jueves, 25 de abril de 2024

Vamos de paseo

Mª Carmen Rico Navarro
3 julio 2021
1.707
Vamos de paseo
La Explanada era un paseo entrañable lleno de vida por el que paseaban los petrerenses | Vicente Villaplana.

En los años 20 y 30 del pasado siglo la gente de Petrer paseaba por el conocido como Camino de los Pasos lo que conocemos en la actualidad como la Explanada. Durante los meses de verano, los domingos por las tardes, el camino se llenaba de gente que compraba lechugas y las consumía paseando durante horas. Estas lechugas, tan apreciadas por los petrerenses de entonces, se cultivaban en el huerto que había al final del camino, el huerto de la Teulaina. En este espacio que en la actualidad es el parque 9 d’Octubre vivía Virginia la Teulaina y su esposo Andreu. El Camino de los Pasos, los domingos por la tarde quedaba sembrado de hojas verdes. Para comerlas no existían diferencias sociales, toda la gente paseaba arriba y abajo luciendo sus trajes domingueros y los caballeros su sombrero plano de paja con la cinta negra, conocido como “ricardito”, a su alrededor. También vendían lions para los niños, que con sus canutos de caña fastidiaban a los transeúntes.   En este huerto vivió Bienvenida, abuela materna de Evaristo Pla Medina. Después de Bienvenida estuvo Andreu el del Cid, aunque por aquel entonces la costumbre de comer lechugas ya se había perdido por completo. Su último morador fue Enrique el Xambiter, oriundo de Jijona y con este nombre fue conocido el huerto.

La entrada del año 1935.

Por esta calle transcurría el día 13 de mayo la entrada de Moros y Cristianos, a las 8 de la mañana. Por este mismo recorrido pasaba la guerrilla la tarde de los días 13 y 14. En el programa de las fiestas de San Bonifacio de 1928, se puede leer que por la avenida Alfonso XIII tenía lugar la entrada de las comparsas. Contamos con bellas imágenes del año 1935 en las que podemos ver a las comparsas desfilando por esta vía pública.

 

Las cargos festeros de los Flamencos a su paso por la Explanada. Año 1935.

Gracias al cronista Hipólito Navarro sabemos que durante el primer tercio del siglo XX hubo una regular afición a los toros, especialmente durante la fiesta de San Bartolomé. Hubo una temporada en que incluso durante los domingos de verano había toros, becerradas y capeas en un local al aire libre bastante espacioso, llamado popularmente el Paraor del Magatzem, situado en el Camino de los Pasos, lindante por la parte de atrás con el carrer Nou. Allí paraban carros, reatas y arrieros, habilitándose en ocasiones para correr toros y celebrar charlotadas. Aquella improvisada plaza de toros era bastante ancha, pues cogía buena parte de lo que hoy es la Explanada, y resultaba un recinto aceptable para desarrollar las capeas. Las barreras las constituían carros de los que pernoctaban allí y de los que había al lado de la casa de l’Aperaor. Las gradas que daban a la parte del camino eran tablones. Cabía bastante gente y resultaban relativamente cómodas si el espectáculo no se alargaba demasiado. Además, los carros se llenaban de espectadores. Esta afición duró hasta unos años antes de la Guerra Civil, incluyendo el correr vacas emboladas con cuerdas y sin ellas, hasta que se fue perdiendo paulatinamente, como muchas de nuestras costumbres ante la llegada de los tiempos modernos.

 

Las amigas Amparo Navarro y Amalia Poveda de paseo por la Explanada.

También, Hipólito, refería que, por la festividad de la patrona, la Virgen del Remedio, entre las pocas actuaciones que entonces venían para diversión de chiquillos y grandes, las más divertidas eran las funciones de guiñol. Algunos feriantes plantaban juntas sus carpas, una en forma de sala y otra de tiro al blanco con balines, en el bancalet, al lado de la primera casa, donde comenzaba el carrer Nou. Les Cristovetes era un teatro de polichinela con unos personajes entre cómicos y dramáticos, que hacían las delicias de niños y mayores. Había varias sesiones al día, sobre todo en fiestas y domingos, que empezaban por la tarde y finalizaban al anochecer. Los asientos eran unos tablones largos con apoyos clavados en el suelo, que era de tierra machacada. Frente a la entrada estaba el escenario, bien adornado y perfectamente montado. El techo, en forma de ángulo, estaba cubierto por una lona grisácea. Se pagaba entre 10 y 15 céntimos, según las edades. El personaje principal, Cristóbal, conocido por todos como Cristoveta, era un matón gracioso, un pendenciero Don Juan de pacotilla, un “desfacedor de entuertos” que enredaba la trama, se pasaba de rosca y no dialogaba demasiado, con una moral poco recomendable, pero que hacía que el numeroso público de aquellos años en blanco y negro lo pasara en grande en aquel bancalet polvoriento, sin casas, con puertas y accesos a la calle Nueva: Gasparet l’Aperaor, el magatzem, los toros y, durante la primera guerra europea, los montones de manrubio, para elaborar medicinas, que se exportaban al extranjero.

En primer término el Gran Cinema | Vicente Villaplana.

En este paseo tuvo su sede, antes de la guerra, Izquierda Republicana al lado de lo que en la actualidad es la UGT. Entre los dirigentes locales de este partido político estaba Octavio García. En la actualidad el Ateneo Republicano se encuentra en este lugar.

Un edificio singular por sus múltiples usos fue la sede del Frente de Juventudes después de la Guerra Civil. Con anterioridad al conflicto bélico se ubicaba allí el Centro Obrero, dependiente de UGT y del partido socialista. Más tarde fue derribado y sobre él se construyó el inmueble actual que fue costeado con las cuotas sindicales de patronos y obreros de la industria local. En su parte superior estaba el ambulatorio, que tenía su entrada por el carrer Nou, y en el primer piso se hallaba la sede del sindicato vertical, con entrada por la Explanada. En la planta baja estaba el Consejo Local del Movimiento y por el callejón se accedía a la OJE. También en esta vía tuvo su primera sede la Caja de Ahorros de Novelda que fue inaugurada el 26 de febrero de 1956.

En la Explanada tomando el aperitivo del Bar de Tadeo. Entre otros, Sebastián, Remedios y Josefa. Al fondo el templete con los músicos tocando. Octubre, 1954.

En la que fue avenida de José Antonio, actual Explanada, tenía su taberna Tadeo Verdú, donde servía los mejores callos de todo Petrer. Tadeo ya había tenido un bar en Marruecos, estando de servicio en el año 1929, hasta que el estallido de la Guerra Civil le hizo retornar a Petrer, montando un establecimiento en la calle Pedro Requena por la década de los cuarenta que posteriormente trasladó a la Explanada. En la confluencia de las calles José Perseguer y Leopoldo Pardines, donde hoy está el edificio de la notaría, montó su bar en 1928 el monovero Juan Bautista Rico, el Chico la Blusa, que durante los meses de verano instalaba un toldo en la Explanada, aprovechando este espacio para poner algunas mesas más. Sus amigos organizaron una orquesta y los domingos hacían baile. Al finalizar la Guerra Civil, el bar se trasladó al nº 7 de la Explanada, donde tuvo gran aceptación.

El paseo de la Explanada en los años 40 del pasado siglo.

Por lo que se refiere a su estructura, este paseo tiene dos calles “adosadas” a la vía principal. El edificio Amalia está rodeado en tres de sus cuatro partes por un callejón de la anchura de un carro. Cuando se construyó el edificio hubo que respetar la servidumbre de paso de un par de casas del carrer Nou a cuyas antiguas cuadras y bodegas se accedía por el Camino de los Pasos. Algo parecido ocurrió en el nº 25 de la misma avenida, conocido por el vecindario como “el carreró”. Cuando se construyeron las casas que lo flanquean se respetó el paso a las viviendas cuya fachada principal da al carrer Nou.

El bar del Chico la Blusa. Foto: Luis Navarro Sala.

En este emblemático paseo lleno de historia, de vivencias y recuerdos, los jóvenes y menos jóvenes paseaban las mañanas de los domingos y festeaban los novios. Hoy ha pasado a ser una mera vía de tránsito para los automóviles.

También en la actualidad tiene su sede en esta avenida el sindicato UGT, en la primera planta, y desde 1986 la Asociación de Cultura y Ocio de la Tercera Edad ACOTE, el Ateneu Republicà, el Bar La Explanada y la Panadería Herrero.

Los Estudiantes en la entrada de 1935 | Del Río.

Hasta aquí recuerdos y más recuerdos de un pasado irrepetible sobre un lugar que ha perdido las innumerables funciones que tuvo en un pasado no tan lejano.

Un lugar emblemático de Petrer que ha quedado en una vía por donde transcurren los vehículos. Enero 2021 | Pascual Maestre.

Mª Carmen Rico Navarro
Mª Carmen Rico Navarro
Acerca de la autora

M.ª Carmen Rico Navarro cursó estudios de Geografía e Historia en la Universidad de Alicante, licenciándose con Grado con la presentación del estudio sobre la tradición alfarera de Petrer, obtuvo la calificación de sobresaliente por unanimidad (1996).

Desde 1983 es Técnico de Archivos y Bibliotecas del Excelentísimo Ayuntamiento de Petrer. Estudiosa de la historia y los temas de Petrer, su localidad natal, de la que es cronista oficial desde 1994.

Es autora de varios libros y trabajos de investigación entre los que destacan: Del barro al cacharro: La artesanía alfarera de Petrer (1996), Azorín y Petrer (1998), Catálogo del pintor Vicente Poveda y Juan (1998), Apuntes para la historia de Petrer: Vida y obra del presbítero Conrado Poveda (2000), Las calles de Petrer (2002), La lectura en Petrer (2005), Historia de la sanidad en Petrer (en colaboración) (2006), Un siglo de música, publicación que obtuvo el Premio Euterpe (2006), Petrer 1935: Un pueblo en blanco y negro (2007) y El marquesado de Noguera: Un señorío nobiliario en Petrer (en colaboración) (2014). Además ha escrito numerosos artículos en periódicos y revistas especializadas.

Ha dirigido la revista cultural Festa en distintos periodos (1988-1994, 1997-1998 y 2001) y las colecciones de monografías “Vila de Petrer” y “L’Almorxó”.

Además fue la primera pregonera de las fiestas de la Virgen del Remedio en 2015 y es buena conocedora y una apasionada de las fiestas de San Bonifacio colaborando siempre con todas las directivas.

M.ª Carmen se ha dedicado durante muchos años a investigar y divulgar el patrimonio local. Por todo lo expuesto y porque siempre ha sido una amiga y estrecha colaboradoras de Valle de Elda le damos la bienvenida y os invitamos, a partir de hoy, a leer y a disfrutar de sus Crónicas de Petrer.

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