viernes, 19 de abril de 2024

Naturaleza creativa

Alberto Requena
1 diciembre 2020
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Naturaleza creativa

Las crisis son los periodos más proclives a la reflexión. En muchos casos resulta doloroso, pues tiempos dilatados de dedicación se van al traste y con ellos la forma de vida. No es menos cierto que nichos de actividad surgieron de acuerdo con los parámetros imperantes en otra época, incluso con escalas de valores bien distintos a los actuales. Hay acuerdo generalizado en admitir que hemos abusado de la Naturaleza, hasta un grado que, en algunas parcelas, los procesos se han hecho prácticamente irreversibles. Tenemos un deber moral de minimizar la incidencia de la actividad humana en el Medio Ambiente, porque es el legado de unas generaciones para con las que le siguen. Nadie estamos exentos de contribuir a paliar los desastres provocados.

La sostenibilidad no es un concepto escolástico o académico que no alcanza a todo el mundo. Muy al contrario, nos compete a todos, por constituirse en un valor ético de imperativo moral. Creyentes o no, compartimos un entorno que no podemos dilapidar, evitando que otros lo disfruten posteriormente. La vorágine de vida que venimos llevando, nos sitúa en una posición irreverente con la Naturaleza. Producimos bienes y servicios sin imputar los costes del agravio que infringimos en el Medio Ambiente, lo que significa que no nos importa el deterioro que provocamos. Los procesos de producción lejos de optimizar los recursos que utiliza, dilapida, en muchos casos, los inputs, convirtiendo la producción en insostenible.

Muchos de los bienes y servicios que producimos los humanos artificialmente, no han contemplado la sabiduría de la propia Naturaleza que ha enfrentado problemas idénticos a los que queremos resolver, pero lo ha hecho con la parsimonia que le caracteriza y logra optimizar el resultado de forma contundente. Aprender de ella no nos viene mal. Las marismas depuran el agua y bien pudieran servir de ejemplo para idéntica finalidad. Los ecosistemas optimizan los procesos que propician, incrementando la capacidad de producción de alimentos, lo que propicia la generación de vida, de forma equilibrada, que nada tiene que ver con la explotación de la tierra para la producción agrícola y ganadera que practicamos los humanos.

La Naturaleza tiene un sentido de obsolescencia que nada tiene que ver con la programada para renovar equipamientos, como hacen muchos productores de bienes de equipo. Las hifas de los moluscos permiten fijarlos a las rocas, pero temporalmente, pasados un par de años, se disuelven y desaparecen, sin dejar residuos. La desecación es un proceso necesario para muchos procesos, cono forma de evitar la proliferación microbiana que arruina los productos. El tardígrafo ha encontrado la forma, de manera natural. Se seca completamente y vive durante meses, incluso años, pero es capaz de regenerarse y retornar a la actividad normal. Ha resuelto una cuestión de mucha envergadura, cuya utilidad inmediata podría ser encapsular vacunas y no necesitar la refrigeración como forma de evitar el crecimiento de colonias microbianas. Muchos insectos y coleópteros capturan el agua de la atmósfera. La escasez de agua, incluso en territorios cuya atmósfera alberga mucha humedad y transportarla desde lugares remotos, no deja de ser una forma de dilapidar recursos con una logística exigente, propia de otros momentos históricos. La tecnología que disponemos hoy permite otras soluciones más acordes con el Medio Ambiente.

Son muchas las soluciones a problemas que enfrentamos los humanos, que la Naturaleza los ha resuelto y de forma eficaz. Miramos a otra parte, cuando las soluciones que nos brinda la Naturaleza, merecen la reflexión, dada su capacidad creativa, como ha evidenciado en muchos problemas a los que ha dado solución eficaz. Las plantas no consideran que el dióxido de carbono sea un veneno, como lo hacemos nosotros. Lo capturan y lo convierten en cadenas de almidón y glucosa. Ha encontrado un catalizador capaz de propiciar la formación de carbohidratos y los plásticos biodegradables están muy cercanos a este proceso. Imitar las plantas es tan beneficioso y rentable como eficaz.

La Naturaleza exhibe una capacidad creativa notable y debiera ser una fuente de inspiración para una Humanidad que tiene muchos problemas derivados de la falta de consideración de procesos sostenibles en su actividad. Nos va en ello la supervivencia. Y son momentos estos, en los que esta reflexión es importante que la hagamos, con objeto de que un nuevo amanecer, que llegará, nos brinde nuevas perspectivas que respeten la biodiversidad, base de la estabilidad ecológica de este planeta, que sigue siendo el único entorno que podemos disfrutar. Todos.

Alberto Requena
Alberto Requena
Acerca del autor

Este blog pretende ser una depresión entre dos vertientes: la ciencia y la tecnología, con forma inclinada y alargada, para que por la vertiente puedan circular las aguas del conocimiento, como si se tratara de un río; o alojarse los hielos de un glaciar de descubrimiento, mientras tiene lugar la puesta a punto de su aplicación para el bienestar humano. Habrá, así, lugar para la historia de la ciencia, las curiosidades científicas y las audacias científico-tecnológicas. Todo un valle.

El eldense Alberto Requena es catedrático emérito de Química de la Universidad de Murcia.

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