miércoles, 8 de mayo de 2024

Regreso forzoso de África

Clara de Haro
9 abril 2020
3.811
Regreso forzoso de África

La eldense Paloma Ortín acaba de regresar de su viaje por algunos países de África adonde viajó para conocer los proyectos que ha puesto en marcha o que iba a iniciar la ONG Karit Solidarios por la Paz, a la que pertenece. La pandemia del coronavirus la ha obligado a regresar y ahora está en Bruselas, donde vive su hermana Olga. Le dio tiempo a visitar Ruanda y Kenia, pero le denegaron la visa en Burundi, y a Mozambique no llegó a ir. En su blog, que comparte en Facebook, ha ido recogiendo sus vivencias a lo largo de este apasionante viaje en el que destaca otras formas de vida y en el que pone en valor el gran trabajo que hacen las hermanas carmelitas en África. 

Hace una semana que salí de Kenia, ahora estoy en Bruselas en casa de mi hermana. En este post os voy a contar cómo fue mi viaje de vuelta a casa.
El post lo iba escribiendo mientras esperaba el avión en cada país pero al releerlo antes de subirlo al blog, me di cuenta, con la ayuda de mis correctoras oficiales (Olga y Nieves, que han estado viajando conmigo desde la distancia) que sólo yo podía entender lo que escribía, pues lo estaba viviendo. Lo vivía con intensidad, miedo y tristeza.
A continuación, os contaré mi viaje de vuelta día a día. ¿Cómo se puede echar tanto de menos algo que sólo has conocido dos semanas?
23 de marzo:
Nieves, leyó un tuit de la embajada española en Kenia diciendo que el 25 de marzo a las 00 horas cerraban el espacio aéreo.
En ese momento llamé a la embajada, me confirmaron la información y me recomendaron volver a España. Me dijeron que ofertarían un vuelo comercial y que me pondrían en una lista de espera pero que intentase, de todos modos, comprar un billete a través de alguna agencia de viajes keniata. Llamamos a una agencia que había en la ciudad más cercana y encontraron un vuelo para el día siguiente por la noche con dirección París.
24 de marzo:
A primera hora de la mañana, fui a la agencia de viajes a pagar mi vuelo y cuando llegamos la chica nos dijo que lo habían cancelado pero que tuviese la maleta preparada por si encontraba otro. Así que nos volvimos a casa y me puse a hacer las maletas. Las hice sin ganas y sin tener un viaje programado. Una sensación muy rara.
La embajada española en Kenia se puso en contacto conmigo ese día para decirme que Kenya Airways había sacado un vuelo, para el día 25 de marzo a las 22:00h, pero, si no se llenaba al 100% no volábamos. Siendo éste el último en salir del país.
¿Imagináis mi lío mental? En Kenia había solo 15 casos de personas contagiadas con el covid-19 y yo estaba de maravilla en casa de las hermanas. Pero la recomendación de la embajada y de la ONG, era volver a casa. En ese momento me entró miedo. Miedo a meterme en un avión con un enemigo invisible, miedo de llegar a España, miedo de ser portadora del virus y pegárselo a alguien. Pero a pesar del miedo hice caso a las recomendaciones y compré ese vuelo, tal vez el más caro de la historia.
Terminé de hacer las maletas y esa noche bailamos, cantamos y nos reímos mucho.
Día 25 de marzo:
Teníamos las maletas cargadas en el coche y ya estaba dando los primeros abrazos, cuando llamaron a la hermana Zena para decir que habían cancelado el vuelo. No os imagináis mi alegría y la de ellas. Nos abrazamos y celebramos esa gran noticia. Esa noche dormí tranquila después de los nervios de los últimos días. Pues el espacio aéreo ya estaba cerrado y ya no había prisa por volver.
Aún tenía un mes más de permiso de trabajo y mi visa era para 3 meses.
26 de marzo:
La embajada de Inglaterra encabezada por su embajadora, luchó y negoció para abrir tres días más el espacio aéreo de Kenia.
A partir de este día, la embajada de España me llamaba constantemente para informarme de cualquier novedad. La verdad que quiero darles las gracias por la cercanía y el trabajo. Ellos fueron quienes me recomendaron coger el avión de British Airways con destino a Londres. Con mucho dolor de corazón compré un billete para el día 30.
30 de marzo:
(A partir de ahora hablaré en presente porque es el escrito que hice en el aeropuerto y en los aviones)
Aquí estoy en el aeropuerto. Hoy ya no ha habido suerte con la cancelación… ahora sí que sí, me voy.
Las hermanas me han traído muy pronto. Pues hay toque de queda en el país desde las 5 hasta las 19 horas y les tiene que dar tiempo para volver a casa. Porque, si te ven por la calle a partir de las 19 horas, sacan las porras y no hacen preguntas.
Así que son las 16 horasy mi vuelo sale a las 23 horas. En el aeropuerto está todo cerrado, han improvisado una mesa para hacer la facturación del equipaje y no tenemos sitio para sentarnos. Estamos en la cola sentados encima de nuestras maletas esperando a que sean las 20 horas y abran los mostradores.
Estoy tranquila y confiada de que todo va a ir bien y que me libraré de pillar ese virus.
La embajadora inglesa está aquí al pie del cañón. Nos ha preguntado a todos cómo estábamos, dónde íbamos… ha hecho un gran trabajo para conseguir abrir el espacio aéreo.
Mis compañeros de viaje son familias de todas las nacionalidades, hay muchos niños y muchas personas mayores. Vuelan por la seguridad de sus hijos, aunque con la incertidumbre también de si será mejor irse o quedarse.
Yo tengo una gran sensación de abandono. De abandonar a esta gente. De salir a la primera cuando hay un problema, de volver a mí círculo de confort. Las hermanas valientes y misioneras sí que se han quedado cerca del pueblo.
Bueno, parece que hay algo de movimiento. Vamos a facturar. Luego sigo escribiendo.
Ya estoy dentro del aeropuerto y ahora voy a cenar. Un bocadillo que me ha hecho la hermana con pan casero y tortilla de patata. Esto es todo un lujo que alegra la espera.
Son las 22:45 horas y ya estoy dentro del avión. Mis compañeras de viaje son una chica americana y su madre. Van muy preparadas con mascarilla, guantes y me han dado hasta unas toallitas para limpiar la mesa y los reposabrazos de mi asiento.
Mañana seguiré contando mi experiencia.
31 de marzo:
Ya he llegado a Londres. El vuelo ha sido una maravilla, se me ha pasado volando… ¡ja, ja, ja!
Este aeropuerto también parece fantasma, todo está cerrado y hay muy pocas personas. Ahora tengo que esperar aquí 5 horas para coger mi siguiente vuelo a Ámsterdam.
Me ha llamado la atención que no haya habido ningún control sanitario en ninguno de los aeropuertos, sin embargo, en África te tomaban la temperatura y te hacían preguntas sobre los síntomas de la enfermedad.
Ya han pasado las 5 horas de espera y ya estoy sentada en el avión dirección Ámsterdam, pero ¡vaya susto!  En la puerta de embarque, en cuanto han visto que mi pasaporte era español han venido 4 controladores y no me dejaban subir al avión porque creían que venía de España. Han llamado varias veces por teléfono y ya no quedaba nadie más por entrar al avión. En ese momento creía que me quedaba en Londres. Pero me acerqué a ellos con mi billete para mostrarles que había venido de Kenia y por fin me dejaron subir.
Al llegar a Ámsterdam he ido a la estación de tren para Bruselas y la señora también me ha preguntado mi destino final. Me ha dicho que tal vez tenga problemas para entrar en Bruselas.
Esta última parte que parecía la más fácil… solo en tren, ha sido complicada también. He tenido que hacer 4 transbordos de trenes y en el último antes de llegar a Bélgica, he oído por megafonía que a la bajada la policía haría controles para ver nuestro destino. Y así ha sido. He bajado del tren y 5 policías haciéndome preguntas. Les he enseñado los billetes que venía de África y me han dejado continuar.
Por fin a las 18:30 horas he llegado a la estación y estaba mi hermana. Todo mi cansancio del viaje se me ha pasado al verla. Aunque ha sido raro pues no nos hemos podido dar un abrazo ni un beso.
Ya son las 20 horas y las he acompañado a aplaudir al balcón (algo muy nuevo y sorprendente para mí). Me voy a dormir que el viaje ha sido muy largo.
Todo esto fue mi viaje de vuelta, la vuelta a una situación totalmente diferente a la que dejé. Un mundo pendiente de un virus, una pandemia que ha frenado el mundo.
Me estoy acostumbrando poco a poco a no salir, a ir con mascarilla, a salir al balcón. En definitiva a hacer todo eso que vosotros lleváis mucho tiempo haciendo.
Sois unos valientes. Mucho ánimo y un abrazo virtual.
Ah… y aunque ya no esté por África seguiré escribiendo. Tengo muchas historias que contar.

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