¿Por qué San Bonifacio en Petrer?

De todos es sabido que los Moros y Cristianos de Petrer se celebran desde principios del siglo XIX en honor a san Bonifacio, mártir. Y que la villa de Petrer realizó el “voto a San Bonifacio” un lejano 26 de junio de 1614, hace ya la friolera de 411 años. Desde entonces, el culto y la devoción al santo mártir se han mantenido incólumes, por su patronazgo sobre la villa y sobre la fiesta de moros y cristianos.
Pero en historia siempre hemos de preguntarnos el por qué de las cosas. Y si san Bonifacio nació en Roma a finales del siglo III, fue martirizado en el año 307 en la lejana Tarso (act. Tarsus, Turquía) y no se le conoce ningún viaje a la provincia Carthaginesis, en la lejana Hispania, hemos de preguntarnos el por qué de la devoción del pueblo de Petrer a este santo mártir romano. Para ello, más allá de las disposiciones pontificias sobre su celebración, conmemoración o eliminación del martiriológico romano, vamos a centrar la atención en la fecha en la que Petrer lo recuerda y venera. Pues cuando la ausencia de documentación directa nos niega la información, el contexto siempre nos ayuda a comprender el hecho. ¡Retrotraigámonos en el tiempo!.
Petrer, 1614. Hacía escasos 5 años que casi el 90 % de los vecinos de Petrer, por su condición de moriscos o cristianos nuevos, había sido expatriados a la actuales tierras argelinas de Orán y Mostaganem (octubre, 1609). El conde de Elda, como señor jurisdiccional de Petrer, había iniciado un proceso de repoblación demográfica con la atracción de nuevas familias llegadas de diversas poblaciones próximas (Biar, Castalla, Ibi, Xixona, Monforte, Agost y Muchamiel). Repoblación articulada por la llamada “Carta Puebla”, otorgada por don Antonio Coloma un 19 de agosto de 1611 y ampliada en 1612. La llegada de aquellas 100 familias (proceso amplia y magníficamente estudiado por Mª Carmen Rico, cronista oficial de Petrer) supuso a la par que una revitalización demográfica, una profunda cristianización de la vida cotidiana de la villa. Y dentro de ese proceso, acorde a las medidas contrarreformistas impulsadas por el patriarca san Juan de Ribera, como arzobispo de Valencia (1568-1611), es donde cabe situar el surgimiento en Petrer del culto a san Bonifacio y su elevación al patronazgo religioso sobre la villa. ¿Y por qué san Bonifacio y no otro santo varón del elenco católico? ¿Qué tenía de especial este mártir romano muerto en la Cilicia romana?. La clave está en la fecha: 14 de mayo.

A juzgar por la ausencia de antecedentes, el culto a san Bonifacio en Petrer debió ser una decisión de Antonio Coloma, II conde de Elda (1586-1619), con la finalidad de conmemorar anualmente un acontecimiento de suma importancia para la propia casa condal y su linaje familiar. Y este no es otro que la concesión del privilegio real de creación del título de conde Elda por parte de Felipe II, que tuvo lugar en Aranjuez, un 14 de mayo de 1577. Aquel día, y en reconocimiento de los servicios prestados a la Monarquía Hispánica, la estirpe de los Coloma Pérez-Calvillo, señores de Elda y Petrer, fue encumbrada al más alto escalafón social de las Españas: la nobleza titulada.
Por tanto, la celebración en Petrer de san Bonifacio viene a recordar una fecha clave en la historia del condado de Elda. Fecha que quedó sacralizada al asociarla a la festividad de San Bonifacio mártir; y, perpetuada en la tradición popular por el juramento de 1614. Voto que, a su vez, derivó en el festejo a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Y festejos que a principios del siglo XIX, tras la guerra de Independencia, dieron lugar a la celebración de los Moros y Cristianos en honor al santo mártir.
