El Teatro de la Zarzuela de Madrid (3)
Cerrábamos nuestro segundo capítulo dedicado al Teatro de la Zarzuela de Madrid con el dato de que en 1921 el coliseo fue convertido en pista de circo. Hacía ya algunos años que este teatro programaba muy pocas representaciones del género que le daba nombre. La fortuna en forma de desgracia quiso que las representaciones de zarzuela por vez primera en su historia estuvieran subvencionadas por el Estado.
El cierre en 1925, en principio temporal aunque se dilató mas de cuarenta años, del Teatro Real de Madrid, por amenazar ruina, precisó que el gobierno presidido por el General Primo de Rivera buscase un escenario donde ofrecer las sesiones de ópera. Se llegó a un acuerdo con los empresarios del Teatro de la Zarzuela quedando allí constituido el Teatro Lírico Nacional. En tales circunstancias este era el coliseo más adecuado hasta que el Real reabriese sus puertas, lo cual no se produjo hasta 1966 y solo como sala de conciertos.
Dos temporadas completas duró el convenio. En la primera de ellas, la 1926-1927, se produjo el estreno de El Caserío, de Jesús Guridi, con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, además de las reposiciones de La bruja y El rey que rabió, de Ruperto Chapí, Maruxa y Doña Francisquita, de Amadeo Vives, y algunas otras. De ópera se programaron Francesca de Riminí y Los cuentos de Hoffman.
En la temporada 1927-1928, hubo nuevos estrenos, destacando La Villana, de Amadeo Vives y La marchenera, de Federico Moreno Torroba. Nuevas reposiciones de El caserío, Maruxa, Doña Francisquita y La bruja, además de La tempestad, de Ruperto Chapí, El barberillo de Lavapiés, de Francisco Asenjo Barbieri, El señor Joaquín y La viejecita, de Manuel Fernández Caballero, y El húsar de la guardia, de Amadeo Vives y Gerónimo Giménez.
El programa operístico fue de campanillas, siendo trece los títulos programados, además de conciertos sinfónicos y recitales de cantantes líricos.
La cosa parecía funcionar, pero qué poco dura la alegría en la casa del pobre. Para una vez que el Estado subvencionaba la zarzuela, llega la crisis económica que acabó con la dictadura de Primo de Rivera y el exilio del Rey Alfonso XIII. Al término de la temporada 1927-1928, el Teatro Lírico Nacional quedó eliminado de un plumazo, volviendo al Teatro de la Zarzuela las variedades, el teatro hablado y el cine.
Nuevo atisbo de apoyo institucional con la llegada de la Segunda República en abril de 1931: se restituye el Teatro Lírico Nacional. Esta vez no fue el Teatro de la Zarzuela su sede. El proyecto lírico del nuevo régimen se desarrolló en el Teatro Calderón, igualmente privado (1*). Asumió su dirección artística el compositor Federico Moreno Torroba, quien ya la había ejercido en el periodo anterior.
Grandes artistas
En su nueva etapa de vuelta a todo tipo de espectáculos, fue en el Teatro de la Zarzuela donde se estrenó en 1930 Fútbol, amor y toros, la primera película sonora del cine español. Al menos así rezaba en su publicidad. La variedad de géneros propició actuaciones de primerísimas figuras españolas del cante, baile y otras manifestaciones artísticas.
Concha Piquer debutó en La Zarzuela el 3 de septiembre de 1932. Tras la guerra estuvo algunos años sin actuar, por problemas en la voz. Su reaparición, ya en perfectas condiciones vocales, se produjo en este mismo teatro, con su espectáculo Puente de Coplas, el 18 de mayo de 1957.
Antes de su debut escénico se había proyectado su película El negro que tenía el alma blanca, en septiembre de 1928.
Homenajes
Durante estos años en el Teatro de la Zarzuela no faltaron los homenajes, algunos de cariz político, hacia personajes muy significativos y antagónicos, al mismo tiempo.
El 14 de septiembre de 1928 se le tributó al General Miguel Primo de Rivera, presidente del gobierno español y del régimen dictatorial. La función artística fue en su totalidad de cante y baile flamenco. Casi tres meses después, el 9 de diciembre, el homenaje fue a la memoria de Pablo Iglesias, fundador del Partido Socialista Obrero Español, al cumplirse el tercer aniversario de su muerte. Aquí se representó una obra teatral de Pedro Calderón de la Barca y fragmentos de ópera y zarzuela.
El 30 de mayo de 1931 fueron los capitanes republicanos Fermín Galán y Angel García Hernández, los “mártires de Jaca”, quienes fueron recordados en una función benéfica, cuyos ingresos se destinaron a levantar en Madrid un monumento en su memoria. Hubo representación teatral, recital poético y una última parte lírica con el eminente tenor Miguel Fleta, quien a pesar de estar en clara línea descendente de su fugaz carrera artística, cosechó un éxito resonante cantando romanzas de zarzuela y ópera.
Un último homenaje digno de reseñar en el Teatro de la Zarzuela es el tributado al dramaturgo Ramón María del Valle Inclán, el 14 de febrero de 1936. Entre los rapsodas que subieron al escenario destacó la presencia de Federico García Lorca, cuyos recitados fueron premiados con aclamaciones.
Durante la guerra y años posteriores el Templo del Género Grande siguió en su línea irregular, con temporadas completas sin verse zarzuela en su escenario.
Estreno accidentado de La tabernera del puerto
Estrenada en Barcelona en mayo de 1936, el propio periodo bélico entre españoles fue la causa de que La tabernera del puerto, último gran éxito de la zarzuela, no llegase a Madrid hasta un año después de acabada la guerra. Su estreno madrileño se produjo el 23 de marzo de 1940 en medio de una confusión de órdago.
Desde la jefatura de Falange Española se instó a Pablo Sorozábal, autor de la partitura, para que publicase en la prensa un manifiesto de adhesión a la misma y que le cediese sus derechos de autor. Sorozábal se negó en rotundo y fue vetado para dirigir las representaciones. Se le prohibió que al final de cada función saliera al escenario para corresponder a los aplausos del público y que su nombre figurase en las carteleras. Hubo hasta “reventadores” pagados, como en los viejos tiempos, para hacer fracasar la presentación madrileña de Tabernera.
A pesar de todos los inconvenientes habidos y por haber, la música bellísima de Sorozábal alcanzó uno de los éxitos mas resonantes vividos en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Se dieron 101 representaciones, entre el 23 de marzo y el 12 de mayo.
Los musicales
Los musicales, tan en boga en los últimos tiempos, y tan presentes en la cartelera madrileña, llegaron a España a través del Teatro de la Zarzuela.
El 16 de enero de 1955 se presentaba la comedia norteamericana Al sur del Pacífico, en versión traducida al castellano. El éxito fue de los que hacen época, manteniéndose en cartel hasta el 3 de abril. No hubo posibilidades de prórroga, pues había que cumplir con la programación establecida, hasta el 20 de junio fecha en que se cerró el teatro, para ser sometido a obras de reforma, al haberlo adquirido la SGAE.
Fue su protagonista principal el barítono Luis Sagi Vela (2*), quien poco después se retiró de los escenarios. En sus dos últimas temporadas, antes de este nuevo cierre, no hubo ni una sola función de zarzuela.
Dieciséis meses después, el 23 de octubre de 1956, un nuevo y esplendoroso Teatro de la Zarzuela reabría sus puertas, ahora sí con claras intenciones de sus gestores, la SGAE, de dedicarlo al género por el cual se había construido e inaugurado, justo cien años y trece días antes. Se contrató a José Tamayo como director artístico y a Odón Alonso en la dirección musical.
La reinauguración del teatro, y conmemoración al mismo tiempo de su primer centenario, no pudo ser mas triunfal. Se puso en escena la obra cumbre de la zarzuela española, Doña Francisquita, con música de Amadeo Vives y libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw.
Triunfar, triunfaron, sobre todos Ana María Olaria, soprano ligera de carrera exitosa y porvenir muy brillante, y un desconocido Alfredo Kraus (3*), junto a Ana María Iriarte, Gerardo Monreal y Selica Pérez Carpio. Aquellas representaciones gozaron de un éxito sin precedentes. Doña Francisquita estuvo en cartel hasta el 31 de enero de 1957, en funciones de tarde y noche. Mas de tres meses, algo impensable en los tiempos actuales. Hubo un segundo reparto de primeras voces con Lina Huarte, Inés Rivadeneira, Carlos Munguía y Agustín Godoy.
Las obras programadas a continuación, en contra de lo esperado, no contaron con el favor del público. Pero de ello ya nos ocuparemos en ocasión próxima (4*).
P.D. Dada su rabiosa actualidad, aprovechamos este artículo que trata sobre el Teatro de la Zarzuela de Madrid, para dar cuenta de que el viernes 30 de octubre último se despidió de su dirección general el italiano Paolo Pinamonti, tras 4 años en el cargo.
Pinamonti deja España un año antes de finalizar su contrato, para asumir la dirección del Teatro San Carlos de Nápoles. El director musical Cristóbal Soler, natural de Alcásser, tambien ha cesado en su cometido.
Desde el pasado domingo 1 de noviembre ocupa la dirección de La Zarzuela, por un período de 5 años, el argentino Daniel Bianco. Resultó elegido entre 26 aspirantes al puesto.
De inmediato nombró nuevo director musical al asturiano Óliver Díaz.
1*: El Teatro Calderón de Madrid se encuentra en la calle Atocha, esquina a la Plaza de Jacinto Benavente. En la actualidad lleva el nombre de una firma comercial. Durante el tiempo que albergó al Teatro Lírico Nacional se estrenaron en él un buen número de zarzuelas. De entre ellas las de mayor éxito fueron Luisa Fernanda, 1932, y La Chulapona, 1934. Ambas con música de Federico Moreno Torroba y libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw.
2: Luis Sagi Vela fue hijo del barítono Emilio Sagi Barba (una de las leyendas de la zarzuela española) y de la soprano Luisa Vela. Ya antes de nacer “participó” en numerosas representaciones e incluso algún estreno. Sagi Vela nació el 17 de febrero de 1914. Su madre había estrenado solo 12 días antes Las golondrinas, de José María Usandizaga.
Con solo 20 años Sagi Vela estrenó La del manojo de rosas, a la que seguirían otros títulos de éxito en su momento, que no han perdurado.
3*: Según comentó Ana María Olaria en una intervención suya en “Cine de barrio”, de las tardes de los sábados en la 1 de TVE, fue ella quien instó a la dirección del teatro para que contratasen a Kraus. Ambos habían cantado la ópera Rigoletto, en Sevilla, lo que supuso un descubrimiento enorme para la Olaria.
Kraus había debutado ese mismo año, el 17 de enero con Rigoletto en El Cairo. Cuando llegó al Teatro de la Zarzuela en octubre su bagaje operístico era muy escaso todavía. Tan solo había participado en 9 representaciones de ópera, en El Cairo, Cannes, Sevilla y Venecia.
4*: Datos extraídos de la Historia del Teatro de la Zarzuela de Madrid, de Emilio García Carretero. Fundación de la Zarzuela Española, año 2004.
Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.
Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.
Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!
Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.
Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.