Capítulo 3 y 4
3
Treinta metros separan el contenedor más cercano del portal de mi casa. Confieso que hoy he salido sin intención de escapar.
¡Dios NO! ¡Acabo de ver salir un chino del portal de enfrente! Lleva una bolsa de basura. Como yo. Viste con un batín amarillo de rizo. No como yo. Se ha colocado la mascarilla. Como yo. Bajo la bata está equipado con un pijama color beige de dudoso gusto (bueno al menos no es de flores).
Al verme sus ojos rasgados se han abierto más de lo habitual. Creo que ha pensado que puedo contaminarlo en la eyección de la bolsa al contenedor.
Me he visto forzado a cambiar el itinerario. Para evitar la posible conexión decido fugarme a la calle de arriba (volvemos a las andadas). Allí hay un par de contenedores subterráneos. Nunca me han gustado los contenedores subterráneos. Mucho ruido por la noche cuando el camión tiene que descargar su contenido. Abro la portezuela con un kleenex. El olor a descomposición es notable. Imagino la cantidad de podredumbre que debe amontonarse allá abajo. Misión cumplida...¿O no?
Me he venido arriba. Es superior a mí. Lo reconozco. Tengo alma de delincuente. Voy a caminar un par de calles. Cuando comienzo a acelerar el paso, de repente me detengo. Acaba de iluminarse la calle con esas luces azules de ayer. ¿Otra vez? Tan pronto me han detectado?
Falsa alarma tan solo era un escaparate que reflejaba unas luminarias cercanas. El peligro acecha. En cualquier momento me pueden descubrir. No hay que confiarse. Sigo con paso ligero e imagino posibles coartadas. Hay un contenedor de reciclaje a unos cien metros. Puedo excusarme alegando que he ido a tirar unos zapatos viejos. Aunque eso puedo decirlo después de rebasar el contenedor porque no llevo ninguna bolsa en la mano. Alcanzo el objetivo. A unos metros veo una mujer que no lleva ni bolsa de basura ni batín. Creo que ha cogido mi idea y aprovecha para huir. Me ve. ¿Me ve? Puede que tan solo escuche mis pasos y piense que soy policía. Obviamente si se volviera y decubriera mi estatura descartaría ese pensamiento. Acelera el paso y gira en la primera esquina sin mirar atrás.
Yo ya estoy nuevamente en el portal. Saco la llave. Cuando voy a introducirla pienso que la vida es corta y hay que sacarle todo el jugo. Recorro cincuenta pasos más hasta asomarme a la esquina. Más que nada para observar la Gran Avenida en toda su plenitud. Quizá algún vehículo policial. Nada.
Vuelta atrás y cuento los pasos. Enciendo la luz de la escalera y subo andando. Trueno azul vuelve a base sin novedad. A ver mañana…
4
Hoy he mandado a mi hija a tirar la basura. Sospecho que me controlan mediante drones. No es normal q cada vez que salgo me localicen en poco menos de dos minutos. Le he pedido una peluca a mi mujer. Quizá así les confunda. Al menos pensarán que soy una persona distinta.
Mi mujer ha pensado que esto de la peluca es una broma de mal gusto y ni se ha planteado buscarla. Tendré que hacerlo yo, aunque aprovechando alguna de sus siestas. Es muy ordenada y se puede enfadar. Hasta que localice el postizo tendré que posponer mi salida nocturna. A ver mañana…
Juan Carlos García Torres Martínez nació en Elda en 1962, era el cuarto de cinco hermanos y siempre fue buen estudiante y con gran capacidad para hacer amigos. Estudió la carrera de Derecho pero nunca ejerció como abogado, aunque su profesión como secretario judicial siempre le mantuvo relacionado con las leyes. Desde muy joven fue un apasionado de la música, llegando incluso a ser fundador de la tuna de derecho de alicante. Otra de sus pasiones fue el deporte; su bicicleta conocía bien todos los montes y parajes de nuestra comarca, pero si hay algo que no abandonó nunca fue la escritura. Le gustaba plasmar vivencias cotidianas transformándolas en pequeñas historias de aventuras. Su tono irónico quitaba dramatismo a lo que relataba, él era así en su propia vida, intentando darle a todo un toque surrealista propio de su personalidad, y con ese estilo escribió su novela corta titulada "el temor" que fue ganadora del premio Ciudad de Elda de Cuentos en 1992.
Fue durante el confinamiento, entre los meses de Abril a Junio de 2020, cuando Juan Carlos hizo un pequeño diario de sus vivencias con su caracteristico estilo
Tristemente Juan Carlos nos dejaba el 16 de febrero de 2021 por causa del Covid, pero su legado literario y personal nos acompañará para siempre.
Éste es un pequeño homenaje póstumo a un discreto artista pero una gran persona.