jueves, 28 de marzo de 2024

Mari Cruz ¿dónde estabas? Su "Marina" en Aspe, con el Grupo Lírico del CEE, un prodigio

Elías Bernabé Pérez
8 agosto 2018
3.866
Mari Cruz ¿dónde estabas? Su "Marina" en Aspe, con el Grupo Lírico del CEE, un prodigio

No es nada original este interrogante. Lo he tomado de un artículo leído hace algún tiempo sobre una cantante de ópera que, tras muchos años de carrera discreta a pesar de su calidad incuestionable, sorprendió un buen día, a propios y extraños, cuando logró debutar en una gran teatro.

Fue el 2 de diciembre del año pasado cuando la Agrupación Lírica del Centro Excursionista Eldense estrenaba su producción de la ópera Marina, obra elegida para conmemorar su 25 aniversario.

Dada la excelente producción escénica ideada por su director Paco Martínez, y la serie de reconocimientos que recibió al término de la función, en justa correspondencia a sus más de 25 años dedicados a la zarzuela desde el campo amateur, titulé mi crónica en este mismo medio, del 7 de diciembre, como "La Marina de Paco".

Dije entonces en su inicio: "Debería haber titulado este artículo La Marina de Mari Cruz Payá, y en verdad que bien lo merece la soprano petrerense, a la que por vez primera he visto cantar y actuar en una obra completa".

Ahora, en esta primera reposición de la ópera española más popular, llevada a cabo en la madrugada del sábado al domingo pasados, en la Plaza Mayor de Aspe, justo es reconocer y destacar la actuación soberana de la cantante. Mari Cruz Payá Soriano bordó el personaje principal, que además da título a la ópera, liderando un elenco que, en esta ocasión, se presentó como Coral Santos Patronos de Elda.

En realidad se trata de la Agrupación Lírica del Centro Excursionista Eldense, que ya actuó con esta nueva denominación, el viernes 21 de julio último en la Plaza Castelar de Elda. Cuestiones burocráticas han obligado a ello.

La anual cita de los eldenses en las fiestas mayores de Aspe se saldó con un gran éxito artístico y de público. Una hora antes del inicio todas las sillas instaladas inicialmente ya estaban "ocupadas". Cierto es que más que ocupadas estaban reservadas, haciendo uso de esa mala costumbre que hemos ido adquiriendo los españoles, cuando se trata de asistir a algún espectáculo gratuito o de pago con las butacas sin numerar. Fue preciso habilitar algunas sillas más, si bien para el tercer acto, que comenzó cerca de las 2 de la madrugada, quedaron muchas vacías. A pesar de la hora, el calor no decayó y los abanicos funcionaron hasta el final.

Y si cuando esta producción de Marina se estrenó en el Teatro Castelar, mi titular en este mismo medio fue "La Marina de Paco", a la de Aspe habría que añadirle un segundo titular: "La Marina de Mari Cruz".

En su debut de la obra a principios de diciembre en Elda lo hizo bajo los efectos de una gripe reciente, no curada del todo, todavía. Dos días antes de la función su presencia estaba en el alero, hasta el punto de no haber podido participar en el ensayo general.

A pesar de ello salvó su actuación con mucho decoro. En esta segunda puesta en escena en Aspe, hizo gala de una soltura y sobra de medios vocales impropios de alguien que ha permanecido en la sombra durante muchos años. La partitura compuesta por el navarro Emilio Arrieta (Puente la Reina 1821-Madrid 1894) da pie al lucimiento de toda soprano coloratura que se precie. Y Mari Cruz Payá la solventó con creces.

Y si en el titular pregunto ¿dónde estabas? es porque esta cantante por afición, que lleva muchos años estudiando canto, apenas se ha prodigado en los escenarios. Apariciones esporádicas para interpretar alguna romanza y poco más. Creo no equivocarme al decir que Marina ha sido su primera obra completa. Lo cual supone afrontar un riesgo máximo, pues lo normal es foguearse con obras menos exigentes. Pero no. Su valentía ha sido absoluta, pues el segundo título de su incipiente repertorio llegó en marzo último. Nada más y nada menos que con la opereta La viuda alegre (2). Lo suyo deben ser las emociones fuertes.

Un elenco muy compacto

Marina es una obra con gran participación coral, cuatro protagonistas principales y tres secundarios o comprimarios, dada la brevedad de sus intervenciones.

Y el elenco presentado por el director de la agrupación eldense, Paco Martínez, varió en dos de sus principales cuatro protagonistas, en relación a quienes la estrenaron en Elda.

Consiguió como mínimo igualar en calidad al del 2 de diciembre de 2017.

Para el papel de Pascual, novio de Marina, se contó con el concurso del vallisoletano Jorge Coello. Le viene como anillo al dedo. Buena presencia escénica, sobriedad actoral y excelente línea de canto, apoyada en una voz de bajo-barítono magníficamente proyectada, sin una sola fisura. Un acierto pleno Martínez, quien tuvo que buscar con urgencia un cantante para este personaje, al no poder actuar quien lo defendió en el estreno de Elda, el ilicitano José Antonio Cecilia.

Como tenor, Jorge, contó esta vez con el norteamericano Christian Lindsey, que es a su vez el director del coro. Riesgo máximo afrontar partitura tan excelsa, con un buen número de pasajes de lo más melódico de toda la obra (2).

Los defendió bien, sin proyectarse en alardes, salió airoso del lance, e incluso no se le notó en demasía que el español no es su idioma de cuna.

Y como no podía ser de otra manera, el Roque del barítono alicantino Javier Rubio, habitual en las producciones del grupo lírico eldense, lo solventó con una actuación redonda, merced a su rotundidad canora y saber estar sobre las tablas. Su experiencia y conocimiento del medio en el que se desenvuelve le convierten en un valor seguro, transmitiendo confianza a los demás. Para él y Mari Cruz fueron los aplausos y ovaciones más intensos al final de la representación.

Muy acertadas las breves intervenciones de Mari Carmen Yelo, Luis Miguel Jiménez y Gabriel Martínez.

El coro estuvo, como es habitual, a una gran altura. Se nota que la obra la tienen muy y bien ensayada, y que Lindsey ,como director, sabe lo que lleva entre manos. Y como he comentado en ocasiones anteriores, tengo que repetirme en este apartado. Los coros de las agrupaciones de aficionados suelen sonar mucho mejor que quienes forman la parte coral en las llamadas "compañías" profesionales que presentan "bolos", cuyos componentes se ven unas horas antes de cada función, dan un repaso a lo que van a representar, y ¡hala! A actuar (3).

Mención aparte merece la banda del "Ateneo Musical Maestro Gilabert", de Aspe, siempre presente en estas representaciones zarzuelísticas de las fiestas de agosto.

Y merece mención aparte por dos razones.

Una porque salvo alguna pifia leve de los solistas y pequeños desajustes de conjunto, perfectamente disculpables, sonó muy bien en líneas generales. Gran mérito el de su director, Alfredo Cerdán, y músicos, muy jóvenes en su mayoría.

Y otra porque en los tiempos que corren, donde hay muchos músicos de banda que nunca han interpretado zarzuela en sus conciertos, es de agradecer que todavía haya alguna que se preste a cultivarla.

Particularmente, y considerando el lugar donde se ofreció la intepretación, creo que se debió suprimir el preludio del tercer acto, conocido como "El solo de trompa", por sus muchos pasajes "apianados". El murmullo del público de los bares, y la poca atención que los espectadores/as prestan a los fragmentos instrumentales, aconsejaban dejarlo fuera de atril. No creo que alguien lo hubiera echado en falta.

La "Maestro Gilabert" habrá trabajado mucho, y duro, durante las últimas semanas, pues no ha sido esta del sábado al domingo su única actuación zarzuelística. El martes 31 de julio acompañó a la magnífica soprano granadina Mariola Cantarero, en el concierto de zarzuela y canción española ofrecido en el Teatro Wagner aspense.

La escenografía no pudo brillar

Al ser en recinto abierto, y sobre una plataforma como escenario, los asistentes no pudimos disfrutar de la magnífica producción escénica ideada por Paco Martínez, vista en el estreno de la obra, de diciembre último. Como ya dije en aquella ocasión la mejor Marina que yo he visto dentro de las producciones de las agrupaciones de aficionados y profesionales de "bolos", e incluso muy por encima de las del Teatro de la Zarzuela de Madrid, de 1994, y el Campoamor de Oviedo, de 1987, ambas con Alfredo Kraus en el papel de Jorge.

Así que nos quedamos sin poder vislumbrar aquel amanecer realista del primer acto, con el mar en movimiento en primer plano, y el anochecer en el tercero, todo ello con un juego de luces perfectamente proyectado. Una pena.

Además los decorados corpóreos pierden parte de su esencia al no contar con los otros elementos visuales complementarios.

La originalidad del segundo acto tampoco brilló. La estrechez del espacio no permitió que el casco del navío que se construye -"Ánimo todos fuera pereza, que trabajando con este afán, pronto la nave que está empezada...", reza el inicio de este fragmento coral- se pudiera apreciar en su realismo. Es más, pasó casi desapercibido.

Aún así se pudo bailar la sardana. Número que nadie incluye en sus representaciones y que ha quedado incluso fuera de las grabaciones discográficas, que no son pocas. Es este otro detalle que dice mucho en favor de Paco Martinez.

Con todo el público quedó más que satisfecho con la representación presenciada, pues a pesar de las limitaciones obligadas del lugar, asistio a una Marina que podemos considerar convencional, y lo que es más importante, muy bien interpretada.

La que protagonizó Alfredo Kraus en esta misma Plaza Mayor de Aspe en 1968, no sería mucho mejor en lo escénico.

Pero estas representaciones al aire libre son así, y así hay que admitirlo. Una plaza con varios bares y cafeterías, con sus terrazas abarrotadas. Murmullo y ruido continuo. Público que entra y sale. Y el caso es que Aspe tiene su Auditorio Alfredo Kraus descubierto, justo al lado del Teatro Wagner. Pero desde el Ayuntamiento se prefiere que la zarzuela en fiestas sea en la plaza, como un acto más de su programación. Que el público que circula se pueda detener, aunque solo sea unos minutos, y conocerla. Algo similar a cuando las bandas de música tocan en los templetes o quioscos de los parques, mientras la gente pasea, no deja de hablar y los niños juegan.

Por ello ha sido una auténtica pena que la magnífica producción escénica -insisto- de esta Marina, no se vuelva a ver sobre escenario alguno.

El grupo lírico eldense, o la Coral Santos Patronos, tiene previsto actuar en Petrer el 14 de octubre, pero será con la antología marinera ofrecida el 21 de julio último en la Plaza Castelar, con acompañamiento de piano.

Sigo sin entender cómo el Ayuntamiento de Petrer, con sus más de 34.000 habitantes, carece de presupuesto para contratar al menos una buena actuación lírica, y el de Aspe, que no llega a 20.000 habitantes sí puede hacerlo cada año y con acceso gratuito.

¿Será por carencia presupuestaria o por nula voluntad política?

 

1*

La viuda alegre, opereta de Franz Lehar (Hungría 1870-Austria 1948, aunque considerado austrohúngaro) en su traducción al castellano fue interpretada en el Cine La Esperanza de San Vicente del Raspeig, el 15 de marzo último, en produccion del grupo Vocemmus, con los coros Grupo Cantores Alcoy y ASLIPO (Asociación Lírico-Poética de San Vicente del Raspeig) y la Orquesta Sinfónica Alcoyana, dirigidos por Gregorio Casasempere. Esta misma producción se había estrenado el 18 de diciembre de 2017 en el Teatro Calderón de Alcoy, no actuando Mari Cruz Payá.

2*

Que los "bombones" de la partitura los dedicase Arrieta al tenor, es algo lógico. Por ello el italiano Enrico Tamberlik fue quien le pidió que la Marina zarzuela, estrenada en 1855, la ampliase a ópera, para él estrenarla en el Teatro Real de Madrid, como así ocurrió en 1871.

3*

Esta afirmación la sustento no solo en mi apreciación personal viendo zarzuela en directo. Hay una serie de obras, comercializadas en formatos de VHS y DVD, de la empresa de José Luis Moreno y del Festival de Zarzuela de Canarias, algunas de las cuales hacen un flaco favor al género, dada la dada la bajísima calidad de algunos de sus intérpretes, tanto solistas como corales y orquestales.

 

Elías Bernabé Pérez
Elías Bernabé Pérez
Acerca del autor

Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.

Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.

Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!

Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.

Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.

Leer más

Bloqueador de anuncios detectado

Por favor, desactiva el bloqueador de anuncios o añade www.valledeelda.com a la lista de autorizados para seguir navegando por nuestra web.

Volver a cargar

Las cookies son importantes para ti, influyen en tu experiencia de navegación. Usamos cookies técnicas y analíticas. Puedes consultar nuestra Política de cookies. Al hacer click en "Aceptar", consientes que todas las cookies se guarden en tu dispositivo o puedes configurarlas o rechazar su uso pulsando en "Configurar".

Aceptar Configurar