Adiós a Romualdo Moreno, otro quijote de la zarzuela
Con varios días de retraso me llega la noticia, gracias a internet, de que Romualdo Moreno Torres falleció el pasado 20 de febrero, en su amada Villena.
Romualdo era uno de los escasos "locos" o quijotes que existen en España, todavía, enamorados hasta los huesos de nuestro género lírico, y de los que cada vez quedan menos.
Contaba con 84 años, y hace apenas 4 no le faltaron ánimos para poner en marcha uno de sus muchos sueños zarzuelísticos, como era el de crear la primera Escuela Nacional de Zarzuela. Villena 2016.
Llamó a muchas puertas, tanto de las administraciones públicas como de asociaciones culturales y agrupaciones líricas de aficionados de nuestra provincia. Se le abrieron muy pocas. Si es que alguna se le abrió. Pero él llegó a convocar audiciones de cantantes para integrarlos en la ansiada escuela y preparar la producción de dos obras grandes, y bellísimas, del repertorio: La bruja en primer lugar, y La dogaresa a continuación. Según declaraciones del propio Moreno a Intercomarcal Televisión, en una entrevista del 10 de agosto de 2017 realizada por Rosa Vidal, para el estreno de La bruja estaba la fecha concretada en el Teatro Chapí villenero.
Pero todo se fue al traste, al sufrir un infarto de miocardio de cuyas consecuencias, tras pasar por el quirófano, debió abandonar aquellas actividades, aun encontrándose en un estado de salud bastante favorable.
Su afán incansable por no estar quieto, y hacer cosas "por su Villena", le llevó a plantearse dar a conocer a sus familiares, amigos y pueblo en general la labor de los poetas villeneros, tanto actuales como del pasado. Y merced a sus innatas condiciones de rapsoda, se embarcó en el proyecto de realizar una grabación discográfica que recogiera una amplia selección poética. Fueron dos los cedés que protagonizó, uno sobre poetas locales y otro sobre los clásicos: Miguel Hernández, Federico García Lorca... Poemas recitados todos sobre fondo musical seleccionado por el propio Romualdo.
En esa misma entrevista dejó bien claro que lo hizo sin afán alguno de obtener beneficio económico, siendo su único fin el divulgativo de la obra de sus paisanos.
Romualdo Moreno nació en Alicante capital, siendo niño cuando pasó a vivir a Villena con su familia. Pero su origen no le impidió que el villenerismo le supurara por todas partes.
Con solo 18 años debutó con la Agrupación Teatral Ruperto Chapí, en el papel de tenor de la zarzuela La Dogaresa. De inmediato representó las más destacadas obras del compositor villenero.
Cuando la industriosa ciudad cántabra de Torrelavega celebraba un certamen nacional de zarzuela, para agrupaciones de aficionados, allá por los años sesenta, la Ruperto Chapí obtuvo un primer premio y dos segundos. Algún tiempo después, y siendo Romualdo su director, ganaron el primer premio durante tres ediciones consecutivas en la localidad murciana de Abarán. Estos galardones no pudieron evitar, sin embargo, que la agrupación villenera estuviera al borde de su disolución en su apartado lírico, como así fue, muy poco después.
La fiesta de moros y cristianos de Villena fue otra de sus pasiones. Las presidió durante 2 años, ejerciendo otros 12 como embajador moro. Labor en la que marcó un antes y un después.
Tropezó con su primer gran proyecto lírico
Pero en su amor hacia la zarzuela Romualdo no arrojó la toalla. Pasados algunos años de la desaparición de la agrupación lírica local, afrontó la creación de una empresa profesional que le proporcionó poco menos que una ruina económica. Su quijotismo a prueba de bomba quedó plasmado con la aparición de la Compañía de Ópera del Mediterráneo. De ópera española, a la vista de la única obra representada y de las que estaban en previsión. En realidad zarzuelas grandes que nada tienen que envidiar a toda ópera extranjera que se precie.
Sus aconteceres y los resultados económicos desastrosos que dieron al traste con el ambicioso proyecto, los dejé plasmados en mi artículo de 2018, en ocasión de recuperar La tempestad el Teatro de la Zarzuela de Madrid:
"Villena un oasis
Y si en el Teatro de la Zarzuela no se ha representado desde 1926, tampoco podemos decir que se haya visto mucho en otros lugares, si exceptuamos la Villena natal de Chapí, donde se vio por vez última en noviembre de 1995, gracias al esfuerzo, y empeño de su patrimonio personal, del villenero de adopción Romualdo Moreno. Esta misma producción viajó al Auditorio de Murcia, y de ella existe grabación videográfica gracias a una emisora regional de televisión.
Romualdo Moreno, idealista y enamorado empedernido de la zarzuela, de los que hay muy pocos a lo largo y ancho de la geografía española, intentó crear una compañía lírica, para poner en pie obras de envergadura, siendo él su director artístico. La dogaresa, Las golondrinas y La bruja, eran algunos de los títulos proyectados.
Bajo la denominación de Compañía de Ópera del Mediterráneo, hizo su presentación ("Estreno Nacional" dice el programa de mano, que conservo) en el Pabellón Municipal de Deportes de Villena la noche del 25 de noviembre de 1995 con La tempestad. ¡ Y vaya si hubo tempestad ! La vieja leyenda de que representar esta zarzuela trae mala suerte, se cumplió al ciento por ciento en esta ocasión.
Según comentó el propio Romualdo Moreno en una entrevista en la Televisión Intercomarcal, (canal en abierto que abarca las comarcas del Vinalopó Alt i Vinalopó Mitjá) ofrecida en noviembre de 2009, con motivo del centenario de la muerte de Ruperto Chapí, el estreno de La tempestad y presentación de la compañía estaba previsto y anunciado en el Teatro Principal de Alicante. Según sus palabras un tenor de Crevillente -no citó su nombre aunque quienes conocemos el patio lo adivinamos enseguida- fue quien le embarcó en el proyecto y veinte días antes del estreno lo dejó en la estacada. Tuvo que buscar otros cantantes, otros espacios, siendo el Pabellón Cubierto de Deportes villenero el que le pareció más adecuado. Se precisó instalar megafonía.
No fue muy acertado programar obra de tal envergadura y duración para las 10,30 de la noche. Por razones que desconozco la función comenzó pasadas las 11. Lo que vino después no estaba previsto en el programa. La mala fortuna que ya había precedido al estreno, por las circunstancias antes citadas, se ensañó con él.
Aquella noche la meteorología nos obsequió con un frío y una tormenta de las que hacen época. Hasta el día anterior habíamos disfrutado de una climatología muy benigna en todos los aspectos. Dentro del recinto, que carece de insonorización, se escuchaban con claridad absoluta los truenos y el sonsonete de la lluvia, que cayó de forma continuada mientras duró la representación. Los destellos luminosos de los relámpagos se adivinaban por los tragaluces del pabellón. Hubo momentos donde a la una de la madrugada parecía ser la de la tarde. La insistencia de la lluvia causó no pocas goteras en el interior.
Llegó a producirse hasta un corte de fluido eléctrico, que nos mantuvo durante casi una hora a oscuras -salvo cuando aparecían las ráfagas relampageantes- solo con las luces de emergencia. Desconozco si este incidente se produjo por causa de la tormenta externa, o porque la potencia en Kws que precisaba la producción escénica superaba las posibilidades de los equipos de la instalación deportiva. Lo más probable es que fuera por las inclemencias climáticas.
No lo recuerdo bien del todo, pero como la representación comenzó con un retraso considerable, entre unas cosas y otras creo que salimos de allí cerca de las cuatro de la madrugada. ¡ Y muertos de frío !
Lo cierto es que aquella fue una tempestad tan real, que se llevó a pique la proyectada Compañía de Ópera del Mediterráneo (7).
No creo que lo del "gafe" que la acompaña sea el motivo principal de la ausencia de La tempestad de los escenarios. Habrá que buscarlo más en las exigencias vocales y orquestales de su partitura.
Y es que aparte de los elementos adversos imprevistos, aunque se vendieron 1.500 localidades, no se logró la asistencia esperada, lo que sin duda debió repercutir en el déficit económico producido. Una mayor afluencia de público no lo hubiera remediado, tampoco, aunque se vendieron muchas más entradas que si la función hubiera sido en un teatro.
Según las declaraciones de Romualdo Moreno a Intercomarcal TV, aquella noche perdió unos quince millones de pesetas, añadiendo que "Cómo dicen en La verbena de la Paloma, si esa noche no me muero es que no me muero ya".
Para este estreno fallido no se escatimaron recursos, presentándose un elenco mezcla de cantantes jóvenes, como Teresa Verdera y Emilio Sánchez, junto a otros de mayor experiencia: Santiago Incera, Jorge Fiorenza, Pedro Farrés y el villenero Joaquín Navarro, en el personaje cómico. La Coral Callosina San Martín (que por aquellos años estaba a gran nivel), dirigida por Balbina Serna y la Orquesta de Murcia, con José Miguel Rodilla al frente, completaron el cartel.
En esta serie de representaciones comentada, el papel de Roberto, compuesto en origen para mezzosoprano, fue interpretado por un tenor. Emilio Sánchez en Villena y Jesús Lavid, en Murcia, en cuyo Auditorio "Víctor Villegas" se llevó a cabo una segunda representación. A ella corresponde la grabación vidográfica emitida por Intercomarcal Televisión el año 2009, con la entrevista previa a Romualdo Moreno, con motivo de cumplirse el primer centenario de la muerte de Ruperto Chapí. Con la misma orquesta y coro del día 25 de noviembre de 1995, la dirección musical estuvo a cargo de Bernardo Adam Ferrero, siendo los solistas Santiago Incera, Maria José Martos, Jesús Lavid, Carlos Mariño, Francisco Javier Roldán y Joaquín Navarro.
De nuevo el gafe apareció en la capital del Segura. En una sala donde hay 1.800 butacas solo había 180 espectadores. Otra ruina. Se barajó la posibilidad de suspender la representación. Como el gasto ya estaba hecho Romualdo Moreno la rechazó por respeto al público que había asistido.
Tras estas dos representaciones tan deficitarias en lo económico, el promotor de la compañía intentó llevar la obra a otros escenarios. Hizo gestiones en Madrid acerca de la SGAE, del INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música) de la Red Nacional de Teatros, y de algún otro organismo, pero nadie le abrió la puerta.
Pasados 21 años, en 2016, volvió a la carga con ilusiones renovadas (7). Su proyecto recuperado ha quedado en suspenso.
7*
Las pérdidas millonarias que sufrió Romualdo Moreno en su proyecto de crear la Compañía de Ópera del Mediterráneo, no le hicieron abandonar su pasión por la zarzuela. Veintiún años después, en 2016, lideró la creación de la I Escuela de Zarzuela. Entrevistado por Intercomarcal Televisión el 5 de diciembre de 2016, volvió a mostrar su entusiasmo (romántico, soñador, bohemio, fueron algunos de los calificativos que le dedicó el entrevistador, Paco Navarro) anunciando incluso que ya había fechas concretadas, para octubre o noviembre, en el Teatro Chapí de Villena, para el debut de la escuela, con dos representaciones de La bruja. Anunció el nombre, incluso, de quien sería el director musical.
Sin embargo, en nueva entrevista del mismo medio televisivo, el 10 de agosto de 2017, el propio Romualdo informaba que problemas de salud serios le obligaron a abandonar el proyecto.
Ambas entrevistas se pueden visionar en internet por medio del archivo de Intercomarcal Televisión."
Villena le despide
Tras su fallecimiento, los medios locales digitales de Villena se han hecho eco, como no podía ser de otra forma.
En elperiodicodevillena.com, del 21 de febrero, Antonio Sempere, columnista además del Diario Información de Alicante, dice:
"La última vez que charlé largo y tendido con Romualdo Moreno Torres fue en las inmediaciones del Teatro Arniches de Alicante. Él había quedado con su director interino para venderle su producto estrella, un gran proyecto de zarzuela. Pero no sólo para que la representase en ese escenario, sino para que se pudiese ver por muchos otros. Y no sólo para que pagase un bolo, sino para que la Generalitat Valenciana se implicase en la producción.
Sin un duro en los presupuestos, y sin objetivos claros en sus planes, no te van a hacer ni caso, le comenté yo, que me conocía el paño, tratando de bajarle a tierra. Pero Romualdo siguió en lo suyo.Había llegado con mucha antelación a su cita matinal y tenía todo el tiempo del mundo por delante. Me enseñó los bocetos. Me enumeró los títulos que se le agolpaban en su mente. Me habló de cómo serían los ensayos. Y de las reuniones que tenía concertadas con los responsables de Cultura de la Diputación y de la Consellería en Valencia. Aquel sueño, uno más, no cristalizó. Pero me hizo plantearme algunas preguntas. Si siempre fueron malos tiempos para la lírica, éstos aún peores. Qué hubiese sido de Romualdo de haber nacido en otras tierras. O por el contrario, si es completamente imposible imaginar al Romualdo que conocimos fruto de otro lugar que no fuese Villena."
En el mismo medio informativo, con fecha 24 de febrero, Fernando Velasco, la dedicaba unas líneas:
"Romualdo Moreno Torres, el último caballero andante.
Alguien que no le conociera y que por primera vez hablara con él se llevaría la impresión de estar ante un gran personaje. Siempre estaba actuando, para él la vida se representaba sobre un gran escenario.
Sus dotes interpretativas, sin parangón. Tenía unas condiciones innatas para la interpretación, una memoria prodigiosa, pudo ganarse la vida fácilmente dedicándose a lo que más de gustaba, la Zarzuela. Tenía muchas tablas para la lírica, para la épica y para la dramática. Era altivo y cercano al mismo tiempo, igual que el Ingenioso Hidalgo, si había que batirse contra los molinos, lo hacía a sabiendas de que seguramente lo revolcarían, pero su convicción innata lo dominaba.
Durante más de 60 años fue partícipe de los eventos más importantes tanto líricos como dramáticos de nuestra ciudad. Siempre estaba dispuesto a emprender nuevas aventuras, sin calibrar el riesgo, porque su convicción positiva del resultado final le llevaba a los proyectos más inverosímiles.
Hace 62 años, cuando conocí a Romualdo, tendría yo 9 años, fue la época dorada de la Agrupación Teatral Ruperto Chapí, fueron los 1º y 2º premios de Zarzuela en la ciudad de Torrelavega (Santander), finales de los años 50 y primeros 60 del pasado siglo. Él ya era una joven promesa, una parte muy importante de ese grupo de personas que tan buenos momentos nos hicieron pasar. Con sus representaciones en Villena de las mejores Zarzuelas de todos los tiempos. Muchas de ellas de nuestro paisano D. Ruperto Chapí Lorente. La Bruja, La Tempestad, La Czarina, el Huésped del Sevillano, El Rey que rabió, La Revoltosa, La Tragedia de Pierrot, El Tambor de granaderos, y muchas más.
La Zarzuela era su estado natural, nunca debió bajar del escenario, fue su vida, su pasión… De hecho, hasta no hace mucho tiempo tenía grandes proyectos que nacieron bajo el prisma del último Caballero Andante. Mi más sentido pésame a sus hijos y familiares."
Y la propia hija de Romualdo, Cristina Moreno Valor, publicó el 27 de febrero, en elperiodicodevillena.com una carta de despedida, de la que entresacamos uno de sus párrafos:
"...Papá eras un soñador empedernido, un quijote con alma de artista, un loco, el loco con el corazón más fuerte y bueno del universo."
En la entrevista de Intercomarcal Televisión, de 2017, dijo bien claro que la mayor ilusión de su vida era haber podido dedicarse profesionalmente a la dirección teatral. Sueño que no pudo cumplir.
Y es que Romualdo Moreno Torres "Llevó el arte en sus venas y fue más que persona, artista, en el más amplio sentido de la palabra. La zarzuela, la comedia, la pintura, la poesía, la fiesta son palabras que siempre irán ligadas al amigo Romualdo, que hoy nos ha dejado para siempre.
Adiós Romualdo, Villena te llevará siempre en su memoria."
Son palabras plasmadas por Ernesto Pardo Pastor en el portal web villenacuéntame.com
Sus actuaciones en Petrer
Para acabar no quiero olvidar un hecho simpático, relacionado con mi pueblo, Petrer, que Romualdo recordó en su entrevista televisiva de agosto de 2017.
Resultó ser que a los componentes de la Agrupación Teatral Ruperto Chapí de Villena, el teatro donde más les gustaba actuar era el Cervantes de Petrer. La razón es que muy cerca de allí había una pastelería, donde se hacía un pastel único: una casita de chocolate, que a todos les chiflaba.
Aunque el no citó el nombre, es evidente que se trataba de la Pastelería Matamoros conocida popularmente en el pueblo como la confitería de la Tía Encarna, mujer bondadosa y humanitaria, a más no poder.
Y esto último lo aporto yo: Recuerdo que en alguna ocasión, los villeneros eligieron el teatro de Petrer para su ensayo general, con público, previo a su participación en alguno de los certámenes. Eran tiempos donde el Chapí estaba cerrado, sometido a una reforma o restauración demasiado prolongada.
Escuchando a Romualdo decir que les gustaba ir a Petrer, por lo de los pasteles, se entiende el por qué lo elegían para esos ensayos generales.
Hará cerca de unos 30 años, quizá alguno más, que la confitería de la Tía Encarna se cerró. En su lugar, muy céntrico, algún tiempo después se iban a construir viviendas. La promotora derribó el edificio-planta baja la confitería y una cafetería y alta la vivienda de los propietarios que daba a dos calles- justo cuando comenzó la crisis económica de 2008. Y ahí sigue el solar, convertido en una selva, cerrado por unas vallas, invadidas de pintadas y publicidad de viajes en autobús.
Mis recuerdos más remotos que me atrajeron a la zarzuela me trasladan a sesenta años atrás. Primero escuchando los fragmentos que sonaban con frecuencia en la radio. También gracias a las fantasías, preludios e intermedios que interpretaban las bandas de música en los conciertos de las fiestas de octubre de Petrer. El templete donde actuaban estaba justo ante la fachada de mi casa.
Lo que más me gustaba de la Semana Santa es que en la radio solo se emitía música clásica. El viernes y sábado santo las emisoras enmudecían.
Lo más intenso vino en la época dorada del tocadiscos. Lo compró mi abuelo materno en 1963. La primera zarzuela que entró en casa fue Doña Francisquita con Kraus y Olaria. Es una grabación incompleta, pero suficiente para que me la aprendiese de memoria. Mi abuelo estaba impedido y era yo quien la ponía todos los mediodías y noches durante dos semanas consecutivas. A los quince días compramos un segundo disco: La generala, de nuevo con Kraus y Olaria. Y ya fuimos alternando. Después vino Maruxa. Y yo con solo 13 años me entusiasmé con ella y también la aprendí. Sí, digo bien. ¡A mis 13 años ya me encantaba Maruxa!
Ahí comenzó todo y ya no he parado. Siempre como aficionado.
Como le dice un padre a su hijo al final del documental de TVE sobre zarzuela La romanza de Madrid, de 1988, “Te acompañarán toda tu vida, porque son inmortales”.