miércoles, 24 de abril de 2024

Capítulos 1 y 2

Juan Carlos García Torres Martínez
30 octubre 2021
2.203
Capítulos 1 y 2
Imagen de Vicente Beltrá.

1

Anoche volví a salir a la calle. No sé en qué día estamos de confinamiento. Debe ser el séptimo.

No podría jurarlo. Como las anteriores noches he cogido la bolsa de basura. Es el único momento en que me resulta excitante salir. Salir porque está prohibido.

Salgo a la calle y veo que no hay nadie. Quizá todos se han resignado a la escalvitud del estado de alarma.

Suelo ir al contenedor ubicado a unos metros de mi casa. Pero anoche me rebelé y cruce la Gran  Avenida, esa calle que divide el pueblo en dos partes bien diferenciadas. Sabía que estaba infringiendo la ley. Y fue en ese momento cuando desde no sé dónde, me rodeó la luz azul con que se distinguen los coches de policía. Abrí el contenedor de la calle de enfrente y relajé mis movimientos para que se percataran de quesimplemente estaba cumpliendo con mi misión, aunque lo cierto es que no debería haber cruzado.Llevaba un trozo de papel para levantar  la tapa y no contaminarme. Todo está contaminado ahora. Hace una semana podíamos abrazarnos y besarnos sin pudor. Ahora apenas cruzarnos a un metro. Todos nos tememos porque ignoramos si el otro nos va a contagiar. El coche se detuvo y esperó pacientemente frenteal paso de peatones a que yo cruzara de vuelta a mi casa. El start/stop del vehículo hizo que durante un instante toda la ciudad quedará en silencio.

Es en ese momento cuando ignoras si va a salir el policía del vehículo para preguntar y quizá multarte. Es cuando el corazón se acelera como si estuvieras cometiendo el peor de los delitos.

Me dejaron cruzar. Apenas les miré de soslayo, bueno dirigí la mirada hacia el capó. El coche reanudó su marcha y cuando estaba sacando la llave para abrir la puerta del edificio, la angustia se convirtió en desafío y decidí seguir caminando por la calle hacia la siguiente esquina. Nadie. Me asomé por si la patrulla había doblado nuevamente para neutralizarme. A fin de cuentas no tendrían cosa mejor que hacer que comprobarmi destino. Quizá mi identidad.

En un alarde de atrevimiento, doblé la calle hacia arriba y anduve toda la manzana respirando ese aire fresco que queda después de haber estado todo el día lloviendo. Me quité la gorra y la escondí en mi cazadora. Supuse q así, caso de coincidir con los mismos agentes pensarían que era otra persona.

Alcancé nuevamente la Gran Avenida e hice también la manzana de abajo. Después de todo si me cazaban podría decirles que iba a consultar la farmacia de guardia. Era creíble porque en esa calle está mi farmacia habitual y apenas hay una calle en paralelo desde mi calle. Al llegar nuevamente a la bocacalle el corazón me dio un respingo. Había escuchado un ruido, pero provenía de una de las ventanas de algún edificio colindante. Recordé las viejas historias que contaba mi padre sobre el estraperlo y supuse las sensaciones que experimentarían.

Por fin alcancé nuevamente mi portal. Había respirado y andado unos cientos de metros. Subí los tres pisos que conducen a casa andando. Me lavé con fruición las manos tal como nos recomendaban continuamente. Me acosté. El corazón aún palpitaba más fuerte de lo habitual. Ya en la cama pensé que nunca hubiera imaginado que sacar la basura fuera una aventura tan excitante. A ver mañana…

2

¿Qué mal puede hacer un hombre de mediana edad caminando solo por la calle a las doce de la noche con una bolsa de basura?

He vuelto a hacerlo. He aprovechado ese momento (momento delincuente) para escapar. Esta vez al salir del portal he girado a la derecha consciente que el contenedor más cercano está a unos ciento cincuenta metros. Eso me dará el suficiente tiempo para estirar las piernas y oxigenar el cerebro.

Cuando he llegado, el contenedor había desaparecido. No sé, deben haberlo cambiado de sitio. Me he desorientado. No me extraña, estas luces led que se utilizan ahorraran mucho, pero son propias de la época de Jack el destripador. Sólo falta la niebla para conseguir en su totalidad el aspecto tétrico de la calle. He subido una calle más. Una fina lluvia alcanza mi cara consiguiendo despejarme. No veo a nadie. Todos están acobardados en sus casas. He tirado la bolsa en un contenedor de residuos orgánicos como muestra de rebeldía. Creo q dentro llevaba una pequeña botella de cristal. Falta grave, supongo. El breve paseo me ha sentado bien, he girado nuevamente por mi calle y cuando estaba a tan solo un par de metros de casa un resplandor azul ha logrado iluminarlo todo. Me lo temía. Hoy no me libro. A mi espalda el coche ha acelerado hasta alcanzarme. Coche de Policía Nacional: “¿Dónde se dirige señor?”, me ha preguntado uno de los agentes equipado con su mascarilla y guantes de látex (me pregunto cómo habrán conseguido el material) “Acabo de tirar la basura. Esta es mi casa”. He respondido lo más calmado y natural que he podido.

Ese breve instante en que uno no sabe si acabará multado o peor, detenido, es el que ha conseguido liberar mi cerebro de este cautiverio. A ver mañana…

Juan Carlos García Torres Martínez
Juan Carlos García Torres Martínez
Acerca del autor

Juan Carlos García Torres Martínez nació en Elda en 1962, era el cuarto de cinco hermanos y siempre fue buen estudiante y con gran capacidad para hacer amigos. Estudió la carrera de Derecho pero nunca ejerció como abogado, aunque su profesión como secretario judicial siempre le mantuvo relacionado con las leyes. Desde muy joven fue un apasionado de la música, llegando incluso a ser fundador de la tuna de derecho de alicante. Otra de sus pasiones fue el deporte; su bicicleta conocía bien todos los montes y parajes de nuestra comarca, pero si hay algo que no abandonó nunca fue la escritura. Le gustaba plasmar vivencias cotidianas transformándolas en pequeñas historias de aventuras. Su tono irónico quitaba dramatismo a lo que relataba, él era así en su propia vida, intentando darle a todo un toque surrealista propio de su personalidad, y con ese estilo escribió su novela corta titulada "el temor" que fue ganadora del premio Ciudad de Elda de Cuentos en 1992.

Fue durante el confinamiento, entre los meses de Abril a Junio de 2020, cuando Juan Carlos hizo un pequeño diario de sus vivencias con su caracteristico estilo

Tristemente Juan Carlos nos dejaba el 16 de febrero de 2021 por causa del Covid, pero su legado literario y personal nos acompañará para siempre.

Éste es un pequeño homenaje póstumo a un discreto artista pero una gran persona.

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