se inicia en Daroca. Musicalmente apenas aparece algo de la ópera. Se le añaden varias canciones, compuestas por Manuel Quiroga.

Otra estrella de la época Imperio Argentina protagonizó en 1947 Lo que fue de la Dolores (en España se tituló La copla de la Dolores). Dirigida por Benito Perojo se rodó en Buenos Aires, alejándose del argumento original.

Se inicia escuchándose la copla, cantada por un coro con algunas variaciones polifónicas y Dolores huyendo de algún lugar, llegando a Calatayud en noche de rayos, truenos y centellas, siendo acogida en un parador, donde vivirá como empleada.

La trama vuelve atrás, a Calatayud, donde se interpreta la célebre jota cantada por Imperio.

Un romancero llega a la plaza, a la cual da la fachada del parador, y cuenta la historia de La Dolores.

Una última introducción en el tema, ya filmada en color, data de 1961 con la cupletista Lilián de Celis y José María Ochoa director. Bajo el título de Alma Aragonesa, la acción se desarrolla en Albarracín, con un final apto para el lagrimeo en la Plaza del Pilar de Zaragoza, en plenas fiestas de la Virgen Capitana.

En esta historia, cuya acción se centra durante las guerras carlistas, Dolores es la esposa del alcalde, y refugia en su casa a su hermano Juan, que llega malherido. En el pueblo se dice que murió en el frente y se murmura que Dolores tiene escondido a un hombre desconocido, sin que ella se atreva a dar su identidad, por ser del bando contrario al de su marido. Esta vez la mala fama de mujer fácil, le viene por este conducto. Dolores muere al dar a luz a una niña, Pilar, a quien su verdadero padre se niega a reconocer.

Pasarán más de veinte años para que Juan regrese al pueblo, se descubra la verdad y se restablezca la honra de quien murió sin culpa alguna. 

1*

El verismo es un movimiento literario nacido en Italia dentro de la segunda mitad del siglo XIX, trasladado pronto a los argumentos operísticos, siendo sus compositores más relevantes Leoncavallo, Puccini y Mascagni.

La RAE lo define como "Realismo llevado al extremo en las obras de arte".

Y ese realismo se basa en la creación de obras donde se reflejaba la vida cotidiana de las clases populares. Del pueblo llano y humilde, lejos de los contenidos mitológicos o cortesanos, y de los enfrentamientos entre familias nobles, tan habituales a lo largo de la historia de la ópera.

Y La Dolores, como bien significa el profesor Casares y todos los especialistas en la materia, es una ópera verista se mire por donde se mire: El mesón de Gaspara, donde trabaja Dolores, los parroquianos, el barbero del pueblo, el rico, el militar, el típico pueblerino que mete las narices en todo, el seminarista, la misa mayor, la corrida de toros, la ronda de los mozos, y ¡como no! la jota, tratándose de una historia que se ubica en Aragón.

2*

De las producciones del Liceo de Barcelona de 1969 y 1975 circulan grabaciones piratas, extraídas posiblemente de las retransmisiones que en su día realizó Radio Nacional de España, o registradas de forma directa en el mismo teatro, por un empleado del mismo que atesoró, por su propia iniciativa durante muchos años, una colección enorme de las obras allí representadas.

La versión de 1975, dirigida por Gerardo Pérez Busquier, reunió un elenco de voces irrepetible, todas españolas. Sobre todo en la parte masculina: Pedro Lavirgen -que brinda una interpretación modélica- Vicente Sardinero, Julio Catania, Joan Pons y Dalmacio González junto a Mirna Lacambra y Cecilia Fondevila. Además se contó con la Rondalla Aragonesa Aires del Moncayo, con su cantaor de jotas Angel Sanz y el coplero Manuel Soro. Todo lo cual da a esta producción un valor extraordinario.

En la de 1969 también estuvo un Pedro Lavirgen magistral, siendo el único que repitió seis años después. Otras voces importantes de la lírica española le acompañaron: Maria Fernanda Acebal, María Cristina Herrera, Ramón Contreras, Raimundo Torres, Esteban Astarloa, Segundo García y Francisco Paulet. Todos dirigidos por el mexicano Salvador Ochoa.

3*

El Teatro Lírico de Madrid se inauguró en 1903. Fue un proyecto respaldado por la mayoría de compositores españoles, que contó con el respaldo del empresario Mariano Berraitua.

Levantado en la calle Marqués de la Ensenada fue pasto de las llamas en enero de 1920.

En su lugar se ubica actualmente la sede del Consejo General del Poder Judicial, justo frente al Tribunal Supremo.

4*

La saga de Los García, familia de cantantes de renombre internacional de la primera mitad del siglo XIX, encabezada por el padre Manuel García, tenor y compositor, nacido en Sevilla, y pioneros en llevar la ópera al oeste norteamericano, se queda en pañales, en cuanto a número, al lado de los Gorjé alicantinos.

El Diccionario de la Zarzuela España e Hispanoamérica queda igualmente corto, e inicia su serie de entradas sobre los Gorjé con los hermanos Pablo y Ramón, prescindiendo del patriarca, y de sus otros cuatro hijos.

Datos que sí aporta el Diccionario de la Lírica en Alicante, de José Manuel Navarro Sales.

El árbol genealógico, con raices profundas en Alicante capital, se inicia con Ramón Gorjé, músico, lutier y jefe de guardarropía del Teatro Principal de Alicante, cuando se inauguró en 1847.

Sus seis hijos, Pablo, Ramón, Miguel, José, Francisco y Rafael Gorjé Soler, se dedicaron a la música y el canto, dentro del mundo de la zarzuela.

Pablo, al que le vivieron ocho hijos, todos siguieron la misma senda. Concepción, Emilia, Manuel, María, Rafaela, Pablo, Ramón y Ramona Gorjé Samper.

De entre todos ellos el que más destacó fue Pablo, bajo-barítono de trayectoria destacada. Intervino en las representaciones de La Dolores del Teatro Real del año 1915. En la serie de grabaciones de zarzuela, opereta y ópera española recuperadas en CD por el sello Bluemoon, su voz y nombre está presente en varias de ellas, algunas de las cuales estrenó. Casos de La villana, de Amadeo Vives, y Don Gil de Alcalá, de Manuel Penella.

Por su parte Ramón Gorjé Soler se afincó en Elda, donde tiene dedicada una calle muy céntrica, siendo director de la banda de música Santa Cecilia durante muchos años. Su hija Milagros Gorjé Borrás -Alicante 17 de abril de 1878-Elda 4 de junio de 1959- formó aquí su familia cuando ya estaba retirada de los escenarios.

Aunque el apellido Gorjé desapareció de la escena española, descendientes de alguna de las ramas continuan ligados al arte lírico español. Se trata de los Castejón Rosado: Rafa, Jesús y Nuria, cuyo padre Rafael Castejón Sofío desarrolló una dilatada carrera, como actor y tenor cómico, tanto en compañías intinerantes como en muchas producciones del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Nacido en Barcelona en 1932, su formación artística la recibió en Alicante. Falleció en Madrid el 14 de marzo de 2014. Él mismo manifestó en más de una ocasión descender de la familia Gorjé.

Se despidió de la escena el 25 de mayo de 2008, en el Teatro de la Zarzuela con La leyenda del beso. En una producción a modo de homenaje a toda la familia, con su esposa Pepa Rosado y Rafa sobre el escenario. Jesús de director de escena, y coreografía de Nuria

Precisamente ella misma ha coregrafiado la reciente producción escénica de La Zarzuela, vista entre finales de enero y principios  de febrero. La exitosa Cecilia Valdés.

*Bibliografía.

*La Dolores.

Libro editado por el Teatro Real de Madrid 2004.

José Carlos Plaza, entrevistado por Rafael Banús Irusta. Págs 73 y 74.

Víctor Sánchez Sánchez: La Dolores en el complejo camino de la ópera española. Pags.81 a 94.

Antonio Sánchez Portero:El origen de la leyenda de La Dolores, Pags, 121 a 124.

Darío Pérez García: Visita de Bretón a Calatayud. Pág. 145.

 

*Diccionario de la Lírica en Alicante. Casi dos siglos de zarzuela y ópera.

José Manuel Navarro Sales.

Instituto Alicantino de Cultura "Juan Gil Albert"

Diputación Provincial. Alicante 2007.

*Historia del Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Emilio García Carretero.

*Diccionario de la Zarzuela España e Hispanoamérica.

Instituto Complutense de Ciencias Musicales.

Fundación de la Zarzuela Española.

Tomo I. Madrid 2002. Pags 866-867.

Tomo II.Madrid 2003. Pag. 830.

*Discografía, videografía y filmografía del autor.

Elías Bernabé Pérez
Elías Bernabé Pérez
Acerca del autor

Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.

Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.

Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!

Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.

Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.

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