martes, 23 de abril de 2024

Sufrimiento y desarrollo moral

Alberto Requena
1 noviembre 2020
2.072
Sufrimiento y desarrollo moral

La relación entre la Ciencia y la Religión (unas más que otras) ha sido controvertida. Las creencias imperaron desde el principio de los tiempos, y durante muchos milenios se mezclaron magias, dioses y razones en un todo interesado a mantener la prevalencia de las religiones en su jerarquía terrena. Los dioses disponían y los se clérigos aprovechaban del poder que otorgaba administrar las relaciones con la divinidad. En la actualidad, en alguna medida sigue siendo así, en especial en algunos lugares que no han accedido plenamente al imperio de la razón. Quizás, hoy las formas son más disimuladas y más amables, pero otrora fueron violentas e incontestables. Los científicos saben bien de estos aconteceres, por cuanto, no poner en armonía los descubrimientos con las creencias, les costó la vida a muchos que se atrevieron a tratar de hacer ver lo evidente. Ahí quedan Giordano Bruno, que vio la muerte en la hoguera y el propio Galileo Galilei, con su increíble y duradera condena, que pesan como losas sobre los hombros de sus verdugos, aunque quieran mitigar la pena con exculpaciones extemporáneas.

A finales del XIX, todavía se vivía un litigio entre la Iglesia Católica y la Reformada también, aunque mucho menos, con la Ciencia. El mayor combate que tuvo que sostener Darwin, cuando propuso la Teoría de la evolución, fue con los ámbitos eclesiásticos. Todavía el litigio no anda del todo resuelto y quedan rescoldos en alguna parte, que lo exhiben cuando sus intereses se ven agredidos. Razonaba Darwin que los órganos corporales y mentales de todos los seres, hecha excepción de los que no son ni dejan de ser favorables ni desfavorables para quien los posee, han sido desarrollados por impulso de la selección natural que implica la supervivencia del más apto, a lo que en otro momento posterior añadió la opción de que intervenga el uso o el hábito, redondeando conceptualmente la idea de quién es el impulsor de la evolución. Darwin iba configurando una idea a partir de la observación, del análisis, de la comparación y desde ese instinto descubridor de que hizo gala, al ser capaz de formular una propuesta certera. Decía que todo el que creyera como él en esta interpretación, tendría que aceptar que los distintos órganos se han ido configurando de forma que propicien una mejor y más óptima competición en la lucha por la pervivencia y frente a los demás seres que compiten por el mismo motivo. Es la única forma de lograr incrementar el número de seres.

La cuestión es que, pensando así, cabe que los caminos por los que se desenvuelven los seres vivos, incluyen tanto la vertiente del sufrimiento, como dolor, hambre, sed, miedo, etc., como la placentera, como comer, beber, incrementar la especie, etc. o de una manera combinada, ambas alternativas, especialmente relevantes en la búsqueda del alimento. También es cierto que la persistencia en una de las opciones deja de ser operativa por saturación. Modernamente es el sustento de la depresión, que reduce la capacidad de actuación, aunque también pueda ser una forma de protección. Ciertamente, la opción placentera es más tolerante con el hastío, por lo que la selección natural emplea más esta vía, de forma natural. Para los humanos, el placer proporciona más felicidad que el dolor, hasta el punto de que el dolor puede considerarse una imperfección de la evolución, y el objetivo de la evolución está muy definido como la forma de triunfar en la lucha por la vida, en competencia con las demás especies.

Sin embargo, es de resaltar el mucho sufrimiento que aqueja a la Humanidad. No faltan las interpretaciones, desde el ámbito religioso, según las cuales es la forma de lograr la perfección moral. Hay una falta de coherencia en esta forma de interpretar las cosas por cuanto somos una especie, dentro de las innumerables que hay, incluso numéricamente no somos nada relevantes, en la que el sufrimiento de los demás seres sensibles no se puede interpretar encaminado a la mejora moral. Dios, concebido como omnisciente y omnipotente no puede ser compatible con una bondad finita, por lo que no tiene explicación que sea ventajoso que, eternamente, puedan sufrir los animales inferiores. Si existe el sufrimiento, no puede existir una causa primera inteligente. En cambio, la presencia de sufrimiento sí es compatible con que el desarrollo de los seres orgánicos haya tenido lugar mediante la variación y la selección natural.

Esto le costó a Darwin muchos dolores de cabeza con una sociedad ampliamente inmersa en las creencias que aplicaba a la vida material. Hoy, como diría Darwin, la existencia de Dios se sustenta más en la convicción interna y los sentimientos profundos que perciben las personas. ¡También es una evolución!

Alberto Requena
Alberto Requena
Acerca del autor

Este blog pretende ser una depresión entre dos vertientes: la ciencia y la tecnología, con forma inclinada y alargada, para que por la vertiente puedan circular las aguas del conocimiento, como si se tratara de un río; o alojarse los hielos de un glaciar de descubrimiento, mientras tiene lugar la puesta a punto de su aplicación para el bienestar humano. Habrá, así, lugar para la historia de la ciencia, las curiosidades científicas y las audacias científico-tecnológicas. Todo un valle.

El eldense Alberto Requena es catedrático emérito de Química de la Universidad de Murcia.

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