Las golondrinas vuelven a volar en el Teatro de La Zarzuela
El viernes 7, último, arrancaba la temporada 2016-2017 del Teatro de la Zarzuela de Madrid.
Y lo hizo con una apuesta fuerte, al subir a su escenario Las golondrinas (1*), en su versión operística, y en una producción escénica de nivel máximo.
Obra exigente donde las haya, y de éxito rotundo en su estreno como zarzuela en 1914, y en su transformación en ópera en 1929, llevaba 41 años alejada del Teatro de la Zarzuela, salvo dos interpretaciones en versión de concierto, en 1987.
Quizá no sea este coliseo madrileño el adecuado para recuperarla, en la época actual, al disponer Madrid desde 1998 de un teatro para la ópera, como es el Real. Y allí se representó a poco de su reinauguración, en mayo de 1999. La producción que presenta ahora el Teatro de la Zarzuela es nueva, y nada tiene que ver con la que debe dormir en los contenedores del INAEM (Instituto de las artes escénicas y de la música), y que estará allí guardada desde que acabaron las funciones de hace 17 años.
Otra cosa distinta hubiera sido recuperar la versión original, en formato de zarzuela, como reclaman algunos musicólogos. Y es que transformar Las golondrinas en ópera fue otro de los muchos intentos de algunos compositores por conseguir una ópera nacional española con identidad propia. Algo que se venía buscando desde el siglo XIX y que nunca se logró.
Ya antes de su transformación en ópera, algún crítico de la época, partícipe asimismo de que se consolidara la ópera nacional, opinó que nada tenía que envidiarle musicalmente a muchas obras del repertorio italiano y francés, dada la calidad enorme de su partitura, las novedades orquestales que en ella se apreciaban a pesar de la juventud de su autor, el vasco José María Usandizaga, y el profundo concepto teatral de su argumento.
Por aquellos años otras zarzuelas de calidad musical incuestionable, y éxito entre el público, también fueron transformadas en óperas. Casos de La tempranica y Bohemios (2*), aunque a diferencia de Las golondrinas se han seguido representando en su formato original.
Estrenada Las golondrinas el 5 de febrero de 1914, en el Teatro Circo Price de Madrid (teatro de poca monta, según expresión de algunos de sus protagonistas) el grandioso éxito obtenido la llevó al inicio de la temporada siguiente al Teatro de la Zarzuela, de la cual se dieron 19 funciones. No regresó a este escenario hasta 1957, ya en su versión operística, donde se representó en 52 ocasiones, en sesiones de tarde y noche, como era la norma entonces en los teatros. Hubo varios repartos alternativos uno de los cuales estaba protagonizado por Pilar Lorengar y Manuel Ausensi ¡Ahí es nada!, con dirección musical de Odón Alonso y escénica de José Tamayo.
No se volvió a representar allí hasta mayo de 1975, dándose dos funciones, dirigidas musicalmente por Gerardo Pérez Busquier.
Por último se dio una interpretación no escenificada en 1987, con motivo del centenario del nacimiento de José María Usandizaga. Y desde aquí hasta ahora, donde las excelentes críticas de la prensa especializada que saludaron los dos estrenos de Las golondrinas, se han visto refrendadas en esta nueva producción.
Asi, por ejemplo en el diario El País, Jorge Fernández Guerra titula en su crítica: "La revelación permanente de Usandizaga". En el texto escrito, dice entre otros comentarios: "[...] Las golondrinas resiste el paso del tiempo e incluso crece. Es una música extraordinaria, casi milagrosa, y quien no la conozca o se haya olvidado de ella se suele quedar impresionado ante tal obra maestra de un chaval de veintiocho años, que fallecería apenas dos años después [...]".
Por su parte Gonzalo Alonso en el diario La Razón titula: "Una lección para empezar", y en su crítica dice: "Verdadero estallido de "Bravo" al bajarse el telón con las últimas notas y muchos minutos de ovaciones a todos los artistas, sin excepción alguna. Un inicio de temporada que supone una lección para otros teatros [...]".
En Periodista Digital, su sección Guía Cultural, se ocupa igualmente del estreno del día 7, con una crítica mucho más amplia que las de los periódicos convencionales. La firma José Catalán Deus, siendo este su encabezamiento: "No podía empezar mejor, cuando corren vientos tétricos en los escenarios teatrales, llega una compensación inesperada. El Teatro de la Zarzuela eleva el listón concibiendo el género como ópera en español, ni más ni menos, hablando de tú a tú al Teatro Real, en una producción extraordinaria firmada por Giancarlo del Mónaco".
Estuve en la representación del domingo pasado y aunque conozco la obra, y "no se me había olvidado", quedé tan impresionado como nos dice Fernández Guerra en El País.
Otro dato que nos habla claramente de la calidad incuestionable de esta obra lo encontramos en haber sido incluida en la serie de zarzuelas llevadas al cine por Televisión Española, a finales de los años sesenta del siglo pasado, siendo comercializada en vídeo posteriormente.
Al respecto de la producción ahora estrenada he de repetir algo que llevo diciendo muchos años, cuando se presenta la ocasión: para conocer en verdad lo que es el género lírico español, hay que ver, al menos, una producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid. Se volverían locos todos los aficionados que nunca han tenido la ocasión de hacerlo y tradicionalmente se entusiasman viendo representaciones de nivel muy bajo.
Una orquesta de casi sesenta músicos, un coro de igual número de voces, protagonistas principales de calidad incuestionable, escenografías de teatro de ópera de primer nivel, es lo habitual en el coliseo madrileño. En esta ocasión no falta un equipo de equilibristas y saltimbanquis, al desarrolalrse la obra en el interior de un circo convencional.
Lástima que estas producciones apenas se puedan ver en otros lugares de España. En el Palau de les Arts de Valencia se verá entre el 30 de octubre y el 5 de noviembre próximos El gato montés. Hecho este novedoso, y que esperamos sea el inicio de una colaboración entre ambos teatros. A fin de cuentas los dos son de propiedad y gestión de las administraciones públicas.
Un escenógrafo de lujo
Para esta nueva producción se ha contado con un escenógrafo de altos vuelos, de trayectoria dilatada y exitosa: el italiano Giancarlo del Mónaco (3*).
Del Mónaco es uno de los registas operísticos de mayor prestigio en los últimos cuarenta años, y de los más demandados por los principales teatros del mundo. De sus conocimientos e ingenio se han estrenado más de cien óperas, siempre bajo un sello de distinción, calidad y respeto a los conceptos originales de sus autores. Algo esto último que muchos directores de escena actuales han pulverizado, con el beneplácito, o a petición, que también, de los gerentes de los teatros.
Además Del Mónaco está en posesión de un gran número de distinciones culturales de muy diversos países. Posiblemente sea el director de escena operístico más galardonado en todo el mundo.
Su impronta queda bien plasmada en esta recuperación de Las golodrinas, al tiempo que eleva el prestigio artístico del Teatro de la Zarzuela y redundará, sin duda alguna, en que esta obra inmortal de la lírica española viaje en un futuro próximo a escenarios de otros países. No en balde, el nombre de Giancarlo del Mónaco es atractivo suficiente para que los directores de muchos teatros viajen a Madrid a presenciar alguna de sus representaciones.
Al frente del apartado musical debuta como nuevo director titular del teatro el asturiano Oliver Díaz, quien ha relevado al valenciano Cristóbal Soler, tras cuatro años en el cargo.
Se han programado 13 funciones, de martes a domingo, la última de las cuales será el día 23.
Los precios, como siempre, un regalo si se comparan con cualquier teatro de ópera, o musicales tan en boga, actualmente. Oscilan entre 44 euros, y los 5 euros con descuento del 50% para mayores de 65 años y del 30% para menores de 35 años. Es más caro ver un bolo de poca monta en el Principal de Alicante que una producción magnífica en La Zarzuela de Madrid.
Las de 5 euros, 2,50 para un jubilado, 3,50 para un joven, son de visibilidad casi nula. Ahora bien, hay listillos que adquieren este tipo de entrada, y si luego el teatro no se llena se acomodan en butacas mejor situadas. El problema viene cuando hay lleno.
Una novedad muy importante que ha presentado el Teatro de la Zarzuela en la inauguración de esta nueva temporada es que ya dispone de ascensor. Esta instalación tan necesaria en todo edificio público de varias alturas era una de sus asignaturas pendientes. Con capacidad para 12 personas tuve la suerte de estrenarlo el domingo, pues soy de los habituales de "gallinero". O lo que es igual, del tercer piso en este teatro madrileño.
1*: Con música de José María Usandizaga Las golondrinas, sobre un libreto de María Lejárraga, aunque se dio la autoría a su marido Gregorio Martínez Sierra, a causa de la marginación que sufrían las mujeres. Se estrenó el 5 de febrero de 1914 en el Teatro Circo Price de Madrid. El compositor falleció el 5 de octubre de 1915, a la edad de 28 años, siendo su hermano Ramón quien la transformó en ópera, algunos años después. Se estrenó en el Liceo de Barcelona el 14 de diciembre de 1929.
2*: La tempranica, zarzuela con música de Gerónimo Giménez y libreto de Julián Romea se estrenó en septiembre de 1900 en el Teatro de la Zarzuela. Federico Moreno Torroba, y el libretista Ricardo González del Toro, la ampliaron a ópera en 1930, siendo estrenada en el Teatro Calderón de Madrid.
El estreno de Bohemios se produjo igualmente en el Teatro de la Zarzuela, en marzo de 1904, con música de Amadeo Vives y textos de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios. Los propios libretistas se encargaron de su transformación en ópera, encargándose de la parte musical Conrado del Campo, con la autorización del maestro Vives.
3*: Giancarlo del Mónaco es hijo de uno de los tenores legendarios de la primera mitad del siglo XX: Mario del Mónaco, considerado como el tenor dramático más importante que ha dado Italia.
Discografía de Las golondrinas.
1929. Sello Odeón, reeditada en doble CD en 1999 por el sello Blue Moon, con los mismos protagonistas del estreno barcelonés:
Fidela Campiña, Mercedes Plantada y Carlo Galeffi. Coro y Orquesta del Gran Teatro del Liceo de Barcelona. Director maestro Cepdevila.
1954. Sello Columbia-Alhambra. 2 discos Lp.
Pilar Lorengar, Ana María Iriarte, Raimundo Torres. Coro de Cámara del Orfeón Donostiarra. Director Juan Gorostidi. Gran Orquesta Sinfónica. Director Ataulfo Argenta.
1969. Sello EMI para TVE. Un disco LP reeditado en CD en 1992.
Versión reducida, sobre todo en su parte orquestal, y por tanto deslucida. Banda sonora de la película en play back producida por TVE.
Josefina Cubeiro, Isabel Rivas, Vicente Sardinero. Coro Cantores de Madrid. Director José Perera. Orquesta Lírica Española. Director Federico Moreno Torroba.
P.D.: En mi artículo del 5 de agosto último me ocupé de la marginación a que se ve sometida la zarzuela en Radio Clásica. En la programación de la nueva temporada, que comenzó el 1 de octubre, ha vuelto el programa semanal. Ahora los domingos a las 10,30 de la mañana. ¡Albricias! Ya no está escondido a las 8 de la mañana del sábado.
Pero otro hecho destacable es que en programas no monográficos, es decir, de temática variada, encontramos a lo largo del mes de octubre fragmentos y obras de compositores españoles como nunca antes se había producido. Al menos en años recientes.
Este mes están casi todos. Sorozábal, Vives, Barbieri, Luna, Chapí, Guridi, De Monasterio, Power, Tárrega, Sor, Sainz de la Maza, Sarasate, Falla, Albéniz, Larregla, Moreno Torrroba, Rodrigo, Granados, Del Campo, Barrios... ¡Increíble!
Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.
Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.
Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!
Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.
Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.