Mi Alfa y mi Omega

El amor es el camino y la meta. El comienzo y el fin, Alfa y Omega, la razón de todo. Cada día, cada proyecto, cada propósito en nuestra mente, se sustenta por un inicio y un final.

He estado pensando y analizando los acontecimientos a los que mi familia se ha enfrentado en los últimos tiempos y en mi cabeza resonaba dos palabras, “ALFA Y OMEGA”, no sabiendo muy bien su significado, pero por algún motivo en estos días vinieron a mi mente estas dos palabras, lo que hizo que me pusiese a buscar su significado, tras leer en varias publicaciones, he llegado a esta conclusión: ¡Nada dura eternamente!, cuestionándome dos aspectos de estas palabras.

Cuando llevábamos tiempo sufriendo por algún motivo y nos encontramos en una espiral de acontecimientos que nos producen dolor e inseguridades, esa adversidad no nos deja ver las oportunidades de nuevos comienzos o simplemente nosotros mismos, no nos permitimos iniciarlos por prejuicios adquiridos.

El “Alfa” están ahí, en cada despertar por la mañana comenzando un nuevo día y con ello presentándose una nueva oportunidad ante nosotros.

En el lado contrario podemos ver el “Omega”, ese final que muchas veces ansiamos sin ni siquiera llegar a imaginarlo, pero anhelándolo constantemente. ¡Está ahí!, esperando a que haya un gesto por pequeño que sea de voluntad por nuestra parte, de decir: ¡Aquí se acaba! En algunas ocasiones no depende de nosotros el fin de la situación que nos ha tocado vivir, pero en lo que sí tenemos cierta responsabilidad es la actitud con la que transitamos ese camino, a veces doloroso y otras veces permitiéndonos ser felices aún en la más opaca oscuridad, sin miedo a ser juzgados por los que aún no han tenido la suerte de descubrir conscientemente el verdadero significado de estas dos poderosas palabras: Alfa y omega.

El Alfa es el inicio de algo, bien puede ser un proyecto, una emoción, un sentimiento o una situación que estemos viviendo.

El Omega es el final, la meta y la oportunidad de volver a empezar.

Cuando estaba en el hospital tras la operación de mi hija, lo que el protocolo establecía, tras la intervención a la que se sometió, era que en un plazo de unos 7 u 8 días, pudiésemos volver a casa con el alta hospitalaria firmada, pero no fue así, tras las complicaciones que hubo pasamos 22 días largos días allí, pero el ansiado día del alta llego, terminando y dando por finalizado esa etapa en la carrera de fondo a la que teníamos que hacer frente.  Aunque cada día allí se hacía eterno, mi marido y yo sabíamos que algún día llegaría el momento que tanto ansiábamos. Aunque pareciese que esa situación fuese eterna, estaba destinada a tener un final, dando paso a un nuevo comienzo.

*¿Y si desde el principio fuésemos conscientes de que todo lo empieza acaba?

*¿Y si desde pequeños nos ayudasen a ver la muerte como parte de la vida, sin dramatizarlo, normalizando algo que forma parte de la propia existencia?

Personalmente y bajo mi experiencia, no he afrontado la muerte de mi hija como una pérdida, ya que, de haberlo hecho así me habría producido un dolor extremo, casi insoportable. He preferido enfocarlo como una despedida, un hasta pronto, pensando que algún día me volvería a encontrar con ella, en algún lugar maravilloso, lleno de flores de mil colores, ríos con agua cristalina con decenas de peces en su cauce y con un intenso sol acariciado por un largo y precios arcoíris, y es ahí cuando le podre dar el abrazo más grande que pueda existir, tan inmenso como el amor que siento por ella. Pero me reencontrare con ella cuando sea el momento, no antes y mientras tanto viviré con los cinco sentidos esta vida, agradeciendo el tiempo que este en ella, intentare ser lo más feliz posible, porque como he dicho anteriormente, todo tiene un principio y un final y es una elección personal, el modo en el que voy a transitar desde mi Alfa hasta mi Omega.