La suerte en tus manos

Hace aproximadamente 20 años mi padre me leyó una fábula, La Suerte y la Buena Suerte, en ese momento escuche activamente su relato y no preste más atención, tendría unos 15 agitados años, el mensaje oculto de aquella corta historia se guardaría en lo más recóndito de mi mente, haciendo que germinase el mensaje para lo que en su día había sido narrado con sutil destreza.

La suerte es algo fugaz, casual y totalmente aleatoria como puede ser un premio en los juegos de azar, un concurso con un suculento premio, algo inesperado.

La buena suerte es algo más profundo que se consigue a través de la construcción de todo aquello necesario para conseguir tu propósito, es un resultado de tus acciones y decisiones cuando tienes un objetivo definido.

En varias ocasiones a lo largo de mi vida me he enfrentado a comentarios como: "Has tenido mucha suerte al conseguir tu trabajo", "Has tenido mucha suerte con el marido que tienes", etcétera. En ese preciso momento comenzó a florecer aquella semilla que parecía que estaba escondida.

No he tenido suerte en mi trabajo, aquellas personas que sepan lo que es una oposición sabrán las horas de estudio que requiere y los meses encerrada sin apenas ver la luz del sol, en el que los meses pasan desapercibidos llegando a perder la noción del tiempo, desconociendo si es verano o invierno y en alguna ocasión librando una guerra interna en la que mi mente me incitaba a preguntarme constantemente si tanto sacrificio merecía la pena. Respecto a la persona con la que decidí compartir mi vida, he de decir que para mí es casi más importante saber las debilidades que no quieres en una pareja, más que sus fortalezas, pero como creo que las personas perfectas no existen, decidí atraer (aplicando el poder de la atracción) el equilibrio entre debilidades y fortalezas. Mi compañero de viaje apareció en mi vida teniendo ya casi 30 años y creo que he tenido tiempo suficiente para saber lo que para mí eran ciertas líneas rojas que no se debían traspasar en lo que respecta a relaciones sentimentales. Los dos construimos una relación solida con el paso de los años y el destino nos puso a prueba, una prueba de fuego en la que había dos opciones, la destrucción total de nuestra unión ante la adversidad más desgarradora a la que se pueden enfrentar unos padres o afianzar la unión que fuimos construyendo.

Creo firmemente en una de las leyes universales: la ley de la atracción

Esta ley tiene presente la importancia de lo que pensamos y lo que sentimos. Cuando estos dos aspectos están en consonancia, esa fuerza atrae eventos, pensamientos y experiencias a nuestra vida. Pero hay algo importante para que se lleve a cabo, no solo sirve con pensarlo, sino que hay que creer que ocurrirá y sentirlo.

La atención y el enfoque de nuestros deseos son fundamentales para atraerlos a nuestra realidad.

La vibración emocional en la que nos encontramos es un factor fundamental en esta ley, vibración emocional y vibración de la realidad se cruzan entre si creando un clima perfecto para que se aplique.

Con la ley de la atracción podemos manifestar nuestros deseos a través de nuestros pensamientos, emociones y acciones.

Con cada amanecer tendremos una oportunidad para proyectar aquello que deseamos, no importa que no nos sintamos con fuerza, al día siguiente vuelves a tener la misma oportunidad, pero ten presente que lo que has vivido ayer ya no volverá hoy.

No pasa absolutamente nada por equivocarnos, siempre tendremos la opción de reflexionar, actuar y encauzar la situación que estamos atravesando.

Recuerda, aquello en lo que enfocas tu mente y tu corazón, es lo que atraes a tu vida: La ley de la atracción comienza con tus pensamientos y se manifiesta a través de tus acciones.