Las cajas de los recuerdos
Hoy la fotografía se ha convertido en un objeto cotidiano y, a menudo, efímero, gracias al uso y abuso de móviles y cámaras digitales. Pero conviene mirar hacia atrás para recordar lo que para nuestra historia personal y la de nuestros pueblos y ciudades significó el descubrimiento de la fotografía hace casi dos siglos. La historia del último siglo no sería la misma si no dispusiéramos de estas imágenes que muestran los acontecimientos políticos, sociales o los más cotidianos de la vida y costumbres.
Nuestra propia historia individual sería distinta sin esos centenares de fotografías antiguas que, a menudo amarillentas y algo rotas, la mayoría de nosotros guardamos en nuestras casas en alguna caja de metal, cartón o madera o pegadas en un álbum. Algunas de ellas, las más antiguas, nos sorprenden porque tienen formato de tarjeta postal y otras porque no conocemos a nadie de los que aparecen en las mismas.
Parte de estas fotografías son de nuestros antepasados, la mayoría hechas en el estudio del fotógrafo con decorados y posados que nos llaman la atención. Algunas de ellas corresponden a hombres durante el servicio militar, otras son de nuestras familias que solían inmortalizarse acudiendo a los retratistas y haciéndose fotos de estudio, con vestimentas que hoy nos resultan curiosas, y que tienen un encanto muy especial. Hoy es el momento de agradecer a todos esos maestros de la fotografía su labor porque gracias a ellos permanecen en nuestra retina y en nuestra memoria familiares que ya no están con nosotros, nuestros antepasados, nuestros seres queridos. Aunque también es verdad que no todos podían permitirse el lujo de retratarse ya que había familias que apenas tenían recursos para subsistir.
Al contemplar estas imágenes, muchas veces se nos escapa una sonrisa y, otras, la nostalgia se apodera de nosotros. Estas fotos forman parte de nuestro patrimonio emocional y son importantes porque nos permiten seguir el ciclo vital de los nuestros, recrea nuestras vidas y de los que nos precedieron ya que abarcan todas las etapas vitales: desde recién nacidos, de niños, celebrando cumpleaños, comuniones, adolescencia, juventud, servicio militar, bodas, con los hijos, de mayores… A la vez nos hablan también de nuestros lugares, de nuestros monumentos y de nuestras celebraciones y fiestas más significativas.
Estas fotografías nos hacen conectar con nuestras familias y con nuestros afectos y muchos de nosotros las guardamos como un verdadero tesoro que es conveniente conservar y mantener. Una colección que manoseamos y que miramos una y otra vez y que intentamos retener en nuestras retinas para que no se nos escapen nuestros recuerdos de las manos. Cuando tenemos tiempo nos gusta sacar nuestra caja y ver todas esas imágenes que nos evocan nuestro pasado. En ellas podemos ver a nuestros familiares, a nuestros amigos y a gente que es o ha sido importante en nuestra vida y por eso tenemos un recuerdo suyo.
También en estas cajas hay recordatorios de comuniones o de bodas a las que hemos asistido y en numerosas ocasiones fotos de fiesta antiguas. Son fotografías que muchas veces nosotros no les damos importancia pero que pueden tener un significado especial para las comparsas porque contribuyen a completar su historia. Algunas formaciones festeras, como los Labradores y los Moros Viejos están recogiendo imágenes que se guardan esparcidas en muchas de esas cajas con el objetivo de reconstruir su historia gráfica.
Hoy, he querido compartir con todos vosotros estas fotos familiares que conservo en mi caja, con el deseo de que, si os apetece y, ahora que pasamos más tiempo en casa debido a las circunstancias que estamos viviendo, ordenemos nuestra colección. Creo que es un buen momento para hacerlo y ahora, si todavía no es tarde, podemos preguntar a nuestros mayores para que nos ayuden a reconocer a nuestros antepasados, poniendo los nombres a lápiz y la fecha aproximada detrás de cada fotografía. Es, sin duda, una manera interesante de reconstruir y conocer más y mejor nuestra historia familiar. Os aseguro que será interesante y disfrutareis haciéndolo. Si queréis llegar más lejos podéis escanearlas para conservarlas en formato digital.
En esta crónica hemos querido reivindicar la importancia de las imágenes porque estas instantáneas suponen un legado visual que nos permite conocer mejor la historia de nuestras familias que, a la vez, son un pequeño fragmento de esa HISTORIA con mayúsculas que conforman la vida y la forma de ser de todo un pueblo: Petrer.
Esta crónica en la que aparecen fotos de mi madre quiere ser un pequeño homenaje a ella y a todas las madres. Con ella y ya antes lo hice con mi abuela, he repasado muchas veces la caja de los recuerdos. Va dedicada a todas las madres, con las que estoy segura que vosotros también habréis mirado, remirado y disfrutado de esas imágenes que nos hablan de quiénes somos y de dónde venimos. ¡Va por todas nuestras madres y por esas joyas que conservamos en nuestra caja de los pequeños tesoros familiares! ¡Ánimo y a rescatarlas del olvido!
M.ª Carmen Rico Navarro cursó estudios de Geografía e Historia en la Universidad de Alicante, licenciándose con Grado con la presentación del estudio sobre la tradición alfarera de Petrer, obtuvo la calificación de sobresaliente por unanimidad (1996).
Desde 1983 es Técnico de Archivos y Bibliotecas del Excelentísimo Ayuntamiento de Petrer. Estudiosa de la historia y los temas de Petrer, su localidad natal, de la que es cronista oficial desde 1994.
Es autora de varios libros y trabajos de investigación entre los que destacan: Del barro al cacharro: La artesanía alfarera de Petrer (1996), Azorín y Petrer (1998), Catálogo del pintor Vicente Poveda y Juan (1998), Apuntes para la historia de Petrer: Vida y obra del presbítero Conrado Poveda (2000), Las calles de Petrer (2002), La lectura en Petrer (2005), Historia de la sanidad en Petrer (en colaboración) (2006), Un siglo de música, publicación que obtuvo el Premio Euterpe (2006), Petrer 1935: Un pueblo en blanco y negro (2007) y El marquesado de Noguera: Un señorío nobiliario en Petrer (en colaboración) (2014). Además ha escrito numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas.
Ha dirigido la revista cultural Festa en distintos periodos (1988-1994, 1997-1998 y 2001) y las colecciones de monografías “Vila de Petrer” y “L’Almorxó”.
Además fue la primera pregonera de las fiestas de la Virgen del Remedio en 2015 y es buena conocedora y una apasionada de las fiestas de San Bonifacio colaborando siempre con todas las directivas.
M.ª Carmen se ha dedicado durante muchos años a investigar y divulgar el patrimonio local. Por todo lo expuesto y porque siempre ha sido una amiga y estrecha colaboradoras de Valle de Elda le damos la bienvenida y os invitamos, a partir de hoy, a leer y a disfrutar de sus Crónicas de Petrer.