Villa PetrariaTragedia en cuatro actos

VILLA PETRARIA Tragedia en cuatro actos Francisco Máñez Iniesta VILLA PETRARIA Tragedia en cuatro actos CONCEJALÍA DE CULTURA Y PATRJMONIO AYUNTAMIENTO DE PETRER © De la pr esen te ed ición : Ayuntamiento de Petr er Tex to: Fran cisco Máfiez .ln iesta Portad a: Seste rc io de l em perado r Antonino Pío(! 38 d. C.) Co lecc ió n arqu eológ ica del Museo Dámaso ava rro de Petr er Ilu stra ción: Pilar Mas Hurtuna l SBN 978 -84-95254 -52-8 D epó sito legal: A 971-2015 lmpr esió n: Gráficas Are nal , s. l. -Pet rer PRÓLOGO La publicación de la obra teatral Villa Petraria es una muy buena noticia. Lo es no solo para su autor Francisco Máñez Iniesta, sino muy especia lmente para la cultura y el ámbito del conocimiento de nuestra historia corno pueblo y, por tanto , para el presente y el futuro de Petrer. De la producción literaria de Paco Máñez , escritor au todidacta y polifacético , conocemos especialmente su obra La Rendició , recreación teatralizada que hizo del fragmen to del Llibr e dels feits ( o Crónica del Rei En Jaume I) en e l que se describe la torna del castillo de Petrer en 1265. La obra de Máñez, que comenzó a representarse en el año 1983 , ha quedado como uno de los principales elementos de la Festa dels Capitans, celebración que tiene lugar en e l mes de no viembre con motivo del Mig Any Fester. Ta l es el valor que el pueblo de Petrer le ha dado a la represen tación de La Rendició que el mes de noviembre de 2015 se acordó solicitar su declaración como Bien Inmaterial de Interés Cultural. Estudioso de la historia de su pueblo en múltiples ver tientes , iniciador de proyectos ligado s a la cultura , al arte , a la fiesta , siempre unidos todos ellos -como él mismo -a la dignificación de las personas , Paco forma parte del re ducido grupo de petrerenses que han tenido la ocasión de poner en marcha iniciativas para nuestro pueblo que hoy vivimos como paiie de lo cotidiano. Lo hizo al lado de los 7 ya desaparecidos Paco Mollá , Hipólito Navarro, José Ma ría Bemabé , Dámaso Navarro, Vicente Maestre y de tantas otras persona s con quiene s ha compartido y comparte in tensos momentos vividos. A lo largo de todo este tiempo ha desplegado un a con tinua actividad que ha compaginado con la creación de obras de teatro, de guiones para películas sobre las fiestas de Moros y Cristianos , además de escribir artículos en dis tintas publicaciones locales, comarcales y provinciales y de conducir y colaborar en programas de radio. Con la obra teatral Villa Petraria Paco Máñez nos ofre ce de nuevo una visión disti nta , cercana y reconocible de nuestra historia. Lo hace dibujando unos escenarios po sibles e identificables para todos, por cuanto los actos y escenas de la obra teatral se desarrollan en los territorios petrerenses de la que fuera la villa rural romana entre los siglos III y IV de nuestra era, en pleno declive y ocaso del Imperio Romano que daría paso a la llegada de nuevas culturas. La acción se desarrolla dentro de los márgenes que de limitaban la antigua Villa Petraria , y que conocemos a par tir de los sucesivos hallazgos arqueológicos relacionados con la vida de aquella villa romana y sus pobladores, de los que hoy todos reconocemos y valoramos su importan cia . Desd e el mosaico policromo que se situaría en la zona noble de la vivienda principal, pasando por los restos de los baños o los de la antigua necrópolis , hasta los hornos a los que se les daba un uso industrial. También hay frecuen tes referencias al entorno de Petrer , como la emblemática cumbre del Cid o parajes como el de Caprala. En ese espacio sufren y aman, luchan y mantienen la esperanza unos personajes construidos con los hallazgos 8 hechos por Paco Máñez en su propia excavació n en la his toria de las gentes de Petrer, e incluso con l o que él ha ido recogiendo de la hi storia de los seres humanos. Así en las voces de las mujeres y hombres que caminan por la trama reco noceremos los anhelos , los miedos, la pasión o la trai ción propias de la condición humana. Tampoco renuncia el autor a hacernos algún que otro guiño a través de los nombres de estos seres. A lguno de e ll os, como el de Curci o, recuperado de la mitología roma na , mientras que otros son fruto de la discrecionalidad de su creador. Eso sí, permítanme que dude de que tampoco en este ingrediente de su creac ión la ca sualidad se haya co lado en las decisiones de Máñez , como demuestra el caso del mismo Petreyo , per sonaje principal. Con la lib ertad que solo la creac ión literaria puede con ceder , el aut or compone un drama teatral que , int enciona damente cercano en su fonna a la tragedia en el teatro de l a Grecia clásica , transita de manera indistinta entre con ceptos atemporales corno las luchas por el poder para , sin so lución de con tinuid ad, incluir otros como las ansias de lib ertad e igualdad que todavía tardarán varios siglos en materializarse como valores socia les necesarios en las vi das de los seres humanos. Por eso mismo no resulta extra ño que aparezcan expresione s como ’memoria histórica’ en boca de una de las protagonistas. Como en anteriores ocasiones, Paco Máñez no desa provecha la oportuni dad para buscar la complicidad del l ector -espectador. Así, a l tiempo que nos presenta una his toria de profunda carga emociona l, de relaciones tormen tosas en las que se mezclan e l amo r y el od io , la pasión y la traición , el va lor y el temor, también nos exige un primer esfuerzo para reconocer las referencias a distintos momen9 tos de nuestra historia -de Petrer , de nuestra cultura como pueblo valenciano y de un sentimiento de país-, para des pués proyectar una visión teatralizada de acontecimientos que nos toca vivir. Sobre ellos nos llama a la reflexión y nos muestra de nuevo ese dolor casi noventayochista de Paco por las gentes de su pueblo y su país . No renuncia tampoco el autor a ese espíritu crítico que lo ha acompa ñado toda su vida y que renueva con la misma intensidad haciendo que una parte de sus personajes de Villa Petraria se rebelen contra la desmesura del poder del Imperio ma nejado por unos pocos. Siguiendo la trayectoria vital y creativa de Paco Má ñez no nos equivocamos si esperamos que también en esta obra nos ofrezca lm mensaje de fondo, una referen cia a valores que para él son fundamentales y que muchos compartimos. En este punto me he sentido especialmente concernido por las referencias a la dignidad, la honestidad y la lucha por la justicia con que una buena parte de los seres de su obra Villa Petraria se guiaban. De igual fom1a, Paco nos las reclama a quienes habitamos esta villa en la actualidad. ALFO NSO L ACAS A EscusoL ALCAL DE DE P ETRER 10 EL CAMINO HACIA VILLA PETRARIA Podríamos decir que, con esta nueva aventura en nues tro suelo patrio, incorporamos a los herederos de los prime ros habitantes iberos que se curtieron con el conocimiento de sus transacciones con fenicios , etruscos , cartagineses , griegos y romanos llegados a las costas litorales , establ e ciendo relaciones comerciales con todo el Mediterráneo hasta que la ambición de cartagineses y romanos , insacia bles , tras fundar las colonias , emprendieron la dominación de los estados de sus vecinos . Roma, la más fuerte, acabó conquistando medio mundo , además de Hispania. La explotación de estas tierras fue fructífera durante el establecimiento de Villa Petraria como núcleo de su pro ducción agraria , palacete residencial para la familia pro pietaria de la villa y como centro de mando local y control ante la superioridad en Ilice de sus focos de producción cerámica y agrícola, territorios señalados con el nombre de Petrer , en relación al empedrado de la calzada romana que pasa desde Ilice al inter ior de la Hispania romana. Fue después del estreno de la primera parte de La R en dición , en el año 1997 , cuando los miembros del grupo de teatro , radiantes de alegría y emocionados , me expresaron su deseo de que continuara escribiendo más teatro , reve lándoles que en mi mente anidaban esbo zos de la Hispania romana con relación a nuestro asentamiento rural llamado Villa Petraria , origen del nombre de Petrer, no como pue11 blo, sino como el primer inicio del núcleo de explotación romana con las comunidades ibera s naturales de esta tierra, siendo los árabes los que a partir del año 711 entraron en la península y, siglos después , construyeron el castillo enci ma de la atalaya de vigilancia ya utilizada por los romanos, y configuraron un nuevo pueblo según el diseño universal de ciudad musulmana depositando sus raíces árabes, tal como la conocimos , desde las faldas del castillo hasta las puertas que cerraban la ciudad , núcleo antiguo que hasta primeros del sig lo pasado los habitantes centenarios recor daban por sus paseos ’’pels carrers dels cavil ·les’. Es difícil de explicar cómo, desde mi interior , me fue dictada la trama de Villa Petraria a medida que en mi ce rebro bullían y se forjaban situaciones llenas de amor y odio ... , de vida, con analogía de voces que iban marcando los pasos de la comunidad de sirvi entes y esclavos, con sus cantos de lucha aclamando por las libertades perdidas de la lejana Iberia. Después de mucho tiempo dedicado a leer textos históricos , en mi mente se me aparecían figuras sin rostro y escuchaba el sollozo y la cólera de los prota gonistas . Por mi cerebro se iba proyectando una película que yo reproducía en el papel de todo cuanto veía y escu chaba , adentrándose en mi alma la melodía de su música que siempre era la misma : el adagio del ballet Espartaco, de Aram Khachaturian. En este trabajo había algo misterioso que se adueñada de mi cerebro, que bullía dentro de mí. Los hijos de la vieja Iberia , nuestros antepasados , sometidos a Roma, me hacían sentir su lamento y sus ecos, con las emociones y miserias de aquellos tiempos en los que el dominio de los fuertes imponía , con la fuerza de las armas , una nueva cul tura y un nuevo orden universal. 12 Villa Petraria culminó con mi más ferviente deseo de penetrar en aquellos tiempos de esclavitud y el desuso de su cultura. Cultura ibérica heredada de los hijos de los ibe ros que bajaron de las montañas al encuentro de la nueva Hispania romana que, al mismo tiempo que les acechaba con sus armas , con su cultura les mostraba un mundo con nuevas luces. La búsqueda de información de cómo se desarrolló la vida en Villa Petraria fue baldía, pues no encontré ni siquiera una aproximación del desarrollo humano del funcionamiento de las villa s. Tan solo los informes de los arqueólogos que habían estudiado los hallazgos del Petrer romano , como el mosaico , los baños, la necrópolis y los hornos. Durante estos últimos años me impactó el hecho de que , en el desarrollo de las excavaciones reali zadas en las calles Julio Tortosa y La Fuente , en el solar donde se levantaba la vivienda donde yo nací y mis pa dres vivieron casi hasta el final de sus vidas , afloraron los hornos romanos. Habían transcurrido más de 1.600 años y allí podda ser que surgieran los últimos momentos del fin de todo lo que supuso Villa Petraria , pues las tejas que se hallaron dentro de los hornos, ante un supuesto abandono , podrían expli car la rapidez de un final trágico que nos hace sospechar la posibilidad del fin de la villa ante el avance de los nuevos conquistadores . También nos refuerza esta hipótesis el hecho de que , en el examen del mosaico romano , este estuviese cubierto de ceniza , lo que pudo haber sido el principio del fin de la villa , del Imperio , de aquella época que nos trajo aquel periodo determinante en nuestra historia. Ojalá alguna vez se nos desvele este inquietante misterio. 13 Nada de todo esto hubiese ocurrido si mi atrevimiento no hubiese durado muchos años en este empeño y sin la ayuda inestimable de mi amigo el profesor Salvador Pavía , con su maestría y benevolencia con semialumnos tan osados como yo, que jamás se rindieron en su em peño para seguir acometiendo semejante soporte teatral , si bien la experiencia de La R endi ción de Petrer fue el mejor acicate para escribir esta nueva tragedia teatral , hija de mi imaginación y fruto de consultas en textos de nuestra Hispania romana . En la trama de Villa P etraria , la personalidad de la mujer del magistrado podría asemejarse a la de la cruel Livia, esposa del emperador Augusto y una de las prota gonistas de la novela Yo , Claudia ; y la de Serperio, jefe de la guardia romana , a la del también alt er ego Sejano , militar de la época de Tiberio que también aparece en dicha novela , así como que el nombre del niño recién muerto sea Claudia . Pero en realidad se trata de una coin cidencia de mi subconsciente , pues nunca leí la novela Yo , Claudia , tal como me sugirió Fernando Tendero , ni tampoco seguí la serie cuando se pasó por televisión, si bien es verdad que fue a través del cine , otra de mis pa sione s, ante tantas películas de romanos , que enfaticé el espléndido film Espartaco , con guión de Dalton Trumbo y dirección de Stanley Kubrick. Y puede ser que algo o mucho de aquel film quedara grabado en el disco duro de mi cabeza . Igualmente , para resaltar la significación histórica de los emperadores de origen hispano y comprender mejor la evolución política, social y cultural del Imperio roma no , ha sido necesario introducir en la trama argumental de la obra algunos anacronismos , pues estos personajes 14 relevantes, como el filósofo Séneca y los emperadores Trajano, Adriano y Marco Aurelio, aparecen en la escena histórica realmente mucho más tarde , concretamente en los siglos I y II d. C . Sin duda de todos los personajes de esta tragedia nada sabemos, pues nacieron , vivieron y murieron en mi cere bro, por lo tanto son inocentes de sus acciones, convic ciones y discursos. A través de ellos se desplomó el peso de la historia , con sus notas de amor , humor, humanidad y crueldad , según el diseño de mi cerebro creado para su historia futura , que les deseo sea larga y fecunda, simbo lizados en todo el cuadro de personajes y situaciones que nos recordarán momentos de valores históricos pasados de nuestras vidas y otros que todavía existen sin resolver en nuestra sociedad . Fueron determinantes para este atrevido autodidacta enamorado de la cultura que nació y fue· amantado por su madre, María, junto a los libros de la primera librería del pueblo que montó mi padre, Casildo Máñez, Quijote intui tivo , además de pionero y visionario comercial en tiempos de carencias y frío de hambres en los años difíciles de la posguerra. Como mi padre, osado emprendedor comercial , desde niño yo sigo con las energías culturales que anidan en mi nube , pues es cierto que somos lo que siempre fuimos. En esta obra se aprecia también una visión personal de la historia , porgue a la historia , como nos dijo Américo Castro, lo fundamental es comprenderla, pues en su desa rrollo están latentes muchas historias de la propia historia, con su cruda realidad de millones de víctimas que no cesan de elevar la pira universal de cadáveres, de seres huma nos que son, a su vez , la obra más grandiosa de toda la creación. Y, en contraposición, es también apocalíptica y 15 sombría la memoria histórica que acompaña al ser humano en su viaje por este mundo inhumano y sangriento que no cesa , impunemente , de asesinar a los herederos de esta hu manidad única que habita el maravilloso cosmos , en este mundo llamado Tierra. Y ya para finalizar debo agradecer a la Concejalía de Cu ltura y Patrimon io , con su flamante titul ar Fernando Portillo al frente , la cuidada publicación de la obra , en cuya edición y revisión ha colaborado con esmero Juan Ramón García , técnico municipal de Cultura. Valga también mi gratitud , por su aportación y ase soramiento histórico, a los arqueólogos Concha Navarro y Fernando Tendero, especialistas que más información pos een de la villa romana y sus explotaciones agrícolas y alfareras. Capítulo aparte merecen las enseñan zas durante estos años de mi amigo el profesor Salvador Pavía , ya que sin ’ sus clases ’ me hubiese sido imposible su culminación , junto al entusiasmo demostrado y positiva valoración de la obra teatral ya concluida , así como por el interés de asistir a su represent ación escénica. Mil gracias a todos los que han colaborado en este proyecto , al imprescindible Juan Miguel Reig , director , actor , figurinista ... y artista que ya desea tener en sus manos la dirección , y a Manolo Moll que , según me dice, ya la sueña y la recrea en el espectacular escenario del parque 9 d’Octubre , que nos recuerda aquel otro sueño escenificado en el parque durante el cincuentenario de la comparsa Moros Nuevos, titulado ’Suefio en la antigua medina de Bitrir’ , ya casi olvidado. N ada de todo esto hubiese sido posible sin el especial apoyo del grupo de teatro Arenal, con sus excelentes ac- 16 tores que empezaron de jóvenes y algunos ya son abue los , como Sebastián Tenés, Manuel Moll, Manuel Amat, Mari Carmen Rodríguez, Antonio Joaquín NavaITo, Sil vestre NavaJTo , Andrés Díaz Camarasa , José María Nava lTO, Emilio Martínez, Mensi Romero, Reme Amat , María Teresa Valdés , Guadalupe Pina, Carmen Baides, Carmen Tere Pla , Reme Payá , ni lo s jóvenes actores que han to mado el relevo y dado continuidad a la representación de La Rendi ción , como Francisco Cabrera, Andrés Díaz Gil, Yari Juan, Dani Montesinos , Tomás Mollá, Pepa Sarrió , Jesús Campello , José Emilio A lbujer , José Torres , Prisca Femández , Carmen !borra, Luciano Márquez, Fernando Moltó, Adrián Agulló y el ballet de danza de Dori Andreu, junto a las filas y comparsas de nuestra fiesta que parti cipan tanto en el desfile previo como en la propia esce nificación , entre las que destacan especialmente las filas Jaime I y Blanca de Castilla . También agradezco la cola boración de la Un ión de Festejos San Bonifacio , Mártir, tan necesaria y vital, engrandecida por el enorme esfuerzo de sus miembros directivo s que creyeron en la visión de Hipólito Navarro Villaplana de unir la fiesta con la cultu ra, siendo todos ellos los responsables que encendieron la mecha de esta producción que dedico a cada uno de mis queridos amigos y conciudadanos amantes de la cultura y del teatro . Muchas gracias a todos. FRANCISCO MÁÑEZ INTEST A 17 INTRODUCCIÓN HISTÓRICA 19 ’Los romanos no intentaron transformar las estructuras del País Valenciano hasta la época Augusta , limitándose a esqu ilmarlo a través de la rapiña de sus funcionarios y del ejército .’ Mas Ivars E ditores Nuestra historia ’ Las ruinas solo dejan d e ser ruinas cuando el visitante es capaz de insuflarles un poco d e la vida de antaño .’ ’ Para mucha gente , R oma no suel e ser más qu e un ejército c onquistado, ; o un pueblo de campesinos o el código o el hono r de los combates del anfiteatro .’ ’ Una civ iliza ción es una realidad comp leja y evolutiva : la de Rom a, a la qu e O ccident e debe tanto; duró die z siglos, mi l años .’ J ea n Cla u de F redonill e Diccionario de civilización r omana 20 EN EL PRINCIPIO FUERON LOS IBEROS Los iberos fueron los primeros que nos dejaron sus huellas históricas como pueblo disperso en la antigua Ibe r ia , con resonancias inciertas de la Atlántida hundida en el océano Atlántico , si bien pudieron ser supervivientes de aquel colosal naufragio. En el principio de su historia tuvieron contacto con los fenicios , etruscos , cartagine ses , griegos y romanos a medida que llegaban a las costas marítimas , como demuestra la circulación de utensilios y piezas artísticas de estas culturas y también porque los griegos y los romanos nos han dejado textos sobre esta sin gular cultura y su manera de negociar con las mercaderías. Herod oto, en su obra Historias, relata cómo lo hacían: los barcos , al llegar a la costa, dejaban las mercancías y se alejaban haciendo señas de humo . Los iberos se acercaban y dejaban al lado sus mercancías y oro para el intercambio , luego se alejaban y los forasteros volvían otra vez a tierra para ver cómo habían sido valorados sus productos ; si es taban de acuerdo , se llevaban lo expuesto y se iban, si no regresaban a sus barcos y esperaban una mejor oferta . Este intercambio silencioso se practicó durante mucho tiempo y se cree que es el responsable del enriquecimiento de los jerarcas iberos. Según el historiador José I. Lago , los autores antiguos describen a los guerreros iberos vestidos con túnicas cortas blancas con ribetes de púrpura y sus singulares espadas, 21 llamadas falcatas, en la mano. Probablemente las túnicas no fueran blancas , sino del color natnral de la lana , al igual que ocune con las toga s romanas , y probablemente la púr pura d e los ribet es no fuera tal , sino una franja de color escarlata. En realidad, es evidente que todos los guerreros no vestían de igual manera, ni mucho menos, pero esta in dumentaria sí que era la más corriente y era por la que los romanos identificaban a los iberos de ntro del ejército de Aníbal. Una estética que es la más repetida en el arte ibero. Aunque hablamos genéricamente de pueblo ibero , en rea lidad eran tribus y etnias a sentadas en el levante y sur penin sular , y las conocemos gracias a lo s autores clásicos , siendo algunas de estas tribus los ilergetes , edetanos , contestanos, bastetanos , etc. conespondiendo cada una de ellas a una re gión. Nuestra zona correspondería a la Contestania ibérica . El pueblo ibero basaba su economía y alimentación en productos básicos que posterionnente heredarían los romanos: cereal , vino y aceite, ’la tríada mediterránea ’. También eran ganaderos y consumían carne de sus rebaños y de lo que ca zaban en los bosques y prados próximos. Esta sociedad producía piezas alfareras como tinajas, cuencos y olpes que , en muchas ocasiones , decoraban con motivos figurativos que representaban escenas cotidianas, y con motivo s simbólicos que permiten interpretar su religio sidad , basada en las divinidades de la tierra y la fecundidad. Con la llegada de las tropas cartaginesas y romanas es cuando en las ciudades ibéricas se comien za a acuñar sus propias monedas , ya que anteriormente se utili zaba el true que de productos como sistema económico. En general era una sociedd elitista , estando en la parte superior los guerreros , quienes batallaban contra otras tri bus por controlar los territorios fronterizos. 22 Como se ha dicho anteriormente, los iberos no llega ron nunca a alcanzar una unidad antes de ser sometidos a la voluntad de Roma. La Contestania, que comprendía el sur de la actual provincia de Valencia , toda la de Alicante y parte de la de Murcia, formaría parte de la posterior provincia romana de la Tarraconense , y sus habitantes tuvieron relaciones comerciales con fenicios , gri egos y romanos , y sostuvieron acuerdos militare s con Roma. El pueblo estaba representado por un rey o caudillo que actuaba como jefe militar y única autoridad. La mujer se casaba entre los 13 y 17 años , y si a los 20 no era madre , incmría en penas contra el celibato y la carencia de hijos , siendo más frecuentes las que se interesaban por la marcha del mundo tomando parte activa . En el derecho romano el esclavo era considerado como cosa (res), considerándolo como un instrumento dotado de voz al que hay que sacarle el máximo partido , llegando a situaciones crueles e inhumanas sin n inguna condición ju rídica , además de no poder contraer matrimonio legal. Los esclavos dormían en los establos junto a lo s animales y comían todos juntos bajo la supervisión de los capataces , y sus castigos eran espeluznantes , aparte del encadenamien to, apaleamiento, la mutilación y en algunas épocas , según el emperador de turno , la muerte o la tortura previa con crucifixión . Catón aconseja cómo tratar a los esclavos: ’No es nece sario ser amable con los esclavos ; basta con tener cuidado de que no sufran ni frio ni hambre ’, y recomienda a los capataces que les hagan trabajar duro , ya que la ociosidad favorece el robo y el crimen. También añade Marc Bloch que el esclavo es un mal trabajador de rendimiento bajo y además perecedero , pues si muere uno , el patrón pierde la 23 suma que tenía que haber sido amortizada a lo lar go de la vida del esclavo, además de los a ltos gastos que suponía la vigilancia. Carenc ias que no se dejan sentir cua ndo el pre cio de los esc lavos es bajo, ya que se podía explotar hasta l a ex tenu ación de sus capacidades físicas, y los muertos eran rápidamente sustituidos por otros, situación que se produjo en l a época tardo-republicana . En e l último tercio del siglo II a. C. y en el primero del sigui ente, se produjeron una serie de revueltas como e l exponente más claro de las contradicciones soc ia les del sistema esclavista , con insurrecciones en proporciones geométricas , sien do costumbre crucificar a los prisioneros y a los más rebeldes . A medida que avanzaban los tiempos era más difícil conseguir mano de obra esclava para los trabajos agríco l as , ya que esta fue aumentando de precio. En consecuen cia , la s tierras se fueron parcelando y entregado a colonos libr es. Así , el colono libre se configuraba como la mano de obra del Bajo imperio, que poco a poco se iba transfor mando en un campesino. Mediante el co lonato los grandes propietarios se aseguraron mano de obra que trabajaba sin necesidad de usar el látigo , y e l Estado encuentra el me dio de recaudar los impuestos que gravaban la producción agríco la. Por su parte , la arqueología nos indica que Villa Pe traria sería una finca particular de explotación agrícola e industri al, donde residía su propietario con su familia y el personal doméstico, y que tiene su origen en el si glo Id. C. y es abandonada a finales del siglo VI d. C .. En el año 1975 aparecieron los restos arqueol ógicos correspondientes a un mosaico, y en su examen los ex pertos observaron que lo cubría mucha ceniza. También 24 se evidenciaron restos de termas en la zona situada entre la actual calle Constitución y el Banco Popular de nuestra población , siendo la zona de la villa más lujosa y acomo dada , y muy cerca de este entorno aparecieron restos de una necrópolis, seguramente del dueño de la explotación familiar . La zona donde vivía la mano de obra esclava y el per sonal vinculado a las tareas de la finca estaría ubicada en una parte concreta de la villa cerca de las áreas de explota ción y almacenes para guardar el grano y las henamientas, y corrales para la cría de animales; además existían las zonas donde se elaboraban los vinos y el aceite , y se alma cenaba la producción agrícola e industrial. Los hornos aparecieron, según nos demuestran las ex cavaciones realizadas , entre la plac;a de Baix y la calle La Fuente , junto a restos de ladrillos y tejas, materiales para la construcción habitual, rodeados de huertos para el uso diario. El 17 de septiembre de 1990 se publicó en el diario Información la noticia del descubrimiento en Petrer de una gran necrópolis romana, y en ella un mausoleo para la familia del tenateniente, lo que debía de conferir a Villa Petraria un cierto poderío y nobleza sobre toda la comarca durante los siglos II al IV d. C., según el arqueólogo Mi guel Benito. Debió ser el panteón de una familia de terratenientes dedicados a la explotación agrícola . Posiblemente las pa redes eran de adobe y la techumbre de teja plana y redonda. Las lápidas muestran las marcas de los sellos efectuados , como ritual, con los dedos y la disposición de los nichos era bastante similar a la de la actualidad . Junto a los restos constructivos fueron hallados restos de animales y gran 25 cantidad de cerámicas (cabra , vasijas y jarras), concentra dos en una zona concreta, ya que era costumbre celebrar banquetes funerarios en honor a la persona fallecida . Por las dimensiones de otra villa romana existente en la partida de Caprala, fechada en los siglos I y II d. C., sabe mos que se dedicaría a la explotación agrícola. Y próxima a las villas existió la calzada romana que atravesaba estas tierras hacia el interior de la península, estando muy bien diseñada. Estas vías posteriormente se convirtieron en ca rreteras nacionales. La población autóctona de la zona fueron iberos que bajaron de las montañas, amantes de sus convicciones , conservando su cultura y sus ritos en todas sus facetas . En la composic ión de la trama de Villa Petraria no se ha seguido ningún paralelismo editado, ni los personajes se han inspirado en ninguna obra que pudiese parecérseles. De ser así, sería pura casualidad. FRANCISC O M ÁÑEZ lN IE ST A 26 LA HISTORIA DE VILLA PETRARIA Petrer es un municipio alicantino situado en la parte central de la provincia, en el corredor del río Vinalopó que vertebra este territorio. Desde época prehistórica este eje ha sido camino de unión entre la costa medite rránea y la meseta penínsular. Por ello , a lo largo de la historia , las diversas sociedades y culturas dejaron su impronta en nuestras tierras que han ido conformando nuestra sociedad actual. Una de las culturas que más han condicionado nuestro día a día es la romana . Durante el periodo imperial en el centro histórico de Petrer existió Villa Petraria, denomina ción acuñada en 1975 por Enrique A. Llobregat Conesa, director del Museo Arqueológico Provincial de Alicante, que vino a nuestra población al notificársele la aparición del mosaico polícromo en la entonces calle 18 de Julio. Villa Petraria era una finca rural destinada a la produc ción agropecuaria y que se basaba en un sistema esclavis ta, teniendo sus orígenes en las villas griegas del siglo V a. C. Para el agrónomo gaditano Colmnela (siglo I d . C.) la villa romana modélica debe distribuirse en tres partes: pars urbana, pars rustica y pars _Fuctuaria. La pars urba na corresponde a la zona de vivienda del dueño desde don de este dirigía la villa , vivía y organizaba toda la explota ción agropecuaria. En Petrer correspondería con la calle Constitución y donde se sitúa el Ayuntamiento y el Banco 27 Popular. La pars rustica es la parte donde se alojaban los esclavos y se situaba la cocina y los establos . Actualmente corresponde al lateral de la pla9a de Baix donde está situa do el Museo Dámaso Navarro y la Casa del Fester. Por úl timo , la pars fructuaria corresponde a la zona destinada al almacenamiento y transformación de todos los productos producidos en los campos y banca les pertenecientes a la villa. En Villa Petraria , además de los productos agrícolas, sabemos que producían materiales de construcción -bási camente tejas y ladrillos- para distribuirlos en los merca dos próximos , debido a que la existencia de cuatro hornos resultaba excesivo para un uso doméstico. Creada por un rico propietario , los tratadistas agróno mos indican que las villas preferiblemente deben asentarse en colinas , junto a zonas llanas que presenten una gran fertilidad agrícola para poder poner en explotación estas tierras y junto a cursos fluviales. También deben de buscar la proximidad de lugares boscosos de donde aprovisionar se de leña y frutos y donde poder cazar animales silvestres. Y sería preferible disponer, en un entorno cercano, de la existencia de minas de arcilla y canteras de piedra para la construcción de la villa y sus continuas reformas que el mantenimiento de la finca acarrean. Por último , junto a to dos estos condicionamientos medioambientales , también es fundamental contar con la cercanía de las vías de co municación para poder conectar la villa con los mercados próximos en los que poder vender la producción o donde poder poner la mercancía en circulación. A poco que nos fijemos, podemos reconocer las carac terísticas descritas en el actual centro histórico de Petrer y en la antigua Villa Petraria: la pob lación se sitúa a las fal das de la colina donde se asienta el castillo , junto al curso 28 fluvial de la rambla de Prn;:a y rodeada de fértiles campos que han sido cultivados por todas las generaciones de pe trerenses hasta que, a mediados del siglo XX, la industria del calzado y marroquinería comenzó a ganar mayor im portancia económica. Del mismo modo, no podemos ob viar que Villa Petraria se encontraba a escasos kilómetros de El Monastil (E lda) , siendo el núcleo de población más importante de la comarca , tanto en época ibérica como ro mana. Y también m uy próxima discurría la importante vía de comunicación que conocemos como Vía Augusta , que era una calzada -como nuestras actuales autopistas -que discurría por la península Ibérica desde los Pirineos hasta Gades (Cádiz). Esta vía se bifurcaba en dos ramales en la zona de Villena, dirigiéndose uno hacia Ilici (La Alcudia, Elche) y Carthago Nova (Cartagena), debiendo de discu rrir , seguramente, por las tierras del Vinalopó. En el año 1975, hace ahora 40 años , se produjo un descubrimiento arqueológico que provocó la curiosidad y admiración de la población petrerense: como se ha indica do anteriormente , el 11 de septiembre , durante unas obras efectuadas en la calle 18 de Julio -actual Constitución -, apareció un mosaico romano policromo de grandes dimen siones representando varias figmas geométricas que fue fechado en el siglo IV d. C. Durante las labores de exca vación y documentación del mismo, a los pocos días , salió otra porción del mismo mosaico , aunque con un motivo geométrico distinto. Este hecho supuso que la población de Petrer conociera que el pasado histórico de la villa no comenzaba en el periodo islámico, sino que debía remon tarse al periodo romano. Villa Petraria tuvo un amplio desarrollo en el tiempo, ya que su origen se remonta a mediados del siglo Id. C. , 29 al igual que otras villas de nuestra zona , y debe de aban donarse a lo largo del siglo VI d. C. Gracias a las inter venciones arqueológicas realizadas en las últimas décadas, podemos plantear la hipótesis de hasta dónde llegaba la villa romana , e indicar que tuvo unas dimensiones que so brepasaba la hectárea, extendiéndose a grandes rasgos por la calle La Huerta, La Fuente , la plaza de Ramón y Ca ja! -junto a la iglesia parroquial de San Bartolomé -, calle Mayor , playa de Baix , calle Cánovas del Castillo , playa del Derrocat , Luis Chorro y calle Constitución. A continuación vamos a exponer los hallazgos más significativos que se han producido en Petrer relacionados con Villa Petraria: mosaico , termas , necrópolis , zona arte sanal y vertedero. Mosaico . Apareció un mosaico policromo fabricado en opus tesellatum, con teselas cuadrangulares , combinando cuatro colores : blanco , negro, rojo y amarillo . Crea un mo tivo decorativo combinando formas geométricas , mientras que una cenefa separa los do s motivos decorativos. El pri mero de ellos se compone de octógonos formando cuadra dos flanqueados de hexágonos elípticos. Estos presentan internamente otro cuadrado o hexágonos más reducidos , composición que se rompe cuando el motivo se adapta a la inflexión que le impondría la s características arquitectóni cas de la habitación que sería poligonal y formaría parte de la pars urbana - o residencia del propietario de la villa -. El segundo de los motivos lo componen círculos formando cuadrados curvilíneos que contienen otros más reducidos . La cronología del mosaico, como se ha indicado anterior mente , parece enmarcarse en el siglo IV d. C. Termas. Durante la construcción del actual Banco Po pular, en la calle Miguel Amat, aparecieron unos materia30 les arqueológicos -como son los ladrillos circulares que se colocan unos encima de otros formando pilares -que per mitían hablar de la existencia de unas tennas. Este hecho no sería descabellado debido a que este tipo de construc ción se situaba en la pars urbana, para uso y disfrute del dueño de la villa y su familia. Necrópolis. Las necrópolis solían situarse fuera de los núcleos urbanos, cerca de los caminos o vías de comuni cación, en donde se podían encontrar mausoleos o monu mentos funerarios que solían construir las ricas familias. Los cadáveres eran incinerados y depositadas las cenizas en urnas de piedra o bronce, o bien, a partir del siglo II d. C ., eran inhumados , enterrándose el difunto con objetos de adorno o de uso personal (ajuares funerarios). Los ti pos de sepultura eran diverso s, desde ánforas cortadas a tumbas con tejas . También se encuentran cistas de piedras colocadas de forma vertical y cubie1tas por grandes losas o por tejas. Excepcionalmente encontramos sarcófagos de piedra o mármol como el que apareció en Petrer. Sabemos que existió un sarcófago tallado en mármol del que apenas conservamos dos fragmentos recuperados durante la res tauración del castillo. A pesar del reducido tamaño de los fragmentos , w1a teoría indica que podrían representar una escena de Traditio Legis en el que aparece en el centro la figura de Jesucristo y varios personajes a ambos lados. La cronología del sarcófago se fecha en el siglo IV d. C. A comien zos de los noventa del siglo XX, en la excava ción arqueológica en la calle Mayor, se identificó un recin to funerario fechado entre los siglos II y IV d. C. con dos salas , una para enterramientos infantiles y otro de funcio nalidad ritual para realizar banquetes funerarios. Además, se halló una cista sin material óseo. 31 Barrio artesanal. Se extiende por las calles Julio Tmto sa , La Fuente y La Hue1ta. Tras una intervención a rqueoló gica en la zona central del so lar se hallaron muros romanos hecho s en mampos tería trabados con tierra pudiendo distin guir dos fases de uso : alto y bajo imperial. En la primera de e ll as -siglo s N -VI d. C. -hay una serie de estancias rec tangu lares usadas como almacenes ; la segunda corresponde a un nivel más antiguo -siglos I -principios IV d . C.- y presenta cuatro hornos además de una gran fosa -vertedero . Tambi én una serie de fosas y cubetas que se convertirán en ve1tederos , aunque en un primer momento se dedicarán al trabajo de la arcilla y decantación . Por tanto , con los restos hallados nos situamos ante otra de las paites de Vi lla Petra ria , la pa rs f ru ctuaria . Se h·ata de un comp le jo alfarero con estancias rectangulares para talleres y área de hornos , junto a fosas y cubetas para decantar arcilla, centrándose su uso enh·e el siglo II y comienzos del siglo N d. C. Ve rtedero. Se trata de un basur ero romano situado en la parte periurbana de Villa Petraria , con 1ma cronología centrada en los siglos V y VI d. C. , y posiblemente has ta comien zos del sig lo VII d . C . Situado en la calle Luis Chorro , tras una exca vación arqueológica se documentó la existencia de sei s vertederos de forma irregular y diversos tamaños. Se realizaron en época romana cavando hoyos en el suelo y se rellenaron con los desperdicios generados en Villa Petraria: mat eria les de construcción , fragmentos de ánfora y , en menor m edida , vaj illa de mesa. Excepcional mente , aparecen fragmentos de los huesos de los anima les con sumidos en Villa Petraria. Co NcE rc ró N NA VARRO Po VEDA F ERNAN DO E. T ENDE RO FERNÁ NDEZ 32 A mis padres, a mi familia, a mi pueblo y a cada uno de mis amigos amantes de nuestras muchas culturas que tanto nos enriquecen VILLA PETRARIA 33 Rec reac ió n de l tal ler alfa rero de Vill a Pet rar ia a par tir d e los res tos doc um enta dos en l a excavac ió n arq ueo lóg ica de la ca lle La Fuent e ( dibuj o de Pil ar M as). 34 ESCENOGRAFÍA El montaje y desa1Tollo escénico de la obra teatral se sitúa en diferentes lugares del centro histórico de Petrer donde se han realizado intervenciones arqueológicas que han permitido identificar las partes de la villa bajo la ac tual población. TóTEM SAGRADO MoNTE DEL Crn Territorio ibérico perteneciente a la Contestania, con restos documentados desde el siglo IV a. C. en la Sierra del Caballo , que pasaría a ser Hispania , provincia del Imperio romano, a partir del siglo II a . C. , y conservando restos de esta época en el entorno de las calles Constitución, playa de Baix y Cánovas del Castillo, situadas en el casco antiguo de la población a partir del siglo I d. C. VILLA PETRARIA Los restos arqueológicos descubiertos en los últimos cuarenta años, nos penniten hablar de la existencia de una importante villa situada en el subsuelo de la playa de Baix y calles adyacentes. La excavación del mosaico romano descubierto en la calle Constitución , reveló la presencia de una capa de ceniza depositada sobre el mismo, lo cual nos hace pensar que un gran incendio pudo ser el causante de la destrucción de Villa Petraria. 35 TERMAS En la calle Cánovas del Castillo, la aparición de numerosos ladrillos circulares utilizados como pequeños pilares , se interpretó como que en este lugar existieron unas termas o baños , formando parte de la vivienda del propietario de la villa. POBLADO IBERO-ROMANO Ubicado en la plac;a de Baix, correspondería al patio o atrio de la villa romana que daría acceso a las distintas habitacione s y áreas de trabajo de la explotación agrícola y artesanal de la finca. TALL ER ALFARERO La excavación del amplio solar delimitado por las calles Julio Tortosa , La Fuente y La Huerta , permitió conocer la existencia de un taller alfarero con hornos, almacenes y cubetas para la decantación de la arcilla que estuvo en uso entre el siglo III y comienzo del siglo IV d. C. NECRÓPOLIS ROMANA La intervención arqueológica realizada al comienzo de la calle M ayor desveló la existencia del posible cementerio rom ano situado en las afueras de la antigua villa. 36 REPARTO MAGISTRADO Responsable político de la villa MAGISTRADA Esposa por el dominio de su entorno PETREYO Hijo del magistrado y víctima del desamor de sus padres CLAUDIO Niño , hermano de Petreyo AGNIE Sacerdotisa que practica la herencia de los antiguos dioses , hija del jefe de la resistencia SERPERIO Jefe de la guardia del asentamiento militar MATERNO Padre de Agnie y líder de la lucha contra el Imperio SALÓNDICO Viejo sabio s ituado entre dos mundos LEUTON Discípulo de Salóndico INDEVTL Luchador por la libertad 37 AMBÓN Antiguo esclavo de las minas, ciego JULIA Esposa de Curcio CüRJNA Joven esposa de Valerio ANTONIA Esposa de Jesano ALCURNIA Esposa de Cinero CURCJO Capataz de producción VALERIO Capata z, de mayor edad, en Caprala y Gurrama JESANO Capataz de producción alfarera CINERO Capataz de producción CESARÓN Organizador de la muestra textil popular DüMICLA Encargada de la muestra textil popular Gentes del pueblo, soldados, vírgenes, sirvientas, esclavos , músicos (dos flautas y tamboril) y tres jurados de la muestra textil popular. 38 PRIMER ACTO La acción se desarrolla en los últimos años del fin del Imperio romano. ESCENA! (Escenario oscuro envuelto en una tormenta. Llue ve , ha ce mucho viento y los fuertes relámpagos iluminan la escena que muestra la sierra del Cid, símbolo de la Gran Sierra del pueblo ibero. En el centro del escenario hay una cueva que se protege d e la lluvia y dentro de ella, a espaldas del público , una sacerdotisa vestida a la vieja usanza ibérica , ll evando e l vaso sagrado, invoca a la gran Madre , a la naturaleza. Su vestido de ceremo nias es seme jant e al de la Dama de Elche.) SACERDOTISA.- ¡Oh, Gran Madre del pueblo ibero! Ap laca tu ira que nos enloquece y sobrecoge de es panto . Ten piedad de tus valientes hijos que a nada humano temen. Dirige tus rayos de fuego y muerte sobre el extranjero asesino que tiraniza y somete a lo s pueblos a la esclavitud. (Continúa la tormenta que cada vez es más fúerte. La sacerdotisa leva nta el vaso hacia los cielos, deja caer la cabeza sobre su pecho y entra en trance.) 39 ¡Gran Madre! ¡Excelsa Madre! No nos abandones. Prueba s suficientes te hemos ofrecido de nuestro arrojo ante la adversidad. Las cicatrices de nues tros hombres y los campos repletos de las cenizas fértiles de nuestros héroes muertos son nuestra ofrenda perpetua a ti. Ampara a tus hijos que siem pre lucharon a muerte por la libertad y también tendieron su mano generosa ante el nuevo amigo. ¿Acaso, Gran Madre , no fueron muchos los pue blos extranjeros que entraron por las puertas abier tas de nuestros mares y se asentaron en esta tierra fértil que todos de ti heredamos , fundiéndonos con su sangre? Acuérdate de los fenicios, que nos cautivaron con sus preciados productos que noso tros ignorábamos .. . Y los sabios griegos, guiados por Kolaios , con sus artes y su ciencia . .. Y con todos compartimos los bienes. Pasado aquel tiem po dichoso, ¡oh , desgraciada ventura! , el terrible Amílcar desató nuestra cólera cuando vimos que nos expoliaba y perdíamos la libertad. Y dijimos adiós a aquellos días felices y hermosos, mientras templábamos nuestro espíritu y pulíamos nuestras falcatas para resistir la lucha. Tu pueblo , valiente , entró en combate batallando en esta tierra contra cartagineses y romanos , ¡grandes ejércitos que ensombrecieron de terror esta tierra! Sólo Asdrú bal instituyó un tratado de paz y estrechó lazos de hospitalidad. Y aunque es cierto que perdimos a muchos de nuestro s mejores guerreros y que, tam bién , muchos de los nuestros nos traicionaron vil mente , más cierto fue que tu pueblo jamás se rin dió. ¡Oh , Madre nuestra! ¿Qué cruel destino nos 40 acecha? ¿Adónde se dirige el camino de espinas que recorren tus hijos afligidos? ¿Hasta cuándo el sufrimiento , el llanto y la rabia de tu pueblo? (La tormenta remite y una tibia luz comienza a ilu minar la sierra del Cid. La sacerdotisa sigue en trance , al cabo del rato prosigu e su locución más intima y vencida.) Madre nuestra que todo lo puedes , ¡escúchame! Soy tu hija que te pide con humildad que disipes las dudas que confunden nuestra mente. Cami namos turbados sin saber hacia dónde nos guías. Nada sé, ¡infeliz de mí! , del destino oscuro de nuestro pueblo. Tampoco tengo respuesta a tanto dolor, ni al misterio del mundo que nos llena de zozobra. Nadie sabe nada, los muertos no vuel ven con noticias. Tampoco las gentes que llegan buscando mejor vida, siguiendo el largo camino de las estrellas . Temo a la oscuridad de mi noche atormentada , confinada por el gran misterio que se ciñe sobre la tierra; a la terrible ceguera que nos impide saber qué somos y hacia dónde nos dirigimos si nos falta tu ayuda. Tú que convives con los dioses que guardan celosos los grandes misterios, pregúntales qué nos espera al final de esta lucha a muerte que no cesa. ¿Hasta cuándo el tenebroso destino será nuestra guadaña implaca ble ? ¿Cómo aliviar con dulzura el dolor de la he rida sangrienta de nuestro pueblo? ¿Cómo cantar a la vida con alegría , cuando nuestros hermanos cabalgan por derroteros de destrucción y muerte? ¡ Ah , cruel ambición , deseo ignominioso, codicia malvada de Roma que no cesa de abatir nuestras 41 vidas! ¡Oh, Madre sagrada! Danos fuerza y sabi duría para no renunciar jamás a los dones sagrados que cada día nos dan vida. ¡Cuánta sangre roja de rramada de los bravos pechos , Iberia! ¡Qué de azul y verde tinta de tus mares, ríos, montañas ... ! 42 ESCENA U (En el escenario el mismo fondo del Cid. En ambos laterales ha y ca sas. En sus pu erta s hay gentes sen tada s sobre piedra s. Un jit ert e resplandor a zul que po co a poco se va haciendo ma yor presagiando la inmin ente salida d e la luna ll ena. Es una no che de pl enilunio. En el centro d el es cenario gentes iberas, hombr es y mujeres , pasean conversando , esperan do el momento de cel ebrar el ritual del plenilunio, para bailar al son de _flautas y tambores cantando pl egarias a los dios es. La dan za s erá parecida a la s ardana , pero con mú sic a ce lta .) SALÓNDICO. -Pronto saldrá la luna. Se va acercando el momento mágico del plenilunio. Los dioses sagra dos , nuevamente , se prestarán a escuchar nuestras plegarias. ¡Falta nos hace! MATERNO. -¿De verdad crees que ahí afuera alguien nos escucha? Toda mi vida he esperado a que los dioses me respondieran. Soy ya viejo y pronto moriré sin tener respuesta alguna ... Quizá sea éste mi último plenilunio ... ¡Sólo sé que debo permanecer siempre erguido como los árboles sagrados! SALÓNDICO .- ¿Acaso tu hija no te influye en sus conoci mientos? Agnie consagró su espíritu a los dioses. Ella nos transmite sus deseos . . . Los sacerdotes lo saben todo de nuestros dioses. Y tú, Materno , ¿qué sabes? 43 MATERNO.-No quiero complacerte diciéndote lo que pienso. No quiero dañar tu esperanza. Si destrui mos a nuestros dioses, destruimos a nuestro pue blo, pues hay hombres que necesitan tener a los dioses cerca y ahora más que nunca necesitamos de todas las fuerzas , aunque mi experiencia me lle va a no creer que los dioses se ocupen del destino y l as acciones de los hombres. Nada he aprendido de mi hija, aunque nunca he hab lado sobre esto con ella. Pero nada sé. Sólo sé que siempre acabamos viendo lo que queremos ver, y que nuestra suerte no cambia. Los romanos no cesan de incordiar nos ... Cada vez quieren más y más de nosotros ... de Hispania. SALÓNDICO. -¡Materno , Materno! Fiel luchador de la libertad y de la independencia de esta tierra. ¿Hasta cuándo , amigo , llevarás la espada en alto? ¿Hasta cuándo , Materno ... ? MATERNO .- ¡Hasta la crucifixión si hace falta! Y tú lo sabes bien. Mi lucha cesará cuando tengamos nuestros propios reyes . No los emperadores ro manos , cuyas manos usureras y asesinas expolian nuestras tierras. ¡Sí! Esos cerdos que , protegidos por sus legiones , se llevan nuestros metales precio sos , nuestros alimentos .. . Pero lo que más me due le es que nuestros hombres más fuertes sean sus más temibles soldados y sus mejores gladiadores. ¡Dioses del infortunio! ¡Cuán amarga es mi suerte! ¡Necesito más tiempo , más larga vida! ¡Más hom bres que crean en mí , más armas ... ! ¿Lo entiendes , Salóndico? 44 SALÓNDICO.-El tiempo es lo más preciado que tiene el hombre porque es limitado. Me preocupas , Mater no. ¿No sabes que nuestro pueblo disperso nunca llegará a alcanzar la unidad política? Mi larga vida me dice que somos así. Si el poder que tienes sobre el pueblo no lo utilizas con justicia , el mismo poder acabará contigo. ¡No te das cuenta que nunca hay paz en tu corazón ni serenidad en tus palabras! La obsesión turba tu mente. MATERNO. -¿Recuerdas aquella historia que nos conta ron en la colonia griega? ¡ Sí , Salóndico! Recuerda que te conmoviste cuando la escuchaste. Contaron que el hijo del rey Filipo de Macedonia, Alejandro Magno, quiso disponer de todo su poder para unifi car el mundo en una única ciudad mundial , donde todos los hombres del mundo fuesen sus ciudada nos. ¡Todos los hombres! ¿Comprendes? ¡Todos los hombres del mundo! SALÓNDICO. -¡Cómo no recordar aquel hermoso pro yecto! Por supuesto que lo recuerdo , Materno , aunque tal vez seas tú quien no recuerdes , o no te guste recordar , porque contradice tu lucha , que para conseguirlo su plan aspiraba a unir Grecia con Persia. Y uniendo los continentes , Oriente con Oc cidente , unió el mundo para siempre después de producir un baño de sangre. ¿Entiendes, Materno? En su empeño de fundir ambos pueblos obligó a los suyos a casarse con mujeres persas. Sabía que mezclando los hombres y sus culturas , potencian do el mestizaje, nacería un hombre nuevo, más in teligente y humano. Y así se podría conseguir la idílica ciudad mundial ; y con ella llegaría la sus45 pensión de la guerra, la libertad y la prosperidad de todo el mundo. La verdadera Pax. Persiguió la gloria eterna; y ya ves, todavía dudamos si fue un genio o un loco sanguinario. MATERNO. -¿Ves corno siempre acabarnos viendo lo que queremos ver? Dónde ves tú al nuevo hombre, yo veo al hombre domesticado , carente de fiere za para combatir, sumiso a las leyes que llegan de Roma. Leyes que los capataces nos obligarán a cumplir a las buenas y los soldados a las malas. Salóndico , no puedo soportar ver al hombre acomodado en su miseria. ¿Sabes que Roma asumió la idea del joven Alejandro para realizar su proyecto? SALÓNDICO. -Sé, Materno, que Alejandro tuvo un sueño , un hermoso sueño, propio de la esmerada educación que recibió de su maestro Aristóteles. Murió joven, quizá envenenado por aquellos que para medrar necesitan el caos , para luego erigirse en salvadores. Sé que Roma , un día , también tuvo el sueño de Alejandro , pero también sé que para materializar ese sueño será necesario que todas las naciones del mundo , después de segar la cizaña , sueñen lo mismo. MATERNO. - (Se ríe.) ¡Ja, ja, ja ... ! ¡Qué profanación! ¡Creer que esta vida es el sueño de Alejandro! 46 ESCENAIII (Entran a escena la sacerdotisa y tres doncellas vírgenes engalanada s con flores . Se coloca n en e l ce ntro y el resto de los hombres y mujeres se dispo nen a hacer un círculo cogidos de la mano. Los tres músicos tocan y empieza La danza del plenilunio. A l tiempo que las vírgenes y la sacerdo tisa hacen las plegarias, un haz de luz azul se proyecta en el cen tro del baile.) SACERDOTISA .- ¡Madre omnipotente, reina de los dio ses! ¡Reina de nuestros bosques sagrados que nos dan la vida! VIRGEN 1. - ¡Venerada lu z, que nos diste esta montaña sagrada como símbolo de tu dulce amor y tu colosal fuerza! VIRG EN 2.- ¡Paz celestial, bendícenos con tu gracia y haz que perdure el caudal de agua cristalina del río que sacia nuestra sed y humedece los valles frondosos! VIRGEN 3. -¡Bendita Señora que guías el camino eterno de la s estrellas! Tú que nos enseñas tu rostro sereno de hermosura en el momento crepuscular , ¡ bendíc e nos con tu gracia! (Repetir las plegarias.) TODOS. -¡Gran Madre del pueblo ibérico! Fúndenos con tu amor sagrado, con tu belleza eterna, con tu bon dad infinita. ¡Danos fuerza, Señora! 47 MATERNO.-(Con voz d esgarrada . Sale hacia el centro del esce nario y se arrodilla bajo la luz de la luna. Impl orando.) ¡Gran Madre del pueblo! No permitas más la ignominia de ver a tu pueblo rendido . No permitas que tus hijos permanezcan más en la es clavitud. ¡Ayúdanos a conquistar la independenci a, l a lib ertad! TODOS. -¡Si ... sí ... sí! ¡La lib ertad, la libertad , la lib er tad ... ! ( Van repitiendo todos leva ntando po co a poco las m anos hacia la luna , al mismo tiempo que vue lve la músi ca.) TODOS. -¡Gran Madre qu e todo lo puedes , ayúdanos en nuestra lucha! (Repiten varias veces.) 48 ESCENA IV (En el interior de Villa Petraria. Grandes espejos enseñan el mosaico al público. La habitación está decorada según el diseño romano con simulación de columnas que sujetan el techo. Solemnemente , van entrando por la puerta del fon do que marca el centro del escenario dos parejas de soldados romanos armados y Serperio , que se sitúan en los laterales del escenario. A continua ción entra la sacerdotisa , maquillada con ocre rojo, llevando la máscara de un niño, también pintada de ocre rojo, según la costumbre antigua ibérica, sujeta en ambas manos alzadas. Juntos , siguen el magistrado y su muje1: visible mente abatidos de pena por la muerte del hijo, vestidos de color negro con evidentes señas de luto. Detrás el joven Petreyo, hijo mayor del ma trimonio y, finalmente , los cuatro capataces, con sus respectivas mujeres, que llevan máscaras de familiares difimtos. Se van colocando en los late rales del escenario.) SACERDOTISA.~ Acabamos de cumplimentar el antiguo rito funerario de esta tierra, con el cuerpo frío e iner te del niño que fue dulce y sonriente. Su vida le ha abandonado. Ahora sigue el camino de regreso que le lleva al seno de la Gran Madre. Allí sus risas vol - 49 verán a ser trinos de pájaros. Su inocencia se tomará bendición en la serena quietud de los bosques. Su energía abatirá las aguas imparables de nuestro río y será el lobo, maestro de maestros en nuestra misión en la vida , quien protegerá al difunto en su viaje. Pero, ¡oh , excelsa Madre! , ten piedad de su fami lia que también siente el desgarro del dolor de la montaña cuando se le desencaja un trozo de su roca ; del árbol frondoso cuando se le tala la rama más débil y tierna. Apiádate de los suyos que ya sufren su ausencia. ¡Oh , Gran Madre! , dales consuelo para superar el gran dolor que les embarga. ¡ Cólmales de serenidad! (La sacerdotisa le entr ega la máscara al magistra do . Éste la besa y la ele va, dando una vuelta por la habita ción para que su espíritu s e quede con ellos para siempre.) MAGISTRADO .- ¿Qué deciros , amigos , cuando el dolor y el llanto nos embarga? Acabado el rito funerario , hemos depositado el cadáver del niño en nuestra necrópolis. En esta tierra hemos ente rrado muchas ilusiones y esperanzas. Sabéis que el deber del padre, también según el rito romano, constituye a éste en sacerdote del culto a nuestros antepasados. En este mural siempre están las efi gies de nuestros muerto s ... sus rostros serenos, recibiendo constantemente nuestra veneración y respeto. ( Coloca la má scara d el niño.) Claudia , nuestro anhelado hijo, ya ha sido acogido por las divinidades. Su máscara, su recuerdo , cual bloque de mármol indolente, estará por siempre junto a nuestros antepasados , perpetuando en 50 nosotros su recuerdo: aquí , en Villa Petraria, y allí donde el Imperio ordene servirle. Roma fue nuestra cuna , nuestra madre gloriosa, nuestro ser. Hispania, y este asentamiento llamado Villa Pe traria, nuestra causa. Vivimos tiempos difíciles. La baja producción agrícola y de los hornos nos indican signos de decadencia. Que nadie piense que la turbación de mi dolor me impedirá hacer les frente . Roma nunca tuvo tiempo para la debi lidad . Mi principal deber es engrandecer el Im perio y ¡ésta! (To cándole la espada a Serperio.) garantizará siempre su grandeza. Esta es nuestra razón y nuestra convicción. (Todos hacen gestos de asumir las palabras del ma gistrado.) MAGISTRADA.-Gracias , fíeles súbditos . Gracias a todos por vuestra presencia en esta villa dolorida. Sabéis que , cuando llegó Claudio , fue como una bendición de los dioses. ¿Os acordáis , queridos? Siempre se oían sus risas en Villa Petraria , y su mayor felicidad y valentía era descender raudo, sin ningún miedo, por las montañas de arena. ¡Ay, Claudio, hijo mío!, qué dolor tan fuerte me aflige. Confieso al Cielo que nunca comprenderé por qué los dioses se lo lleva ron. ¿Por qué precisamente él, que fue tan dulce y alegre como ninguno de nosotros? Su presencia con sus risas y sus juegos llenaba de gozo nuestra villa, aliviando nuestros problemas. ¿Por qué, amigos? ¿Por qué los dioses siempre acaban llevándose tan pronto a los mejores? ¡Qué crueles son las leyes de nuestra vida! 51 PETREYO.-Supuesto que el Cielo lo quiso, nada debe mos de objetar. Verdaderamente , ¿es cruel la ley de la vida que lleva a la muerte al feliz hacendado, desesperado en su desgracia, mientras que a su vez resulta dulce y liberadora para el infeliz esclavo? E l triunfo de la muerte sobre la vida es el más justo porque a nadie favorece . Todos partiremos con las alforjas vacías , ¡ta l cua l llegamos! Sobre la tumba quedan las espadas, oropele s .. . y coronas de laurel , honores y agasajos ; también los harapos, el hambre y el infinito dolor de lo s siervos y esclavos. MAGISTRADO .- ¡Petreyo , no sigas hablando ... ! P E TREYO .- ¡Perdonadme que lo haga, Magistrado! Esta es mi oración fúnebre . Mas no temáis , concluyo , re sumiendo , que tal vez habrá que pensar que quizá sean nuestras leyes las que no son justas . (Acabado el a cto los c apata ces y sus muj eres se a pr esuran a ir junto al ma gis trado y su muj e,~ pa s and o de Petre yo d esc aradam ent e. El magi strad o y su mujer agrad ecen su a sis te n cia . Las má sca ra s se c olgarán en el mural , al mi smo tiempo qu e sal en todos.) 52 ESCENA V (Petreyo coge de la mano a La sacerdotisa y Le pide qu e se quede.) PETREYO. -¡Agnie , espera un momento! SACERDOTISA.- ¡Es muy tarde, Petreyo! Todos nece sitái s descansar . El día ha sido duro y el funeral dema siado tenso . Eres un loco , Petreyo . Tu oración estaba de más. PETREYO. -Sí, ya lo sé. He hablado porque no quería que en este acto de dolor sólo nos quedáramos con las palabras prepotente s de mis padre s. SACERDOTISA. -Yo he intentado que mis palabras fue sen de consuelo , mientras que tu padre ha sido de masiado provocati vo . He intuido que sus palabras iban dirigidas hacia mi pueblo. PETREYO. -¿C omprendes por qué he hablado? A pes ar de todo , quiero que disculpes a mi padre . Está muy violento. Las bajas produccion es y las exig encia s de Roma pidiéndol e más rendimiento s, la agit ación del pueblo y ahora la muerte de mi hermano ... Es tá agotado y profundamente preocup ado. SACERDOTISA. -Me temo que la muerte de Claudia sea un mal presagio , como e l terribl e anuncio para to do s nosotros de la muerte de la inocencia . PETREYO. -Corre n malos tiempos para Roma , es ver dad. Mi padre posee información preocupante que 53 no cuenta a la familia . No sé cómo, pero lo intu yo. Agnie, quiero que sepas que pase lo que pase , aunque el cielo se venga abajo, te seguiré querien . .. (Ella, con su mano, le tapa la boca para que no siga hablando.) SACERDOTISA.- ¡Por la Gran Madre, Petreyo, calla! ¡No sigas hablando , que las paredes oyen! Sé sen sato. Éste no es el momento ni el lugar adecuado . Tiempo tendremos de vemos, aunque cada vez es más difícil sin que nadie nos observe. Me voy, Pe treyo , no pienses en nada , te n confianza en mí, pues sabes lo que yo siento. ¡Perdona, Petreyo! Perdo na que te deje en este momento tan duro para ti, pero me voy antes de que nadie sospeche nada. (Se marcha la sacerdotisa sin dejar de mirarle, se de tiene en la puerta y se vuelve a mirarle, sollozan do.) ¡Adiós , Petreyo , mi vida ... ! (Mirando toda la habitación, con las mano s se tapa el rostro y grita ll ena d e pavor ante una premonición. Se escucha e l sonido de un incendio, llamas, desplome de pa redes y gentes gritando de pánico.) ¡Oh, trágica vi sión que me enloquece de dolor! ¡Gran Madre, no lo consientas! ¡Qué horror! ¡Ayúdanos! ¡No , no , no! (Sale de escena.) (Pe treyo va hacia ella sin llegar a alcanzarla . Len tamente se dirige ante la máscara de su hermano y la acaricia.) PETREYO .- ¡Claudio, hem1ano mío , qué solo me dejas en esta fría villa! ¿Dónde están tus risas inacaba bles? ¿Dónde el estruendo de tus carreras y tus fal sos llantos desconsolados para llamar la atención . 54 ¡Qué solos nos dejas, Claudio, hermano mío! Tú solo bastabas para llenar de alegría esta casa. Aho ra , en tu ausencia , quiero confortarme creyendo que estás junto a los espíritus de las doce divinidades adoradas del panteón romano. Los dioses sagrados decidieron que tú te quedaras aquí, en esta tierra, hasta el fin de los siglos. Junto a estos verdes valles hermosos de cristalinas aguas. Junto a las doradas montañas de arena en las que enloquecías jugando con sus rubias arenas. ¡Qué triste será todo sin ti! (Reposa la cab eza en la pared y se oyen voc es del niño llamándol e.) CLAUDIO .- (Vo z en off.) ¡Petreyo! Hermano tonto , si no me das dulces le diré a papá que te vi besando a Ag nie. (Risas del niño.) ¡Venga , no seas malo y lléva me a jugar al arenal! Petreyo, ¿por qué lloran papá y mamá? .. . (Acaba riéndose.) PETREYO. -Divinos dioses , ¿qué será de nosotros en esta tierra cautiva? Junto a estas gentes que no ce san de luchar, que no cesan de aumentar su odio hacia nosotros porque carecen de todo. ¿Qué será de nosotros? 55 ESCENA VI (En los baños romanos. Estancia con paredes de pi ed ra vista, con ve ntanas p equ eñas por dond e sólo en tra el resplandor de la lu z exter ior. Una balsa en e l ce ntro , un ban co para sentarse y reci bir el vapor y una m esa donde se efec túan lo s masajes . Se abre la escena y aparecen las mujeres de los capataces . Julia está en la cam illa, donde una sir vienta le está practicando un masaje. Las otras, Cor ina, Antonia y Alcurnia, están sent adas en e l banco rec ibiendo el vapor. Una toalla blanca les cubrirá.) JULIA. -¡Apriétame más fuerte! ¡No tenga s miedo mu j er, aprieta y sácame del cuerpo este dolor que me m ata! ¡Fijaros cómo se van defonnando mis manos! Pero lo peor es este dolor agudo que no hay quien aguante. ¡Aprieta, mujer , aprieta! Imagínate que soy tu marido cuando regresa a tu casa des pué s de esca par se con los amigos. CORINA. -Sabe s lo qu e digo , que yo aceptaría el dolor sin rechi star a cambio de no arrugarme ni perder las m edidas d e mi talle. JULIA .- ¡C orina , qu é boba eres, mujer! No te creas que , porque no has parido nunca, vas a tener sie mpre ese cuerpo de Venus. Cuando te llegu e el declive , ni l a leche de burra qu e usaba Cleopatr~ te sa lva56 rá de la catástrofe. Y, acuérdate , luego pensarás, como todas, que vivir más de cuarenta años será un milagro. ANTONIA.- ¡Peor lo tienen los esclavos que, general mente, viven diez años menos que nosotros ... si es que resisten los golpes de los látigos! ALCURNIA .- (En voz baja.) ¡Cállate, insensata! Que bas tantes problemas tenemos para que a esta asistenta, que tan bien nos atiende , no se le ocurra vengarse con nosotras. CORINA. -Sí, queridas. (Estirándose la piel de la cara y piernas.) ¡ Corta es la vida de los mortales! Nuestros omnipotentes y adorados sagrados dioses no dan para más . ¡Paciencia! Por eso es importante conser var la belleza, sentirse deseada, admirada . Amar. .. Vivir aventuras apasionadas ... 57 ESCENA VII (Entra en escena la mujer del magistrado.) SIRVIENTA.- Señora, enseguida estoy dispuesta. Voy a por vuestra crema preferida. MAGISTRADA. -Mis queridas amigas , ¡qué alegría veros a todas! A pesar de todo , la vida sigue ... ¿ verdad? füLIA.- Señora, os encuentro muy mejorada . CORINA. -¡ Sois fue1ie y valiente, señora, los dioses os protegen! ALCURNIA. -Sí, las divinidades os ayudan a superar el penoso trance. ANTONIA. -¡Vivimos tiempos de incertidumbre! Nada hay seguro. ¡Todo está revuelto! fü LIA.- ¡Calla, mujer! No reavives más el rescoldo del dolor , que de eso nunca falta, a pesar de que haya mujeres que pasan por la vida como si fuesen esta tuas de bronce , que no sienten las penas , ni sufren , ni aman de verdad ... MAGISTRADA. -¡Queridas! (Cortando a Julia.) Observo, para mi gozo , que nada ha cambiado en vosotras. He de confesar que he venido a veros con la intención de distraer mis penas . No dudé que os encontraría en los baños y , como siempre , hurgando en la vida de las gen tes de Villa Petraria , comentando las noticias 58 y los chismes que traen los correos. (Con voz apagada.) Llevas razón, Antonia. Yo también siento en mi cuello cómo aprietan las garras del destino. Presiento que los días felices se van quedando atrás y, para mi desdicha, sé que la vida ya no me dará más hijos. ANTONIA .- (Intentando paliar su p ena.) ¡No habléis así, señora! Que nadie , ni los sabios galenos, han descifrado el misterio de la vida. Y la llegada de los hijos bien parece cosa del azar. ¿Sabíais que las tribus más antiguas de esta tierra creían que las mujeres eran engendradas por el tótem sagra do? Creían que la descendencia llegaba sólo por vía materna. MAGISTRADA .- ¡Por todos los dioses, jamás se me hu biese ocurrido pensarlo! CORINA. -Señora, perdonad el atrevimiento, pero si no os lo cuento reviento. Creedme, que no deseo mo lestaros ... Bien es verdad que los dioses saben lo que os quiero decir , señora .. . MAGISTRADA. -¡Suéltalo ya, Corina! Que he venido a eso. CORINA .- Se dice que vuestro hijo Petreyo anda pren dado por las delicias de la sacerdotisa. Y parece ser que a ella no le disgusta ... ANTONIA. -¡Calla, arpía! MAGISTRADA .-¡Disparas al corazón, querida! Si fuese cierto cuanto dicen, una nueva tragedia se ceñiría sobre Villa Petraria. Creo que sabéis que el padre de Agnie, Materno, está en la guerrilla. Es un perro agitador que lucha contra el Impe - 59 rio. Quiere acabar con la presencia de Roma en Hispania . No se siente satisfecho de lo que el Im perio ha hecho en esta tierra. Mi marido , impru dentemente, invitó a la sacerdotisa a participar en el funeral del niño. Quiso demostrar que Roma sigue respetando los ritos de cada tierra que con quista . Es un fiel servidor de la ley romana a la que nunca cuestiona. El magistrado (Con ironía disimulada.) no es de aquí (Se to ca el pecho.) , ni de ahí (Tocando el pecho de su amiga Corina.), ni de allá ... (SeFwlándolas a todas.) Es del Impe rio , queridas . Cada noche duerme y goza con él. .. Sí, queridas. Dormirnos los tres juntos. ¿Se puede pedir más ... ? (S e rí e Jite rte.) JULIA. - (Nerviosa, le corta la palabra y cambia de tema.) Durante el cortejo fúnebre , observé cómo nos mira ban las gentes. Vi demasiados rostros de hombres llenos de odio. Terno por Agnie , sé que es buena. Tal vez se arriesgó demasiado. MAGISTRADA. -Petreyo fue quien le pidió que asis tiera a petición de su padre. ¡Pero , bueno, ya está bien de hablar de estupideces! Contadme. ¿Qué novedades han traído los mercaderes? ¿Son bo nitos los vidrios germanos? ¿Qué tal las cerámi cas galas? ¿ Y las joyas orientales? Y los nuevos perfumes, ¿llegan a enloquecer a vuestros aman tes? Por cierto , Julia, el nuevo criado ¿te sirve bien? ¿Es cierto que posee un espléndido cuerpo de gladiador? Contádmelo todo, que eso también forma parte de la vida, y necesito vivir aunque mis carnes empiecen a pesarme. Decidme , que ridas amigas, ¿qué cuentan los correos de Roma? 60 ¿Qué rumores corren en el Senado de nuevas co rru pciones y crímenes? ¡Ah! Y también ... (Qui tándose la toalla y metié ndos e en el agua, riendo fúerte.) ¿ Quiénes son las putas del nuevo César? 61 ESCENA VIII (De noche en los baños. Escenario completamen te oscuro. Una pequeFza lámpara de lu z alzada es llevada por la sirvienta. Con ella va Agnie , la sa cerdotisa.) SIRVIENTA. -¡Agnie , estoy muerta de miedo por estar aquí! Aquí me he pasado toda la vida, sacándoles del cuerpo a los romanos la grasa que a mis hijos hambrientos les falta y eso Agnie ... SACERDOTISA. -No teníamos que haber venido. No me gusta este sitio para venne con él. También es ver dad que no puede haber perdón si los niños pasan hambre y frío. Los romanos creen que al venir aquí también va a purificarse la suciedad de sus almas. SIRVIENTA. -Y otras cosas , Agnie. ¡Que aquí no hay fronteras, ni puertas cerradas ... n i vergüenza, Ag- . • - 1 me, 111 verguenza .... SACERDOTISA. -Petreyo me dijo que si algunos exalta dos nos descubrían juntos, aquí podrían protegemos sin peligro. SIRVIENTA.- Sobre todo de la ira de tu padre y sus se guidores. Lleva razón Petreyo . La guardia de Villa Petraria, en su ronda , aquí llega . Nadie se atrevería a molestaros sabiendo los soldados que Petreyo está aquí. Pero , ¡por los dioses sagrados!, a mí este mie do no hay quien me lo quite de encima. 62 SACERDOTISA.-Te juro que ésta será la última vez que te comprometo . Lo que tenga que ser será a la luz del día , asumiendo lo que el destino nos depare . Para bien o para mal. SIRVIENTA. -¡Será para mal, no lo dudes ! A nosotros no nos sale nada bien . ¡El cuerpo lo tengo roto de tanta experiencia! AGNIE. -Qué razón tienes. Da temor estar aquí, parece que estemos dentro de una tumba . No me dejes sola .. . No alejes la luz . No te vayas , espera a que venga Petreyo. ¡El muy necio! ¡Cuánto está tardando! PETREYO .- (Voz en off. En tono bajo.) ¡Agnie! SACERDOTISA. -¡Aquí, Petreyo, aquí! 63 ESCENA IX (Entra Petreyo con una lámpara.) AGNIE.- ¡Cuánto has tardado, insensato! SIRVIENTA. -Agnie , ahora que ha llegado Petreyo, me voy con mis hijos. AGNIE. -Sabes que agradezco tu amistad y tu riesgo. Vuelve a tu casa. (Sale del baño.) ¡Mañana te visita ré! Ve con mucho cuidado .. . PETREYO .-Perdona. Sé que he tardado demasiado. Mi madre, cuando me ha visto salir de la villa , me ha llamado , reteniéndome demasiado. Llegué a pensar que lo hizo a propósito. Nada de lo dicho era nece sario hablarlo a estas horas. Espera, voy a encender otra lámpara. Tendremos más luz . (Enciende otra lámpara y el escenario se ilumina tenuemente.) AGNIE. -Ahora los baños no parecen tan tétricos. Incluso resultan más bonitos. (Cuando vuelve a ella se queda inmóvil contem plándola. La nueva luz le destaca su belleza.) PETREYO .- (Abra zándola fuertemente.) Cuánto tiem po , Agnie ... ¡Cuánto tiempo sin rozar tus labios , tu piel, sin acariciar tu pelo, sin poder mirar fijamente y poseer tu cuerpo! (La besafuertemente.) ¡Agnie, mi vida ... ! ¿Qué te ocurre? ¡No dices nada! ¿Qué 64 te pasa? ¡Estás fría! Dime qué te ocurre . ¡Agnie , respóndeme! AGNIE .- (Como somnolienta.) Petreyo . .. Estoy muy can sada ... y asustada ... Pero nada temas . .. Estoy bien. Quiero centrarm e contigo en este momento de vivo deseo y mi pensamiento no se aparta de la gravedad que nos rodea . (Intenta apartarse d e Petre yo, y él la retien e a su lado.) Qué dura es esta lucha , que nos hace renunciar a lo que verdaderamente que remos ... Tú no sabes lo que es vivir viendo a tu al rededor cómo sufren los tuyos y sentirte impotente para darles el alimento y techo que necesitan . .. y luego estar oculta aquí , contigo , que representas lo que más odia mi pueblo. PETREYO. -¡Agnie , no sigas! Sabes bien quién soy . Yo tampoco puedo cambiar mi destino , ni creo que sea necesario . Las cosa s suceden así , y ni tú ni yo pode mos cambiarlas .. . (Refl exionando.) por ahora. AGNIE .- Petreyo , no te preocupes .. . Sabes lo que siento por ti . Sabes que daría mi vida por la tuya. Pero no me pidas ahora que me entregue a ti, ni que me ol vide que e s aquí donde se encuentran tus gentes ... los que se esconden a plena luz del día . No podría soportarlo. Tampoco podría olvidar la cara de vues tros verdugos que en este lugar revivo, ni dejar de acordarme del sonido de vuestros látigos que arran can sin piedad la piel de mis hermanos .. . Petreyo , te querré siempre .. . pero lejos de aquí y de lo que vuestra villa representa. P ET REYO. -¡Agnie , tranquilízate! Si somos fuertes po dremos ser dichosos. 65 AGNIE.- No , Petreyo , no. No lo somos ahora , ni lo seremos nunca. Tu Imperio nos ha marcado para siempre, pues después de la caducidad de un im perio , siempre llegan otros y otros con diferentes nombres .. . PETREYO.- ¡Agnie , compréndelo! Hispania es una pro v incia más del Imperio Romano. Recibe por ello sus beneficios. Muchísimos hispanos son tan ricos como nuestros colonos , aunque ahora la crisis nos alcanza a todos. Nuestras leyes dan oportunidades. Algunos emperadore s y césares han mejorado la vida de los esclavos. (Agni e se le queda mirando , sonriendo irónicamente.) AGNIE. -¡Sí, ya sé lo que me vas a decir! Que no sois un imperio perfecto ... , que la completa perfección no existe en los hombres , que el problema no está en las armas sino en el corazón de los hombres .. . PETREYO. - (Cortándole la palabra.) Pero no olvides que somos el Estado más fuerte del mundo , el que mayor seguridad le da al pueblo. Los bárbaros del norte nos acechan constantemente y los moros africanos no cesan de hacer incursiones en nues tras costas. ¡Por todos los dioses! Compréndelo, Agnie. ¡El mundo siempre está en guerra! Ahora , en estos tiempos de profunda crisis , como dice el magistrado , necesitamos seguridad. ¡Entiéndelo , Agnie! ¡Seguridad! AGNIE. -¿Seguridad para qué, Petreyo? ¿Para vivir así? (Se engrandece.) No, querido. Vosotros necesitái s como el aire que respiras la seguridad que os ga rantice que nadi e os arrebate el poder . En cambio , 66 nosotros necesitamos volver a sentir esta tierra como nuestra. El Ser en el Todo . En los bosques que cortáis despiadadamente , en las montañas que destrozáis para convertirlas en losas , en los ríos diáfanos que oscurecéis con el despojo de vuestra explotación minera . Petreyo, ¿a que no te has dado cuenta que ya casi nadie aquí habla su lengua? Ha blamos la lengua del Imperio. Hemos sido latiniza dos. Y no es malo que hayamos aprendido el latín , tu lengua. Lo malo es que nosotros perdamos la nuestra , como dice Salóndico. ¡Qué poco nos que da de lo que fuimos! Imagínate la vida . .. Viviendo sólo compartiendo lo que los dioses nos dieron. En un mundo fraternal y justo. Donde nadie se sintiera solo, ni se despreciase al ser humano por su cla se. Y cuando pienso en ti , pienso en cómo hubiese sido nuestra vida en ese paraíso que poco a poco vamos perdiendo. PETREYO. ~ (Acorralado y casi llorando.) Agnie , no me tortures así. Yo deseo como tú , en lo más profun do de mi ser , compartir ese mundo maravilloso. Sí, perfectamente maravilloso . (Reacciona.) Pero no puede ser. ¡Por todos los dioses! El Imperio se está hundiendo , y yo estoy llorando por ti como un niño . Estoy loco , Agnie. ¡ Estoy loco! No razono cuando estoy contigo. No puedo razonar , tus palabras siem pre me inquietan ... No puedo razonar , Agnie , y tampoco quiero llorar. 67 ESCENAX (Unos soldados encienden luces como un relámpago, al mismo tiempo que aparece en escena el magistra do y su mujm~ llamando enérgicamente a Petreyo.) MAGISTRADO. MAGISTRADA.-¡Petreyo! ¡Petreyo! ¡Petreyo , hijo mío! (La mujer del magistrado corre hacia la sacerdo tisa, le da dos fúertes bofetadas y la aparta de Pe treyo que parece ido en brazos de la sacerdotisa, la cual es retenida por un soldado.) MAGISTRADA. -¡Hijo mío , cuánto te ha hecho sufrir esa mujer! (Proyectar una imagen fzja de Petreyo llorando so bre Agnie.) PETREYO. - (Voz en off. Ido y llorando , evoca a su her mano.) ¡Claudia! Qué bien que estés conmigo. No me dejes más, hermano. Quédate siempre conmigo. Claudia, mañana cuando amanezca y el sol radian te ilumine nuestros valles , te llevaré con mi caballo a lo más alto de las montañas sagradas de Agnie. Y podrás correr tras las mariposas más bellas y los pájaros de trinos y colores más dulces. ¡Ah! y no te olvides de coger para Agnie en la sie1n madre el ramo de madroños más precioso ... y, como siem pre, pasaremos por las montañas de arena para que seas feliz jugando en sus dunas rubias. 68 CLAUDIO.- (Voz en off) ¡Sí, Petreyo , sí! ¡Qué bien .. . ! Petreyo, hermano, ¿por qué lloras ... ? No llores más , que mamá te reñirá . (Llorando el niño.) ¡No llores, Petreyo , que yo te quiero mucho! No llores más .. . Petreyo, no llores más ... Que yo sí que te quiero . . . (Fin de la imagen fzja.) EL MAGISTRADO.- (Se acerca junto a su mujer y su hijo , lo acaricia y de espaldas al público, l evantan do la mano enérgicamente, ordena a la guardia.) ¡ Soldados, azotad a la s ierva! (Se escucha -con poca lu z- el sonido del látigo y los gritos de la esclava. Agnie reacciona y corre hacia la puerta de los baños donde la sirvienta ha sido de tenida por los dos soldados que están en la puerta.) AGNIE.-¡Ella es inocente! ¡Es inocente , canallas! 69 SEGUNDO ACTO ESCENAI (En el poblado. Niños jugando y jóvenes bailando al son de la.flauta y tamboriles. En las puertas hay co lgada una exposición de tejidos que las mujeres han confecc ionado durante el año , esperando el premio del jurado. Las mujeres comentan detalles. Tres hombres hacen de jurado.) DOMICIA. - (Dirigiéndose a la gente.) ¡Cesarón! ¿A qué esperáis para dar el premio? ¿Necesitáis ayuda o bien estáis preparando el puch erazo? CESARÓN. -¡Calla , Domicia! DOMICIA. -¡Qué pena s no s da la vida! Todo un año tra bajando , tejiendo filigranas , y que ahora tengáis que ser hombres los que valoréis el trabajo. ¡Qué sabréis vosotros! Sabes lo que te digo, qu e el día qu e os vea tejer estaré de acuerdo , mientra s tanto ¡jamás! CESARÓN. -¡Qué mujer! Por Júpiter, Domicia, que no so tros no tejemos. Nosotros valorarnos y vendemos lo que vosotras tejéis ... DOMICIA. -Pues, daos pri sa ... ¡Que no sabéis ni vesti ros! Que no, Cesarón. ¡Que no me conformo! Aun que l a tradición sea la tradición. ¡Faltaría más! (Todos se ríen y siguen con la fiesta y el concurso.) 7 1 ESCENAII (A la pla za llegan lndevil y Mat erno.) MATERNO .- Indevil , parece que el pueblo está ajeno a sus problemas. Se entretiene en banalidades cuando hay tanto por qué luchar. INDEVIL. -¡Es la tradición! Siempre ha sido así. MATERNO .- ¿Acaso la lu cha y el valor del pueblo ibero no ha sido su tradición más gloriosa? Llamad a to dos. Que acudan aquí. Celebremos la asamblea. (lnd evil s e me zcla con La gente y po co a poco van Llegando más hombr es a La plaza.) MATERNO .- ¡Amigos, la situación se agrava! Las noti cias que nos llegan son inquietantes. Roma quiere más de nosotros , de Hispania , del mundo que do mina . Los responsables del Imperio quieren salvar se a costa de nuestra ruina. El hambre campea por nuestros poblados, mientras nos exigen más sacrifi cios. El Senado ha aumentado la presión fiscal y los látigos de los soldados son más contundentes ante nuestras protestas. Por todo ello , ante esta situación desesperante, son más necesarios nuestros sacrifi cios. ¡Es la hora de vengar a nuestros mue1ios! Se acabó doblegarse , no ceder nunca más . ¡Luchar y resistir es lo que os pido! Nos dicen que el Imperio está corrompido , que no tiene futuro y cada vez es más débil ante las invasiones de los bárbaros. La 72 con-upción también ha llegado a sus mandos que, enriquecidos , lo abandonan . El fin de la opresión se acerca y ello hace más necesaria nuestra acción para conseguir ganar la libertad que nos hizo dignos en nuestra tierra. LEUTON. -¡Materno , cuídate de no provocar que el pue blo sea de nuevo crucificado! ¡Cuídate de los sa c rificios inútiles que den-amen nuestra sangre! Que nadie olvide el sacrificio y las atroces matanzas que sufrieron las rebeliones de nuestro pueblo. El Iinpe rio se extiende por toda la tien-a. Por todos los confi nes de Occidente , sus generales han llevado el ten-or y la muerte. ¿ Verdaderamente crees que se deten drán ante un nuevo puñado de pobres soñadores? ¿Acaso eres un soñador sin escrúpulos? ¡Materno, amigo , cuídate de la insensatez! MAT ERNO. -¡Quien tenga algo más que decir que hable ahora! Que nadie silencie lo que piensa. Que nadie diga que Materno ahogó la vo z del pueblo. SALÓNDICO. - (Levantando la mano.) Mis palabras no van dirigidas a Materno . Quiero hablaros a todos vosotros, a mi pueblo. Sólo os pido un momento de reflexión a cuanto voy a decir. Bien cierto es que jamás hemos dejado de aspirar a la libertad. Todos sabemos , porque lo hemos sufrido , cuán cruel es su ausencia . La libertad es el mayo r tesoro que los dioses le concedieron al hombre. Pero , mirad, ¿es éste el mismo pueblo de nuestros antepasados al que Roma le arrebató la libertad? ¿Son las formas de estos vestidos s emejantes a los de nuestros antepa sados? ¿Acaso no son también nuestras la lengua , 73 las leyes y la forma de vida del Imperio? Nadie po drá negarlo. Tampoco yo , aunque no me entusiasme demasiado. ¿Somos aquel pueblo que consideraba su enemigo a quien no estaba unido a él por lazos sanguíneos , o aquel otro que por la ausencia de bie nes hacía innecesario tener un gobierno y leyes po líticas? Roma hizo bajar de las montañas a nuestros antepasados y les dio un nuevo sentido del mundo, una civilización que nos apartó para siempre de lo antiguo. Sí, me diréis que aquellas primeras leyes fueron distintas para cada clase de hombres según su condición social, que fue brutal que la vida de cada esclavo dependiera de su amo. . . y tantas y tantas injusticias . Mas alegrémonos de que aquella tiranía se suavizara. AMBÓN.- ¡Materno, no escuches las voces infames de estos libertos! ¿Sabéis cuál es mi ganancia, que ade más me llevaré a la tumba? ¡Estas cicatrices que adornan mi cuerpo! (Ríe jitertemente, mientras en seña las marcas de su espalda.) MATERNO.- ¡Silencio! Dejad que acabe Salóndico. SALÓNDICO. -¡Ambón! Tú , necio , te ríes de tu lastimosa situación , y mi alma llora lágrimas de sangre por tu desgracia. ¡Ambón, yo te quiero libre y vivo! Sin las marcas que la brutalidad de la codicia han marcado tu alma para siempre. Ambón, recuerda. ¿Cuántos esclavos cayeron, reventados a golpes, trabajando día y noche en las minas ... ? Acuérdate , Ambón. Eres ciego , pero tu memoria, porque estás vivo , tie ne luz. Acuérdate. Tú mismo me lo contaste, cuando te concedieron volver de aquel infierno porque ya 74 apenas veías. Y no digo que tuvieses suerte . ¡Tu viste paciencia , Ambón! Precaución y paciencia, y sobre todo intuición , que es la cosa más valiosa de la vida y ello te salvó de la mayor desgracia . .. MATERNO .- Escucha , Salóndico , ¿qué hacer cuando, inevitablemente, la espada de tu enemigo va a caer sobre tu cabeza?¿ Tratar de que no te paiia en dos, o bien, si puedes , procurar que esa espada deje de ser una amena za para siempre? SALÓNDICO .- ¡Materno! ¿Quién dirige tus palabras: la sabiduría que nos hace justos o el odio que envile ce? ¿ Tan incapaz eres de ver que éste no es el mis mo pueblo que entabló su encarnizada lucha con tra Roma? ¿No percibes que el destino de Roma es nuestro destino? ¿Crees que Séneca , Trajano , Adria no o Marco Aurelio , nacidos en Hispania, cuando sirvieron al Imperio se olvidaron de amarlo? ¡Ma terno , caro amigo! Sigue la vía Augusta , que tanto nos beneficia, y tu derecho de ciudadanía te llevará al mundo. MATERNO .- No me interesa ir a un mundo que no res peta nuestra soberanía , que se ha hecho expoliando nuestra hacienda y nuestras vidas . ¡No, Salóndico , no! Ese mundo del que hablas está a punto de des hacerse en mil pedazos, ¿y sabes por qué? Porque se hizo a la fuerza, con tiranía , sin respeto a ningún género de vida. SALÓNDICO. -¿ Y qué mundo queréis construir voso tros? ¿Acaso la gue1Tilla, en sus emboscadas, no mata y secuestra indiscriminadamente a ricos co lonos y a gentes inocentes? Sí, Materno. También 75 vuestras annas, vuestra lucha -ahora injustificada -, vuestro odio irracional -que ya no es el odio de todo el pueblo - os convierte en terroristas, en asesinos ... INDEVIL. - ¡Calla, Salóndico! Jamás nadie ha juzgado así a la guerrilla . Materno es el más nob le de noso tros .. . el caudillo que amamos y con él conseguire mos la victoria . SALÓNDICO.- Indevil, Materno , Ambón . Creed que ad miro la fuerza de vuestra lucha , porque nunca se acaban de conquistar todas las libertades , ni mucho menos las injusticias. La lucha de Hispania con tra Roma hace ya mucho tiempo que tocó a su fin, mientras que para avanzar por el camino de la liber tad y la justicia nunca serán suficientes los mejores guerreros. Para esa batalla contad conmigo y mi es pada , que es voz y esperanza .. . MATERNO.- ¡Salóndico, jamás ningún pueblo conquistó su libertad con palabras sino con su sangre! SALÓNDICO .- ¡Ah , cruel Materno! Nunca nos librare mos de vosotros . ¡Ah, triste Hispania! Siempre te ensombrecerán caudillos sanguinarios ... 76 ESCENAIII (Sala del mosaico. Petreyo está leyendo en voz alta. Se detiene fijándose en detalles del mosaico.) MAGISTRADO .- ¿Estu dias, Petreyo? PETREYO. -No exactamente. Repaso estos textos que te nía olvidados. MAGISTRADO. -Tendrías que estar estudiando en Roma. Los jóvenes acuden en busca de los mejores maestros. Tengo amigos en el Senado que te hubie sen ayudado. En Roma están los mejores maestros del mundo. PETREYO.- Aunque el arte me apasiona, temo que ya es tarde para eso. Me hubiese gustado, pero ... de cidiste que me ocupara de tus negocios. (Sin de jar de observar el mosaico.) Por cierto, jamás vi en Roma ningún mosaico que se adapte al cambio de estructura como éste. Los antiguos maestros ya acusaban que la arquitectura romana anteponía lo funcional a lo artístico, pues es evidente que, a pe sa r de lo mucho que nuestros artistas aprendieron de los griegos, nunca alcanzaron su sensibilidad, su belleza ... Parte de mi vida ha transcurrido sobre él, y nunca reparé en ello. MAGISTRADO.- ¡No te culpes demasiado, Petreyo! Pues yo, y esto es un secreto, siempre he valorado el arte por su precio. Sí, ya lo sé ... nadie en Villa Petraria 77 puede conseguir mayor información que yo, pero eso de que el magistrado muestre su ignorancia ... Sólo puedo decirte que estos mosaicos se constru yeron posterionnente en las diferentes villas , como en Ilice, la Alcudia, Calpe y algunos lugares más . En épocas de bonanza económica, artistas con sus talleres itinerantes recorrieron las villas y muchas fueron beneficiadas con artísticos mosaicos que adaptaban a cada estructura dejando constancia del sello del Imperio. Petreyo, no olvides nunca que la creatividad es el don de la tierra. (Entr a la magistrada.) PETREYO.- ¿ Ves? Apenas sé nada de lo que me gusta, y lo que sé, no me gusta. MAGISTRADA. -¿Qué es lo que no te gusta , Petreyo? ¿De qué puedes quejarte? PETREYO.- De nada. Creo que tengo lo que merezco. MAGISTRADA.- ¡No tenemos lo que merecemos! Sólo lo que hemos ganado con nuestro esfuerzo , mien tras lo conservemos . Si perdiéramos nuestra r ique za , perderíamos lo que somos, nuestro prestigio y autoridad. Así están las cosas, aunque a ti no gusten . La riqueza heredada sin esfuerzo es verdad que no tarda en perderse . MAGISTRADA.- Petreyo, tú que de todo te quejas , píde le a los dioses que en los tiempos que corren jamás tengas que ser un buscador de fortunas para ser lo que ahora eres. Está visto que valoramos las cosas sólo cuando las perdemos . PETREYO. -Una vez más, tampoco me habéis entendido. Quizá sea cierto que mi cerebro esté trastornado. 78 MAGISTRADO.-¡Déjalo, mujer! No le increpes más. MAGISTRADA .-¡No , magistrado , no! Su actitud ex céntrica también nos afecta a nosotros. Nuestras amistades se ríen a espaldas nuestras. Mis amigas intentan que alguna de sus hijas pueda ser la es posa del hijo de ma gistrado , la mayor autoridad de Villa Petraria , y él, insensato , jugándose el fu turo con la hija de Materno, el cabecilla de los disidentes . .. MAGISTRADO. -¡No hay pruebas suficientes para soste ner esa acusación, sólo sospechas! MAGISTRADA. -¡Sospechas ... ! ¿Cuándo la mano del magistrado se ha detenido ante una sospecha? ¡No hagas que me ría de ti delante de tu hijo! Di que no has ordenado a los soldados que actúen por no agra var la situación de Agnie y Petreyo . Sabes dónde se esconden y cuáles son sus maquinaciones . . . Si no actúas es por Petreyo, que es la única persona que qmere s. MAGISTRADO. -No sigas, que las palabras descubren tus intenciones. MAGISTRADA. -¿Acaso mis supuestas intenciones no debi eran de ser también las del magistrado, repre sentante del Imperio en Villa Petraria, y garante de la seguridad de los intere ses de Roma ? P ETREYO. -¡Basta! Callad. No discutid ni os insultéis má s por mí. No sopo1io que os odiéis . Dejadme que sea yo quien resuelva esta angustiosa situación que nos está destrozando a todos. Sé que tendré que re nunci ar a uno de los dos sentimientos que oprimen mi corazón ... 79 MAGISTRADO.- (Cortándole la palabra.) ¿Cómo que el sentimiento ? ... (S e ríe.) ¿Acaso podemos dejar el futuro en manos del sentimiento? Me voy . (Sa liendo.) No soporto más esta ridícula situación. Los jóvenes sois inestables , ridículos .. . y carecéis de ambición. No conocéis la vida , vivís en un mundo irreal , lleno de estúpidos sue ños . .. 80 ESCENA IV PETREYO .- No te gusta Agnie, ¿ verdad? Más bien creo que la odias. MAGISTRADA. -¡No , no me g usta! Ésa es la verdad . Es la clase de mujer que no soporto . Creo que te enga fia. Conoce tu debilidad y te maneja para su causa . Erigirse como sacerdotisa es una máscara que utili z a para no mostrar su verdadero rostro, que es débil y malvado ... PETREYO. -No hables así. .. ¿Qué sabes tú ... ? MAGISTRADA. -Sé cómo son las mujeres . PETREYO. -¿De veras ... ? ¿Cómo sois ... ? MAGISTRADA .- Deberías ya saberlo , Petreyo . PETREYO .- ¿Sois , acaso , débiles y malvadas ? MAGISTRADA .- No , Petreyo. Somos fuertes y ambiciosas. Más fuertes que los hombres , no lo dudes nunca . Nuestro sexo es la fuerza más vigorosa de esta vida que llena el mundo d e hijos , de nuevas vidas ... Nuestro sexo arrastra a los hombres a las más bajas y sublimes pasiones . No hay límite en ello . Es sufrimiento y go zo ... , vida y muerte. E l sexo nos hace madres , y ser madre, Petreyo , es poseer una fuerza sobrenatural capaz de devorar el mundo cuando la felicidad y seguridad de los hijos peligran . 81 PETREYO.- Hablas de sufrimiento, de gozo y de pasión . ¿Acaso esos conceptos no son sentimientos? Pero, dime, ¿dónde queda el amor? ¿Dónde se refugia el verdadero amor para librarse de esa cruel batalla? MAGISTRADA. -¡Pobre Petreyo! ¿ Ves? No sabes nada de la vida . Agnie no es la vida , y te engaña hacién dote creer en un falso mundo inexistente. Agnie no tiene valor ni fuerza para soportar la crudeza, la vida real, para soportar su linaje de esclava. Es débil, y su debilidad le impide ver la terrible realidad. PETREYO. -¡Presiento que hay otro mundo mejor! Lo siento dentro de mí. Y sé más. Sé que yo no podría vivir en ese mundo que tú también conoces y a mí me horroriza. Agnie y yo buscaremos nuestro mun do más allá de las estrellas, donde juntos el hombre y la mujer no sean odio ni guerra, donde el grano se comparta y gozar de la naturaleza sea nuestra mi sión sagrada . (Se apagan las luces.) 82 ESCENA V (En la sala del mosai co. Entran en escena el magis trado y Serperio.) MAGISTRADO. -Difíciles tiempos conen, Serperio. Tiempos turbulentos difíciles de equilibrar. SERPERIO. -Para eso estamos nosotros, magistrado. So mos el brazo fuerte de Roma, el que jamás será ven cido. Aunque cada vez tengamos menos oro para pagar a nuestros soldados. Acordaros del emperador Séptimo cuando le dijo a sus hijos: ’enriqueced a las tropas y olvidaros de todo lo demás’, después de que un hijo suyo fuese asesinado en una campaña militar por un oficial de su guardia. MAGISTRADO.-Apoyas tu confianza en la fuerza que te da tu juventud y al mismo tiempo me adviertes que cuide de mis soldados, especialmente de ti y de los soldados que te obedecen . ¡Ah , Serperio, cuánto me haces recordar tiempos pasados! Ofrecí mis mejores años a la milicia. Fueron buenos tiempos , no pue do quejarme . En cambio , ahora que mis músculos se debilitan , tendremos que mo stramos extremada mente fuertes ante la caótica situación que se nos . . viene encuna. S E RPERIO. -Los soldados están alerta, pues en los ros tros de las gentes se nota la ira de su impotencia , mientras que los cabecillas del pueblo nos increpan 83 sin temor cuando disolvemos sus asambleas y sus actos de protesta ... MAGISTRADO. -Serperio, es imprescindible no bajar la guardia, endurecer nuestra posición sin contempla ciones . Es necesario mantener el orden y también la prudencia. Sin nosotros la fuerza de Roma ... Tú eres su brazo más potente, y eso lo saben nuestros enemigos . Sabes que si a ti te quitan de en medio , su causa será pan comido. Estás en el punto de mira de l os terroristas , y verte muerto sería su mayor triun fo. En esta reunión que vamos a celebrar con los capataces deseo que el tema quede bien claro, que nadie tenga la menor duda de cómo actuar. SERPERIO. -Señor, vuestros deseos son órdenes para mí. Mi espada y las de mis soldados no vacilarán si llegara el momento. Contad con mi lea ltad y mis servicios incondicionales , sin límite ... MAGISTRADO. -¡Calla , Serperio , si lencio! Aquí llegan . 84 ESCENA VI MAGISTRADO.- ¡Pasad y acomodaros en Villa Petraria! Pasen mis amigos colaboradores. (Todos se sien tan en torno a una mesa. Serperio lo hace junto al magistrado. Los capataces guardando más la dis tancia.) Señores, gracias por haber acudido a este consejo extraordinario , pues la delicada situación en que estamos nos pide analizarla con detenimiento. Todos conocéis las circunstancias que gravitan en Hispania como consecuencia de la crisis que padece el Imperio. Los recursos del Estado están debilita dos , por ello han amnentado los impuestos y como consecuencia la protesta del pueblo. El pueblo lucha contra los dueños de las tierras. Algunos ejércitos se han sublevado. Los bárbaros no cesan de hacer incursiones para adueñarse de Hispania. Aristócra tas y terratenientes huyen cobardemente en desban dada dejando sus responsabilidades ciudadanas ... Ante esta delicada situación, por lo que a nosotros respecta, mantenemos perfectamente el control del paso hacia el interior desde el puerto de Ilice , aun que nuestro conflicto más preocupante es la agita ción de nuestra población . VALERJO. (Preocupado.) Magistrado , los buenos tiem pos van quedando atrás . Los brillos del Imperio van perdiendo intensidad , desvelándonos su verdadero estado agónico ... 85 MAGISTRADO.- (Cortándole la palabra.) Pero que es tupidez acabas de decir, Valerio. Tu senectud avala tu progresivo deterioro físico y mental. Estás olvi dando cuán gigantesca fue la lucha de Roma por extender el Imperio por el mundo ... De dotar a sus provincias del derecho romano que pervivirá al Im perio. De haber construido infinidad de calzadas en todo el mundo que conducen a Roma ... , calzadas que se perpetuarán durante siglos en el mundo re cordando el progreso y la gloria del Imperio ... ¡Y seguirán conduciendo al mtmdo en su expansión hacia su encuentro! SERPERIO. - (Exaltado.) Como hombre de armas, me niego a escuchar las reflexiones decadentes de Valerio. Roma, nuestro Imperio , pervive . Está en crisis. Es cierto que está resentido , pero no vencido . Nadie en el mundo es más fue1te que nosotros. ¡Valerio, hemos perdido bata llas, pero no la guerra! Roma quizás necesite un caudillo enérgico que bajo su mando aúne todo el ejército, que restituya las fuentes de riqueza que nos engrandecieron y ahora necesitamos para defendernos .. . CURCIO .- ¿Acaso , Serperio , estás proponiendo que el esclavo vuelva a su situación primitiva perdiendo su prerrogativa de trabajador libre que le otorgó el Imperio? ¿Propones que volvamos a coger el látigo como los antiguos capataces? ¿No hemos demos trado que con nuestros métodos se consiguen mejo res producciones, sin necesidades de llevar el látigo siempre en nuestras manos? SERPERIO. -Curcio, te recuerdo que cuando Roma ocu pó Hispania ya había esclavitud. 86 CURCIO.-Sí, es cierto , y fue una de las principale s fuen tes de rique za. Pero tu ceguera , Serperio, te impide ver el cambio que el Imperio suscitó en los países donde se antepuso la inteligencia ante la fuerza. Y aquí. .. (Cortándole Jesano su palabra .) JESANO .-Magistrado , Serperio , ningún imperio antiguo prevaleció tantos siglos. Nuestra amenaza , la ame naza real del Imperio , son los pueblos bárbaros , cuya calidad de vida mísera nos hace el centro de su atención, el centro de su luch a por poseer lo que tenemos . Como responsable de la ce rámica, puedo asegura r que nuestros hornos, trabajando día y no che , obtienen las mejores produccione s olvidándo nos de los tiempos pasados. Que hemos progr esado a la vista está. VAL ERIO. -Quizá mi edad no me deje de ver cuál es la realidad . O quizá mi visión de la vida sea muy di s tinta a la vuestra. Lo que está claro es que no pode mos ponerle rejas a nuestras mentes , a nuestros pen samientos íntimos que no cesan de volar en bu sca de la libertad absoluta respetando la de cada cual, pues todos sabemos, aunque nos lo tengamos que tragar, que no podemos ser dueños de nuestro s se mejant es, por infravalorado que esté el ser hmnano y escuchar esto os provoque la risa. Ningún imperio podrá sostenerse en el mundo sin el apoyo militar y todavía más con la carencia en la población de lo más elemental para vivir. Hasta ahora los cereales llenan cada año los graneros de Roma, pero si con tinúa la crisis todo cambiará . En lo qu e afecta a mis responsabilidades , este viejo senil hoy mismo saldrá a comprobar la verdadera situación de nuestras ex- 87 plotaciones de cereales, lino , algodón y e sparto en las villas de Caprala y la Gurrama y demás ti erras , y no regresaré hasta que sus gentes se tranquilicen , pues temen que les ocurra lo peor sin enterarse de cuál es el peligro real de las villas. MAGISTRADO. - (Cansado d e escucharlos.) Si nosotros fracasáramos , otros volverán a intentarlo recogien do nuestra experiencia . No tengáis duda de ello . CINERO.- ¿Aca so el control de nuestro trabajo no ha sido el más productivo , Magistrado? MAGISTRADO. -Las leyes del Senado al humanizarse nos han h echo d ébil es. Nada tan grandio so como el Imperio se puede mantener si no es utilizando la fuer za y olvidándonos de concesione s gratuitas. Otro s dictadores vendrán y con mayor virulencia impondrán un orden nuevo sin importarles el dolor ni el derramamiento de sangre. S E RP ERIO. -Esa s ería la solución que el Senado debería de llevar a cabo, nombrar un nuevo dictador al que no le temblase el pulso . CURCIO .- Serperio , no dudo de que apare zca un nue vo dictador. Sé que a lo largo de la historia serán muchos los que crean que la solución a sus pro bl emas pasa por las armas. Pero también creo que nada que tenga que ser sostenido por las armas prevalec erá . CINERO. -La idea de un mundo sin fronteras en paz , de un orden igual para todos los ciudadanos del mundo será necesaria y creo que se conseguirá a medida que la cordura se imponga ante la fuerza , pues la violencia es madre de más violencia , y de esto no- 88 sotros los capataces sabemos demasiado. El día que para cobrar los impuestos no sean necesarios los soldados será un mundo nuevo. JESANO. -Magistrado , creo que los capataces nos hemos expresado con suficiente claridad para que no que de la menor duda de que seguiremos las directrices de Roma en cuanto a nuestras responsabilidades de gobierno , lo mismo que usted ha hecho siempre. El hecho de que algunos de nosotros no coincidamos en las soluciones militares para salvar esta situación no nos exime , desde nuestro desacuerdo manifiesto , de continuar cumpli endo con nuestras tareas. MAGISTRADO .- Es obvio que nosotros no podemos solucionar la crisis que afecta al mundo romano . Nuestra misión es hacer que se cumplan las leyes del Senado . Y las leyes nos dicen que hay que man tener las producciones de aceite , de vino , de trigo y la fabricación de tejas y ladrillos. Por ello es ne cesario actuar contra los grupos que hostigan Villa Petraria y se enfrentan a nuestros soldados . CURCIO. -Señor , sabéis que el orden público es compe tencia del ejército , a nosotros sólo nos corresponde la administración ; pero si realmente queréis saber nuestra opinión , por mi parte he de decir que la vo luntad es la mayor fuerza y la prudencia la mayor virtud . JESANO .- Sí, yo también abogo por la voluntad y la pru dencia que es la mayor cautela . Es normal que el pueblo esté agitado. ¡Todo el Imperio está agitado, Magistrado! Pero no olvidéis que no todo el pueblo es enemigo de Roma . 89 CURCIO.- El pueblo ama inequívocamente la paz. La paz es su deseo más ferviente, pues sin ella el pueblo no tiene futuro; pero cuando se les presiona demasiado , cuando se le piden esfuerzos más allá de sus posi bilidades , es impredecible el efecto de su rebeldía y afán de justicia. CINERO.- Magistrado, bajo su responsabilidad recae el problema. Es usted quien ha de ordenar a Serpe rio cómo deben de actuar los soldados. Deseo que acierte en sus medidas para no agravar el conflicto. MAGISTRADO. -Bien , amigos. Concluyamos esta reu nión. Seguid en vuestros puestos , que con la ayuda de los dioses resolveré la situación del modo más favorable. ( Se levantan los capataces y salen.) 90 ESCENA VII SERPERIO. -Señor , supongo que nada de lo escucha do cambiará su concepto de la situación. Con esta clase de hombres jamás hubiésemos conquistado el mundo . MAGISTRADO. -Sí, Serperio . Llevas razón. Pero tam bién es verdad que sin ellos tampoco hubiese per vivido durante tantos siglos. Para cada situación se necesita una clase de gente. Ahora nos toca actuar a nosotros al margen de ellos. SERPERIO .- Ordenad, Magistrado . MAGISTRADO. -Lo sabernos todo de los sediciosos. Quiénes son, dónde se reúnen, cuál es su verdadera fuerza y cuándo la guerrilla actúa sobre nosotros. Para eso pagarnos bien a nuestros infiltrados. Como ves , Serperio, todo está revuelto y ya casi nadie confía en que la situación se normalice. Por todo ello nada de lo que hagamos será tornado en cuenta por la autoridad superior de Ilice. Bastantes proble mas tienen ellos también . Todo está planificado y tú eres el responsable de llevar a cabo el plan. Si tú fallas fracasará el plan. Ten prudencia , ya que si caes muerto habrán ganado ellos . Por ello te acon sejo que, una vez detenido el cabecilla, la guardia lo lleve a la plaza para crucificarle durante la venta de esclavos , para eso debes de ocultarte esta noche sin 91 salir de la villa y estar presto al día siguiente para ejecutar el último acto. A partir de ahora, mano dura y sin miramientos ante la menor provocación. Sólo tienes que cumplir esta nueva orden secreta que aca tarás al pie de la letra sin la menor objeción y debe rás destruir tan pronto la hayas leído . (El magistrado escribe en un papel y se lo entrega . Serperio, una vez leída la nota, intenta refutar al magistrado.) SERPERIO. -¡Señor! MAGISTRADO. - (Le tapa la boca.) ¡Secreta y de cum plimiento sin objeción! (Serperio rompe la nota y quema los papeles.) MAGISTRADO. -Ahora puedes irte y no olvides lo que has leído. SERPERIO.- Corno siempre , podéis confiar en mí , Ma gistrado . (Sale Serperio.) 92 ESCENA VIII (Entra la magistrada que estaba escuchando.) MAGISTRADA.- (Con la vo z fuert e y los brazos al za dos.) ¡Por todos dioses del Imperio! Por fin apareció el hombre duro y sin escrúpulos con quien me casé. ¡Te ha costado reaccionar , cabrón! A punto he es tado de creer que tú también , igual que los inútiles de los capataces, ibas a ponerte a llorar por los días felices perdidos. MAGISTRADO. -Apareció la primera y gran dama de Villa Petraria . La gran señora llena de gracia que es cucha tras las paredes . ¿De veras te ha sorprendido que ordenase a Serperio que actuase sin contempla ciones? ¡Qué poco me conoces cuando crees saberlo todo de mí’ Ahora sí que eres feliz, ¿ verdad ? Si yo te dijese que esta clase de órdenes siempre son las más fáciles de dar. .. Sí, ya sé , éstas son las que a mí siempre me gustaron ordenar. MAGISTRADA-Así te conocí. Implacable y temido por tus subordinados. Nada de tratos con nadie inferior a ti. Siempre rodeado de amigos próximos a las annas y el poder del dinero , el verdadero poder. Nuestra vida hubies e sido más fácil si siempre hubiese sido así. MAGISTRADO. -¿Recuer das cuando me dijiste que yo sólo quería en este mundo a Petreyo? Pues fue la única vez que acertaste , querida. Me casé contigo 93 porque sabía que tú me ibas a dar la fuer za que yo no poseía para alcanzar nuestra suprema ambición . Quizá siempre fui a tu lado un cabrón , pero no un estúpido, aunque también te quise , no lo dudes . Ambos nos utilizamos y el juego acabó cuando fui nombrado magistrado. MAGISTRADA.- ¿Quieres decirme que siempre fuiste débil, y que utilizaste mi din ero para ascender de posición? ¡Farsante , hipócrita! Jamás hubiese creí do que serías tan miserable. Ahora comprendo lo de Petreyo. Él es como tú , débil e incapaz de ascender a lo más alto . MAGISTRADO.- No , querida . Él no es incapa z de as cender a lo más alto. Él rechaza esta posición , que no es lo mismo. Él cree en una vida diferente a la nuestra. Él y Agnie aman lo que nosotros destrui mos con nuestro egoísmo desmedido . Él no es débil como yo. Él intenta luchar contra lo que nosotros significamos . Lo fácil fue lo que hicimos nosotros , dejarnos arrastrar po r la sociedad que nos rodea . Por eso quiero a Petreyo , por su nobleza , porque es fiel a sí mismo , valores que yo siempre desprecié. Porque no cesa de hacerse preguntas. MAGISTRADA.- ¡Por fin contemplo tu verdadero.rostro , Magistrado! (Cambiando de ánimo y mo strándose cariñosa.) ¡Cuánto habrás sufrido , cariño! (Le aca ri cia .) ¡Qué tiempo más hermoso hemos perdido! Pero si es cierto que una vez me quisiste , como yo te quise a ti, todavía estamos a tiempo de volver a empezar . No más odio y desamor... Recuperemos los viejos tiempos que nos dieron todo. (Le abraza, 94 besándole.) Pero, ¡no! No más lamentaciones del infortunio que truncó nuestras vidas. Celebremos este encuentro que nace prometiéndono s una nu eva vida. Espera, voy a por unas copas y hablemos de nosotros hasta que un nuevo sol vuelva a amanecer iluminando nuestro futuro. (Sale de la habita ción, mientras que el magistrado se queda perplejo , hablándose a si mismo.) MAGISTRADO. -¿Será cie1io que todavía pueda haber esperanza para nosotros ? ¡Oh , dioses , que al fin os apiadáis de mí! ¡Ayudadnos a emprender un nuevo futuro! (Con las mano s se cubre la cara meditando.) MAGISTRADA. - (Entra con las copas.) ¡Bebamos y ha blemos , querido! Te propongo que hagamos un via je a Roma . Allí tenemos amigos y, por lo que cuen tan , un a nueva ciudad preciosa que de sconoc emo s. Viajemos hasta encontrar el amor de antaño que nos vuelva a unir . MAGISTRADO. -¡Abandonar Villa Petraria! Huir de lo s problemas ... ¡Si fuese posible! Yo también quiero olvidar el tiempo pasado. Pero, ¿có mo abandonar el deber? ¿Cómo dejar a Petreyo, que anda con fundido ? MAGISTRADA. -Sí, olvidemos. Beb amo s y olvidemo s nue stra tragedia . (Le da la copa .) Brindemos para que el destino nos d epare un tiempo de paz y amor, de intensa paz y amor entre nosotro s. (Beben los dos. Ella se aparta de él.) MAGISTRADO. - (Tira la copa y se coge la ga rgant a con gran dolor.) ¡Oh , dioses ... ! ¡Traición! Muerto por ti soy , maldita. (Va , tamba leándos e, hacia ella.) Ne- 95 cio de mí que en verdad te creí. (Ca e al suelo .) En la tumba pago mi ingenuidad. Olvidé , ciego de mí , que las bestias acaban devorándose. ( Mira hacia la puert a.) ¡Petreyo , hijo , perdóname! Muero sin ha berte dicho nunca que te quiero. Petreyo, te quie ro ... te quiero ... MAGISTRADA. -¡Adiós , Magistrado! Púdrete en la fosa , que para mí comien za mejor vida. (Entra Serperio.) SERPERIO .- ¡Por Júpiter , señora! ¿Qué habéis hecho ? MAGISTRADA. -¡No me digas que te sorprendes! SERPERIO. -En nuestros planes no procedía eliminar al magistrado de este modo. Convenimos que había que esperar a que la situación del pueblo estallase para justificar su rnue1te. MAGISTRADA. -¿Acaso no fue el mismo magistra do quien te dijo que nada de lo que suceda en la villas sería considerado por los mandos supe riores ? Pues bien, él fue su primera víctima. (Le sirv e una copa d e la botella.) Tomemos una copa , Serperio , ¡que falta nos hace! Y no ternas , que muerto no me haces falta. Yo te necesito tal como eres , fuerte , valiente , astuto , joven y hermoso. Te necesita la viuda para volver a tener otro magis trado , y también la mujer para sentirme viva en esta tumba putrefacta. Bebe y no temas, Serperio , que conozco la vida y sé lo que tu ambición y juventud desea . SERPERIO. -Señora, nada terno y nada os debe de inquie tar. Yo resolveré esta situación favorablemente. 96 MAGISTRADA.-¡Así me gusta que seas! Cuando llegue el momento serás magistrado del mismo modo que lo fue el estúpido de mi difunto marido. Poseerás lo que desees y yo te tendré a ti. Tal vez no pueda sa tisfacerte completamente . Quizás tengas que buscar lo que tu juventud necesita , aunque nada se le niega a un magistrado. ¿O quizá tal vez ya tengas lo que yo ya no pueda darte ... ? SERPERIO. -¡Qué importa eso! Me habláis de instantes, de horas de placer , cuando también me ofrecéis toda una vida de poder. ¡ Señora, el poder es el mayor placer de este mundo! (Se dirige corriendo hacia la puerta gritando.) ¡Atención , la guardia! Han enve nenado al Magistrado. ¡Detened a todos los sospe chosos! (La magistrada coge al difunto en sus brazos, mien tras entran soldados.) MAGISTRADA.- ¡Oh fatal desventura, qué gran desgra cia ensombrece Villa Petraria! 97 TERCER ACTO ESCENA! (En la sala del mosaico ante la más cara del magi s trado.) PETREYO. -¡Oh , terrorífico crepúsculo de sombras y muerte! ¡Danza infernal donde Osiris y Plutón estremecen esta villa! ¿Qué poder, qué fortuna , qué gloria nos libraría de tanta atrocidad, de este fatal de stino ... ? (Cog ie ndo la má scara de su pa dre, con iron ía.) ¿C uándo , Magistrado ... un poco de p az en este mundo violento que no acaba de aceptar el supremo fin de la Paz Romana ? (Su j etando la más cara apoya su cab eza sobre un espejo, g ritando.) ¿ Cuántas inocentes muert es costarán vengar la tuya? (Lleno de cólera.) No, no. No más tragedia sobre Villa Petraria. ¡ Som bras de infortunio y muerte! ¿Cuándo acabará esta danza macabra que nos enloqu ece y nos aho ga con nuestra propia sangre? (Más intimo.) ¡Oh, padre! ¡Qué abatido me dejas! Presiento que l a noche me acecha y tu espada no está para prote germe ... Pero ¿por qué tan sólo me protegi ste? ¿ Tanto te costó quererme ? De niño nunca supe de tus caricias ni de tus besos. Tu crueldad me negó lo que yo más necesitab a cuando te veía corno a 99 mi ídolo soberano ... ¿Es qué a ti, de niño , nadie te guiso? ¿Qué extraño deseo vergonzoso te hizo concebirme , o quizá también dudaste de tu pater nidad? ¡Oh , padre! Recuerdo que siempre seguías de lejos mis juegos , pues nunca me permitías que ni siquiera rozara tu mano , sólo me tomabas en tus brazos cuando corría algún peligro. Te que dabas inmóvil , absorto . ¡ Oh terrible crueldad! ¿ V eías en aquel triste niño tu propia amargura di bujada en mi imagen , o tal vez tu prolongación , tu sucesor en la magistratura , que fue lo que real mente siempre amaste? ¿ Te decepcioné, verdad? A pesar de que nunca me negué a tus dictados. Pronto , pronto supiste -aunque te esforzaste en conseguirlo- que yo no era de tu misma catadura , aunque tal vez te consolaba observar que tampo co me semejaba a la de mi madre. ¡No , no, nunca fui un problema para vosotros! Siempre fui un niño silencioso y disciplinado que sabía cuándo estaba de más . ¿Recuerdas las horas muertas que pasaba en tu biblioteca? Allí, oculto en la penum bra de mi soledad descubrí , el verdadero mundo . ¡Por todos los dioses! Qué feliz fui siempre allí. Sí , padre , entre penumbras descubrí este mundo sórdido y cruel, y otro di stinto , casi ignorado por és te. ¡El mundo del conocimiento que me descu brió la sensibilidad y la belleza! Aquel descubri miento me hizo feli z, sí. Pero también sufrir mu cho, al valorar nuestras pobres vidas respecto al pensamie nto sutil y armonioso de los filósofos y poetas helénicos . ¡Padre mío , es verdad irrefuta ble que cada hombre vive , se decide y muere por 100 sus propias leyes! ¿Sabes? , es muy duro vivir en un mundo cruel que no es el tuyo y a su vez so ñar en otro totalmente feliz. Teníais razón cuando pensabais que no estoy cuerdo ... Junto a Agnie supe que aquel mundo que vosotros pisoteáis era posible , quizá en un reducto íntimo ... muy le jos de aquí ... cerca de las estrellas. (Abraza la máscara.) ¡Ah, desdicha liberadora que arranca de mi pecho este preso sentimiento! (Llorando.) ¿Sabes, padre? Yo te quise a pesar de todo, y du rante toda mi vida, en mi soledad , esperé que me tendieras tu mano. Desprecio cuanto tú represen tabas, padre, pero nunca te desprecié a ti. Quizá sea cierto que pierdo el juicio cuando tengo que renunciar de todo lo que supuso tu vida ... que también es la mía. ¡Me repugna descubrir que yo también puedo ser despiadado! Recuerdo que en nuestras discusiones siempre concluías aseveran do que la implantación de la Paz Romana había costado menos sangre que la que derramaban los miserables pueblos del mundo en sus constantes luchas entre ellos. ¡Pura aritmética , padre , pura y fría aritmética ... ! ¿Qué pensarás ahora, cuando tú mismo has sido víctima del odio que no pudisteis erradicar? Adriano sí supo discernir dónde estaba el verdadero mal del Imperio, pues sintió más pre ocupación por el orden de los espíritus que por el orden de la calle. No sé, ¿pero cómo entender que sea esta época nuestra una de las edades de oro de la humanidad? Sobre tus despojos , en Villa Petra ria, revolotean cuervos sanguinarios esperando la fatal caída de nuestras gloriosas águilas doradas. 101 Y yo, ¡ infeliz de mí!, nada puedo hacer por salvar los verdaderos valores que el desdichado Imperio quiso , con la fuerza de las armas, establecer en la faz de la tierra . ¡Descansa en paz, padre mío , que no te faltará mi amor y mi recuerdo en este mun do desquiciado! ¿Qué será de nosotros? ¿Cuándo, ¡ oh dioses!, acabará esta danza infernal. .. ? 102 ESCENAII (En la sala del mosaico. Mesa con sillas y sofá. Se enciende la luz tenuemente y aparecen, tumbados en el sofá, la magistrada y Serperio. Acaban de te n er una relación amorosa.) MAGISTRADA.- (Estirándose los brazos.) Oh, dioses, cuánto necesitaba esto. Ya casi lo había olvidado . Por fin se acabaron los viajes a las consultas de galenos y tantas excusas estúpidas. Vuelvo a ser la mujer que siempre me sentí. .. No hay nada en la vida que me proporcione más fuerza y ánimo ... SERPERIO. - (Con voz dulce, levantándose.) Señora, yo también me he sentido feliz con .. . MAGISTRADA. - (Lo aparta bruscamente. Ella también se levanta y se arregla el vestido.) ¡Calla, imbécil! No me estropees este momento. ¿Qué sabrás tú ... ? ¡Ja , ja , ja ... ! (Se ríe como perturbada.) SERPERIO. - (Nervioso.) Sólo pretendía ser amable ... MAGISTRADA.- (Con voz fuerte y decidida.) Olvídalo , Serperio. Vamos a lo nuestro ... SERPERIO.- Señora , dispuesto está todo lo que me ordenasteis. MAGISTRADA. -¡Toma estas monedas! (Va a entregarle una bolsa con monedas, pero antes se detiene.) Pero antes dime, ¿qué orden te dio el Magistrado por es crito que no pude oír? 103 SERPERIO.-Ya casi lo había olvidado. Nada que ahora os pueda inquietar. MAGISTRADA. -Dímelo o te retiraré mi confianza. SERPERIO. -Me dijo ... (Intenta evadir la respuesta.) MAGISTRADA.- No tengas miedo a los muertos, Serpe rio , nada ya nos pueden hacer. Aunque algunos , si pudieran ... SERPERIO. -Señora , cuentan que a veces se escuchan sus voces .. . MAGISTRADA. -¡Basta! Te creí valiente y hablas corno un viejo asustado. Si eso que dices fuese verdad , hace ya muchos afios que yo hubiese ... ¡ Serperio, en estos momentos te estás jugando tu brillante futuro! SERPERIO. -Confiad en mí. Mi destino está ligado al vuestro . MAGISTRADA. - (Deja de pr esionarl e intencionada m ente.) Toma el dinero. Repártelo con tus soldados, pues es necesario que bagan un buen trabajo. SERPERIO. -Así será, no dudéis de mí. .. Sabed que el Magistrado me ordenó explícitamente que, en caso de peligro, protegiese a Petreyo y a la sacerdotisa. MAGISTRADA .- ¡Con que era eso! ¡Fantoche inepto .. . ! SERPERIO. -El Magistrado , ante el cumplimiento de las órdenes represivas que me dio, esperaba que la guerrilla entrara en acción sobre Villa Petraria y tal vez ... MAGISTRADA .- Si eso ocurriese procura que Petreyo no sea herido de muerte, pero no evites que tenga que luchar para sobrevivir. Que sepa lo que ha cos104 tado ganar la posición que disfruta. En cuanto a la zorra de la sacerdotisa y su padre, cuanto antes aca ben mejor. SERPERIO. -Señora , tengo planes que estremecerán de horror a todos esos canallas desagradecidos. MAGISTRADA. -Eso espero, Serperio. (Sale la magis trada y se oye su voz en off indicando a los sol dados que esperan que pasen.) Pasad, vuestro jefe os aguarda. Espero que venguéis la muerte de mi querido esposo. 105 ESCENAIII SOLDADOS. -¡Salve , Serperio! SERPERIO. -¡Salve! ... Y bien , ¿traéis toda la informa ción? SOLDADO 1.- Tomad el listado de nombres de todos los sospechosos y los más comprometidos. SOLDADO 2. -He aquí los lugares donde se esconden ; también los días y hora s en que se reúnen . SOLDADO 3. -La relación de esclavos, hombres y muje res aptos para ser vendidos , y nombres de colonos dispuestos a colaborar con el ejército a sabiendas de que siempre huyen del peligro. SERPERIO. -¡Muy bien , muchachos! Comience el plan . Aquí tenéis el din ero , es más de lo que ha béis soñado en vuestra vida. No quiero fallos. Esta operación tiene que ser rápida y perfecta. Vigilad las salidas del poblado para que nadie escape con noticias. Debemos ser astutos y apro vechar el momento. Todos los magistrado s de la comarca han sido llamados a Ilice para recibir instrucciones ante un posible asedio de los bár baros. Esto y su propio temor les apartará de sus puestos , pues muchos ya han pedido ser sustitui dos por militares . Y ya sabéis, entre nosotros, los que ansiamos el poder , no hay ningún tipo de pro blem a. También gentiles, senadores y patricios , 106 gue nos prefieren a nosotros, acaban pidiéndonos nuestra intervención para salvar sus pellejos y sus bolsillos . ¡ Suerte a todos! SOLDADOS. - (Se despiden.) ¡Salve, Serperio! 107 CUARTO ACTO ESCENA! (Por la tarde , en la plaza d el pu eblo, bajo la ame naza de tormenta para la no ch e se encu entran In devil , Ambón y Mat erno , entr e gentes d el pueblo y soldados.) MATERNO. -Escucha , Indevil. Ha llegado la hora de po ner en marcha nuestro plan para apartar de la escena esta noche a Serperio. Confiemos en que primero lo cacemos nosotros a él, antes de que él acabe con nosotros . Corina ha vuelto a atar la cinta roja en su ventana. Ello nos indica que en la última hora de hoy se volverán a encontrar en los baños. Éste es mi plan , que he mantenido en secreto por si nos dete nían y os hacían hablar . Prestad mucha atención . En la última hora , puntualmente, Serperio saldrá solo del cuerpo de guardia con dirección a los baños. No sotros le esperaremos escondidos dentro del carro de la leña de los hornos. Cuando llegue a nuestra altura , dos flechas , lan zadas al mismo tiempo , lo de rribarán. La primera deberá atravesarle la garganta y , la segunda , el cora zón , sin alterar el silencio de la noche . Rápidamente , como bien nos sugirió Am bón , cargaremos su cuerpo en el carro de la leña y lo esconderemos en los hornos. Allí nuestros hombres 109 del tumo de noche, antes de que amanezca , quema rán su cuerpo para que el olor y el color del humo no sea detectado mientras duenne la población . Cuan do llegue el momento de la acción final , sus hom br es creerán que su jefe es uno más de los que han huido antes de la caída del Imperio . INDEVIL.~ Pe rfe cto , pero si es Serperio el que se adelanta será el fin de todos nosotros. MATERNO .~ Tranqu ilí zate y piensa qu e hemos hecho más de lo que se nos podía exigir . 110 ESCENAII (Ocultos en la necrópolis, Petr eyo y la sacerdotisa aguardan la llegada de Salóndi co.) SACERDOTISA. -¡Mi buen Petreyo! ¿Qué será de noso tros? Nunca me he sentido tan sola desde la muerte de mi madre. Como tú me dijiste, he avisado a Sa l óndico para que se reuniera esta noche con noso tros. Me dijo que a mi padre lo tienen apaiie , en una celda de seguridad , apartado de los otros esclavos como a un perro. Cuando me enteré de la mue1ie de tu padre presentí que corría peligro , por lo que le rogué que no bajara a la villa, ya que en las cuevas de la montaña estaba más protegido. PETREYO .-¡Fue terrible la detención de los esclavos! Aprov echaron la tormenta y la oscuridad de la no che para ahogar sus gritos . Cayeron como ratones. No sé cómo decírtelo, Agnie . .. (La escena se repr es e nta con sombras , tras un te lón . Ll ega la noch e y aumenta la intensidad de la torm enta . Los soldados con antor cha s van sa cando a las gentes de sus casas y se oyen golpes d e látigos . Se o yen gritos d e los soldados qu e insultan a los e sclavo s: ¡Maldito s, escoria , traidores ... ! Las gen t es gritan: ¡Piedad , auxilio , canalla s, asesino s ... ! A m edida que los van sacando son atados en el centro de la plaza, entr e los que destacan lndevil , Ambón 111 y Materno. Alguno s soldado s pisan la cabe za d e lo s es clav os inmovilizándolos. Lo s ra yos, el estru end o d e la torm enta y la músi ca d e dan za qu e no cesa dan un a sp ec to trágico a la esce na . A caba el acto some ti endo los soldados a las gent es del pueblo, forman do un cuadro plásti co qu e pondrá d e manifi esto la brutalidad y la pérdida d e La Lib ertad , mientras un ra yo d e luz hará brillar la s insi gnias romanas con s u s ág uilas dorada s del Imp erio .) SAC ERDOTISA. -Dime , ¿qu é castigo va a recibir mi pa dre por ser el principal instig ador ? P E TREYO. -Va a ser acusado por inductor de la muerte del Magistrado. Un sirviente , de spués de ser apalea do , declaró contra él la mism a noche de su muerte , acu sándolo de haberle facilitado el veneno. SACERDOTISA. -¡Oh , Madre , ten piedad! Mi padre nunca haría semejante crimen . Mi padre siempre ha s ido un luchador , nunc a un criminal cobarde . Jamá s utilizaría otra mano su espada. No, Petreyo , no lo creas , él es inocente de la muerte del Magistrado . P E TREYO. -¡Por todos los dioses! Comprende, Agnie ... E l vacío de poder ha puesto en manos de Serperio el mando absoluto de la villa, además del despacho del Magistrado y ... ¡Ah, Serperio , te mataré! ¿O quizá fue alguien más ... ? (R ef lex ionand o.) Recuerdo que la mi sma noche de la detención general la Magistra da entró a sustada a mi habitación y, despertándome , me dijo que la torment a le horrori zaba , que gritos y voces extrañas resonaban en las montañas . ’Tienes que defender la villa’, me repetía insistentemente ... Intenté calmarla explicándole que su pesadilla era 112 producto de un mal sueño. Insistió en que saliera ... pero no me fié de sus palabras y, ante su asombro , cerré de un golpe la puerta de mi habitación. SACERDOTISA. -Petreyo , ¿qué va a ocurrir? Tengo mucho miedo y, sin embargo , creo que yo también tomaría las armas para recuperar a mi padre. Quie ro correr su misma suerte, la suerte de los desdi chados de la villa. Nunca podremos ser felices si ellos mueren ... P E TR EYO .- Morir, vivir. .. ¡Oh, gran dilema! ¿Aca so esto es vivir? ¿Para esto hicieron los dioses la vida? Los imperios se preceden unos a otros y so bre ellos los cadáveres se amontonan ante la deso lación del mundo. SACERDOTISA. -Vivir , morir. .. No es nada en el mis terio de la vida, Petreyo. No es lo más importante. ¿Es que no prevalece en ti, incluso en momentos tan duros , soñar y amar ... ? Sí, Petreyo . ¡ Soñar y lu char por un mundo ideal. .. ! Amar más que a nada a toda la creación , aunque el dolor y la rabia se ceben con nosotros. Mi madre, que murió esclava -¡la po bre! -, poco antes de morir , ante nuestra aflicción, nos dijo que mientras veamos cómo nace una flor de entre los muertos y las mujeres esclavas amamanten a sus hijos había que tener esperanza. PETREYO.- Esperanza, ¿para qué? ¿Estás ciega o loca tanto como yo? ¿No sé cómo puedes quererme toda vía? Antiguos imperios tan crueles como el nuestro , que regaron de sangre la faz de la tierra, ya se han borrado de nuestra memoria y sin embargo noso tros somos sus herederos. ¿Cómo quieres, querida 113 Agnie, que tenga esperanza? Me resulta imposible comprender que, cuando ya está todo consumido, al mismo tiempo brote de nuestra desdicha la luz de un nuevo amanecer. SACERDOTISA. -¡Entiéndelo, querido Petreyo! Si no se vierte nuestra sangre, si no luchamos todos, pero todo el pueblo junto, no surgirá otra población me jor que ésta. PETREYO. -Pero ¿hasta cuándo, Agnie , hasta cuándo? ¡Oh , dioses! ¿Cuánta sangre sacrificada necesitáis para que cese tanto dolor? SACERDOTISA. -Tal vez nosotros no lo notemos, pero tengo el presentimiento de que, en cada generación, algo nace en algunos hombres , algo nuevo queda en esa coniente humana que no cesa de traspasar los siglos de la historia que hace que , aunque sea mínimamente , avancemos a mejor, seamos de otra forma y sólo podemos damos cuenta de ello si so mos capaces de vencernos , de elevarnos y vernos desde la lejanía. Las semillas de la paz y del pro greso, Petreyo , están bien guardadas en el espíritu que envuelve la vida; en el corazón de cada uno de los seres humanos que dan ejemplo. Verdadera for ma de influir en los demás que paso a paso, casi silenciosamente , hacen lo que pueden por mejorar la condición humana. PETREYO. - (Fuera de sí mismo.) Agnie, la mayoría de la gente que conocí están todos muertos. Sólo veo gentes miserables que se acomodan, para quienes la vida solamente empie za y acaba en ellos mismos , sin contar con los demás. Ellos han sido la ruina del 114 Imperio. Pero no es sólo esto lo que siento . Lo que me desespera es saber que , al igual que nosotros, esto mismo se irá repitiendo al paso de los siglos. SACERDOTISA. - (Abrazándole y besándole llena de ter nura.) ¡Petreyo , Petreyo ... pobre Petreyo! ¡Cuánto estás sufriendo! A mayor adversidad , creo que nace una nueva esperanza en la vida. ¡Te quiero , Petreyo, te necesito más que a nada en este mundo! 115 ESCENAIII (Llega Salóndico y los abraza emocionado.) SALÓNDICO .- ¡Mis queridos amigos! Vuestra presencia alivia el dolor que me aflige. Seguid juntos , sin de jar de amaros ... , hacéis que la esperanza vuelva a mi viejo corazón, cansado de tanto sufrimiento . SAC ERDOTISA. -¡Por fin llegái s, Salóndico , mi amado . 1 amigo .... SALÓN DICO.-Dejadme que os abrace. Dejadme que sobre vuestros hombros llore de alegría porque en vuestro amor veo Ja unión y el futuro que siempre anhel é a pe sar de la tragedia que lo envuelve. PETREYO. -Tranquilizaros, buen hombre, que bien com pr endemos lo que queréis decir. SACERDOTISA. -Sentaos , Salóndico . Descansad y escu chad a Petreyo que tiene noticias importantes que contarnos. SALÓNDICO. -Disculpadm e, amigos. No haced caso de es te viejo cansado. P ETRE YO.-Escuchadme . Qui zá con lo que os voy a de cir me convierta en un traidor a Villa Petraria, pero es necesari o que eviternos el cumplimiento de los planes que los soldados pretenden ejecutar. .. SALÓNDICO. -¡No , Petreyo , tú no te impliques! ¡ Ése es nuestro d eber! No añadas más dolor a tu alma . No 116 incurras, por nosotros, en actos que puedan turbarte durante toda tu vida . Cierto es que nuestros mejores hombres están presos, pero los que quedan libres , a pesar de su miedo , la venganza y la cólera les hará luchar tenazmente por la libertad de todos. ¡Ah, Materno , loco temerario! Sí , Agnie , siempre me ha exasperado tu padre. Impaciente, colérico y tozuda mente terco, pero en el fondo le admiro porque tiene la grandeza de dar su vida por la nuestra . Sólo una vida dedicada a los demás merece ser vivida. PETREYO. -Salóndico , amigo. A pesar de tu consejo creo que un hombre ha de hacer siempre lo necesario para evitar un flagrante atropello. Nadie sabe hasta dónde puede llegar un pueblo al borde de la deses peración. Las mayores locuras y grandezas se ponen de manifiesto en momentos excepcionales, únicos, y éste será uno de ellos, no tengo la menor duda . Los p lanes de Serperio van a coincidir en un momento en que el Imperio está a punto de dejar Hispania a su suerte . A Serperio le corroe la ambición, sabe que muchos generales del Imperio partieron de ser simples soldados y ahora una fuerte suma de dine ro le ha sido entregada para ejecutar una miserable venganza . SALÓNDICO. -¿ Venganza decís? PETREYO .- Sí , Salóndico . Quieren crucificar a Materno y a los demás volver a venderlos como esclavos. Necesitan más dinero para mantenerse en el po der mientras puedan o para salvarse de la caída del Imperio. SACERDOTISA.- ¡Oh , no! Asesinos. 117 SALÓNDICO.- ¡Cmcificar a Materno! ¡Volver a la esclavitud! SACERDOTISA.- ¡ Salóndico, hay que evitar que mi pa dre muera! ¡Que nadie vuelva a ser vendido como esclavo! Tú y Leuton podréis organizar un gmpo de hombres para evitarlo , y contad con la ayuda de las muJeres. SALÓNDICO.- ¡Oh , dioses, ayudadnos ... ! PETREYO.- Sabed que yo nada podré hacer. Estad prepa rados pues la ejecución será pronto. SALÓNDICO. -Mañana, al alba, Leuton pedirá ayuda a nuestros hermanos de la villa de Las Agualejas. Su biremos a la villa de Caprala y desenterraremos las falcatas de nuestros antepasados ocultas en las cue vas de la montaña. Petreyo , nuestra lucha no es con tra Roma, pues no podríamos luchar contra nosotros mismos, sino contra la barbarie que pretende hacer nos volver a los tiempos de la plena esclavitud ... SACERDOTISA. - (Cortándole fa palabra.) Y la vida es un tiempo limitado de historia que no regresará jamás. Robarnos nuestro tiempo finito es como ro bamos la vida, como asesinamos y seguir vivos. La vida no es completa si no se vive con libertad. Sí , Salóndico. Luchemos en esta hora cmcial, la Gran Madre sabrá cómo ayudarnos. SALÓNDICO. -Me voy, amigos, es peligroso seguir aquí. Mañana todo quedará dispuesto. Cuidaros de que no os prendan y confiad en nosotros. SACERDOTISA. -Gracias por todo, Salóndico. ¡Que la Gran Madre te guíe! 118 PETREYO.-Tened esperanza. Quizá no esté todo perdido. (Sale Salóndico.) SACERDOTISA. - (Ante las tumbas con flores.) Petre yo, ven aquí. (Petreyo y Agni e estará n en ambos lados del escenario. Los dos caminan hacia el centro. Petreyo l evanta sus brazos para encon trarse con los de Agnie. Mirándo se fijamente se cogen las manos con los bra zos extendidos. Sol tándose de una mano se giran ji-·ente al públi co.) ¿Qué ves en esta tierra con flores que cubren res tos humanos podridos ? Éste es el fin de toda ba talla. Aquí están las últimas gotas de sangre, los últimos anhelos , los últimos sueños de libertad . .. ¡Oh , necia humanidad! Aquí , la madre tierra, en sus entrañas, funde el odio y el amor, la inocencia y la maldad para que nazca el símbolo de la paz y la belleza , cuajadas en esta perfumada flor. (Coge una flor y se la ofi’ece a Petreyo.) ¡Huele, Petre yo ! Aspira este otro trozo de vida pura que por su insignificancia pasa casi inadvertida. En esta flor está dormida toda la heroica y podrida san gre de la historia ... y ¡cuán delicado y agradable es su perfume! Quizá sea éste el gran misterio , la gran respuesta que no encuentra el mundo. La triste canción de la vida que, desde la creación , nos anuncia el final de los siglos. Y mientras quede vida, a pesar de la insensata locura, como aquí vemos... (Besando la flor.) prevalecerá la serenidad y la belleza. ¡Oh, tiempo desdichado y erróneo! ¡Oh , vida hermosa inútilmente perdida! ¡Oh , Gran Madre! ¿Cuándo la humanidad abrirá sus ojos ciegos por la codicia? ¿Cuándo cesará el 119 sufrimiento y vivir sea el inmenso placer? ¿Cuán tos siglos de lucha serán necesario s para aclamar la gran victoria de la humanidad que alumbre la verdadera paz ... ? PETREYO. - (Cae de rodillas ante ella y abraza su cuerpo tenso .) Agnie, vida mía, perdónanos ... Sólo puedo decirte , por lo que represento , que lo siento ... , lo siento , lo siento ... 120 ESCENA IV (En La villa. La magistrada, sentada en el canap é, se es tá arreglando un vestido. Con la tijera corta el t ejido. Corina está s entada junto a ella . Julia, Al curnia y Antonia , sentadas , forman un círculo.) MAGISTRADA.- Queridas amigas, os aseguro que no toleraré más vuestro desquiciado nerviosismo, pues no hay motivo para tanto revuelo. ¡Haced como yo! Entreteneros en casa arreglándoos los vestidos que os aprecies , pues ahora ya no llegan vestidos pre ciosos para poder comprar. No tenéis nada que te mer, los soldados controlan perfectamente la situa ción. La muerte del magistrado pedía justicia y ya ha llegado el momento en que los asesinos paguen su deuda. Materno y sus seguidores más peligrosos están bien custodiados por Serperio ... Más bien, de beríais estar contentas, pues los soldados han aca bado con todos los problemas. A partir de ahora po dremos vivir más tranquilas , pues todos obedecerán sin rechistar. No hay nada como un pueblo quieto, dormido o mudo. ALCURNIA. -Magistrada , es cierto que tenemos mucho miedo. Pero más miedo me da que nuestros maridos no trabajen solucionando los problemas de cada día. Siento pánico de que mi marido, Cinero, no tenga problemas al realizar su trabajo. 121 CORINA.-¡No le hagáis caso a Alcurnia , señora! En cam bio, Valerio me dice que esta situación tenía que lle gar para que por fin se arreglasen las cosas. Seguro que ahora vamos a vivir mejor. Tendremos más sir vientes y la tierra nos dará más beneficios .. . mejor vida. Amigas, reconoced que no sabéis vivir. Que sois hijas del pueblo y que vuestras abuelas, al igual que las mías, también fueron esclavas, y que . .. su tiempo fue otra historia. JULIA. -Corina , como siempre , ve en la vida el lado que le beneficia . Para ella la vida es placer y aparta la vista de lo demás. Pero lo cierto , Magistrada, es que las cosas no son como ella dice. A Curcio y a mí nos preocupa la situación de nuestra familia y el futuro de nuestros hijos en esta tierra que no acabó nunca de asimilar totalmente el Imperio. MAGISTRADA.- Julia , no sé qué te habrá metido en la cabeza tu marido. Tú siempre fuiste demasia do reflexiva , por lo que no comprendo cómo, ahora que nuestra situación nos es más favorable que nunca , estás más preocupada. ¿Sabes lo que te pasa, querida? Que Curcio te ha contagiado su miedo. Si él no tiene valor para ser capataz de Villa Petraria , nunca debió aceptar trabajar con el magistrado, pues aunque sea un inadaptado a la situación actual su cargo le implica estar con secuentemente con el magistrado, aún después de muerto. JULIA. -Curcio , cuando aceptó su cargo, no pensó entra bajar para el magistrado , si no con el magistrado, en el desarrollo de todos los aspectos que confluyen 122 en Villa Petraria. Y , por supuesto , ambas cosas son bien distintas , aunque esténjuntas. ANTONIA. -¡Julia! Mi marido , Jesano , siempre ha creído en el Imperio. Hasta la saciedad ha repetido que el mundo sin el Imperio sería un caos . Que mantener el sistema con sus múltiples fallos ante las agresio nes era su primera obligación y que la autoridad y las leyes deben de prevalecer para el buen orden. ALCURNIA.- ¡Pero , Antonia! ¿No ves que el problema precisamente está ahí , en que lo s soldados han abo lido las leyes? MAGISTRADA. -N o es cierto que Serperio haya abolido las leyes de Roma. Él no tiene autoridad para hacer l o . Pero el estado de excepción en que vivimos ha aconsejado , circunstancialmente , actuar con rapidez para controlar la situación de desorden y asesinatos que nos acecha . ANTO NIA. -Me alegra mucho que mi marido coincida plenamente con la autoridad vigent e. Pero a pesar de lo que dice Jesano y la autoridad de Serperio , tengo mucho miedo de salir sola. Desde que apresa ron a Ma terno no puedo conciliar el sueño . También tengo miedo d e dorm ir sola , e incluso me da miedo c omer porqu e pr esiento que la comida puede estar envenenada . ¿ Y sabéis lo que es peor. . . ? Tener que reprimirme para no llorar y gritar , por no asustar a mis hijos. CORINA. -¡Pue s, hijas! A mí me pasa ahora todo lo con trario. Duermo con quien quiero y me paseo por la villa como una reina luciendo mis mejores vestidos y joyas ... para que sepan quienes mandan aquí. 123 (Pensativa.) Aunque ... no estaría nada de más que antes de comer diese a probar la comida a mi escla va. (Se rie.) ALCURNIA. -¡Estúpida Corina! ¿Te ríes, putona insensa ta? Lo que tú haces no es sinónimo de mandar , sino de provocar. Y cuídate de que a lgún día que vayas pavoneándote por la villa, una falcata perdida en el viento se te clave entre tus hermosos pechos. MAGISTRADA. -¡Basta ya! Comportaros como espo sas dignas de los hombres que dirigen la villa. Con vuestros miedos en nada contribuís a que ellos ac túen con decisión . ALCURNIA. -¡Magistrada! ¿Acaso no sabéis que nues tros maridos ya no actúan en nada? Es el invenci ble Serperio y sus soldados los que lo hacen todo y ... eso sí, de vez en cuanto , los sacan de paseo para enseñarles lo que ellos hacen y exigirles su aprobación . 124 ESCENA V (Entran Se,perio y los capataces Cinero , Valerio , Cur cio y Jesano.) SERPERIO. - (Con guasa, cogiendo a dos capataces por los hombros.) ¿Quién osa pronuncia mi nombre y alaba mi capacidad militar tan irónicamente? (Se ríe.) MAGISTRADA. -¡Serperio! Ahora hablábamos de voso tro s. Señores , ¿qué les contáis a vuestras mujeres que están tan asustadas? SERPERIO .- ¿Acaso temen por la vida o quizá por la bue na vida? (Se ríe.) Aunque sin vida no puede haber buena vida, ¿verdad? (Se ríe más fuert e.) Señoras ... (Caminando con aires chules cos.) Os repito lo mis mo que acabo de decirles a vuestros maridos . Ca l ma ... No va a pasar nada ... Serperio y las legiones de Roma nos garantizarán la buena vida ... (S e ríe.) A unqu e no hay una buena vida completa sin el apa sionamiento de nuestras mujeres , ¿ verdad , señores capataces? (Se rí e mirando desc aradament e a la magistrada.) MAGISTRADA .- (Disimula ofi’eciéndol es una copa.) Os encuentro muy eufórico, Serperio. Tomad , bebed una copa para que os ayude a mantener el tono di vertido que traéis. Beban todos, pues no hay motivo para lo contrario. 125 SERPERIO.- (Cogiendo la copa.) Gracias, Magistrada, os Jo agradezco. Es una buena ocasión, pues sabed que no me gusta beber solo. La soledad y el alcohol no son buena compañía. A veces gastan malas bro mas. (Al beber se tambalea.) También es verdad que cuando se bebe con muchos , nuestros relucientes cascos no se tienen encima de nuestras cabezas. (Se rie más.) Venirnos de hacer una ronda por la villa, y los capataces han comprobado que todo está en or den. Y, por supuesto, hemos hecho algunas paradas en nuestras bodegas para comprobar el buen vino que mandarnos a Roma. Así es ... el vino es excelen te , fue delicia de los dioses y ahora de nuestros em peradores. Los buenos siervos siguen trabajando y los instigadores y asesinos en lugar seguro. ¿Acaso no es un buen motivo para seguir bebiendo? (Bebe y se ríe. Dirigiéndose a los capataces.) ¿Qué ocurre? ¿Por qué tanto mutismo? CINERO.- Magistrada , Serperio. Es hora de que Alcurnia y yo regresemos a casa. MAGISTRADA. -¿Qué te pasa , Cinero, acaso no te gusta el ambiente? Aguanta un rato más. Como bien dice nue stro jefe de la guardia, tenemos el mejor vino. Y yo añado que también tenernos excelente comida y la compañía es la más selecta de Villa Petraria. Un gran día se aproxima y debemos celebrarlo en honor a Serperio, nuestro jefe militar. Por favor, amigos, convirtamos esta reunión en una fiesta. CORINA.- Sí , celebremos una fiesta. Me apetece divertir me, cantar, bailar, beber, hacer locuras ... (Se ríejunto a Se1perio que le coge de las manos y baila con él.) 126 JULIA.-Serperio, si os vieran vuestros soldados no se lo creerían. ¿Dónde está ahora el temible Serperio? SERPERIO. -(So ltando a Corina.) ¡Curcio, ahora que Julia empieza a animarse le decís que calle! Tenías que haber sido nombrado capataz de funerales y necrópolis. VALERIO .- Yo ahora tenía que estar visitando las cose chas , pero los soldados, estando a medio camino, me han hecho retroceder al ir sin protección. Podía ser pasto de los rebeldes que andan escondidos en los montes . Así que creo que lleváis razón : ¿Por qué no un rato de diversión? Bastante preocupa ción y problemas hemos tenido últimamente. Be bamos. Brindo por la Magistrada y Serperio , que por fin han conseguido la paz de la villa ... y , por supuesto , por Corina , que como veis quiere que seamos todos felices ... MAGISTRADA. -¡Gracias, mi fiel Valerio! No sabéis bien la virtud y la capacidad que tiene la dulce Co rina de hacer felices a sus amigos. CORINA. -(Con irania.) Magistrada , os aseguro que en el arte de la complacencia, en esta villa, la exclusiva no es sólo mía. JESANO. -Amigos , con mucho gusto nos quedaríamo s Antonia y yo, pero sé cómo acaban estas fiestas y la verdad es que mañana me gustaría encontrarme perfectamente para no perderme el espectáculo. ANTONIA. -Sí, Jesano, volvamos a casa. Nuestros hijos nos esperan . JESANO. -Serperio, creo que tú también tendrías que reti rarte, pues mañana tu presencia será necesaria. 127 SERPERJO.- Ahora que estamos en lo mejor . ¡No seas aguafiestas , J es ano! Aunque esta noche cogiese una gran borrachera que me tuviese tumbado todo el día, como tú bien dices , el espectáculo de ma ñana se realizará según está pre visto. Mis solda dos saben perfectamente lo que tienen que hacer tan pronto la s luces del nuevo día asomen por la gran sierra. Así pues, beb amos hasta saciarnos, que lo que ha de suceder, sin ninguna duda , sucederá . (Se ríe bebiendo.) CORJNA. - (Corina va al en cuen tro d e Serp erio.) ¡Con tadme , Serperio , que mi marido nunca me dice nada! Decid , amigo , ¿de qué clase de espectáculo habláis ? ¿Será bonito , habrá músicas y danzas ? CORINA. - (En voz baja.) Esta noche te nece sito más que nunca. SERPERIO. - (En voz baja.) Impo sible , la cita de esta no che te la debo. (En voz alta.) Corina , mú sica creo que no habrá. Pero baile ... (S e ríe.) Por supuesto que bailarán todos , aunque no tengamos , como en Roma , a las p reciosas bailarinas d e Cádiz. ¡Ah, Roma , cómo t e de seo! ¡Cómo anhelo vivir allí para defenderte de la fiereza y ambición del resto del mundo que te contempla lleno d e envidia! 128 ESCENA VI MAGISTRADA. - (Sentada en el canap é.) Serperio , tú también deberías irte. SERPERlO. - (Llenándole la copa .) ¡No , Magistrada , ésta es nuestra fiesta! Creo que nos la merecemos. ¡Por fin ha llegado el día de nuestra victoria! MAGISTRADA.- ¿Quieres ce lebrar la victoria cuando la parte más crucial de la batalla todavía no se ha pro ducido ? ¿Nada temes, arrogante Serperio? SERPERJO .-Magistrada , lo que preocupa a Serperio, y mucho, no es el desenlace de mañana. La crucifi xión de Materno y la venta de esclavos no suponen el mínimo riesgo. MAGISTRADA. -Me intrigas , Serperio. Creía que contaba con tu confianza. ¿Acaso me ocultas algo importante? SERPERlO .(Ac erc ándos e a ella.) Querida Magistrada , esta noche no deberíais preocuparos por nada . Sólo quiero haceros feliz, que os sintáis la mujer más di chosa del mundo , como lo fue otras veces ... ¿recor dáis ? (Se ríe.) MAGISTRADA. - (De pie, lo aparta .) Serperio , ¡estáis borracho! Os exijo que me contéis qué ocurre . SERPERIO .- Sentaos , descansad señora, que Serperio os complacerá en todo. (S e sientan.) Sabed que en la vía Augusta las expediciones que bajan del norte comentan que los bárbaros están cerca. Son hor129 das de gueneros que anasan e incendian a su paso, mientras que nuestros soldados huyen ante su impo tencia . Los visigodos nos están ayudando a comba tirlos , aunque nadie sabe lo que va a ocurrir. Tena tenientes y patricios huyen en naves que les llevan a Roma buscando su seguridad. MAGISTRADA.- ¡Qué ... los bárbaros! ¿Tan cerca están y tú me lo habías ocultado ... ? ¿Acaso nuestras vi das no te importan? SERPERIO. -Tenía la intención de decíroslo al final de la noche , después de ... (Empieza a desnudarse.) MAGISTRADA. -¡Después de qué . .. Serperio! Acaso te has creído que soy tu puta. (Le pega.) ¡Me tienes harta , estúpido imbécil! El mando se te ha subido a la cabeza y crees que también mandas sobre mí. ¡Eso jamás! Nadie lo consiguió nunca , ni siquiera el Imperio al que todos tanto le debemos. .. Siempre hice de mi vida lo que quise pasando por encima de césares y dioses ... En Villa Petraria nadie conoce mi nombre, sólo saben que siempre fui y soy, ahora más que nunca , la insigne Magistrada, la primera dama. Eso sí, que nunca tuvo la suerte de tener a su lado a un hombre de verdad. Serperio, no lo olvides nunca , ¡nunca . .. ! ¡Aquí , quien manda ... siempre soy yo! (Coge la ropa y se la tira a la cara.) SERPERIO .- ¡Víbora venenosa! (Deteniendo la ropa en el aire.) ¿Me consideráis menos que vuestros aman tes? ¿Acaso ya habéis olvidado cuanto decíais la última vez ... ? (Intenta descubrirle el pecho abalan zán dos e sobre ella.) Serperio, cariño, ninguno como tú ... (Riéndose.) Sigue, Serperio , sigue .. . 130 MAGISTRADA.- ¡Canalla! Sué ltame , te lo ex1Jo. (Lo aparta bruscam ent e.) SERPERIO. - (Saca su espada.) ¡Quieta , maldita! (L e pon e la espada en el cu ello.) Si te mueves te mando al fondo de la fosa, junto a tu querido Magistrado , que ansioso espera su venganza. MAGISTRADA.- (Ti embla d e mi edo consintiendo qu e le quit e ropa.) ¡Serperio , no! No lo hagas , así nunca conseguirás nada de mí. ¡ Socorro , socorro , ayu da ... ! ¡Ayuda , socorro , ayuda ... ! (V elo z como una fl echa entra P etr ey o con un puñal e n la mano.) PETREYO .- ¡Canalla asesino! Si la hieres será tu fin. ¡Pe rro bastardo , suelta a la Magistrada! SERPERIO .- ( La suelta y va hacia él.) He aquí el verda dero problema. ¡Traidor! ¡Cobarde! Eres la causa de todas nuestras desgracia s. Pero esta historia se ha acabado , Petreyo. En la nueva Villa Petraria sobras tú. ( Se abalan za sobr e él. Ca en al suelo.) Has sido un verdadero enemigo nuestro y vas a pagar tu trai ción. ¡Niñato! Te enamoraste de tu perdición , mal dito. La sacerdotisa ha sido tu ruina, esa fantoche te llenó de dudas que te !Ievan a la muerte. Muere a espada , Petreyo . Te concedo el honor de morir pa gando tu traición . Los dioses te acogerán , Petreyo . No temas a mi espada , será rápida tu agonía . Soy un buen soldado y repudio los refinamientos con que os asesináis los patricios. (Int enta degollarlo , mi en tras que la magistrada , ida d e ira , coge las tijeras y lanzándose sobr e la espalda de Serp erio le asesta varia s puñaladas.) 131 MAGISTRADA.-¡ Serperio, canalla, te dije que libraras a mi hijo de la muerte! SERPERIO. -¡Maldita asesina! (Cae muerto.) MAGISTRADA. -Petreyo, hijo, ¿estás bien? PETREYO. -Magistrada, no te preocupes más por mí. MAGISTRADA. -¡No, Petreyo, perdóname! Todavía necesitas mi ayuda para salvarte. La destrucción y la mue1ie nos acechan a todos ... PETREYO. -(Perturbado.) ¿Qué puede importamos lo que suceda? ¿Acaso no presientes que ya nos corroe la muerte? MAGISTRADA .- (Llorando.) ¡Pobre Petreyo , hijo mío, cuánto estás sufriendo ... ! 132 ESCENA VII (En la plaza del pueblo con la imagen lejana de la sierra de la Gran Madre. Al fondo una cruz alzada con Materno crucificado. Delante de la cruz, sobre un catafalco, varios esclavos y esclavas listos para ser vendidos . Jesano dirigirá la subasta desde el catafalco. Un grupo de colonos bien vestidos miran sin cesar a los esclavos en venta . En ambos lados las casas y las gentes del poblado. La guardia ro mana controla la situación . Materno , des de la cruz, desfallecido y con heridas múltipl es, incita a la re b eldía . Entre la g ente , la sacerdotisa , Salóndico y Leuton que , disimuladamente , va dando instruccio nes a los hombres .) MATERNO. - (Fuerte murmullo de indignación que con sigue que Materno habl e. La voz de Materno acalla a las gentes.) ¡Amigos míos! Los soldados quieren obligaros a contemplar mi muerte . Pretenden que mi fin sea lo suficientemente atroz, que os enfríe la sangre , que enmudezca vuestra voz rebelde. Pero yo os pido , antes de que mi dolor y mi agonía cierren mis ojos para siempre, que mi grito os suene a liber tad , a independencia . .. SOLDADO. -¡Calla , Materno! Tu muerte será un acto de ju sticia. Con el martirio de la cruz pagarás tu cri men, tu rebeldía ... 133 LEUTON.-¡Materno es inocente! Inocente ... inocente. PUEBLO.- ¡Inocente, inocente, inocente ... ! SOLDADO.- ¡Silencio , provocadores ... ! PUEBLO. -¡Inocente ... ! ¡Inocente ... ! (Repiten.) AMBÓN. -Serperio, ¿dónde estás que no te veo ... ? (Se oyen risas de la gente del pueblo.) LEUTON. -¡Serperio, da la cara! ¿Quién te retiene? PUEBLO.- ¡Sí , Serperio, Serperio .. . ! ¡Que venga Serperio! SOLDADO.- ¡Callad! ¿Qué os importa a vosotros dónde está Serperio? Os aseguro que si estuviese aquí ibais a pagar cara vuestra insolencia. AMBÓN. -¿Acaso, Jesano, anoche le reventó en su es tómago un tonel de vino? ¡Seguro que hoy se ve menos que yo .. . ! (Se ríe.) LEUTON. -Jesano, ¿a qué esperas para dar comienzo a la subasta de esclavos? Siempre nos has sacado el dine ro a los pobres. Empieza ... que querernos ver cómo se lo sacas ahora a los ricos ... Los colonos están im pacientes. Desean que acabe pronto la subasta. ¿No ves que no se sienten seguros , que tienen miedo? SOLDADO. -¡Leuton , deberías estar en la cárcel! ¿Así nos pagas que te hayamos favorecido disfrutando de libertad? LEUTON. -¡Libertad para Materno! PUEBLO.- ¡Libertad para Materno! SOLDADO. -¡Ah, Leuton, provocador! SALÓNDICO.- ¡Ten prudencia, Leuton! Hay que librar a Materno y los soldados no se descuidan. En las pu jas de la subasta está previsto reventar el acto para liberar a todos ... 134 SACERDOTISA.- (Int enta llegar hasta su padre , pero la guardia se lo impid e.) ¡Oh , Gran Madre, alivia el dolor de mi padre! AMBÓN .- ¡Jesano, no esperes más que Serperio tiene bo rrachera para días! SOLDADO .- ¡Que suba el primero! ( Sub e un escl avo atado.) AMBÓN .- ¡Cesarón , amigo , dime qui én ha subido! CESARÓN. - ¡Es el Matarife! AMBÓN.- ¡Cuidado con e se , colono s, que una noche degolló a todos lo s cerdos porque no le dejaban dormir! ( E l pueblo se ríe. Sub e otro.) CE SARÓN. - ¡Ambón, ahora sube el Contento! AMBÓN .- Colonos, ese sí que os interesa, pues nunca come. Sólo bebe. El Contento confunde el vino con el agua. (Sub e otro.) CESARÓN. - ¡Ambón, el Pufioduro! AMBÓN .- E se sí que es bueno. Acordaos cuando mató de un puñetazo al caballo que se negaba a tra bajar. ¡Materno , amigo , aguanta y no te pierda s esto! ( La gente va empujando ha cia el estrado . Los guar dia s re tro ceden con cie rto te mo, ) LEUTON .- Jesano, se acabó el e spect áculo. (Sa ca su fa/ c ata. El pueblo , al v erl e, sa can sus armas.) Tendréis que matarnos a todos antes de que lleves a cabo esta estúpida farsa . 135 (Los soldados van retrocediendo ante el clamor del pueblo que grita libertad para Materno. Se empu jan ,forcejean; los soldados tiran las armas al suelo. Un soldado cae a los pies de Ambón el ciego. Am bón lo coge del cuello y grita después de escupirle.) AMBÓN. -¡Leuton , permíteme el gusto de estrangularlo! D ame la gracia de la venganza. Que pague este cer do todo mi odio y mi ceguera. (Todos se detienen y miran con expectac ión a L euton.) SALÓNDICO. -¡Detente, Ambón! Ni aunque estrangula ras a todos los soldados del Imperio pagarían sus atroces crímenes. No debe ser ésta nuestra respues t a . E llos son soldados y un día se extinguirán los ejércitos. Nosotros somos el pueblo , y el pueblo perm anecerá siempre , y no habrá futuro si nos con vetiimos también en ladrones y en asesinos. Todo cuanto habrá de acontecer será nuestro destino , y queremos vivir en un mundo de esperanza, en la ju s ticia y la paz. INDEVIL. -(Bajando a Materno de la cruz junto con la sacerdotisa y otros.) ¡ Salóndico, te vuelves a equi vocar! ¡El buen trigo nunca saldrá de la tierra llena de espinos! SALÓNDICO .-¡Limpiad la tierra y, purificada de male za, la cosecha será buena y abundante! P UEBLO. -¡Sí , sí! Acabemos con ellos, son nuestros ver dugos. Acabemos con nuestros enemigos ... (Suenan tambores lejanos y un jin ete romano mal h erido llega a la plaza montado a caballo.) 136 SOLDADO.-¡Hombres y mujeres de Villa Petraria, sal vaos de la muerte y la destrucción! Los bárbaros están aquí. Avisad a todos y huid lejos , pues llegan hambrientos de oro y sangre. ¡Talan, violan , destru yen, incendian cuanto en las villas romanas hallan! ¡Llega el terror a toda Hispania! Huid , huid lejos ... ¡huid o luchad a muerte! (Hu ye el jinete velozmente.) SALÓNDICO. -Curcio, ¿piensas lo mismo que yo? CURCIO. -Sí , Salóndico, sí. Debemos organizar al ejérci to y al pueblo para salvarnos del verdadero peligro. (Gritando fuert e.) ¡Cinero , Valerio , Jesano , Salón dico, Leuton , Indevil ... Materno! PUEBLO. -¡Sí. .. ! (Gritando también con entusiasmo.) CURCIO. -¡Ha llegado la hora de ponernos todos a luchar por Villa Petraria! SACERDOTISA. -Indevil , Leuton , Cesarán, ayudad a mi padre. Debo avisar a Petreyo. (Sale corriendo.) SALÓNDICO.- ¡Agnie, no queda tiempo! Vuelve , con nosotros estás segura. Vuelve, Agnie, vuelve ... 137 ESCENA VIII (Luz tenue. La sala del mosaico está empezando a arder t enuemen te por varios sitios. Serperio yace muerto en el suelo. Petreyo está sentado junto a Serperio. Entra Agnie.) SACERDOTISA. -¡Oh , Gran Madre , qué horror! Petreyo , ¿ estás bien? ¿Estás herido? Háblame . PETREYO. - (Se ríe ido, levantando el cadáver de Ser perio.) ¡Agnie, todo ha concluido , nada hay que te mer! Mira quién está conmigo. SACERDOTISA. -Petreyo , ¿has matado a Serperio? ¿Dime qué ha sucedido? PETREYO. -Deseé hacerlo con todas mis fuerzas , pero la Magistrada se me adelantó, siempre es tuvo en contra de mis grandes decisiones. (Se ríe ido.) ¡Qué suerte la mía! Serperio , el fiel servidor del Imperio yace muerto , y yo , su trai dor, velo su podrido cuerpo. Dioses, decidme, ¿quién fue el canalla que mereció morir? ¿Será cierto , como dice la Magistrada , que el odio ayuda a vivir? SACERDOTISA. -Petreyo , no te culpes. Tú nunca has sentido odio y tus manos están limpias de sangre. Olvida a la Magistrada y recobra a tu madre. Ahora nadie es más infeli z que ella . Debes de ayudarla, sólo te tiene a ti ... Te necesita , Petreyo ... 138 PETREYO.-Se fue , Agnie, mi madre se fue para siem pre. Desde que ha abandonado la villa, parece que la paz de los dioses haya descendido a este mun do. (Se ríe, mirando el cadáver de Serperio.) Se fue horrorizada, quería salvar su vida. Se fue hacia el sur para embarcar hacia Roma . Me instó a que me fuese con ella , admitiendo que tú nos acompañaras. ¡Con tanto que te odiaba! Unos soldados cargaron una carreta con todo lo que ella poseía de valor y se perdieron en la oscuridad. Sus últimas palabras fueron: ’Huye , Petreyo , huye ... Salva tu vida, hijo mío’ . Salvar mi vida ... Después de que me la des trozara ... (Se ríe . Llorando.) ¡Claudia , hermano mío, ven conmigo! SAC ERDOTISA. - (Abrazándole.) Petreyo, mi vida. Claudia también está muerto y no puede ayudarte. (Intenta lev antarle de la silla.) Tenemos que huir. Aquí corremos peligro. Los bárbaros nos asesinarán a todos . Tenemos que huir enseguida, no hay tiempo que perder ... PETREYO.- ¡Huir. .. huir. .. mi vida ha sido una hui da! Hui de las atrocidades del Imperio, del cla mor del pueblo , del odio de mis padres ... ¡Agnie , no quiero seguir huyendo! Sólo me quedas tú en este mundo , que no cesa de amontonar cadáveres que se retuercen d e espanto entr e sus cenizas. (Se ri e ido, jugando con el cadáver de Serperio.) La Magistrada tenía razón , sólo permanecen en este mundo el odio y las pasiones, cambian los tiem pos pero los hombres son los mismos. Olvidamos el pasado para volver a repetirlo . Huir ... ¡ Oh dio ses , no! Es volver a empezar. (Coge la espada de 139 Serperio y la lanza con rabia contra las águilas doradas de la colgadura.) ¡Can alla s, habéis des trozado el sueño de Alejandro! SACERDOTISA.- ¡Cálmate, Petreyo! PETREYO. -Agnie, esta noche la muerte me ha de svelado un misterio. Sabes ... (Coge el cadáver y lo aparta perturbado.) En cada vida pien so que se inicia un círculo que gira alrededor de ella y acaba encontrán dose con su principio cuando la vida finaliza. SACERDOTISA .-Sí, cariño , quizá sea ese círculo esta blecido de la vida que no cesa de girar la gran opor tunidad que siempre nos pennite volver a empezar , la gran espera nza que todo ser humano presiente en lo más íntimo de sí mismo ... Es necesario volver a empezar , volver a soñar con el ser humano , en la jus ticia y la libertad. Será entonces decisorio recordar ; recordar nuestra memoria histórica para no repetirla nunca más. (Mientras tanto, Petr eyo mueve el cadá ver en círculos, simbolizando e l ciclo macabro de la muert e.) No hay salida ... ¡Macabra broma de los diose s! ¡Perfecta imperfección humana! (Petreyo se ríe y deja caer el cadáver de Serperio, convertido en un maniquí quemado que se desploma con es trepitoso ruido contra el suelo.) Petreyo, cariño. No hable s más, delira s. No estás bien. Piensa en lo que siempre hemos creído, en nuestros sueños, en nues tras montañas , en la belle za que se esconde en lo má s senc illo y luchemo s por ese nuevo mundo que soñó Alejandro. (Con la colgadura del escudo del Imp erio cubre e l cuerpo de Serp erio.) ¡Desearía que esta tragedia acabe y en el mundo empiece la verda140 dera justicia! Que los pueblos vivan en prosperidad como verdaderos hermanos de este mundo que no cesamos de castigar. (Se escucha el sonido de un fuerte derrumbe, al tiempo que empieza a arder la sala del mosaico, desplomándose sobre ambos una gran llama dejitego.) ¡Madre nuestra, ayúdanos! (La danza infernal de Osiris y Plutón empieza a sur gir sobre los despojos de Petreyo y Agnie, al tiempo que se va escuchando la voz del nií’io Claudia.) CLAUDIO.- (Voz en off) ¡Petreyo, Agnie! ¡Qué bien que hayáis venido! Mañana, cuando salga el sol radiante que ilumine la villa, con nuestros caballos recorreremos nuestros preciosos valles, subiremos a lo más alto de las montañas y correremos tras las mariposas más bellas y los pájaros de mil colores esc uchando sus trinos más dulces. Y juntos coge remos para Agnie el ramo de madroños más pre cioso. Y volveremos a estar los tres felices ... y nos divertiremos deslizándonos por las dos montañas de rubias arenas. TELÓN 141 ÍNDICE Prólogo ........ ... ...... ....... ... ........... 7 El camino hac ia Villa Petraria ... ........ ......... 11 Introducción histórica ..... .... .... .... .. ..... .. 19 Villa Petraria .... .......... .... ... ..... ....... 33 143

Villa PetrariaTragedia en cuatro actos

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