Bahía, mosquitos y gatos

Me levanto en una mañana de frío, eso son 25 grados. Nueva semana, no lo había dicho antes, pero tuve que cambiar de habitación por una más cómoda, simplemente me permite descansar mejor.

Parece que la COVID-19 está comenzando a atacar esta zona, afortunadamente no está siendo tan peligroso. Una mañana realizamos pruebas y todas salen negativas, las personas nos piden que les tomemos la presión arterial.

La famosa guardia de 24 horas ya llega ese día y todo marcha tranquilamente, pero de repente nos llaman y dicen que hay una persona que se encuentra grave en su casa. No sé a quién vamos a recoger y obviamente tampoco sé que es lo que sucede. Recojo las cosas para poder tomar los signos vitales y las medidas de protección de las que dispongo. Me voy con la ambulancia, aun teniendo el cinturón de seguridad puesto creo que puedo salir por la ventana porque la carretera es de tierra y es de noche. Menos mal que ya no hay mosquitos. Encontramos la casa porque hay personas en la calle y nos indican cuál es el lugar.

Acompañado de unos cuatro perros, todos ladrándome y con probabilidad de ser mordido, entro en la casa. Me encuentro con el señor, le tomo los signos vitales. Y sí, tiene que venirse en la ambulancia.

Ya en el hospital le hacemos las pruebas necesarias, hay miedo por si tiene COVID-19. Yo no tengo miedo, pero eso no quita que tome el cuidado necesario. Ingresan al señor y termina el turno de forma tranquila.

Siguiente día. Por la pandemia no puede haber mucha aglomeración de personas y, por lo tanto, comienzo a hacer talleres de prevención tanto sobre infecciones respiratorias para niños como el uso de preservativos para adolescentes que eviten las enfermedades de transmisión. Me parece importante lo del uso del preservativo ya que a las niñas que llegan embarazadas al hospital se les recomiendan anticonceptivos (como el DIU) para evitar el embarazo, pero eso no evita las Enfermedades de Transmisión Sexual, ETS. También creo que se les da una responsabilidad enorme a las chicas en ese aspecto, hasta siento que las juzgan y, en cambio, los chicos se “limpian las manos”, aunque en este caso es más ajustado decir el pene. O en ocasiones no se lo limpian, provocando las enfermedades genitales.

Fin de semana. Llega María de visita. Me emociona la idea. En la mañana le digo que me acompañe a un barrio hacer encuestas a los domicilios. Vamos al barrio más peculiar que he visto. Está muy organizado, los jardines de las casas muy cuidados, hasta no hay basura en las calles. Eso sí, las casas son de madera y adobe.

Visitamos la Bahía, ella conoce unos gatitos y me hace caminar más para darles algo de comida. Durante el camino nosotros somos alimento para los mosquitos.

Cuando se va María de vuelta a Santa Cruz, me doy cuenta de que ya estoy dos meses en Puerto Suárez y sólo me queda un mes para acabar esta rotación y seré yo quien tenga que volver a Santa Cruz para realizar los nueve meses de prácticas en el Hospital.