viernes, 29 de marzo de 2024

Con la lluvia y sus cavilaciones, la vida perenne

Rafael Carcelén
25 diciembre 2015
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Con la lluvia y sus cavilaciones, la vida perenne
Niall Williams, autor de Una historia de la lluvia.

Decía en una reciente entrevista el cantautor Ismael Serrano, a propósito de la publicación de su novela Ahora que la vida, que las buenas obras -a diferencia de lo que ocurre en las redes sociales- deben ser ambiciosas en su afán por trascender el momento, el mensaje más lineal e inmediato. Si la semana pasada les recomendaba tres valiosos libros dentro del género poético, esta les expondré mis impresiones de otros tres (una novela, un ensayo y un lúcido testamento intelectual) que sin duda trascienden la coyuntura del instante o de la situación en que fueron escritos.

La historia de la lluvia, octava novela del irlandés Niall Williams, publicada en septiembre en la editorial Lumen, es eso, una historia de historias cautivadora, extraordinaria, sorprendente. Ruth Swain, postrada en la cama esperando una posible cura a su enfermedad con solo 19 años, nos cuenta todo lo que desde ella ve y siente, conjugando en la narración la historia de sus antepasados (su padre poeta, su abuelo escritor del tratado El salmón en Irlanda, etcétera) con la suya propia o con la de los casi cuatro mil libros numerados de la biblioteca que heredó de su padre y que ha leído con fruición. Sorprende la madurez de la protagonista, la lucidez con que nos cuenta su situación, utilizando un lenguaje que alterna el lirismo, la ironía, el humor  y la cháchara con una capacidad asombrosa para describir tan introspectivamente los paisajes exteriores como los de su propia imaginación. Por momentos, y ante la gravedad en que Ruth se debate, es como si todos esos libros que ha leído, y en los que se recrea, le sirviesen de bálsamo y revitalizante. Como esa lluvia que no cesa. “Somos nuestras historias. Las contamos para seguir vivos o mantener con vida a quienes ahora solo viven en el relato”, nos dice. Léanla si pueden. Preciosa. Excelente.

El final del pensamiento, como el final de la Historia, supondría la culminación, la clausura, de la época moderna como proyecto histórico. Frente a esta tesis de Habermas, entre otros, la filósofa y profesora Marina Garcés defiende en Filosofía inacabada, publicado en noviembre en Galaxia Gutenberg, el no acabamiento de dicho proceso y que consistiría en “aprender a escuchar lo no escuchado de la modernidad”, es decir, que no sólo no estaríamos ante la muerte de la filosofía sino que, si escuchamos a los autores del siglo XX más atentamente, concluiremos que el pensamiento hoy está más vivo que nunca, más en la vida concreta de cada uno de nosotros. “Del fin de la filosofía a la filosofía inacabada, de la Historia de la Filosofía a los ecosistemas de pensamiento”, sería el paso a dar, efectuando una relectura -como hace la autora en la segunda parte del libro- de los principales filósofos del siglo XX. Desde esa perspectiva abierta, inacabada, “encontraremos pistas y herramientas para los problemas irresueltos de nuestro propio presente”. Otra mirada, una relectura diferente y de lo diferente, terminará abriéndonos los ojos. Un libro muy estimulante que propone desbordar los dominios de la filosofía con la propia filosofía, a “la conquista de una nueva confianza (…) para abrir mundos habitables en este mundo común”.

Portada del libro de Marina Garcés.

Publicado en marzo por Plaza y Janés, La vida perenne de José Luís Sampedro constituye el legado quintaesenciado de un humanista de primer orden. En los textos y notas inéditos recogidos por su viuda, Olga Lucas, hay citas de la sabiduría taoísta, védica o sufí, y auténticos fogonazos de lucidez como estos: “Mi ideal sería vivir con más simplicidad, con lo esencial. Mi ideal sería vivir en una celda sin objetos…”; “Creo que se aprende por la piel”; “vivir sintonizado consciente o inconscientemente con el mundo, con el Universo, con lo que me rodea, con el todo del que tú formas parte. Ser parte profunda de ese todo, eso es la sabiduría”; “Hay que enterarse, comparar, elegir. Ser fronterizo. Familiarizarse con mundos diversos”; “El maestro está para ayudar a ver, no para cegar a sus discípulos”, etcétera. Un libro que muestra algunos trazos de ese camino hacia la sabiduría perenne (y desde cuyo título remite a La filosofía perenne de Aldous Huxley) enriquecido con las fotografías siempre metafóricas y sugerentes de Chema Madoz para conformar una edición pulcra, equilibrada e impecable. Acabo con esta pequeña pero inmensa aseveración de un sabio insustituible:

“Para mí la tarea del hombre debe ser doble: por una parte, la persecución de una trayectoria consistente en hacerse lo que se es, y por otra, frente a lo imprevisible, adoptar una actividad digna de un ser humano. Pero no es que sean dos objetivos diferentes, pues sólo haciéndose se gana dignidad, y sólo dignamente tiene sentido hacerse”.

Interior de La vida perenne, de José Luís Sampedro.

Rafael Carcelén
Rafael Carcelén
Acerca del autor

Además de disfrutar como maestro de escuela, me encanta escribir. Y leer. Y subir los montes alicantinos. Y jugar al ajedrez. Y… siempre me sigue apeteciendo aprender. Y segregar lo que aprendo -lo que vivo, lo que siento- en artículos, poemas y aforismos como éste: “¿Es imaginable la felicidad en un grano de pimienta?”

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