Nace el barrio de La Prosperidad

Finalizaba el siglo XIX y la entonces villa de Elda ya había iniciado un proceso, sin vuelta atrás, de profunda transformación socioeconómica y, por extensión, urbanística. La industria del calzado ya había dejado atrás la fase preindustrial caracterizada por los talleres de maestros zapateros y desde 1896, con la inauguración de la fábrica de Silvestre Hernández, el surgimiento de nuevas instalaciones fabriles aceleraron la llegada de familias atraídas por la naciente industria del calzado.

El incremento poblacional disparó la demanda de vivienda. Ante la falta de suelo en el núcleo urbano fue necesario iniciar la ampliación de la villa. Y en este sentido, cabe recordar la constitución de la cooperativa obrera La Prosperidad, fundada en 1898 por 154 socios, que hace 122 años dio inicio a la construcción de la primera barriada obrera que tuvo Elda.

Fue un lunes, 24 de julio de 1899, cuando dieron comienzo las obras de urbanización del nuevo barrio que recibió el nombre de la cooperativa promotora. Aquel día quedó inmortalizado en una lápida de mármol blanco que se colocó en la casa de la calle Juan Rico, nº 1 y que, afortunadamente, todavía se conserva in situ.

Construido en la entonces periferia de la villa, en los terrenos del antiguo “Jardín del Conde”, en un espacio agrícola, de unos 14.000 m² de superficie, entre la Tenería y la carretera de entrada a la ciudad, el barrio de la Prosperidad fue desarrollándose a los largo de 18 años.

Calles rectas y anchas, trazadas de forma hipodámica por un arquitecto cuyo nombre todavía permanece por desempolvar de legajos y papeles; y casas de dos plantas, sencillas pero dignas, sin concesión alguna a la decoración caracterizan esta tradicional barriada eldense que finalizó su construcción en 1917, con un total de 112 viviendas construidas, y la creación, en 1916, de una plaza en la última de las manzanas que quedaba por edificar: la conocida y popular plaza de la Prosperidad.

Además de ser la primera de las cooperativas que promovieron la construcción de vivienda obrera digna, a la Prosperidad le cupo el honor de ser la obligada referencia donde cooperativas posteriores como el Progreso, la Fraternidad o San Francisco de Sales se miraron para mejorar la experiencia. A todos ellas y a todas las personas que creyeron en el poder transformador del espíritu cooperativista Elda debe gratitud pues, sin ser conscientes de las consecuencias futuras, marcaron la fisonomía y el modo de vida de la ciudad de Elda durante todo el siglo XX.