El cólera llega a Elda

Fue en agosto de 1834 cuando la terrorífica y mortal epidemia del cólera azotó a Elda por primera vez. No sería la última vez. A lo largo del siglo XIX varias pandemias coléricas se extendieron por España en los años 1833-1834, 1854-1855, 1865, 1884-1885. Todas con afección más grave o más leve a Elda. E incluso, a largo del siglo XX (1911, 1971 y 1979) se detectaron brotes en otras partes del territorio nacional. Siendo éstos últimos ocultados por las autoridades políticas ante el miedo atávico a la enfermedad.
En 1834, a escasos meses del fallecimiento de rey Fernando VII, y bajo la minoría de edad de la reina niña Isabel II, el estado liberal daba sus primeros pasos. Su objetivo: desmontar definitivamente, desde la ley, el Antiguo Régimen y transformar España. Las provincias tal cual las conocemos hoy en día habían sido establecidas hace meses. Ni la administración pública se había desarrollado tal cual la concebimos ni la atención sanitaria tenía nada que ver con la actualidad. Situación que anticipaba la incapacidad de respuesta ante una pandemia sanitaria generalizada. Y todo ello con la primera y cruenta guerra civil (1833-1840) desatada en aquella España en transformación, entre carlistas e isabelinos.
La primera epidemia de cólera en España comenzó en 1833 y duró hasta 1835. La enfermedad penetró desde Portugal por Vigo y, sobre todo, por Huelva. Jornaleros temporeros y contrabandistas debieron extenderla hacia las provincias andaluzas orientales, desde donde llegó hasta la recién creada provincia de Alicante. El 16 de julio saltó la primera alarma. Los primeros brotes coléricos habían hecho su aparición en Orihuela. Fueron seguidos días mas tarde en Alicante, donde el 22 de agosto fueron detectados los primeros infectados. La alarma cundió por todos los pueblos de la provincia.
Las condiciones insalubres de villas y ciudades, el hacinamiento de la población en vetustas ciudades amuralladas y villas muradas, la contaminación del agua de las fuentes y de aljibes particulares por filtraciones de pozos negros y la falta de saneamiento público contribuyeron a la rápida propagación de la enfermedad. El agravamiento de la situación en el verano de 1834 obligó a las autoridades a establecer cuarentenas en poblaciones afectadas y cordones sanitarios.
En aquel agosto de hace 191 años, las autoridades municipales, presididas por el abogado Francisco Javier Trapiella, alcalde mayor, tomaron la decisión de incrementar el control de entrada y salida de personas a la villa mediante la reparación de la cerca murada que por entonces rodeaba la villa, para lo que hubo que reparar las puertas de los portales dado su pésimo estado de conservación e incrementar la vigilancia municipal en los mismos. Portales que se abrían y cerraban al toque de laudes y vísperas/completas, respectivamente, por las campanas de la parroquial de Santa Ana.
Mínimos son los datos que poseemos de aquella primera gran pandemia, que parece remitió, al menos en el interior de la provincia de Alicante, hacia el mes de septiembre. La villa de Elda no fue de las poblaciones más afectadas. La baja mortalidad registrada por el cólera en Elda fue explicada, por algún cronista, a la protección de la divina misericordia por intercesión de la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso. Protección divina que fue la única medida de la que dispusieron las clases populares ante la falta ya no solo de recursos paliativos, sino también de conocimientos científicos sobre la etiología del cólera.

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