jueves, 28 de marzo de 2024

Sentido común

Alberto Requena
11 abril 2020
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Sentido común

Del sentido común, dícese de las proposiciones que mantiene en vigor una sociedad. Fruto de la razón o de las creencias es lo que las personas ejercitan a nivel individual o colectivo. Normalmente somos escépticos de los demás seres humanos. Dudamos del vigor de los seres humanos en lo que se refiere al sentido común y el estudio y reflexión que conlleva la Inteligencia Artificial, ha traído de la mano que reparemos en aspectos que nos aproximan y nos hace analizar el cerebro humano, sus capacidades y sus especiales cualidades que nos diferencian del resto de seres vivos y todavía nos distancia considerablemente de las máquinas inteligentes.

De las innumerables variables que manejamos en el mundo, el conjunto real de variables que mejor se ajusta, es por otro lado el más económico. Son muy numerosas las combinaciones en las que se pueden presentar algunas variables. En el fondo, una fotografía no es más que combinación de muy pocas variables, eso sí, con numerosos valores posibles. Hay factores más importantes que otros, sin duda alguna. Hay rasgos definitorios y, también, hay muchos datos redundantes. Pensemos en la capacidad expresiva de un boceto, solo con unos rasgos se identifica la información que quiere transmitir. A veces los simples  colores, tienen una carga informativa enorme. Los símbolos, la signaléctica, hacen gala de esa mínima colección de elementos con los que transmitir una información completa, en ausencia de aspectos redundantes o complementarios.

En el ámbito de la Inteligencia Artificial uno de los experimentos más ilustrativos es el que propuso Higgins, consistente en la creación de un mundo de corazones, cuadrados, y óvalos, pero en seis tamaños diferentes y en 20 orientaciones distintas. Los dispusieron sobre un tablero y entrenaron a una red neuronal que debía clasificar por los cinco factores señalados. Primero permitieron que la red identificara un solo factor y este fue la posición y después, poco a poco, fueron entrando los restantes. La técnica que emplearon fue la que se denomina desenredo, consistente en poner al descubierto la trama de las capas de neuronas intermedias de la red neuronal que se sitúan entre la entrada y la salida. El objetivo era tratar de que el aprendizaje posterior no invalide el adquirido. Es decir, que el avance en el aprendizaje se realizara por agregación al poseído anteriormente. Esto es en gran medida lo que hace el ser humano. Prender la forma de cuadrados no implica olvidar la de corazones, pongamos por caso. Precisamente el comportamiento de las capas de neuronas intermedias son las que permiten detectar estas situaciones de cambio, porque una vez dominado el ámbito de los corazones, cuando se introducen los cuadrados, la red neuronal empieza a tener problemas de identificación que indica que tiene que aprender nuevos datos. Estos elementos son muy próximos a lo que en los humanos denominados consciencia. Tiene mucho que ver con la capacidad de construir el mundo y nosotros mismos, con la capacidad de darnos cuenta de los cambios. Para los humanos ha sido decisivo su concurso y las máquinas tienen que incorporarla. Es el sentido común el que guía. Precisamente tiene la clave de nuestra propia existencia.

Uno de los elementos más importantes de la vida humana es la consciencia de vivir en este mundo. Nadie nos ha invitado a hacerlo y nadie nos invitará a salir de él. Por eso adquiere importancia vital el que seamos capaces de saber cuál es nuestro momento. Pasamos mucho tiempo buscando el escenario en el que podamos encontrarnos a nosotros mismos. Nuestros itinerarios en la vida son muy diversos e intrincados, casi siempre. Si pensamos cual es el paso, etapa o elemento que decidió nuestra vida, no lo encontramos fácilmente, a veces, nunca. ¿Dónde está nuestro escenario? Si pasamos un test, no obtenemos respuesta.

Conocemos el mundo, en gran medida, a través de las herramientas, de elementos identificadores. Según las culturas las respuestas a los interrogantes vitales son diferentes. En el mundo anglosajón, ante cualquier interrogante se saca una métrica para dar respuesta. Para saber si alguien es inteligente, test al canto, pongamos por caso. Pero no todo se puede medir. Tras el paso del tiempo se ha introducido el concepto de inteligencia emocional, pero ¿Cuántas inteligencias hay? ¿qué responde alguien de la calle ante la pregunta de si alguien es inteligente?

Hemos de reconocer que muchas de las decisiones que tomamos, no sabemos en base a que damos respuesta. Aquí debe estar el sentido común. Si examinamos la conducta de los niños, veremos la facilidad con la que van resolviendo los problemas que la vida les plantea, sucesivamente. En los primeros momento afecto, nutrición y necesidades básicas. Poco a poco va avanzando. Comienza a caminar, se case, se para y se cae, pero se percata de que llega antes a los sitios que pretende. Conforme va incorporando valores modifica sus intereses, incorpora afectos. Si todo lo intentamos medir llegamos incluso a elementos complejos de lograrlo, la intuición, ¿Qué hacemos con ella? Son conclusiones no experimentales que contestan a preguntas relacionadas directamente con la supervivencia, pero en tiempo real. Cuando se intuye se está midiendo con la experiencia,  Nuestra visión modifica todo lo que tocamos. Ese conjunto compuesto por los valores, las creencias, lo modifica todo. La herramienta más poderosa es la creencia en sí mismo y el amor viene a ser una síntesis de todas estas capacidades.

Con frecuencia olvidamos las cosas que nos hizo humanos. Nos acostumbramos a la posesión y el aprendizaje resulta ser una herramienta para ello. La confianza en si mismos nos permite los logros. Soy lo que soy, sin vanidad, sino con humildad extrema. El sentido común lo perdemos cuando crecemos y dejamos de ver el mundo y sopesarlo. La humildad es necesaria para dejarnos enseñar y al observar nos convertimos en adultos, dejamos de ser niños. Así nos vamos dejando enseñar por la vida. Y así es como tenemos que encontrar el escenario donde desarrollamos la vida. Salvo que vivamos toda la vida con todo su potencial nunca seremos ricos, como acto de realización consciente, estando cerca de nosotros mismos. Cuando abandonamos las cosas que guardamos nos enriquecemos, crecemos más que simplemente pretender ser humanos. Aprender todo lo que podamos entregando lo máximo que es entregarse a uno mismo.

Excelente tiempo el que vivimos para estas reflexiones, desde el sentido común.

Alberto Requena
Alberto Requena
Acerca del autor

Este blog pretende ser una depresión entre dos vertientes: la ciencia y la tecnología, con forma inclinada y alargada, para que por la vertiente puedan circular las aguas del conocimiento, como si se tratara de un río; o alojarse los hielos de un glaciar de descubrimiento, mientras tiene lugar la puesta a punto de su aplicación para el bienestar humano. Habrá, así, lugar para la historia de la ciencia, las curiosidades científicas y las audacias científico-tecnológicas. Todo un valle.

El eldense Alberto Requena es catedrático emérito de Química de la Universidad de Murcia.

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