martes, 23 de abril de 2024

5 de abril de 1925. Cierre del Teatro Real de Madrid, por hundimiento.

Elías Bernabé Pérez
7 abril 2020
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5 de abril de 1925. Cierre del Teatro Real de Madrid, por hundimiento.

El 11 de octubre de 1997 se reinauguró el Teatro Real de Madrid por tercera vez en su historia, iniciada el 19 de noviembre de 1850, tras un dilatado proceso de construcción, que duró más de 32 años. La primera piedra que daba inicio a las obras fue colocada el el 23 de abril de 1818.

Costó lo suyo poder levantar el edificio, construido en el mismo lugar donde estuvo el anterior teatro operístico de la capital española, el de Los caños del Peral, creado en 1708. Pero al fin y al cabo una vez abiertas sus puertas, estuvo funcionando y cumpliendo su cometido a la perfección (1)  hasta el 5 de abril de 1925, día en que se representó la última ópera.

Si para llegar a aquella inauguración regia de 1850 hubo que esperar varias décadas, desde su cierre en 1925 hasta su reapertura, de nuevo como teatro de ópera, tuvieron que pasar más de 72 años.

Hubo un intervalo intermedio, entre 1966 y 1988 donde el coliseo se habilitó como sala de conciertos. Cerrado a tal fin el 13 de octubre de 1988, el 2 de enero de 1991 comenzaban las obras de su nueva restauración

Fue el 5 de abril de 1925 cuando se representó la última ópera de aquella primera época del real. El público asistente, muy lejos de pensar que aquella sería su última asistencia al regio coliseo,  pudo disfrutar de una de las obras que gozaba de gran popularidad, y que sigue siendo de las más representadas y solicitadas: La Bohème, de Giacomo Puccini (Lucca, Italia 1858-Bruselas 1924). Pero sobre todo, de la presencia del ídolo del momento, el tenor aragonés Miguel Fleta (Albalate de Cinca, Huesca, 1897-La Coruña 1938) que estuvo acompañado por un elenco de cantantes españoles de primera fila: Matilde Revenga (Valencia 1904-Madrid 1985), Carlos del Pozo, (Manila,Filipinas, 1855-Madrid 1943), Angeles Ottein (Algete,Madrid, 1895-Madrid 1981) y Aníbal Vela (Madrid 1896-1962).

Sabedor de que les ofrecería alguna propina, con romanzas, arias o canciones ajenas a la obra representada, el público del Real al término de cada representación en las que actuaba Fleta (Miguel Burro Fleta en la pila bautismal) le ovacionaba hasta la extenuación. El cantante, que no ahorraba energías, siempre solía ofrecerlas. En esta fecha tan señalada, el antiguo jotero aragonés ante la insistencia de sus fans dijo encontrarse agotado. A diferencia de otras noches, esta vez solo les obsequió con la popular canción Ay, ay, ay, de Osmán Pérez Freire (Santiago de Chile 1880-Madrid 1930). Todavía no se conocía el "Nessum dorma", tan archiinterpretado actualmente. Precisamente fue el mismo Fleta quien estrenó Turandot, (2) en la Scala de Milán en 1926.

Aquel Ay,ay,ay con el que se cerraba, por el momento, la última noche operística del Real, llevó al  delirio a todos quienes lo llenaban. Téngase en cuenta que esta canción, que tanto ayudó Fleta a popularizar, se la conocía como El Ay, ay, ay de Fleta. De la misma forma que el Adiós a la vida de la ópera Tosca, también se popularizó en España como El adiós a la vida de Fleta. Así se presentaba en las emisoras de radio, así lo demandaba el público en los antiguos programas de peticiones y dedicatorias musicales, y así se anunciaba en los conciertos y recitales del divo.

Tras aquella Bohème y la propina, como cierre oficial de la temporada, el teatro se abrió solo en dos ocasiones, para conciertos de ámbito extraordinario. El 13 de abril a beneficio de Cruz Roja Española y el 9 de junio en homenaje al compositor y director José Anselmo Clavé, a quien el Ayuntamiento de Madrid le dedicó una calle (3).

Nada hacía pensar que, tras noche tan exitosa y apasionada como la de aquel 5 de abril, la ópera no volvería al Real hasta que el siglo estuviera a punto de expirar.

Sin que nadie lo esperase, aquel acontecimiento -siempre que actuaba Fleta lo era- fue una despedida más que digna, del caduco coliseo.

La temporada siguiente ya estaba programada, además con la presencia de las primeras figuras de la lírica internacional.

Pero algunas pequeñas grietas que ya se habían detectado en la estructura del edificio, se fueron acentuando hasta el punto de que en el mes de octubre, cercana la fecha del estreno,  presentaban un aspecto preocupante. Un informe técnico del Ayuntamiento de Madrid, determinó su cierre inmediato, a fin de acometer las obras necesarias.

La historia se repite

Se repetía la historia. En el mismo lugar donde se construyó el Teatro Real estuvo, hasta 1817, el de Los Caños del peral. Teatro de construcción modesta inaugurado en 1708, con el objetivo de dedicarlo a la ópera italiana, como así fue, y que más de un siglo después, en concreto en 1810, se cerró por amenazar ruina.

Y eso que en 1738 se derribó el edificio original y se levantó otro nuevo de mayor empaque, siempre bajo la dirección y asesoramiento de expertos venidos de Italia.

El nombre de Los Caños del peral le vino al teatro por haberse edificado en el lugar donde existieron unos lavaderos públicos así llamados.

Se especuló que las causas de su ruina se debieron a las conducciones de agua que existieron en su subsuelo.

Nadie esperaba que corriera la misma suerte, el nuevo coliseo allí levantado, cuya base y cimientos se construyeron a "prueba de bomba".

El Conservatorio de Música de Madrid, que desde 1850 estuvo en el mismo edificio de la ópera, tuvo que buscar otro emplazamiento provisional, en espera de que las obras de consolidación y reforma se ejecutaran con prontitud.

No fue así. Pero hubo espacios que pudieron seguir utilizándose para otros fines. Entre ellos el de polvorín durante la guerra.

Y si en ese dilatado periodo de tiempo, transcurrido entre 1925 y 1997, la ópera en Madrid se estuvo ofreciendo en escenarios diversos, con el Teatro de La Zarzuela como sala principal, sobre todo a partir de la década de los sesenta, en la anterior etapa, la de transformación de Los caños del peral a Real, entre 1810 y 1850, el género italiano encontró cobijo en los teatros municipales del Príncipe y de La Cruz.

Sala de conciertos en 1966

Pero el nuevo cierre se dilató muchísimo más de lo esperado. Tuvo que pasar la friolera de 41 años para abrir de nuevo sus puertas al público, en 1966. Con gran decepción de los opérófilos, pues se transformó en sala de conciertos, incapaz de poder albergar representaciones escénicas..

Huérfana Madrid de un teatro de ópera, a diferencia de todas las capitales de los países europeos, el de La Zarzuela y otros escenarios acogieron sus festivales, primero, y temporadas después, merced al empuje de la Asociación de Amigos de la Ópera.

La mayoría de los teatros destrozados por la segunda guerra mundial, en Alemania, Italia, Austria y otros países europeos, si que fueron reconstruidos con prontitud.

Ya dentro del régimen democrático actual se retomó el proyecto, y el 13 de octubre de 1988 se celebraba un último concierto. El 2 de enero de 1991 comenzaban las obras de lo que iba a ser el recuperado teatro de la ópera de Madrid.

Y por fin, el 11 de octubre de 1997 la ópera y la danza volvieron a su escenario. Ahora dotado de todos los avances técnicos, que lo convirtieron en uno de los mejor equipados de la escena internacional.

Si en 1850 se inauguró con una ópera italiana, La favorita, de Gaetano Donizetti (Bérgamo, Italia  1797-1848)en esta nueva singladura fue protagonista exclusiva la música española.

Primero con un programa doble, todo del compositor Manuel de Falla (Cádiz 1876-Alta Gracia,Argentina 1946) su ballet El sombrero de tres picos, y su ópera La vida breve. Sirvió como desagravio de la institución hacia el compositor gaditano, al no haberse estrenado esta obra en su día, como hubiera sido de justicia hacerlo (4).

Este desprecio hacia la música española, y hacia los músicos y libretistas hispanos, fue norma habitual del Real, que por algo se le conocía a nivel popular como "Teatro Real de la ópera italiana".

En la actualidad tampoco es que haya cambiado mucho con respecto a todo lo español, tras unos inicios esperanzadores, de  recuperaciones y estrenos.

El programa inaugural de 1997 dio paso de inmediato al primer estreno Divinas palabras, ópera con música de Antón García Abril (Teruel 1933), basada en la obra homónima de Ramón María de Valle Inclán (Villanueva de Arosa 1866-Santiago de Compostela 1936).

El teatro del Palacio Real

Paralizadas las obras de lo que sería el Teatro Real, tras el cierre de Los caños del peral, la Reina Isabel II, nada más acceder al trono dió las órdenes necesarias para que las mismas se acelerasen hasta su finalización. Al mismo tiempo se hizo construir un pequeño teatro en el Palacio de Oriente. Tenía una capacidad de 300 sillas, más el palco real, bastante amplio, para dar cabida a toda la familia imperial. Puede decirse que todos quienes acudían a las representaciones era gente de la nobleza, por invitación.

Disponía, no obstante, de un escenario y foso de orquesta capaces para garantizar buenas representaciones.

El teatro del Palacio Real, o de Oriente, se inauguró el 10 de octubre de 1849, con la ópera Ildegonda, en lengua italiana,  del compositor navarro Emilio Arrieta (Puente la Reina 1821-Madrid 1894) -autor de Marina- y libreto  de Temístocle Solera (Ferrara, Italia, 1815-Milán 1878) -autor de la célebre Nabucco, de Verdi-.

Este coqueto teatro para el disfrute de la aristocracia, se construyó en poco más de 4 meses. El capricho de la joven reina le costó al estado 1.200.000 reales, más su mantenimiento, una vez acabado. Una barbaridad, considerando la paupérrima situación de la economía española, en una época de no pocos conflictos políticos y bélicos internos, además de los que se mantenían con la mayoría de las colonias de ultramar, que todavía no se habían independizado.

Precisamente el elevado costo de su mantenimiento, propició que la misma Reina Isabel II decretase su cierre y demolición, a los dos años de haberse construido.

Su última representación se ofreció el 30 de junio de 1851, con la ópera de Verdi, Luisa Miller.

La coexistencia, aun siendo por corto espacio de tiempo, de los dos teatros regios, motiva que en algunas publicaciones se cite, erróneamente, como fecha inaugural del Real la que, en realidad, fue la de Palacio.

1*

Ese "cometido a la perfección" no era otro más que el de dar prioridad absoluta a la ópera italiana, hasta el punto de que las escasas obras de autores españoles allí estrenadas o representadas tenían que hacerse, obligadamente, en italiano. Tal premisa se estuvo cumpliendo al pie de la letra hasta 1871, cuando se estrenó Marina. Pero lo que los autores españoles no habían logrado se permitió por ser el tenor italiano Enrico Tamberlik, uno de los "divos" del Real, quien se empeñó en estrenarla como ópera, tras haber presenciado su versión original en zarzuela, del año 1855.

2*

Desconozco si Fleta llegó a grabar el Nessum Dorma, que tanta popularidad ha alcanzado en los últimos tiempos, incluso entre quienes no tienen interés alguno por la lírica.

En ocasión del centenario de su nacimiento se publicó un álbum con 5 discos compactos, donde se recoge toda su discografía, y no se encuentra el aria de Turandot.

3*

Anselm Clavé (Barcelona -1824-1874) fue un ilustre compositor y director musical, que destacó en otros ámbitos culturales, como la poseía y la literatura, así como en la política.

Iniciador en España de los coros populares, su nombre ha sido adoptado por muchas agrupaciones vocales. 

La calle que le dedicó el Ayuntamiento de Madrid es en realidad un callejón sin salida, con un único edificio de viviendas en uno de sus lados, el patio-jardín traseros de un colegio enfrente, y el muro de un terraplén como cierre. Se accede por el Paseo de la Reina Victoria y se encuentra muy cerca de la Estación y de la Real Basílica de Nuestra Señora de Atocha.

4*

La vida breve, ópera corta, con libreto de Carlos Fernández Shaw (Cádiz 1865-El Pardo, Madrid 1911) obtuvo el primer premio de un concurso convocado, en 1905, por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Según las bases de la convocatoria, aunque este hecho no está del todo documentado,  la obra premiada sería estrenada en el Teatro Real.

Sin embargo, no fue hasta el año 1913 cuando pudo verse por vez primera y ¡en el Gran Casino de Niza! Algunos meses después traducida al francés se representó en la Ópera Cómica de París. Su estreno español se produjo en 1914 en el Teatro de La Zarzuela.

En el Real madrileño no se vio nunca, hasta su refundación en 1997.

Datos extraídos principalmente de:

Historia y anecdotario del Teatro Real.

José Subirá.

Acento Editorial. Madrid 1997.

Esta edición reproduce la de Editorial Plus Ultra, Madrid, 1949.

wikipedia.org

Elías Bernabé Pérez
Elías Bernabé Pérez
Acerca del autor

Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.

Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.

Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!

Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.

Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.

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