“Odio” de Dani Rovira se estrena en Netflix

A la espera de recuperar en nuestro entorno un mayor margen de movilidad, sin tantas restricciones y limitaciones, los aficionados a las artes escénicas buscan en las plataformas digitales la aparición de alguna propuesta que les haga sentir que vuelven a ser parte del público, aunque sea desde la comodidad de sus hogares, de un espectáculo teatral.

Es por ello una buena noticia que Netflix, una de las grandes empresas del entretenimiento y suscripción de contenidos online, haya producido, para su difusión mundial, la grabación del último espectáculo de Dani Rovira.

Grabado en el pasado mes de noviembre desde el Teatro del Soho Caixabank de Málaga, ciudad natal del conocido cómico, y después de cerca de una par de años desde que el espectáculo fue estrenado, Odio es un puro show de stand up comedy donde Dani Rovira aporta su personal visión acerca del ser humano.

Rovira está como pez en el agua en un escenario vacío que llena con su sola presencia y demuestra todo el bagaje adquirido tras quince años haciendo comedia sobre las tablas. Cómico, actor, humorista, interactuando constantemente con el público, dialogando en un estilo cercano y coloquial, Dani Rovira supera con creces el reto de enfrentarse a un auditorio con la ayuda tan solo de un micrófono y varias fotografías que se van proyectando sobre una pantalla. No hay más elementos dramáticos. Su presencia, su voz, su tono característico, su agudeza gestual en ocasiones, bastan para conseguir que 80 minutos se llenen de anécdotas cotidianas.

Hugh Jackman, Messi, Rafa Nadal, las grandes ciudades, los perros y gatos, con sus respectivos dueños, son parte de algunas de las pequeñas historias tamizadas por su agudo sentido de la observación. Contando experiencias personales y familiares, haciendo gala de cierta autocritica, y con un lenguaje directo, irónico, osado en ciertos momentos, Dani Rovira nos pone un espejo deformante donde la vida, costumbres y estereotipos desfilan de forma ininterrumpida ante nuestros ojos.

Es difícil mantener un ritmo totalmente alto en un espectáculo de estas características; dependiendo de cada espectador habrá momentos en los que se podrá sintonizar de forma plena o no. Pero en conjunto Odio nos muestra a un humorista honesto, alguien que busca la risa y también la reflexión, un artista que quiere seguir evolucionando y aprendiendo sobre las tablas.

Dani Rovira es natural, cercano y completamente afable con el espectador. Ofrece aquello que el público busca de él pero  con el nivel de exigencia y superación que el actor lleva marcando en los últimos años, reto tras reto y peldaño a peldaño en su dilatada carrera profesional.

Odio es una buena opción para pasar una velada distendida delante del televisor. Algo que ya es mucho en las actuales circunstancias.

La risa y la reflexión están servidas. Pasen y vean.