Dahellos nº 02Año 1949

B1BLIATEC A TABLICA. MUNICIPq, hellos 1 ELDA i leadegtia ekeagtie CARRERA DE COMERCIO PERITAJE MERCANTIL PROFESORADO MERCANTIL CLASS 11-40CTIZIR,DJA.S Mosc•rdó, 52 ELDA MATT IiiiirlellUi111711 1 11111i411111/11,1TrUiliffllliiiIMUINTITIMIWARRAit11110r minumemewmenweerrukuu L I BRERI (ha U nue( BASILIO PAPELERIA ITRITTIMITARBILK111111rallUMMlikläriltnläällltritiliilarf/lia LIBRERIA 11 A 1) o eficd[te uns Ele Mddefd PAPELERIA 3 onde eetia OBJETOS DE ESCRITORIO ELDA g ELDA LETRAS ELDENSES (FtD VERS ° ° SA DE PALABRAS INICIALES DIBUJOS DE Alberto y Carpena FOTOS DE Oscar Porra y VU:ror IMPRESO EN Imprenta Berenguer Novelda 091;0%24 qe, Hila y llichin 1949 Santiago Sierras Alberto Navarro Juan Madrona Eduardo (iras Antonio Gonyilbeç Munucl Catalán y otri)s Nuevamente D A NELLOS. De la silente alfarería del espíritu surgen IIIIPVAS Iiilt(Mis 1111, 011 el molde clásico del verso y mi la fluyente agilidad de la pi osa cotidia na y dócil, Hay una aspiración que, sobre el mástil de juveniles optimismos, tremola en ol esplendor helénico do los cielos eldenses: que nuestra ciudad, atormentada de afanes, doloritla de grises inquietudes orematisticas, tenga un hollo parque espiritual, en el que sol y e In tierra sagrada de nuestras viejas tradiciones y a la vera de los märmoles es tatuarios de los que fueron glorias eldenses, surjan nuevas genera , •iones . de fluidos inge nios, que sean el matiz espiritual, (II alma nueva de la vieja Ciudad de los Condes, Si es un pecado tener tan altas as piraciones, DA HELLOS acepta para si el T wis atroz de los infiernos, e e #ablancla con tzueitto alcalde MIlljär w r.. 4, AL ITiniiirrriáliid ler jäill len jilli11971 :411 11111eT1 !Ti A los que sentirnos el orgullo de vivir en esta nerviosa ciudad, que día por día se va superando en todos los aspectos, no podía dejarnos indiferentes el ru mor de los grandes proyec tos de engrandecimiento • urbano, que para fechas inmediatas se han venido ren elaborando en nuestro vigo e mE7 •, roso Ayuntamiento. Y aunque DAHELLOS tiene a gala abstraerse un tidiana, para plasmar en sus poco de la materialidad co paginaf: algo mas trascen ; — (lente, no hemos podido con tener nuestro júbilo de el denses. y en alas de esta gozosa emoción hemos visitado en su despacho oficial a nuestra primera autoridad, quien, con amabilidad abundosa, que agradecemos cuanto merece, nos ha ido explicando a grandes rasgos los más importantes proyectos, que pronto serán realidades en el soberbio plan de embellecimiento y prosperidad de nuestra urbe. He aquí un espkniilido ramillete, como muestra de la actividad de nuestros regidores: VIVIENDAS PROTEGIDAS .- En los solares que 00110 el Manico mio Provincial se leva nta rá una barriada de viviendas protegidas. cerca de150 casas, cuyo coste total será aproximadamente de unos cinco millones de pesetas El Ayuntamiento, mino proiiietario de esta barriada, dará a conocer oportunamente cl modo de adjudicarlas en alquiler. Sería inutil subrayar la gran importancia de esta obra, que descongestionará el difícil problema de la vivienda, beneficiando principalmente a las familias más humildes. ALCA.VTARILLADO uiií ritos arios hace que sie viene hablando de la necesidad de acometer esta empresa? ;,Cuantas veces se han iniciado las gestiones, y se ha desistido luego, sin ánimos para una obra de tanta envergadura? Hoy tenemos ya este proyecto aprobado por el Ayuntamiento, liendiente de aprobación del presupuesto extraordinario y demás trámites liara la subasta de las obras, que importarán aproximadamente unos cuatro millones de pesetas, y que, salvo obstáculos imprevistos. se realizarán en el próximo año 1950. Bastaría esta sola obra para dejar constancia secular de una gestión municipal activa y eficiente: pero hay mas todavía. n • n ••••• nn 11•1131rm......• INSTITUTO LABORAL. - t im Instituto de Enseñanza : q edia en Elda, para cursar en él los estudios de Bachillerato. Pero aclaremos, porque muchos de nuestros lemores ignoran que hay dos clases de bachi llerato: el que se exige para cursar carreras superiores y el bachillerato obrero, de cinco cursos, asequible y algún día obligatorio. según la decla ración ministerial, a toda la javentdd obrera. De este último tipo es el nstituto que pronto tendremos en nuestra ciudad, para la que ya ofreció eilifieio adecuado nuestro A untamiento PA VIMENTACION - Gemelo con el proyecto de alcantarillado, marcha el de pavimentación de la (Mullid, que supone un coste aproximado de siete millones de pesetas y que labra de dar a Elda e s a presencia seño rial e higiénica de las grandes urbes modernas. CAMPO DE DEPORTES . - Algo más lento que los anteriores, por los inconvenientes que se presentan, pero no descuidado, ni mucho menos, está el proyecto de un amplio campo en el que nuestra juventud pueda cultivar los más variados deportes, sin pasar por las horcas caudinas de las exigencias pecuniarias de los •clubs». Es _decir, el deporte para todos. Nuestra juventud esta de enhorabuena. CALLE DEL DOS DL MA YO . - Hermoso pro y ecto de urbanización. la prolongación de esta calle en linea recta, por su o:irle inferior, demolien do una parte del pueblo a atigao para abrirle paso hasta la fachada posterior del Ayuntamiento, y de allí a la carretera de Monövar. — OTRAS OBRAS .- Aparte de lo ya reseñado, no faltan otros proyectos urbanísticos que absorben la atención de nuestras autoridades. Enumere mos rapidamente: El Hospital, ojo derecho de nuestro alcalde, cuyos sentimientos caritativos no se sacian de mejorar la santa casa de los dolien tes; la urbanización de los barrios 41 : ;l Progreso» y «La Fraternidad); el jardincillo entre ambos barrios. etc. etc. Ha sido una charla sumamente agradable con nuestra primera autoridad, a la que agradecemos sus atenciones y le deseamos una larga etapa al frente de las inquietudes de Elda. SANTIAGO .SIERHAS CReeuekdasl Data M ¿Recuerdas?... Aquel dia te había despertado la mañana envuelta en velos húmedos. Caía una• lluvia tenaz, ine9erada. Mas luego lució el sol esplendoroso... Sentados junto al lago de aguas calmas, en comunión las almas, bebimos el hechizo misterioso que había en el azul de cielo y agua. TU hablabas y reías, y tu. risa resbalaba en los líquidos espejos y turbaba la paz de la montaña. Yo respiraba, en silencio, la intensa plenitud de aquel instante inmensanunle bello. ¡Si el mundo se parara! ¡Si pudiéramos petrificar el tiempo! ¡Convertir el Ahora en Luego, en Siempre! ¡Detener los minutos en su vuelo! Tú hablabas y reías, y tu risa era claro cristal sobre el cristal de las aguas dormidas... P!Í Yo he de Volver un dia, a recordarle de aquel lago u la orilla. Serán otros sus Inzpidos cristales; el sol, la luz. el aire, la mañana, serán °iras también. También mi alma. Pero, acaso —como la estela de un perfume intenso, como un jirón de niebla allí adherida— habrá quedado en algún. sitio impreso —en el azal . del cielo, en el paisaje— un algo imponderable, un no sé qué incorpareo, Una hnella imprecisa, que me hablen de tí, con el lenguaje profundo y elocuente en que se expresan las cosas a la tarde? Con sed de tu recuerdo, a las orillas del lago azul dormido entre montañas yo volveré algún día... pot Eduardo Oras adIMI iEecC ses O PS, PEORO IOTERO CA LO E RERO ENTRADA Liee L- NOTA le g NE: romo en las buenas novelas americanas y demas fousri d es , e que toda coincidencia o parecido existente entre los pertmnajes de este relato y la realidad, secó pura casualidad y contrario a la buena voluntad del autor. por el 13Lencl• del Moneeell 1. la Divina Comedia cayó de mis manos sordamente, como un ladrillo. Había estado llenándome los sesos de güelfos y gibelinos, de florentinos y to›.canos, de papas y duxes. Mis sentidos se habían embota do con la profusión de citas biográficas, sin las cuales —y con las cuales incluso— no hay quien entienda dos líneas seguidas del inmortal poema del Dante, Tal vez fuera producto de este tráfago de erudición en comprimidos lo que ins sumió en profundo sueño, a través del cual me abismé en una honda y oscura sima, al fondo do la cual ardían las p alabras dantescas: «per inc ei va volta cittá dolente per mii ei vii nell eterno dolore...» Iba a retroceder; pro sin saber cómo me encontré en un temeroso valle. en algunos rincones del cual se veían llamaradas y gentes horrendas, de ennegrecidas figuras, que acosaban a grupos de almas a un lado u otro. Junto a mí había aparecido una sombra —probablemente interpretación, en la nube de mi sueño, de Virgilio, el gula del Dante en su descenso—. . Vas a ver algunas escenas que te intereAaran vivamente —díjome la aombra—. Sígueme y no te espantes de lo que veas, pues todos los que aquí äufren castigos se los han merecido plenamente. Segallo a través de cavernas lóbregas y profundos barrancos, evitando mirar las terribles escenas que por doquier Se desarrollaban, y cerrando mis °idos a los atroces aullidos que proferían los condenados. En una amplia gruta había un grupo considerable de condenados, atados con gruesas cadenas a libros de Geometría, Algebra y Trigonometría —estandartes de la rutina y el prosaismo—. Unos cavila ban profundamente, mesándose los cabellos y con la cabeza transparente de tanto pensar. Otros gritaban a los ámbitos infernales estas extreme frases: —;Juegos Florales y Loas sacras! --¡Concursos y Exposiciones! — iCabalgatas solemnes y Sinfónicos conciertos! Arcos triunfales y engalanadas calles! —Colosales tracas y potentes bombas! Y así el continuo tiroteo de frases deshilvanadas seguía entre los seres agotados por el esfuerzo, de faces abotargadaa de tanto elucubrar, — Z 4jud es este? ,?,Porqu e es t án som p ti.iee estos pobres seres a tan atroz castigo? — Estos son los que fueron comisiones de festejos cívicos septembrinos. Por no haber tenido en todas sus actuaciones una sola idea original, fueron condenados a devanarse los sesos, pensando siempre, incesantemente, en nuevos festejos que den más lustre y real& a vuestras fiestas en honor a Quienes no pueden nombrarse aquí. Pasé a otra estancia; en ella había una fila interminable de hombres de abigarrados trajes. Estaban colocados uno tras otro en un pasadizo que se perdía en el infinito. Lo que me extrañó fné verlos parados un buen rato, al cabo del cual daban un paso adelante, tornando a su inmovilidad; iepitiendo incesana teinente el juego del mirón, paso al frente y nuevo paren. — Estos son los comparaiatas de Moros y Cristianos. Fueron castigados a repetir eternamente lo que hacen en sud desfiles. — Duro es el castigo, a fe mis; más creo que algunos merecían por su lentitud y cachaza. Hablamos torcido a un lado y metidonos en un oscuro pasillo al final del cual contemplé, en una ancha fosa, la más extraña escena que imaginarse pueda. Paredes y suelo, así como el techo que había sobre nuestras cabezas, estaban enladrillados de gris; unos fríos y pesados bancas de cemento y azulejos paseaban por las paredes, por el aire, por el techo y por el suelo, amenazando aplastar a unos seres que mientras avizoraban, asustados, si se les echaba enci -na alguna fiera de aquellas, gemian pidiendo un poco de verde que cambiara el acerado panorama de durezas metálicas de las paredes y bancos. La angustia que experimentaban y so desesperación por no ver vegetación tue acusaba verdadera pena y me senti oprimido. — Este fueron esteticidaa —habló la sombra—. Destruyeren cruelmente los recuerdos de juventu dea pasadas; con saña fria y despiadada, condenaron a generaciones y generaciones a mecer F119 sueños de .:inares primeros, sus más intimas emociones, en un áspero panorama de luces hirientes, de metálicas .lanuras, de olores htimedos y acres. Ajusticiaron las melancólicas fronda:: del Casino que tantas confi dencia:, amorosas habían guardado en su penumbra, privando al jardín de acogedores rincones, saturados el efluvio perfumado de las flores, con amables bancos ondulados; mataron la belleza prodigiosa de que ,e enorgullecía, y par ese delito permanecerán eternam e nte entre azulejos y ladrillos, sufriendo y claman do por el verdor que despreciaron un dia. Unos Pasos mas allá vi una precesión de seres careados con pesados fardos, que subían por un pedregoso monte. Una vez habían coronado su cumbre tras p e nosos esfuerzos y llagas aanericntas en Fn9 p ies, se les caía el fardo y nuevamente tenias que reemprender la subida erizada de llantos y gemidos. — ¡ . Quienes ion estos Sisifos, condenados a subir y bajar tan lastimosamente? — Estos son los que en su vida terrenal sólo ße preocuparon de «trabajar mucho, para ganar mu cho, para divertirse mucho.. Seres que no dejaron entrara en sus Corazones un hálito de espiritualidad, de luz, de deainteres y amor; salo atentos al tintineo seductor del oro y al fra-fru de loa crugientes bi;letes. Ahora subirán eternamente el pesa de sus billetes y sus monedas, y cuando crean estar en la cima de tranquilidad por la cual vivieron como esclavos de sí mismos, entonces verán que tienen que volver de nuevo a subir su fardo de condenación y oprobio. — Vayárnanos de aquí Tanta visión horrenda me tiene moribundo Por lo que veo, el Infierno está lleno de eldenses. La sombra me miro de reojo al contestar: —No tanto, pero si es verdad que son pocos loe inc no nos visitan. Abridse ante nosotros una gigantesca p uerta y un furibundo e interminable bramido casi me echó de espaldas. Parecía una manada de bueyes, elefantes s caballos bramando a toda potencia y pisoteando sobre frágiles cáscaras, cuyos crngidoe casi sobre lamban al estruendo de las beatimi. Ya acustumbrado a aquel bonbardeo sonoro —por ni larga experiencia de radioyente— proseguí adelante y me enco: tre ante un espectáculo inusitado Ante tuis ojoa re vela un cine. ¡Un cine en el Infier no! En todo el, especialmente en Lid localidades altas, el g. ntto que se apelatonaba, pareaba, gritaba frendticament a y aplaudía hasta &soltarse las manos. En la pantalla fe proyectaba una pelicula también muy curiosa, pues solamente era una escena, repetida interminablemente, de cuando el ° muchacho bue no galopa desenfrenado a salvar a la muchacha buena» de las garras de los ,.malosa que también se podían wr a intervalos torturando a la joven. No se pi oyectata nada más, y enseguida comprendí la sentencia impuesta a aquella masa vuciferante. En la escena de la «torturas el públi,.o se desgañitaba co mo un aquelarre de energilt»enos, dicteriando y diatribando a los « ME1101 , ; y cuando veían el furioso galopar del galán, llegaban al colmo los pateoe, gritos, aplausos, ronquidos, ladridos y demás formas cultas de exteriorizar el entusiasmo Y así por los siglos de los siglos, hasta que en el Valle de Josafat suene el clarín angélico. Maciendoles coro a éstos, los que se alineaban en las butacas se dedicaban con solemne interés, a mascar cacahuetes, pipas, «torraos» y otros productos del arte balístico, u la vez que otras gentes iban pisando y chapoteando sobre los dos palmos de cáscaras crujientes, que se renovaban sin interrupción. —Salgamos de agur, por favor. Me siento malo de ver tanto espanto. —Espera un poco, que verás algo interesante. Mira en ese foso llameante. Miré y quedé asombrado. Un grupo de seres lividos y desencajados hablaban todos a una arniand o un galimatías espantoso. Entre las frasee que proferían se oían algunas como estas, vomitadas a grito pelado: — ¡Detente, hombre de Idella... rompe tu gótico ostracismo.. ! —1A caballo va el poeta..! ¡Qué tranquilidad violeta! —¡En la paramera yerta... aparentemente muerta! —¡Un arrogante mancebo salta por los muros! — vioy un sentimental!.. ¡Fumo en pipa! El griterío era enloquecedor y todos recitaban y declamaban, sordos a los demás gritos. —¿Qué delito es el de esta gente? — El de no vivir en su tiempo. Haberse equivocado de siglo al nacer, y pretender quitarle al Dia blo almas para sus hogueras; pues de imponerse sus peligrosas teorías todos tocurran sus hermosos y gordos pecados en faltillas inocentes. A(1,más, están ahí por malos. Inicie unos pasos hacia atrás, diciendo: —Vayámonos. Ya no puedo resistir má›. La faz de mi guia se ensanchó en una sardónica sonrisa al decirme: — ¿Cómo que te vas a ir? No, amiguito.. Di tienes un puesto junto a esos, ganado por méritos propios. Y sin poder evitarlo, me vi unido a la grey vociferante, aullando yo también. En este momento desperté, bañado en sudor y vomitando estrofas de un soneto endemoniado. Y al recordar el terrible sueño que había tenido, cogí la Divina Comedia y la afluiré bajo siete llaves en el rincón más inaccesible de mi biblioteca. k Lamina por Eduardo Gras Il El templo estabo sólo —con esa soledad acogedora de los templos vacíos— y henchido de penumbras amistosas. El beso de mis pasos en las losas resonaba en las naves, uespertando los ecos de ..ois bóvedas. En tu trono dorado, odre un bosque de luces y de flores, fulgía hl hermosura peregrino, bañada en celestiales resplandores. Dobláronse a tus plantas mis rodillas, y en voz boja, sumisa, — cual se cuentan las cosas a la madre amo/ °ea y solícita— te dije mis anhelos, mis afanes... ;Qué ancho quedó el pecho, y qué tranquilo, • cuando acabé mi ruego! Alcé los ojos míos a tus ojos — tan misericordiosos— y tú me soureías. :Vino, desde el trono de tus brazos sus brazo:, me entreabría, y mi alma vislumbró en aquel instante inundo de purísima poesía... 1 mdMI•Mai jOuES suave melancol(a encievra esta foto legrada por el depurado gusto artístico de Oscar Porta...! Elda de ayer, de un ayer no muy lejano, pero fan distante a los ojos de las nuevas generaciones. Calmosa beatitud de las humildes viviencla5, al cobijo del alcázar altivo, donde acunaron reinas sus amores entre , l2rj1lentes gfproi de Pzaf atoe, • aquella mañana con un cosquilleo de mil Botón, Bolón... (Evocando una lecha de la Historia de Elda) por Juma. Madrona 1 La monta se levantó ruiseñores en su garganta. Amane c ía en Elda el 2 de Octubre de 1609. De las dos plazas gemelas del pueblo subían hasta su casa, PR la calle del Castillo, guirnaldas de risas varoniles y sartas de cantares de amor y de olierra. En el puenteeillo de entrada a la fortaleza-palacio había una feria de colores y reflejos argentados: tal era el ir y venir de arca bueeros y piqueros, alguaciles y ministriles, luciendo la gárrula policromía y los am plios encajes de sus uniformes de gran gala. Dos compañías de los Tercios de Nápoles habían llegado a Elda la noche anterior. Con los soldados habla llegado la noticia del inmediato arribo a Elda de su magnífico Señor Don Antonio Coloma, Capinin de las galeras de Portugal. Y eran tan apuestos y fanfarrones aquellos veteranos de los Tercios, que Aixa, la monta de la calle del Cartilla se había pasado toda la noche a la greña con id bonachón de Modeo. Subió a la breve terraza de su casa, canturreando un romance de amor: . Yo me era mora Morainia, morilla de un bel catare, cristiano vino a mi puerta, cuitada, por me engañare. —Abreine la puerta, mora, y Alá te guarde de male... Pero un griterío atronador, que subía por la angosta calle en sorpresa, segó en sus labios la bella flor de romance. Y luego, carreras alocadas, explosiones de júbilo, campanas enloquecidas... y aquí más cerca de ella. en la morería sonadora y temerosa. llantos desolados y aceradas maldicio nes, frente a la marcialidad agresiva de los areabucero . s, que iban apostándose en grupos en todas las esquinas. Aixa sintió miedo Bajó a sus habitaciones; acechó breve rato tras los anchos barrotes y espesas celosías del mucharabieeh; y al fin, hecho un silencio bruñido de angustias, escuchó la voz cascada de un alguacil, que, escoltado por doce picas, echó a los vientos el banderín de una orden real: «Nos, Don Felipe 11I, por la Gracia de Dios, Rey de las Espalias, velando por nuestra santa religión y por la seguridad de nuestros muy amados súbditos, ordenamos: Que todos los moriscos, residentes en nues tros reinos habrán de salir de ellos en el plazo do tres días, con sus mujeres e hijos...« Aixa cayó desvanecida, sin escuchar el final de aquella orden de la Católica y Sacra Majestad del Rey Felipe. X X X Fueron tres días en el borde abismal de la tragedia. ¡,Se sublevarían los moriscos? De las 440 familias que entonces poblaban la riquísima villa del Guadarrambla, sólo 80 eran cristianas. ¿Qué sucedería si los moriscos no se resignaban al cruel exilio? Efectivamente, algunos huyeron a los Chaparrales, a Camara... Otros, más audaces, fueron a engrosar la resistencia armada que sus correligiena rios habían organizado en el Castillo de Penäguila. La mayoría doblaron su cerviz ante lo irremediable; pero, confiados en un no lejano regreso a su querido valle de Elda, se afanaron en ocultar las riquezas que no podían llevar conrigo. Y llegó, diluviado de lágrimas, el día cinco. Los moriseos esisti a dejar sus bogares ¡Era tan duro abandonar el hemoso valle di Jbei, nacido, donde habían soñado y hablan alnado, donde habían visto re sus hijos a la sombra de bis verdes higueras familiares...! Los ojos de Aixa se ha bían hecho dos pozos de húmedo silencio en el espanto del inminente destierro. Todas las lunas islämicas eran en los cielos inmisericordes como cárdenos alaridos de despecho; y en las viñas frondosas de la Jaud los apretados racimos semejaban espesos lagrimones de sangre, que lloraba la tierra en amorosa despedida. Ya cerca del mediodía la fastuosa comitiva del Conde de Elda llegó al puente del Alcázar, donde un bosque de brazos morenos se le tendían en desesperada súplica. Pero, ¿qué podía hacer Don Antonio Colonia ante una orden de la Augusta y Sacra Majestad del Rey de las Espaiias? Casa por casa, los soldados hubieron de arrancar con sus picas a aquella desgraciada masa hamana. Junto a la pequena mezquita que luego habla de ser ermita de San Antón, vigilados por los bravos areabuceros, se fue aglomerando la more ría eldense: unas diez mil personas con las que aquí también se habían reunido de Petrel, de Sax y de Salinas. Poco después se ponía en lúgubre marcha la muchedumbre exilada. Eran diez mil hogueras de odio, que ayer habían sido diez mil altares de amor a nuestra tierra infortunada. Eran veinte mil manos de artistas que hablan hecho una joya de nuestro valle virgiliano, y que se crispaban ahora en estéril marejada de desesperación. Muchos dirigían sus miradas desgarradas a liolón. Aixa, que camina ba junto a su padre, le oyó decir con misterio: «Ahí, en Botón, en aquella cueva que hay hacia Poniente...» La tarde tenía todo el lívido amargor de una trágica vendimia de ilusiones. Al llegar junto a Rateig, suspiro del moro e:dense, bolos volvieron sus ojos húmedos en postrer despedida al valle que ante ellos se extendía en la madura desnudez de sus esplendores otoftales. Y cuando aquellos millares de ojos negros transpusieron las próxi mas colinas, hubo como un crepúsculo infinito, que dejara en seculares sombras de tristeza la dulce y bien amada tierra eldense. 1», Botón de oro, se llamó por muchos anos la montaña vecina. No falta ron afortunados que fueran a encontrar lo que los hijos de Malioma habían escondido. Desde entonces vienen diciendo los campesinos de Elda: Bolón, Bolón... ¡quién te cogiera con un buen pico y un legó n! Primavera I/ otoño . Oleo de O POVE114 Melodías dormdas - Oteo de F :vAVARPO I N ivinmoir=tiA.m Cuando estas páginas se asumen al helado exterior, al brumoso panorama del Diciembre eldense, las paredes del salón de exposiciones del Casino habrán confirmado su repetida desnudez, su desolada desnudez hambrienta de lienzos portadores del mensaje, fatalmente incomprendido, del artista. Era en estas mismos días navidehom cuando sobre los rojos cortinajes que cubrían las paredes se abrían, inconi prensibl e msnte, ventanas grandes de amplios horizontes, ventanas medianas desde las cuales nos miraban, con esa fijeza casi 8411-mecedora con que lo hacen las figuras pintadas, las almas pintadas, captadas en su fibra mas oculta por el artista; rostros graves, rostros risueños, rostros hieráticos de mujeres de carne morena y honda mirada; ventanitas menudas a las cuales nos acercábamos en gesto de miope para asuro brarnos de • uánto bello puede encerrarse en tan reducido espacio. Las gentes pasaban y repasaban; comentaban las obras, las criticaban; los unos con el gesto fabu lesca de la zurra ante las uvas; los otros con la benevolencia del que posee el verdadero conocimiento de las cumbres del arte y de los tortuosos caminos que a ellas llevan. Mechas salas eldenses se ornaron con lienzo, legítimos, vernáculos, enviando al desván, en simbólico puntapie charlotesco, las abominables cromolitografías que las enlacayaban. Pero todo esto murió. Sudarios de polvo cubrieron las policromadas papeletas y loe gnomillos nocturnos pudieron juguetear con los tnbos de óleo y los pinceles sin que nadie les molestara. Porque la psicología del artista eld o nse es rara, es absurda y anormal. Ni puede armonizar las lecturas del Vasari, de Fromentín, de Leonardo, con los libroa de Caja, Diario y Mayor. Na pueden dar su tiempo a los colores y el suyo al calzado, Aunque verdaderamente pinten por desahogo espiritual, necesitan de incentivo de un ambiente propicio, de la promesa de una exposición, para que se decida a tomar los pinceles Quizá regida el origen del marasmo actual en lo absorbente de nuestra industria. Y así se de el case, verdaderamente peregiino, de que para que haya artistas debe haber exposicio nes; y como estas —por el geliro ambiente local— sólo pueden hacerlas los artistas, se cierra un circulo vicioso del que hasta ahora no ha salido. En lea reproducciones que acompañan este trabajo pueden verse dos lienzos quo figuraron en la II Exposición de Arte Local, acompañados de dos que no llegaron a eononerse, buena muestra de la calidad quo se logró en tan breve Cetrino de arnbi mte cálido para el artista. DAHELLOS, cuya misión es cubrir, modestamonte, algunos vacíos que en el as p ecto cultural se observan en nuestra ciudad, inserta estas lineas a manera de «in memoriam » en el cuarto aniversario de la muerte del Arte ix,cal y con su más sincero deseo de que no falte un chi-pace artístico en estas fechas hasta que de nuevo se encienda la antorcha que ilumine al panorama triste de nuestra pintura, _ Ofrendo . (lleo de U. POVEDA E g neueuio • Oler de A. !MVADM.) MI PILAR DI — CUARTILLAS „orm ratod. rseribir. Un pilar de cuartillas he construido ya con todas las perge fladds últimamente. En ocasiones vuela la pluma sobre el albo papel, por que las ideas que afloran atropelladamente no se pierdan en los abismos de la nada. Ma s . después de estos intervalos, —intervalos que pueden comprender varias horas— y al enfrentarme con lo escrito, observo que mis ideas difieren de las dadas a luz por las cuartillas. Y a engrosar van mi pilar de euartillas los pedazos de papel que perdieron su blancura por los ilegibles caracteres de mi caligrafía. Mis propias ideas se han sepultado en ignorado rincón de mi cerebro do donde no me es posible extraerlas a mi mente activa. —Allí, albergadas, gimen por salir a la vida, Ests gemidos, al mezclarse con los lamentos de las ideas contenidas en las cuartillas, ideas que me niego a confesar al mundo por resultar dispares a mi temperamento, ejecutan una diabólica sinfonía. Desde que esto ocurre, temo escribir. Existen cuartillas con vida propia, que llevan contenido, como el negativo de una placa fotográfica, todo aquello que luego creernos revelar como nuestro. Mas tarde, al repa sar lo escrito, nos damos cuenta del error. Hemos sido instrumentos ciegos de un trozo de papel. Escribir en cuartillas de esta clase resulta doloroso. Al reunir el primer centenar de estas cuartillas, junto a él existían otras portadoras de mis ideas y de mis opiniones, y dudé si, el centenar que más tarde engrosado por otros centenares más vendría a formar mi pilar de cuartillas, me pertenecía. Desde aquel momento escribir fue en ml una necesidad; resultaba necesario para sepultar en el olvido las ideas conte nidas en estas cuartillas, que me dominaban por entero, dar vida a nuevos escritos, buscando que ellos contuviesen mis pensamientos; pero surgían jnnto a cuartillas legas y profanas otras rebeldes y repletas de vida, ante las eriales perdía mi personalidad. De mi convivir con estas cuartillas, me convencí que eran girones que yo ignoraba de mi espíritu. Medité. Y la duda surgió en mi mente, con timidez primero, altiva después. Convivir, con vivir, no es bastante, es necesario vivir. Vivir al margen de aquello que nuestro creemos para que, al llegar a convivir con él, nos percatemos de nuestra creencia. Una liorna era mi mente tan pronto tenia en mi poder una de estas cuartillas. Con ella convivía, pero sin poder aspirar a con ella vivir. A que sus ideas no chocasen con mis pensamientos. Y la duda hizo luz en mi anima. Pero siento que algún día vencido por estas cuartillas que me rimo a destruir, salgan ellas al mundo con mi firma sin que nada de lo que contenga me pertenezca. x x La ceniza del pitillo que fumo ha invadido estas lucubraciones; al arrojarla ha leido todo lo eserito y ha surgido en mi el temor do que estas cuartillas correspondan al pilar de las rebeldes. ¿Pero existe en realidad este pilar? ¿Existen cuartillas profanas en ideas? ¿Existo yo, acaso? Si la vida es sueiío, el sueño de mi vida es la más horrible de las pesadillas todas, al situarme frente a cualquier cuartilla con el intento de escribir, ignorando si voy a dar vida a mis ideas, o por el contrario es la cuartilla la que a descubrirse va mediante mi pluma. paio, Valle Inclán te intuyó, vate adivino, cuando sólo eras un afán disperso, incrustando en la magia de tu verso; • Tiene al andar la gracia del felino. n De euritmias pantéricas trenzado, el sigiloso encaje de tu paso derrama en tu redor el áureo vaso de orientales perfumes rebosado. De guzlas y moriscas chirimías lleva tu paso aladas melodías... Y acaso en una selva rumorosa, panteras de florida piel sedosa, reinas, en ei andar, de la armonía, :e rindan, por tu gracia, pleitesía. dlbeitd Navarro Aaya de Šel Cada tarde, por la ventana abierta, me llega la armonía de tu imagen, y se me llena el alma de color y perfume de azahares. La prosa del trabajo cotidiano se ena/ I eee un instante; de aladas vibraciones cadenciosas se aroma todo el aire... ¡Con qué impaciencia espero tu paso, cada tarde! — Se hacen grises los días; la luz nos deja antes; y el viento pulsa tristes arpeglos otoñales. Palidecen las hojas... Va muy prontooma tarde estremecida y áspera, tendré que enfanalarme en los cristales y me creerás ausente... A tu paso estará cerrada mi ventana; ¡mi corazón, jamas! eas,erdo Orca Nettato Caballero del Orden de la Luna Sabática, confidente secreto de Su Alteza Lunática, que paseas, viscoso, tu sucio mascarón, segregando la baba de tu charla maniática, monorritmica y fofa, vacilante y errática, como terco zumbido de viejo moscardón. Superaste el secreto letal y ultratelürico del filósofo agriado del candil y el tonel; y, magnánimo, arrastras tu continente abürico con tu ajuar y tus tirsos a cuestas, como el. Fingen tus pies dos proas de góndolas cansadas, y es un puesto del rastro tu hollintsca figura: corbetas y medallas, chaquetas duplicadas, dos cucharas al cinto, como fieles espadas, y seis metros de cuerda para ahorcar la cordura. Pero yo sé que tienes palacios y escuderos, y el florido secreto de tu dicha me explico. Me lo ha dicho un mochuelo, La luz de los luceros tia tinta con que escribes los títulos cimeros: «A S tt A l t e z a . Imperial. De su primo Paquicos. EG Duende del Monastil fijinge 4 ¿Espectan tus pupilas infinales auroras de triunfantes esplendores? abismosos resplandores, o aspiran eternanzas siderales? Sumida en quimeradas sub-astrales ¿se agosta acaso tu alma en sus ardores? ¿Afrontas tempestades interiores? ¿Cogitas a do vas, de dónde sales? ¿Qué miras sin mirar?¿Por qué teoremas abstrusos ambulacras? ¿En qué arrullo se acuna tu pensar? jArchiproblemas sin luz ni solución, que yo no intuyo! Armado de sorites y entimernas quisitra penetrar el mirar tuyo .. Eduardo Rus )ameedo -Qinat gmrde por M Catalän --%*•• n 00130. En el primer carrito del siglo XIX, vino al inundo en el seno de un matrimonio ejemplar el primero de nuestros historiadores locales; D. 1:cimbel-lo Ama( y Sempere, na Ai da en una de las casas de la actual calle de Mirara. Elda coidaba entonces con una población que no alcanzaba las cuatro mil almas, siendo la agricultura y el esparto los medios de vida para sus moradores; y habrían de pasar muchos años para que se insinuase (a fabricación del zapato. En los años propios de los juegos infantiles ya lo vemos por los archi vos de nuestros Ayuntamiento e Iglesia, huroneando entre los libros y legajos, que desde el siglo XVI se conservaban en ellos, escritos en valenciano y latín con unas cuantas voces castellanas. Su incipiente inteligencia le hacia sospe char el valor de estos mamotretos. Y tambidn corretear, con afán de historia dor, por nuestro antiguo alcazar, buscando tat vez entre sus piedras ese pa sado que él sentía revivir. A los trece años emborronaba con torpe mano los documentos del Ayuntamiento prestando apoyo a su padre, que a la sazón era alcalde de la villa eldense. Sin cursar carrera alguna, por su afición a la lectura, fu é atesorando en sí, para luego derramarlos en. favor de su pueblo, todos los conorimientos necesarios en aquella dpoca; esto le permitió defender con brío inusitado, todo lo que podia repercutir en mejora para su patria chica, llegando incluso, por sus amplio . ; conocimientos en Derecho, a suplir los servicios de un abogado en un. pleito de aguas, recibiendo por su triunfo la felicitación del letrado de la parte contraria. El eterno problema para nuestra ciudad, ha sido siempre el agua. Este se encontraba más agudizado a mediados del pasado siglo por vivirse exclu sinamente de la agrilullura. Siendo secretario de/ A yuntamento nuestro bio grafiado, cargo que ejereió hasta los veintisiete ahos, hubo an incidente con el vecino pueblo de Pe/rel, relacionado con las aguas de Santa Bárbara. Por la cos/umbi e que éstos tenían de hacer U80 de las citadas aguas, se (veían con derecho a ellas. Reanidos en casa del padre de mber/o, como (Anide eldense, pa( u resoleee esle as•unno. diversas personalidades de Elda y Petrel, co una delegación de leo( toridades supiriores de la provincia, los repre sentantes efileoses m•( q raron cuantos documentos fueron necesarios para p ro bar que /as susodichas aguas pertenecian por eniero a Elda, sin que los de/pueblo de elrel, pudiesen rebatir estos argumentos, sino que apoyaban Sus pretensiones en el uso que desde tiempos inmemoriales venían haciendo de lax suxoatehladas aguas Li Lamber/o, como secretario del Ayuntarnienlo, leía los docuontaos; y habiéndolo hecho después de Iodos del artículo que Es colono pone en su historia de/ Heino de Valencia referente a Elda, «que es población de setecientas casas si se considera con su aldea llamada Petrel » , en aquel momento Juan Tortosa, vecino de la última villa, labrador tan honrado rno sen , cilio, pero entusiasta defensor de SUR derechos qu, él creía estaban e tra hados ron los (le su pueblo y que eran mejores que los de Elda. exclamó arrebatadamente y ci,go de ira: —iAssó lo han [el vusténs baix los riba xos; aixó h o es veritat!— Este incidente produjo una larga y estrepitosa hila ridad en lodos los de la reunión, especialmente en ¿as autoridades superiores, que en sentido festivo felicitaron al Tio Juan Tortosa, el cual siempre se habíri. distinguido por su g enguaje franco y extremado. El carácter de D. Lamberto fué desde su juventud afable y bondadoso no buscando con sus bromas zaherir a nadie, pero si, como en este caso que hemos relutado con su propia pluma, dar ocasión a la sonrisa amable e ino cente ile /fi fina ironía. Respetado y estimado por todas las clases sociales pié haciéndose im prescindible para lodos los asuntos que se presentaban, por 8UN amplios co nocimientos de lodo lo relacionado con 8U Elda. Así lo vemos en 1868 en Ma drid representando a Elda en uno de los problemas eldenses. Aunque aporbi do de la vid« pablica y dedicado por entero a su familia, su matrimonio con Doña Manuela García, se encontraba siempre vigilante en defensa de los inte reses locales. En 1871 se formó en :Ilicante una sociedad para llevar desde Villena ml agua a 1(1 capital de la provincia. Enterado D. Lamber/o de este proyecto, que, de consumarse, arruirazria la agrieullura eldense, dirigió carta al alcalde poniéndolo en antecedentes del peligro que se cernía sobre nuestra huerta. Formada una comisión eldense, ocupó en ella nuestro biografiado el congo de secreta( in, consegniendo, por en/onces, que d e sistiescu d e este pensamiento los alicantinos. Haríamos interminable esta semblanza, 8i fuésemos a enumerar tan sólo todas sus intervenciones en defensa de nuestros intereses. Hombre profundamente cristiano, católico ferviente, fué un filántropo de cuerpo entero; lucha siempre justificando hasta a sus propios adversarios, U 108 que perdano de todo corazon, como aquel genio levantisco que se opuso, frente a nuestro D. Lambed°, « las obras de reconstrucción de nuestro pan tano, que nuestro biografiado d q findia con tesón, llegando a interesar al propio Marqués de Salamanca con el fin de consumar/as. Entre sas íntimos se encontraban D. Euriulio Castelar, huésped cuantas reces regía g odu, D. Gonzalo Sempere, mi a párroco, a quien dedico sus Apuntes para una Historia de Elda, D. Luis Bernabé influyente contemporá neo de D. Lamberlo, D. Pedro Juan Amat, acaudalado comerciante residente en Madrid y I) Juan Rico y Asnal, dinámico eldense, fundador en Madrid de reristas y periódicos. en uno de. los cuales La Bustracifinb publicó una novela del (astillo de Elda. dedicada a D. Lamberlo. En 1841 pasó a ser propiedad del E,tado el edificio de nuestro alcázar, y desde ese año fueron murhas las tentativas para derribarlo, consiguiendo nuestro 1). Litiriberto gap tal derribo no se llevase a cabo. hasta el año 1849 en que el Estado lo mandó vender en licitación pública, siendo derri!mdo por sn adjudicatorio. 4 Cada vez que contemplamos o vemos —escribiría años más tarde D. Lamberto— tan inmerecida como impremeditada devastación, lo sentimos profandam e nte y harta peno hemo, tenido abconsignaria. ¡Tal es por lo común el fin de las grandezas humanas!. Se conservan dos retratos de nu stro historiador. el que ilustra es/as páginas, uno de ellos, y otro, donde apare c e con atuendo romántico a los die-. ciocho o veinte años de edad Poseía una amplia y escogida biblioteca. Pro tegió a nuestro Francois de lalón., el sera fico, y sus diversiones fueron. las propias de un espíritu selecto, la lectura y el ir atesorando dalos para sa his toria de Elda. Pasó a gozar de la paz del Señor a los set-711a y dos años de edad, el día 16 de Marzo de 1893. siendo su falla muy sen/ida por todos sus paisanos. Enterrado en nuestro cementerio viejo, al derribo de Ate, mis restos mortales fueron trasladados al panteón familiar de nuestra actual necrópolis. Si la obra literaria de un hombre es el producto de sa vida reservada a lo futuro, los Apuntes para una Hisloria de Elda, de 1). Lamberlo Amat y Sempre, cumplen por entero esle enunciado. Ellos reflejan por entero el alma de su autor, y a lo largo de nuestra prensa local de los tiempos posteriores u nuestro historiador, han visto la luz estos (muntes en fragmentos muchas ve ces, sin que los aprovechados historiadores hayan guardado el respeto a que D. Lamberlo se había herho (creedor. No buscó 1). Larnberto el aplauso público en un pueblo de cuatro mil habitan/es, como era Flda durante la vida de nuestro preclaro e l dense; pero esto nos obliga a recordar su vida y (, estudiar su obra con el noble afán de colorar ambas cosas en el upar que por derecho les corresponde estar. He aquí a grandes rasgos la vida de un eldense completo, cuyos dalós dispersos hemos amontonado, para. que los futuros hisloriadores de nuestro pasado no nieguen a I) Lamberlo A mal y Sempere, la gloria que ganó con, su autor a Elda; y permilasenos terminar estas notas con los mismas palabras con que D. Lamber l o pone punto final a su historia de Elda: de aquí ha na cido el atrevimien t o nuestro, que rogamos se nos perdone, por si alguna vez y aunque sea en eorta entidad, algo de lo que se ha amontonado llega a ser útil a ese mismo pueblo.. 9 7 10at proQerna por Antonio Oanzdlrez Aguado GeZAD GNZeZ Gnes,..96•0004Ves».9 G • Celes g CASes0 Ayer tarde, estando tranajando, he roto las gafas. M motivo fue un impulso galante. Est la cerca de mí una chica revolviendo los papeles, y algo, de momento, se le vino al sucio. Al intentar rápidamente recogerlo, para entregárselo, di en el borde de la mesa en que trabajaba, con la montura de los lentes, y cayo ésta en tres o cuatro pedazos. saltando hecho añicos uno do les enteles. la rirnere sensación que experimente a raje del incidente, luä de susto y de fastidio; después, calmado, casi me alegre, ya que las exigencias de la moda masculina estaban pregonando a gritos que cambiara, cuanto antes, la estética ch armazór . Hoy me ha venido a la memoria el recuerdo del —podémosle llamar— accidente, y me ha hecho pensar de qué manera se las arreglarían los habitantes prehi-tóricos d-I mundo faltos de suficiente agudeza visual, descontada la invención de esos artefactos correctores. He reflexionado un poco. y la cosa es bastante dura. La naturaleza había -olueionado de antemano el conflicto, haciendo que cuanto necesitara o de cuanto debiera defenderse el hombre primitivo, fuera bastante mayor, o lo que es igual, bastante más visible. En sus primordiales necesidades. tenemos ejemplos suficientemente claros: cuando quiso vestirse, las primeras agujas las confeccionó de hueso y con un COM1 suficiente para que pudieran penetrar hebras notablemente gruesas, con las que cosía sus prendas y en cuyas rústicas costuras hoy se podrían contar, sin esfuerzo las irregular. puntadas. i quiso luchar y comer, también la Naturaleza le puso enfr, nte formidables enemigos, tanto en [antelo como en potencia destructora. Ku la actualidad, si desaparecieran por cualquier causa te do genero de lentes, indudablemente habría confusión al principio, ty ro no luego. De Inomento las habría, porque existen oficios que, coma la mecánica, preci-an que sus ejereitantes disfruten de una excelente vista. 14,y máquinas compuestas de tan sutiles piPzas, que cuesta trabajo descubriilas, que no será de emplazarlas. En el ceso de los estudiantes afectados,.. Bueno, yo creo que aquí no habría tal problema. Peru doy por descontado, que todo se arre glaría enseguida. Precisamente estamos atravesando por una época de inesperados avances, y a todos esos desgraciados elementos se les buscaría inmediatamente una fúrinula solucionadora. ¿Quien puede decir que no fuera el descanso? Más contrariedad (Pm p roblema seria para los miopes ricos esta desaparición; pero también su dinero nu tardaria en arteglar las cuas, y tan =olo se tundiría de sal tacer unos capub lee c. Y así, a los amantes del arte Fe Ida podría contentar con cuadros y esculturas que fueran cinco, diez u quince dioptrias 1117:s grandes de les corrientes; y ep el caso de que su inclinación fuera hacia la lectura, no faltarían editores que confeccionaran ediciones lujosas y especiales, con paginas manchadas pur enormes caracteres, incluso para casos graves, en relieve y luminosos 5- ..rtruca, por.!. Madrona ¡as ocho de la mañana. Hora nuevecita y fresca, que nace de los horizontes desgarrados por los alaridos de las sirenas. Es la hora de Elda. Hora litúrgica. Lo dice la uniforme seriedad de tantos rostros ene! premiosoyplurivago desfile. Hay un gesto sacerdotal en las obreros a esa hora del cotidiano sacrificio a la dei dad eldense que se llama El Trabajo. Comparad, si nó, el gesto hierático de la Dama de Elche con la expresión mañanera de nuestros obreros, y gozaréis el asombro de la unívoca semejanza. Todo tiene a esa hora un sortilegio lustral: las esquinas, malarropadas de haraposos carteles, tornando conciencia de an desnudez; las puertas de los cines, apretadas en frío gesto de agresivi dad; las bicicletas acongojadas como colegialas tenieroaas de castigo; el viento, cariñoso y jovial, que va preguntando a cada esquina donde están las miniaturas de bazares que fueron gozo de párvula clientela... Petrel, Saz, MonOvar, sacuden sus viejos gorros de dormir y envían a Elda urgentes albricias laboriosas. La cumbre de Bolón, ascua de oro en la seda sensitiva de los cielos, se ha encendido en la gloria primeriza del sol naciente, mientras las dos gemelas torres parroquiales comulgan, silenciosas, en la amplia misa del valle susurrante. La luna era la hostia, que ya no está en el ostensorio de los cielos. Por las calle& en casta sorpresa revive un delicioso cuento infantil: Caperucita Blanca y el Lobo. Ella es la fresca va-dSa de leche inocente, que va llamando a la puerta de los hogares tibios; el, el pan moreno, que asoma su hocico hambriento por la hendidura de los bolsillos de los obreros y entre papel de estraza en las manos hieráticas de las obreritas. Quebrando la poesia mañanera, la bollera rifa hinchados pedacitos de prosa. Dos monjas madrugadoras caminan calle arriba, sobre neumáticos de santidad. El carbonero va ofreciendo en ans capazos reventones los últimos despojos de la noche fallecida. Al volver una esquina, he sorprendido un idilio; entre punteados de gorriones saltarines, una simpática escoba coqueteaba, inquieta, con dos ingrávidos palomos, gracia de la mañana, que en los cielos de nácar firmaban el acta de nacimiento del nuevo dia. Pero Ins fábricas abren sus fauces monstruosas, profanando el sortilegio con el prosaico rumor de sus motores, y el alba se ne›maya en los brazos vigorosos del nuevo día laboral. A COMER «FASIURAS” (Sonefo) MUSA ELDENSE Si D. maximiliano García Soriano estu viera hoy entre nosotros, no dudamos que su rimas chispeantes alegrarían ¿as prigi nos de DAH81.1.0S. Permítasenos ecocar su 5ii14“la literaria que fue . alegre Penacho en todas las pladicueieees eldenees de su tiem. po, transcribiendo algunos de sus populares versos. O IDELLADAS Es creencia general, que el tunel, o sea 41a mina» —como aquí se denomina— tiene acción medicinal. Y no es exageración ni debe tornarse a broma, corno un amigo lo toma sin pizca de comprensión. Las mamás, cuando un infante o infanta empieza a toser, sin poderse contener lo llevan allí, al instante. Pues el aire de la ,,mina» dicen que, después de . Dios, r-s lo que cura la tos, la llamada tosferina. Y del tuno] a la entrada le tienen hora tras hora, y aunque el niño a veces llora por tanta corriente helada, siguen la broma u la bulla; la cosa es que a sus pul alon9 lleguen las emanaciones de impregnaciones de hulla. Y el remedio es eficaz; porque ocurre al otro día que espicha de pulmonía y... lo amortajan y en paz. o 4 .7- -c7 Hay que imitar Joaquinico el sastrW - en estas grandes fiestas y apreturas, comiendo veinticuatro 4fasiuras» echando así al estómago el gran lastre. Ilespués,eorno temiendo algún desastre, deberán consumir muchas verduras; y si a pesar de todo un mal auguras, pon, corno él, la cara de pillastre. Y si no puedes ya tenerte tieso, y te dan los sudores de agonía, te tumbas en la cama con tu peso, y, si pasas la noche..., al otro dia, al Cristo has de rezar, del Buen Suceso, y rendirle, por ello, pleitesía. O IP-aAeliadas El sefior David l)avies es un jardinero británico mundialmente famoso por su Jardín del Paraiso. Es éste un jardín de aspecto fantástico, en el que todos los árboles y arbustos presentan apariencias de seres vivos; animales prediluvianos, humanas figuras bíblicas, grupos de pecadores, profetas, poetas, políticos, reinas, etc. etc. Pero... arbolitos con la melena cortada a lo garsón, como los tenemos en nuestro Parque de Elda... Sinceramente, cuando dos amartelados jóvenes estén sentados bajo uno de estos árboles impúdicos, me parece como si la Naturaleza se levantase la falda unos cen tímetros más de lo que permite la honestidad. ¡Qué delicioso es pasar dos horas en un eine eldense! El sufrido se ñor que está en su butaca, ha de aguantar los codos y jadeos de los que es tán a sus lados; pero esto sería lo de menos si, cuando quisiera zafarse de esta opresión pudiera estirar las piernas. ¡ Que pruebe! Y si no se rompe la tibia, las protestas del vecino de delante le habrán advertido que su intento de buscar algo de desahogo por poco es causa de un proceso nefrítico fulminante. Poco antes de empezar el espectáculo le es preciso a cualquier espectador salir de su . cubil. (al que los optimistas suelen llamar butaca) y, entonces, el tormento de Promete° es grano de anís comparado con los pi sotones, golpes bajos y toda la sarta de inconvenientes que tiene el moverse en tan reducido espacio que ni para estarse quieto es suficiente. ¡Y el viaje es de ida y vuelta! Sí; es algo delicioso una sesión de cine. otzx TAN (1) La juventud eldense, que lanza sus anzuelos en el bien nutrido río de la Calle de Jardines, embalsamando sus ingenuidades amorosas en el aroma embriagador del aceite pe« . ado, la gasolina y IU escapes de gas, esté ate rrada ante la noticia de que van a trasladar la carretera general hasta las lindes de la Ciudad Vergel. No conciben como podrán encontrar encanto a su paseo dominguero faltándoles los musicales bocinazos de los Dodges, el grato sonido de los motores de es plosión, el gracioso apelotonamiento has ta la asfixia para abrir paso a los mastodontes de la carretera, y por último, OBERTI N la inefable sensación de estar expuesto a varias muertes a elegir desde la de aplastamiento por pisoteo concienzudo de la tráquea o bajo las ruedas de un camión, hasta la de nausea bundez por los suaves olores de los moto res o la de intoxicación «ad perpettium» producida por la espesa capa de polvo, simpáticamente henchida de esos bacilos, bacterias y demás anima- litos que tan felices hacen a los sepultureros. • g En el programa de Moros y Critianos encontramos un cuentecito muy gracioso debido a 18 pluma de don V. C. Nos gustó mucho eso del «sangriento suceso ocurriendo en las fiestas de antatIo» y esperamos que en el nuevo programa nos cliente otro,pero con más muertos y heridos, porque en aquel había pocos. También quedamos muy interesados en otras afirmaciones de este mismo señor publicadas en «Pereg,inacián., en su número extraordinario. Es conmovedor aquello de que el castiLo se cons tru n ó para una princesa de legendaria dinastía, antes de Jesucristo«, así como lo que dice: « Si el palacio, por los viles administradores del Conde de Cervelló) no lo hnbiee an derruido..., ¡Por favor, se:flor mío! No estamos sobrados de historia, indudablemente, pero tampoco creo oportuno el inventárnosla para suplir su falla. Nos gastarla mucho equivocarnos, por lo que si el señor V. C. puede mantener estas afirmaciones le ofrecemos, para su respueta, las páginas de nuestro próximo cuadurno. 011EftrON 0/11r1401,1111 g ill e– ...á l 1 T • weekaartir lläMMIlliiliMr 411117r illilifilefaiLLMUILM lliiiiillTRATIlláll0 E E 3 K M ¡la sic pa nrsotro 1 y perra esta semana; muy hice ay er a la pala E h ,N, y una triste tortica 4 tu hermana no ha dan un golpe; con harina e ceba N F tu padre, un mes en cama; que casi tó era paja, E I y- tus dos hermanicos ¡Ay, hija, que silicios 1 andan sin alpargatas, ha traido esta semana! No hemos pagao en la tienda; Y esta noche me han nicho E K 4 ni el arquiler, ni el agua; que ponen «La Sultana», h —de orqutler ya debemos con el Tyrone Posver 1 más te treinta semanas—; y con la Juan h ontaina, h no hemos sacao siquiera e Verá que será buena? la ración ne ca Paca, Anda y- pide en tu fábrica Mporque ya no nos , fian que te presten tres duros, r ni hay un céntimo en casa. y saca tres butacas; dPP esta noche tenemos /cm- no hemos pisao el cine M un plato despinacas en toa esta semana! Una mamá eld ense por . el Duende del Monostil N E N E /rey THUSINS de 12 Be por lt! ,t nuel Citradll XXX X X X X ai s.‘ Jek N Nuestras mujeres son las más parlanchinas del planeta: Esta afirmar-4 que l odia urigihat rozaduras, especialmente entre el sexo débil e incluso aer causa de pesadumbre para galantee varones, es para nosotros una eariefacción, un detalle de orgullo. La mujer vivo al mundo para dar que hablar o para hablar ella. Nusotros cuino rueridioa nales, ea lOgico que deseemos que nuestras mujeres hablen en vez de dar ocasión para hablar de ellas. Ntieetra.e mujeres son las más parlanchinas del planeta, repito, y en abono de esta afirmación recurro al torneo internacional femenino de ajedrez celebrado ha poco en una capital eapafi ala, en el cual torneo nuestras participantes se clasificaron en los unimos puestos habiendo demostrado antes de esta clasificación que ne encontraban en situación de haber conseguido los primeros lugaree, si talcosa se hubiran propuesto. al vencer cada una de ellas a las más clasificadas participantes extranjeras, Nos imaginaban:loe a la mujer española, y también a la de cualquier otro para —¿porqué vamos a ir con subterfugios?— practicando toda date de deportes, desde el baloncesto al lanzamiento de disco, pasando por el chismorreo e incluso plateando a su víctima; que tambien e3 un deporte saludable éste de arrojar la vajilla a su coneurre; pero nunca pasó por nuestra mente que un nnmero determin.,do de hijas de Eva re colocarían ante un tablero de ajedrez y eatarian horas y más horas con los ojos fijo en los escaques y trebejos sin pronunciar una sola palabra. No; nunca hubiésemos supuesto una cosa así. No creemos tener tanta imaginación para llegar a sospechar siquiera un hecho de esta naturaleza. I ésto, que nosotros hubiésemos rechazado con gesto displicente, ha sucedido. Al leer en la prensa diaria que tal cosa estaba ocurriendo, temblamoe por nuestra patria. ¿Qué iba a ser de uvate, US, ei uterino Trajeren invadían un terreno que creíamos vedado para ellas? ¿Si en lugar de conversar con la s e rina jugaba al ajedrez con ella, y al hacerlo nos obligaba a guardar silencio? Ella, que en todo ne incito deseaba estar charlando, llevando la vus activa, porque conversar con una mujer es darle ,a risión para que hable ella cola. En este caso siempre nos resta el consuelo de eecuchat su voz, y, luego, arma del dbil, cen-urarla como parlanchina; pero si nos hacía callar para no hablar ella entonces la catástrofe más espantosa se cernía sobre nosotros. Estuvimos al corriente de este torneo femenino, y cada partida que perdía una e wresi ras representantes • ra un punto de satisfacciun para nosotros. Llegarnos a imaginar, a estar convencidos de ello, que se dejaban derrotar para escapar al silencio, para que la &mita diese lugar a una controversia ajedrecista al buscarle a la partida las variantes que hubiesen evitarlo el mateo o el al itnlon : en fin, buscando la diaria, génesis, base y fundamento de la mujer. Ignoranms si seria por ésto, pero creemos encontrarnos muy cerca de la t e rdad al sospecharlo. Si ésto es así, continuarán nuestras mujeres oblieán donua a guiar silencio, per o nos restará el consuelo de podarlas tachar de parlanchina, de las más parlanchinas del planeta. Y MIJ, n1011 que una venganza pur nue:tra ¡note es un ecape varonil, que. nos honra; porque al propio tiempo es un ditirambo qu les dedicanias . ¡Loar e la wujer española, que cumple su deber sac n ificando sus triunfos en el noble juego de los reyes; por los no imenos triunfos, liras femeninos estos últinioa, de la charlatanerial ouo000coo n,otC)00eace pienla con (el piel. Se entabló una discusión entre un pobre consejero —abogado sin función— y un honrado zapatero. Dijo aquél, con, petulancia: Si mis triunfos no celebro, es debido a la ignorancia que no atiende a mi cerebro. Tú, wo debes esmerarte, pues es de poco consuelo el trabajar en un arte que se arrastra por el suelo. A lo que elijo después el remendón con tristeza: —Hay quien piensa con los pies y anda siempre de cabeza. Antonio Gonzalvez Aguado Un buen a /11 t Al borde de tu risa sonora y perfumada la brisa de un suspiro fragante me envolvió, y aquel invierno frío de mi alma sin paisajes en tibia primavera de amor se transformó. Surgie, on los internos rosales añorados; Mi viejo prematuro su savia renovó. Volvieron a mi vido los férvidos anhelos que solo la presencia, ¡tu cielo! enardeció. Nacieron inquietantes los celos, las esperas, y este nervioso lerta que a mor solo alivió; y el gozo de sentirme prendido en dulces redes de casto y puro acero que el cielo me envió. Quiero por esta vida que a ti te pertenece romper el sortilegio que en tiempos me embargó, y bajo el tierno palio de tus ojos de seda cobijarme endiosado con mi carga de amor. Santiago Sterraa sy aplací° Ae 1 Yo tengo un palacio encima del mar, lleno de columnas rotas, Yo tengo un palacio para reposar las alas cansadas de audaces gaviotas. Olas legendarias su piso han bañado, su piso insensible de mármol jaspeado; olas azuladas, como aguamarinas; límpidas, rientes, tersas, cristalinas, que por anchas grietas s. llegan, inquietas, formando su espuma ramos de violetas. Lo erigí soñando, ruina de quimeras el palacio mío, ¡tan triste! ¡tan bello! ¡tan frío!. ¿Quién quebró sus plintos de jaspe lunar...? Yo tengo un palacio para reposar las alas cansadas de audaces gaviotas. Yo tengo un palac;o encima del mar, ¡lleno de columnas rolas! Naurf ibut y 63ianc0 La playa despertaba en la mañana, sumersa en solitudes añorosas El coro de las ondas murmuriosas tenia resonancias casi humanas. Un hálito de la lI g lad,a cercana traía, entre sus auras cariciosas, la brisa, perfumada de oro y rosas. Sali a la inmensitud mediterrana Difusa la mirada en la lejumbre, sediendo consolanzas mi alma ahitada, conté a la madre mar mi pesadumbre. ¡ Y entonces fué la luz! En la alborada, del seno del azul, de su arrutrgumbre, ¡surgiste entre la esinona albi-azuladal Eduardo Grey PAZ EN LA TIERRA por Caros Gonzd:ez Yo había vuelto de exámenes el día anterior... muy cansado... segura mente pálido. Fs que... los nervios, ¡los nervios, y los viajes, y el calor y todo! Cuando llegué, mi casa me acogió con un abrazo duleenicnte triste. La paz de sus piedras, que el viento y la lluvia sacuden, se e, guía, materia lizada, para envolverme en el calor de su sosiego cariñoso. ¡Eso es! ¡Ili casa y n o »os queremos! Porque mi casa está llena con el espíritu de los mlos, y dentro de ella, cada instante de mi vida, ha dejado in jirón de mi alnia plas mado de materia; o en seres na tafísicos que tal vez floten en su ambiente. Y en el bagaje de mi Mente también mi casa está impresa para abogar por mí, cuando yo quede desnudo ante Dig s , en la noche de los siglos. Desde la ventana de mi cuarto se ve un trozo de campo, amarillo y verde, con infinitos cambiantes, El sol pone luz en el aire, y los pinos aroma; por eso salí; para sorber el viento y henchirme de luz y de flores; para quo los árboles me dieran su sombra, generosos, sin preguntarme nada; para buscar el reposo que da la madre tierra, como la calma del suspiro temb 0 ruso que todos hemos dado alguna vez si tuvimos el valor de sentirros despreciables. Fui pisando las hojas de los pinos y IN tierra blanda, por un camino umbrío de moreras y granados, hacia un infinito de especies vege tales que velaban la silueta del Cid, bajo el palio azul del cielo en reverbero. Y en medio del camino encontró niños, muchos niños, toda una escuela. Vosotros... ¿queréis a los niños? Lo pregunto con el alma encogida; tengo miedo de que digáis que no. (.os niños son molestos, desobedientes, ¡, Pero no los queréis? Idos les ha dado un cuerpo pequeñito y una imagi nación dispersa, pronta a maravillarse con las cosas que todos podemos enseñarles. Y en aquel momento, ante mí, tenia un tropel de niños inquietos y de niñas alborotadas en la plena algarabía de sus juegos volubles. Yo me había sentado a pocos pasos, en la lindo del camino y ore tumbé denen al cielo que era intensamente azul. Gozaba de la quietud de la 1 . , oinbra, del aire renovado, de los colores alegremente múliiples y puros del paisaje; y dejé que mis músculos durmiesen, porque mi espíritu vivía la inquietud de los niños. Como de la lejanía llegaban hasta mí los murmullos do sus voces. Luego._ presentí que so iban. Pasó junto a mí la charanga de sus ri sas y grito y vi la inquietud de sus pies sobro las hojas crujientes y secas. Con el sol poniente, en un in iravilloso contralúz, sus siluetas oscuras se bañaban en rosa rálido. ¡El Sefiol los llevaba en su seno! Sobre mi cantaban los pájaros, para decirme: ¡Dios os quiere! ¡Dios os quii , re!.. Y mis ojos miraban al hielo fijamente, rebosantes de ternura, de cariño Yo .. yo... ¡me había quedado dormido; 1: 4 irri® e Ami/Ven No sé como ein peear a diseñarte si ha salido del cielo tu figura, y- llevas al moverte tal soltura, que no puedo en mis ojos encerrarle; Y, con todo, no dejo de mirarte, ansioso de encontrar en tu ternura el goço de tu cáltda hermosura, por si en ello pudiera yo copiarte. Con ser tan pertinaç mi obstinación... ¿habré de renuncipr a mis deseos.;... Ya sé que eres esquiva en tus tanteos, y en tus sueños derrochas la pasión. ¡Deja de levantar tus aleteos, o espérame en los cielos, Ilusión! MA oseozz.›rfeec./ . :,z»4 TesecezceezareeeeceozzcooDwe r veae feeezzcoce acieclz o Ventana abierta A griolecernos las frases de alien , t. pp . nos han — G. prodigado valiosa personalidade « ,le nuestra ciudad. Agradecemo . la favorable acogida que tuvo nuestro primer euaderno DAHELLDS. Y no menos hemos de agradecer lo que hace unos ahus se decía «el croar de las ranas en la charca. . Prima y bordón, todo embellece la vida. Ha llegado a nosotros un buen mimen) de originale: para ser publicados en nuestros cuader nos. Algunos aparscen ya insertos, otros esperan turno; otros habrán de quedar inéditos. Las paginas de DA H RIIO.; acogerán cualq nier escrito referente a Elda o escrito por eldenses. siempre que tenga algún valor historie° o artístico. pero no insertare mos escritos cuya paternidad no sea, por lo menos, conocida por nuestra di, eccion. Nu faltan en Elda plumas bien corladas, aunque algo enmohecidas por el ojo. DAHE1.1. 1 iS se hon raria sirviendo de modesto escaparate para los valo res literarios vernáculo,. ;Cuantas veces se se ha echado ,1 e inen..s la falta de uns Historia de Elda! ;En Claiint9 hogares seria jubilosano-nte acogida!.. porque no -e es cribe? Nosotros queremos intentarlo. Y muy gus tosamente asoCiariarnos a este notar propOitho ria j erleS pueden aVII n htrio l+ en tun ilufiril allipreSa. CD CD tace/t tacita 1 -le aquí dos conceptos bajo los cuales podrían resumirse las diversas act¡vidades de la vida. Se lucha por el p lacer, y también existe el placer de la lucha. Tal es el sentido practico que han adquirido ambas cosas, que, en buena lógica, parlamos ealificarlas como el virus de la sociedad; pero desgraciadamente se han impuesto de manera tal, captando en progre sión creciente una mayoría tan absoluta, que esta les ril.de culto y pro dama como valores positivos. El materialismo avanza, domina, se multiplica. Sus secuaces lo han abrazado, ya por propia conveniencia, por snobismo, o bien por cualquier otra causa, no ya de una forma disimulada, sino cantando con cinico descaro sus excelencias, creyendo haber descubierto cl secreto del éxito y de la felicidad, llegando incluso a despreciar y hacer mofa de los que viven —o aparentan vivir— al margen del mismo. Triste contrasen tido es éste de que los áltimos lleguen a cohibirse, ocultando SUS cuali dades íntegras, bien por modestia o por temor al ridículo, ante aquellos. Pero volvamos a conjurar los elementos que nos sirven de titulo. El placer de la lucha se deriva del conocimiento anticipado que tenemos de lo que la misma puede recortarnos. o sea, nuevos placeres o disfrutar. basa volver a luchar cuando se agote la materia prima e insus tituible: el dinero. La lucha en sí nos absorbe totalmente: lucha de pasiones. de in tereses, ambiciosa lucha de dominio; lucha de encumbramiento, no ya pur el legítimo deseo de superación digna, sin() por satisfacer nuestra va nidad y por el placer de constatar la inferioridad de los demás, para cuyo fin no siempre se eninlean medios lícitos. Me inspira respeto hacer mención de la más cruenta de las luchas. de la guerra mortífera entre naciones, partidos o razas. Invocando sagra dos principios o derechos, creyéndose todos en posesión de la razón y sin querer calcular sus funestas consecuencias, se deslizan sin freno hacia el abismo. Pero dejemos que hable el optimismo; porque sin él, que neutraliza lo amargo y espinoso de nuestro vivir, no tendría objeto la vida. Y Sin apartarnos del terna, rindamos culto a la lucha por la exis tencia y al placer que se refleja en cuantos de la misma tienen un con cepto justo y sin equívocos, guiados por el deber y llevando corno símbolo la racionalidad de nuestro ser. Y brindemos por un renacimiento espiritual de la raza, pero en un amplio sentido, en una concepción humana social, con sus múltiples facetas, por cuyo perfeccionamiento luchemos dignamente, y hallaremos sin buscarlo el más sublime de los placeres. Antonia ° Motos 6,X Oe una edad que tte++, (Puf Marma de Casturrentte) Yo llevo en la sangre la bravura estoica de una antigua raza creyente y heroica que daba la vida por SU Religipn; raza de poetas, altivos guerreros, que al son de clarines, chirridos de aceros, rimaban, tranquilos, su postrer canción. ¡Oh, mi raza moral... ¡Tiempos musulmanes!, ¡Epoca gloriosa!... ¡Califas... Sultanesl.., ¡Cortejo imperial! ¡Aún en las noches tranquilas, serenas, en las altas torres de viejas almenas resuenan las notas de un himno triunfal! Yo sueño en las fiestas de aquellos palacios: esclavas... riquezas.., laureles... topacios .. venus agarenas que con sus caricias cerrarán mi herida, borrarán mis penas. Quiero que reviva aquel poderío; mi loco albedrío ansia la gloria de egregio Sultán. Montaré en un potro de piel alazana y allá, en una altiva ciudad castellana impondré las rimas que ordena el Kurétn, Yo anhelo la lucha. Miles de guerreros seguirán mis pasos, valientes y fieros, al toque sonoro de agudo clarín— ¡Aún sueño en las glorias que cubre el Olvido, en quietas Mezquitas... en el templo hundido del Rey paladín!... Yo llevo en la sangre la bravura estoica creyente y heroica de mi religión. ¡Yo soy el Poeta, Sultán y guerrero que al son de clarines, chirridos de acero, rimará tranquilo su postrer canción! o 64 Imprenta BERENGUER NOVELDA 1 Vicenle Navarro Pérez CONCESIONARIO COMARCAL DE TELEFUNKEN RADIO TALLER DE REPARACIONES Maure, 12 ELDA LIBRERIA LETRAS 1111HAS E PAPEIERIA 1 1F GER AL NANU UO AF ASESORI % CONTABLE FISCAL 1 aJimi vnká(e PAST Organización de Contabilidades por los métodos más modernos Suspensiones de Pa gos y Quiebras Estudio económico de su empresa Agente General de LA EQUITATIVA F. R. 4 Almacenisia de Vinos y Licore* lojsg Ictsior gonrci1ve2 2,o(ao n 01,eartiii 27infrieldad0 y Quiegialo Gral. Varela. 43 . - Talaren 196 [1.11A Gral. Varela, 43 . Teléfono, 191 ELDA, Teletofi8 224 G. Moscardó, 1 61)1itida FELIPE NAVARRO ADORNOS EN EL CALZADO CON CREACIONES PROPIAS - PICADO - REBAJADO • MODELOS HIN

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