El aguafiestas

Un año más, se acercan las fiestas de Moros y Cristianos en Petrer y Elda. Como cada año, muchos padres y madres, algunos primerizos, permitirán que sus hijos e hijas, preadolescentes en muchos casos, salgan sin apenas supervisión a un entorno cargado de música, risas… y también de alcohol, porros, pastillas y cocaína.
Según el mayor estudio epidemiológico sobre drogas en España (ESTUDES), en el que participaron más de 42.000 estudiantes de entre 14 y 18 años, la edad media de inicio en el consumo de alcohol es de 13 años. Los porros llegan a los 14, y la cocaína a los 15.
En mi experiencia profesional como enfermero en la Unidad de Conductas Adictivas, he atendido a menores de apenas 10, 11 o 12 años con graves problemas relacionados con el consumo de sustancias. Pensar que "esto no va con nuestros hijos" es vivir en una cómoda pero peligrosa ilusión. En Elda y en Petrer tenemos lo mismo que en el resto del país… ni más, ni menos.
¿Qué marcará la diferencia entre una fiesta memorable y una tragedia imborrable?
Algunos apuntarán a la policía, pero estos profesionales conocen perfectamente su labor. Saben que cualquier sustancia ilegal en manos de un menor es un delito, y así la tratan. Otros culparán a bares y restaurantes, pero todos sabemos que es en los cuartelillos donde se les ofrece, sin disimulo, alcohol y, a veces, algo más.
También están quienes quieren ser los "padres enrollados", y lo demuestran compartiendo un cubata con sus hijos, "pero del bueno, no de garrafón", con la ingenua esperanza de que así no beberán ese día… Por si alguien no lo tiene claro: Estas sustancias multiplican las urgencias (intoxicaciones etílicas, pérdidas de conciencia…). Y aumentan los delitos (peleas, robos…). Pero hay algo aún más alarmante y silencioso: la violencia sexual.
Las fiestas son el escenario ideal para que aparezca. Y no, no son la ketamina ni la burundanga las sustancias más usadas en estos delitos. Es el alcohol la droga más común en la sumisión química (violación). Es el alcohol el que convierte a nuestras niñas y adolescentes en muñecos de trapo en manos de depredadores.
En estas fiestas, ¿quieren ser padres presentes o testigos ausentes de lo que pudo evitarse?
