La Fábrica de Silvestre Hernández Poveda

Para algunos historiadores, la fábrica de calzados de Silvestre Hernández Poveda sería en todo caso la primera gran industria, una de las primitivas grandes fábricas de Elda, creadas en la última parte de siglo XIX.

Silvestre Hernández nació en Elda en el año 1851, es decir, muy próximo su nacimiento al incipiente inicio de las actividades artesanales en Elda, en la confección de zapatos de pequeña calzadura y que los talleres de la época venderían en los mercadillos próximos a la población eldense.

Nuestro protagonista debió corretear en su niñez por las angostas callejuelas que conformaban el casco antiguo de la ciudad, esas que aparecen pintadas en la plaza de arriba y de donde partía la calle de El Castillo, unas calles que fueron derribadas casi cuarenta años atrás, de las que no queda más que el recuerdo en esos murales, a modo de telón de fondo, en la nombrada plaza existente junto al Ayuntamiento.

Silvestre en su juventud aprendió el oficio de zapatero y se aventuró en crear su primer taller de fabricación en la calle San Roque, aproximadamente en lo que hoy es la plaza de las Huestes del Cadí, nuestra última comparsa del bando moro alumbrada con fuerza hace casi 50 años y que como si la energía de la zona, en la que se ubica y trabajó la fábrica de Silvestre Hernández quisiera transmitirnos, en el seno de las Fiestas de Moros y Cristianos de la ciudad, el poder de la voluntad creadora que indudablemente produce un influjo en todo lo que supone nuestra Elda más histórica y emblemática; en este caso, “Las Huestes”, aportan a la fiesta la cultura de sus mensajes a través del Concurso Internacional de Minicuadros, que da prestigio a la comparsa, a la fiesta y a nuestra ciudad de Elda.

Aquel primer taller de fabricación de calzados tuvo su originaria actividad en el año 1883, pero la fuerza creadora del calzado de calidad obró el milagro, de un taller con apenas una veintena de trabajadores, se pasaría a final de siglo a una de las fábricas más grandes en número de trabajadores y en producción de zapatos de todas las clases, como se hacía en aquellos años.

El visionario empresario vivió muchos años para asistir al gran auge de la industria local y también al trágico final que, con la Guerra Civil, arruinaría parte del entramado industrial de España y, aunque la industria del calzado de Elda y Petrer se salvaría en parte gracias a la SICEP, afectó sin duda a ambas ciudades.

Silvestre murió a los 95 años, en 1947, dejando atrás una huella indeleble al ser el pionero en la provincia de Alicante y quizá en España, en fabricar zapatos artesanos y mecanizados y haber alcanzado la gloria de ser fundador de una gran industria.